Iván Gómez León
1810-1817:
LA VILLA DE SANTA ANA DEL NORTE Y
SUS HEROÍNAS
(Isla de Margarita)
2016
ÍNDICE
Iván Gómez León:
Prólogo: La
mujer margariteña siempre presente en la gesta independentista de la región
insular (1810-1817)/
HEROÍNAS DE SANTA ANA DEL
NORTE
1. Francisca
Eugenia Alfonzo/
2. Juana
Evangelista Alfonzo/
3. María
Nicolasa Amundarain/
4. Ana
Josefa Arismendi/
5. Cándida
Bauza Moreno/
6. María
Trinidad Cabrera/
7. Ana Flex/
8. Juana
María Frontado/
9. María
Francisca Galindo/
10. Dionisia
Josefa Gamboa/
11. María
Vicenta Godoy/
12. Eusebia
González/
13.
Francisca González/
14. Amalia
González/
15. Josefa
María Guevara/
16.
Francisca Cándida Lárez/
17.
Petronila de Mata/
18.
Marcelina del Carmen Medina/
19. Juliana
Moreno/
20. Antonia
Basilia Rodulfo/
21. Inés
María Rodulfo/
22. María
Josefa Rodulfo/
23. María
Feliciana Rojas/
24. Paula
Petronila Rojas/
25. Juana
Lucía Romero/
26. María
Josefa de La Rosa/
27. Inés
Salazar/
28. María
Aguasanta Tubores/
29. Eulalia
Velásquez/
30. Juana
Petronila Venal/
31. Isidra
Villarroel/
Prólogo
LA MUJER MARGARITEÑA SIEMPRE PRESENTE
EN LA GESTA INDEPENDENTISTA DE LA REGIÓN INSULAR (1810-1817)
Iván Gómez León
En el plan de investigación que nos
trazamos para contribuir a exaltar la celebración bicentenaria de la gesta independentista
protagonizada por nuestro pueblo en desafío al dominio colonial español
(1810-1817), jornada heroica en la que consumió siete años continuos, sin
descanso, hasta lograr su expulsión de
nuestros territorios insulares, hemos ido de sorpresa en sorpresa.
Efectuar el estudio sistemático de
nuestro proceso histórico, volver una y otra vez sobre las páginas escritas por
quienes nos antecedieron en estos afanes, nos ha permitido valorar en su exacta
dimensión la paciente labor de estas voluntades que advirtieron la calidad
moral de nuestro pueblo humilde, ahora insurgente, decidieron ir a su encuentro para recoger su
magnífico y ejemplar legado y transmitirlo a las generaciones futuras.
Agradecimiento eterno debemos expresar, en este sentido, a Francisco Javier
Yanes, Mariano de Briceño, Mario Salazar, Heraclio Narváez Alfonzo, Andrés
Márquez Gómez, Felipe Natera Wanderlinder, Jesús Manuel Subero, Rosauro Rosa
Acosta, Ramón Borra Gómez, entre otros, de un extenso y brillante listado que
enaltece las letras regionales.
La revisión de ese monumental
patrimonio documental invita a conocer de cerca cómo era nuestro pueblo en
aquellos años iniciales del siglo XIX:
pescadores artesanales, agricultores pobres, localizados en pequeñas comunidades
levantadas con rusticidad en vecindades
cercanas a las fuentes generadoras de trabajo para solventar las exigencias de
la vida diaria. Ha debido reinar un ambiente de paz y, en caso de alteración,
resuelto allí mismo por sus protagonistas y árbitros naturales. De allí la rutinaria dinámica social y económica. En su
memoria colectiva ha debido reposar el recuerdo de los conflictos escenificados
por los pescadores de perlas en la isla de Cubagua y de los abusos que cometían
los funcionarios públicos contra los laboriosos indígenas, portadores de la
cultura milenaria que garantizó su supervivencia frente a cualquier fenómeno
natural o económico.
Y allí, girando incesante,
incansable, en las labores hogareñas, en el trabajo productivo, en la
comercialización e intercambio del producto logrado, en el cuidado y atención a
los hijos, siempre la mujer, epicentro y motor de la cotidianidad…
En el año 1810 todo cambió, todo se
trastornó. El 4 de mayo anunció al mundo que la Provincia de Margarita y la
Capitanía General de Venezuela iban a empezar a transitar un “cambio de época”
y que ya no habría espacio para la posibilidad de una vuelta atrás. Se asoma un
mundo nuevo que anuncia libertad e independencia del dominio colonial español.
Se desata nuestra guerra de liberación.
De manera sorprendente, aquel pueblo
hundido en su humildad extrema, sólo pendiente de sobrevivir a sus penurias en
tierra y a las malcriadeces de la mar, atiende al llamado de la revolución e
inicia un proceso mágico de
transformación hacia estados superiores de conciencia revolucionaria y
en la medida que se organiza, avanza y asume los desafíos del momento, se
eleva, se agiganta y alcanza con sus manos el destello solar de su máxima
expresión como ejemplo para todos los pueblos del mundo empeñados en lograr su
liberación. De nada le valió al demencial colonialista su ensañamiento
criminal, sus escalofriantes amenazas, las más horrendas demostraciones de vil desprecio por la vida…
Nuestro Libertador Simón Bolívar, aún
en época temprana de la gestación de este espíritu rebelde que asombró a
libertadores y realistas, lo reconoció de la siguiente manera en oficio
dirigido Al Gobernador de Margarita desde Valencia en octubre 28 de 1813: “La
última tiranía destruida en esa isla por los magnánimos esfuerzos de todos sus
habitantes; los generosos y oportunos auxilios que ellos prestaron á los
intrépidos guerreros de Maturín, para dar el golpe mortal á los monstruos que
en la provincia de Cumaná y Barcelona devastaban las más bellas provincias,
porciones de nuestro territorio; y en fin, la decidida adhesión de Margarita á
sostener la libertad é independencia que tan heroicamente ha sabido recuperar;
tales son los incontestables derechos que ha adquirido á la universal gratitud
de Venezuela y tales los hechos gloriosos que consagrarán para siempre su
nombre en nuestra historia. Yo me congratulo cordialmente al ver que US. ha
dirigido en todas ocasiones el entusiasmo de patriotas, y que por influjo y
cooperación hubiese hecho desaparecer en un movimiento de ese pueblo el despotismo
que lo agoviaba; pero aún más me complazco en saber que la confianza del pueblo
margariteño se ha depositado en US. y que en justo reconocimiento y premio de
sus tareas patrióticas le ha encargado por su voto unánime el gobierno de esa
isla.” (Memorias del General O’Leary. Tomo
XIII. Caracas, Ministerio de la Defensa, segunda edición, 1981, p. 389).
¿Y qué ocurre con la transformación
de la mujer? Ya nos hemos referido a su extrema abnegación y dedicación al
sostenimiento de la familia y al extenuante trabajo que le hacía recorrer
pueblos en agotadoras y extenuantes jornadas de compra-venta e intercambios. A
partir de ahora redimensiona su papel de
punto de gravitación social y pasa a ocupar primeros planos ante la nueva
realidad que se está cuajando ante sus sorprendidas pupilas.
Ahora su actuación estelar marcará
los acontecimientos bélicos y sus secuelas y lo hace de tal manera que no
dudamos en calificarla de función clave en todas las circunstancias: a la hora
del llamado, acompaña al soldado portando las provisiones; en el momento del
combate, anima y motiva la acción heroica que desprecia al enemigo; si el
combatiente cae herido, lo consuela y le alivia el dolor; en el momento de la
muerte sublime, cierra los párpados del héroe, reza la oración final, le lava
el rostro con sus lágrimas; cuando el fusil queda inactivo, lo arrebata de las
manos inútiles y pulsa una y otra vez el gatillo hasta agotar su ración de
plomo y pólvora. Más de una vez, quedó allí
tendida al lado del guerrillero, que bien pudo ser su marido, su hermano, su
novio, su amigo… Concluyó el combate y habrá que recorrer el campo de batalla
para recuperar armas, pertrechos y provisiones; cargar los heridos para su
atención en hospitales improvisados; dar sepultura a los muertos en combate.
Todo, todo, lo hace la mujer con total entrega y amor. La carga amorosa que le
imprime la mujer a la revolución siempre ha sido y será el signo de su
trascendencia.
En este proceso político-militar la
Villa de Santa Ana del Norte no pudo quedarse atrás, dada su condición de
principal centro urbano del norte de Margarita, nervio focal de nuestras luchas
independentistas en ese amplio territorio que, a través del estratégico puerto
de Juangriego, la vinculaba con el área del Caribe. De allí que Arismendi la
escogiera para establecer su residencia –aquí edificó su casa y vivió con Doña
María del Rosario Irala, su primera esposa, y luego de su fallecimiento,
instaló a Doña Luisa Cáceres Díaz, con quien contrajo nuevas nupcias en el
templo colonial- le servirá para instalar su jefatura militar y convertirla en
cuartel general de los patriotas. Cuando Bolívar arriba a territorio insular en
los primeros días de mayo de 1816, Santa Ana se convierte en sede de su Cuartel
General, porque ahora brindará cobijo al Libertador y al Estado Mayor que lo
acompaña. La justificación de esta decisión la ha explicado de manera
convincente Andrés Márquez Gómez en su obra titulada Árboles, pájaros y niños, así: …”La gente de este pueblo, adicta a
la causa de la independencia, era incapaz de una traición.”… …”Nunca un norteño
delató al héroe, ni se dejó tentar, en su pobreza, por el alto precio puesto a
su cabeza, ni se dejó intimidar con amenazas y castigos para que se apartara
del camino de la lealtad prometida al héroe que luchaba por la Libertad.” Allí,
además, “había un hospital que atendían las mujeres del Norte, para los heridos
de la guerra; allí estaban bien custodiados los numerosos prisioneros cogidos a
los españoles en los combates anteriores, y allí finalmente, todo el pueblo era
un gran taller donde se fabricaban numerosos útiles necesarios para el
ejército.” “Cuando el Libertador llegó a Margarita con los expedicionarios de
Los Cayos de San Luis, en mayo de 1816, encuentra en el Norte a un pueblo
amigo, fervorosamente patriota, que lo aclama y se despoja de sus haberes para
ponerlos en sus manos, como una contribución a la causa de la Libertad.”
Situación similar se vivió en esta comunidad en el mes de diciembre del mismo
año cuando Bolívar arriba a la Isla en su segunda visita y vuelve a instalarse
en Santa Ana. (pp. 78-79).
En este ambiente de tensiones, la mujer santanense también
estará dispuesta a brindar su contribución. Al igual que tantas otras nacidas
en diferentes comunidades de la Isla y que abrazaron la causa independentista,
en Santa Ana del Norte también alumbró una constelación de “bravas patriotas”
que tuvieron destacada participación en nuestras luchas de liberación.
Aún cuando este tema sólo ha sido abordado de manera
tangencial por los historiadores que nos antecedieron, es justicia reconocer el
esfuerzo invertido por Rosauro Rosa Acosta, quien luego de un profundo rastreo
en nuestros pobres archivos y en la bibliografía regional y nacional, logró
sistematizar la información recabada y publicarla en el año 1996 con el título de Heroínas
Margariteñas. Gracias a este encomiable esfuerzo hoy podemos divulgar más
ampliamente la presente selección representativa de nuestra comunidad contenida
en la referida obra.
En este censo-inventario –que, no obstante, consideramos
incompleto y deficiente- disponemos de
la identificación de treinta y una biografías de heroínas nacidas en Santa Ana
del Norte, cada una portadora de una carga moral única y excepcional y, como
tales, ejemplos evidentes para las presentes generaciones de mujeres que han atendido y atenderán –así
como ayer- al llamado de la revolución, dándole así una extraordinaria continuidad
al protagonismo y apoyo a nuestro pueblo insurgente.
Como se podrá observar, entre ellas sólo merecieron mayor
atención del historiador aquellas que estuvieron vinculadas con nuestros
líderes y combatientes destacados, o bien que
fueron objeto de penas infamantes. Es un grave problema que hemos
heredado de esta historiografía que calla y es indiferente ante la gran mayoría
que participó activamente, pero en condiciones de clandestinidad, de silencio,
cumpliendo misiones secretas, quizás más arriesgadas que aquellas que se
convirtieron en acciones estelares. Por eso, no es el momento para destacar a
unas en detrimento de otras, porque todas, absolutamente todas, de acuerdo con
sus circunstancias y sus posibilidades, lo hicieron bien y por ello adquirieron
la inmortalidad.
Lo que sí debemos destacar, sin embargo, es que de toda la
bibliografía revisada no hallamos casos de traición, de vacilación, de abandono
y que a quienes les correspondió sufrir vejámenes y suplicios inauditos, los
asumieron de manera digna e impecable.
Santa Ana del Norte agrega a su valor de ciudad histórica por
excelencia, el rango de significar la madre de mujeres que lo dieron todo por nuestra independencia
y libertad, ejemplos que nos comprometen aún más a darle continuidad en tiempos
de revolución bolivariana.
Santa Ana del Norte, 21 de febrero 2016.
HEROÍNAS DE SANTA
ANA DEL NORTE
1. FRANCISCA EUGENIA ALFONZO
De Santa Ana del Norte. Hija de
Francisco Alfonzo y María del Rosario Guerra. Casó el 1° de mayo de 1787 con el
Comandante Manuel Rodríguez, hijo de Manuel Rodríguez y Juana Mariana Marín.
Ella murió después de 1846.
2. JUANA EVANGELISTA
ALFONZO
De Santa Ana del Norte. Aquí casó, en
mayo de 1818, con el Teniente de Fragata Juan Manuel Guzmán, carupanero.
Enviudó en 1826. Su esposo murió de hambre en Cayo Hueso, Cuba, donde naufragó
su barco cuando cumplía comisión del Gobierno de nuestra República.
3. MARÍA NICOLASA AMUNDARAIN
Nativa de Santa Ana del Norte. Hija
de Josefa Amundarain. En 1804 casó en su lar nativo con Tomás Moreno, quien
alcanzó el grado de Subteniente. Del matrimonio nació, en 1815, María Victoria,
quien fue pensionada en 1853.
4. ANA JOSEFA ARISMENDI
Nació en Santa Ana del Norte y allí
casó, en 1818, con el Capitán de Navío Nicolás Joly, francés. El Libertador
envió congratulaciones a Joly por su ingreso a familia tan distinguida, en
carta fechada en Angostura, el 20 de febrero de 1819. Ana Josefa era hermana
del General Juan Bautista Arismendi. Del matrimonio Joly-Arismendi nació Ana,
quien fue pensionada por el Gobierno Nacional en 1867. Era vecina de Santa
Bárbara del Zulia, donde casó con un señor de apellido Baralt. Doña Ana Josefa
Arismendi ha debido morir después de 1848. En este año murió el Capitán Joly,
en la isla de San Lázaro, Provincia de Maracaibo, donde estaba residenciado con
su familia y atendía un hato de su propiedad.
5. CÁNDIDA BAUZA MORENO
De Santa Ana del Norte. Hija de Juan
Pablo Bauza y Francisca Naviera Moreno. Casó en enero de 1816 con el Comandante
José Ceferino González.
6. MARÍA TRINIDAD CABRERA
Nativa de Santa Ana del Norte. Madre
del Capitán Francisco González.
7. ANA FLEX
De Santa Ana del Norte. Hija de Juan
Flex y Aguasanta Tubores. Hermana del Capitán Bernardo Flex. Casó el 30 de
junio de 1819 con el Teniente de Fragata José Russián, italiano, nativo de
Génova, hijo de Antonio Russián y Margarita Quartino, en la iglesia del Norte.
Entre sus hijos se destacó Antonio Russián Flex, General de la Federación y
Gobernador de la Provincia de Cumaná y Miembro del Congreso Nacional. Fue
vecina de Carúpano, donde murió su esposo, el 22 de noviembre de 1848. Ana Flex
murió después de 1864.
8. JUANA MARÍA FRONTADO
De la Villa del Norte. Hija de Blas
Frontado y María Dolores Marín. Casó en
1820 con el Subteniente Narciso Montaner, hijo de Martín Montaner y María de
Jesús Salazar. Enviudó el 19 de septiembre de 1841. Fijó su residencia en La
Asunción donde murió después de 1852.
9. MARÍA FRANCISCA
GALINDO
Nativa de Santa Ana del Norte. Unió
su destino al después bravo Comandante José María Carantoña.
10. DIONISIA
JOSEFA GAMBOA
De Santa Ana del Norte. Hija de
Antonio Gamboa y Encarnación Hernández. Casó en 1809 con el Subteniente Calixto
Marín, hijo de Mariana Damián González. Del matrimonio nació Leocadia Josefa,
en 1812. Enviudó el 26 de agosto de 1851. Murió después de 1864.
11. MARÍA
VICENTA GODOY
Nativa de Barcelona. Hija de Don Juan
Godoy y María del Rosario Freytes. Su familia abrazó desde temprano la Causa de
la Independencia y sufrió cárceles, destierros y muertes.
María Vicenta, niña aún, se refugió
en Margarita junto con su hermano el sacerdote Juan Antonio Godoy. Fijó su
residencia en la Villa del Norte, donde contrajo matrimonio en febrero de 1820
con el Coronel de Caballería Policarpo Mata. Varios hijos tuvo el matrimonio,
entre los cuales destacan Policarpo y Ángel Víctor, quienes al igual que su
padre, desempeñaron la Gobernación de Margarita. Doña Vicenta enviudó el 24 de
agosto de 1881. Recibió pensión de Montepío y después de su muerte, acaecida en
1885, la subvención fue otorgada a su hija Vicenta Mata Godoy. Los restos de
tan distinguida señora reposan en el templo de la histórica Villa.
12. EUSEBIA
GONZÁLEZ
A Eusebia González, la sumió el
olvido. Ni una calle ni una escuela ni un parque perennizan su nombre. La
Historia misma le negó el sitio que en sus páginas bien merece por su fervoroso
amor a la libertad. Nadie la mencionó cuando cantaron las proezas, cuando se
reconocieron para la eterna admiración y respeto a los forjadores de la patria
naciente. Su nombre no lo pregonaron himnos ni coplas ni poemas. Ningún artista
ha plasmado su figura aureolada de patriotismo y sacrificio. A Eusebia González
la vejaron, la humillaron, la condujeron a la muerte los realistas que
comandaba Antonio Cobián. En plena madrugada, junto con su esposo Francisco
Tovar, la sacaron de su vivienda a planazos, los recluyeron en los calabozos de
la Casa Fuerte de Santa Ana del Norte. Días después fue la sentencia. Por
bandos se convocó al pueblo para que presenciase el castigo. Por las calles
arenosas de la Villa, a empujones, la pasearon los soldados. Amordazada y con
riendas como una bestia de carga. Algarabía de pitos y tambores. Burlas y
rechiflas de los soldados. Las bayonetas le pinchaban el cuerpo. Una larga
banda de papel clavada sobre su pecho indicaba el delito: “Entusiasta defensora
de la Causa de Bolívar.” “Enemiga del Rey.” En la plaza pública expuesta al sol
por varias horas en espera de los vecinos para que conociesen la sentencia. El
pueblo entero cerró sus puertas en protesta del bárbaro castigo… Otra vez el
encierro. Vejámenes y torturas. Sufría también por el destino de su esposo,
remitido desde el Castillo de Pampatar a Puerto Cabello como sirviente en la
Marina Real. En deplorable estado físico y mental la dejaron en libertad. Murió
al poco tiempo de regresar al hogar, en un ignorado día de 1815. De su exaltado
amor patriótico, de su prisión y tormentos, nos da noticias el Vencedor de
Matasiete en las “Observaciones” que hizo a la Historia de Margarita escrita por el Dr. Francisco Javier Yanes. Ha
sido, pues, el General Francisco Esteban Gómez, el único en recordar a Eusebia
González, humilde mujer del pueblo que abrazó sin reservas la Causa de la
Independencia. Es hora de rescatar su nombre, de pregonar su ejemplo, para que
fructifique en amor y admiración por la tierra que tantos sacrificios realizó
para que la enseña mirandina flameara libre en los cielos de la Patria.
13. FRANCISCA
GONZÁLEZ
De Santa Ana del Norte. Casó con el
Subteniente Juan José Indriago (o Itriago), nativo de Pampatar, viudo de María
Antonia Espinoza. Se residenciaron en La Asunción, donde murió Indriago, el 18
de diciembre de 1842. Ella falleció en 1842.
14. AMALIA
GONZÁLEZ
De Santa Ana del Norte. Hija de Pablo
González y Rosalía Guerra. En noviembre de 1815 casó con el Teniente de
Artillería Manuel José González, hijo del Teniente Coronel Domingo González y
de Juana Lucía Romero. Quedó viuda el 24 de julio de 1823, pues su esposo, ya
con el grado de Capitán y con el mérito de haber sido Edecán del Libertador,
murió en la Batalla del Lago de Maracaibo. Tuvo hijos. Entre ellos, uno de
nombre Pedro Celestino. Fue pensionada en 1845.
Falleció después de 1874.
15. JOSEFA
MARÍA GUEVARA
De Santa Ana del Norte. Aquí contrajo
matrimonio con el servidor de la Independencia, el marino genovés José Rafetty.
Hijos de este matrimonio fueron José, Rafael, Fernando y Natalia. Enviudó en
1836. El Capitán de Fragata José Rafetty participó en la Revolución de las Reformas
y acompañó al General Santiago Mariño al exilio. Murió Rafetty en Cartagena de
Indias. Doña Josefa María Guevara falleció tiempo después, en Carúpano, donde
había fijado domicilio desde 1824.
16. FRANCISCA
CÁNDIDA LÁREZ
De la Villa del Norte. Casó con el
Capitán Francisco Bermont, hijo de Matías Bermont y María Josefa Gamboa.
Enviudó en 1848. Fue pensionada en 1852 junto con tres hijos habidos en el
matrimonio. Falleció después de 1864.
17. PETRONILA DE
MATA
De Santa Ana del Norte. Hija de
Manuel Isidro Mata y María Dolores Romero. Hermana de los Comandantes Andrés de
Mata y Policarpo de Mata, quien fue Jefe de la Caballería de nuestro Ejército.
Casó el 27 de diciembre de 1810 con Francisco Esteban Gómez, quien el 31 de
julio de 1817 alcanzó la libertad de la Isla al derrotar al superior ejército
español al mando de Pablo Morillo en la Batalla de Matasiete. Enviudó el 6 de
agosto de 1853 y murió, víctima del cólera, en La Asunción, el 5 de octubre de
1854. Por su amor a la Causa de la Independencia en la cual participó toda su
familia, sufrió persecuciones, vejámenes y largo cautiverio en prisiones de la
Isla y Cumaná. En 1816 fue apresada por una avanzada realista cerca de Puerto
Moreno a donde se dirigía para reunirse con su esposo que operaba en esa zona.
Fue llevada al Castillo de Pampatar donde permaneció varios meses. En avanzado
estado de embarazo fue transferida a la Cárcel de Cumaná. Allí dio a luz una
niña que murió a los pocos días de nacida por las pésimas condiciones del
presidio. Pese a las muchas diligencias realizadas por su esposo, el General
Francisco Esteban Gómez, permaneció en la prisión hasta 1820 cuando fue
liberada por Morillo.
18. MARCELINA DEL CARMEN MEDINA
De Santa Ana del Norte. Hija de
Manuel Jacinto Medina y de Úrsula González. Casó en su pueblo el 25 de febrero
de 1802 con el Capitán Domingo Tomás de la Rosa, hijo de Pedro de la Rosa y de
Paula María Bejarano. Quedó viuda el 22 de diciembre de 1853. Ella falleció el
5 de julio de 1856.
19. JULIANA
MORENO
De Santa Ana del Norte. Hija de
Calixto José Moreno y Gregoria Catalina Velásquez. El 30 de julio de 1790 casó
con Francisco Antonio Vásquez, hijo de María Manuela Vásquez. Francisco Antonio
Vásquez alcanzó en nuestra Independencia el grado de Capitán de Caballería.
20. ANTONIA BASILIA
RODULFO
De Santa Ana del Norte. Hija de Tomás
Rodulfo y Soledad Lista. Casó en 1795 con José Antonio Cabrera, hijo de
Francisco Cabrera y Juana Romero. En la Independencia José Cabrera alcanzó el
grado de Capitán de Infantería. Enviudó en
1838. Pensionada en 1846.
21. INÉS MARÍA
RODULFO
De Santa Ana del Norte. Hija de
Anselma Inés Rodulfo. Casó en mayo de 1827 con el Capitán Francisco González.
Viudo de María Marta Morales. Fueron sus hijos: Belén Sotera, José Antonio y
Francisco.
22. MARÍA JOSEFA RODULFO
De Santa Ana del Norte. Hija de José
Antonio Rodulfo y de Petronila Amundarain. Casó con el español Capitán José
Ortega, quien pasó a nuestras filas. Ortega era nativo del Valle de Olivares,
Hijo de Mariano Ortega y Josefa García. Enviudó el 18 de agosto de 1814. Hijos
del matrimonio fueron Narciso, Margarita Josefa y Francisca Tomasa. Falleció en
El Norte, el 4 de enero de 1854.
23. MARÍA
FELICIANA ROJAS
De Santa Ana del Norte. Nació en
1777. Hermana del Capitán de Artillería Ubaldo Rojas. Falleció después de 1855.
24. PAULA PETRONILA
ROJAS
De Santa Ana del Norte. Esposa de
Manuel Antonio Rojas y madre del Capitán de Artillería Ubaldo Rojas. Murió el
14 de diciembre de 1819. El 10 de agosto de 1817 vio morir a su hijo, herido
gravemente en la Batalla de Matasiete.
25. JUANA LUCÍA
ROMERO
De Santa Ana del Norte. Esposa del
Comandante Domingo González y madre del Capitán Manuel José González, quien fue
Edecán del Libertador y murió en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo. Otros
hijos fueron: el Comandante José Ceferino González y Manuel Domingo González,
quien perdió la vista. Falleció en la Villa del Norte el 18 de diciembre de
1836.
26. MARÍA JOSEFA DE
LA ROSA
De Santa Ana del Norte. Fue la esposa
del Capitán Jesús María Narváez. De este matrimonio nació María del Jesús el 31
de diciembre de 1811.
27. INÉS SALAZAR
De Santa Ana del Norte, donde casó
con el Capitán Ramón Gómez. Hija de este matrimonio fue María Dominga Gómez,
quien falleció, adulta, en dicha Villa, el 3 de marzo de 1819.
28. MARÍA AGUASANTA
TUBORES
De Santa Ana del Norte. Madre del
Capitán Bernardo Flex. Fue esposa de Juan Flex, de quien enviudó. Casó de nuevo
con Agustín Franceschi, Capitán de la Marina Insular. Hija de esta unión fue
Magdalena. La señora Aguasanta Tubores, hermana del Comandante Celedonio
Tubores, falleció después de 1856 y su hija Magdalena fue pensionada por el
Gobierno Nacional.
29. EULALIA
VELÁSQUEZ
De Santa Ana del Norte. Hija de
Miguel Velásquez y Mariana González. Casó con el Capitán Juan Antonio Rojas,
hijo de María del Carmen Rojas, el 19 de agosto de 1795. Hijos de este
matrimonio: Antonia y María del Carmen. Murió en 1884.
30. JUANA PETRONILA
VENAL
De Santa Ana del Norte. Hija de Jesús
Venal. Casó en Santa Ana, en 1832, con el Subteniente Juan Tomás González, hija
de Juan Antonio González e Ildefonza Alfonzo, viudo de Juana Lucía Figueroa. El
primero de agosto de 1834 murió su esposo. Fue pensionada en 1852.
31. ISIDRA
VILLARROEL
De Santa Ana del Norte. Hija de
Manuel Villarroel y Juana Francisca Tovar. Casó en 1800 con Andrés Brito,
quien, con el grado de Alférez de Caballería, fue licenciado del ejército
patriota en 1821. Brito murió en 1846 y su viuda fue pensionada en 1847.
BIBLIOGRAFÍA
Gómez León, Iván: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la
Tercera República de Venezuela. (Recopilación de textos). Porlamar, Verbo
Publicaciones e Impresos, 2006.
Márquez Gómez, Andrés: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Ediciones Fundación República Insular, 2004.
O’ Leary, Simón B.: Memorias del General O’Leary publicadas por orden del Gobierno de
Venezuela y bajo los auspicios de su Presidente General Guzmán Blanco, Ilustre
Americano, Regenerador de la República. Tomo XIII. Caracas, Ministerio de
la Defensa, segunda edición, 1981.
Rosa Acosta, Rosauro: Heroínas Margariteñas. Pampatar, Isla
de Margarita, Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero”, 1996.
Yanes, Francisco Javier: Historia de Margarita. (Colección
Historias). Caracas, Ministerio del Poder Popular para la Cultura, Fundación
Editorial El Perro y la Rana, 2008.
EL AUTOR
Licenciado en Historia. Universidad Central de Venezuela.
Post-Grado en Administración y Planificación de la Educación Superior.
Universidad Rafael Urdaneta. Docente-Investigador con obra publicada sobre
temas de historia y cultura regional. Promotor Cultural Bolivariano. Servidor público de dilatada trayectoria.
Militante revolucionario.
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