Iván Gómez León
TESOROS PATRIMONIALES DEL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE. ISLA DE
MARGARITA.
Santa Ana del Norte
Febrero 2016
MOTIVACIÓN
Lcdo. Iván Gómez León
Animado por el interés de brindar un
servicio efectivo a la formación profesional de los cursantes y egresados del Diplomado
en materia Patrimonial/Cultural, que patrocina el Hotel Escuela Venetur, he
elaborado el presente trabajo de investigación biblio-hemerográfica que he
titulado: Tesoros patrimoniales del
templo colonial de Santa Ana del Norte. Isla de Margarita.
Para confeccionarlo, en la Primera
Parte, registré las referencias
significativas presentes en el templo en cumplimiento de un recorrido detallado
y minucioso.
En la Segunda Parte, en vista de la
inconveniente ubicación y tratamiento de algunos bienes muebles significativos,
avanzamos en la elaboración de Propuestas orientadas a su dignificación
expositiva en el contexto. Para esta tarea se deberá solicitar la asesoría
correspondiente al Instituto del Patrimonio Cultural.
En la Tercera Parte, sección medular
del trabajo, volcamos el resultado de la investigación biblio-hemerográfica
realizada con el propósito de asignarle contenidos elaborados por estudiosos e
investigadores de la historia regional y local a fin de garantizar la
confiabilidad de los datos recabados. A todos los textos le incorporé, al
final, la referencia correspondiente y, en los casos que consideré pertinente,
notas adicionales identificadas con mis iniciales (IEGL).
Indudablemente, es este un material que será de mucha
utilidad. Espero que el producto de este esfuerzo sea considerado por el equipo
docente, mejorado sustancialmente y transformado en un valioso recurso de apoyo
para quienes incursionan en el estudio de nuestro patrimonio cultural/histórico.
PRIMERA
PARTE
DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN
Un recorrido por los espacios interiores de la iglesia de
Santa Ana del Norte nos pone en contacto con las siguientes evidencias:
1.
En
el Altar Mayor, en la parte superior de la pared, centrado, la imagen de Santa
Ana, patrona de esta comunidad.
2.
En
el área central del Altar Mayor, en el piso, están tres placas:
PBRO.
SR.
PLÁCIDO JOSÉ FERNÁNDEZ
5-10-1871 – 2-6-1957
CARÍSIMO AMIGO
TU VIDA EJEMPLAR ES GUÍA DE NUESTRA
INSTITUCIÓN
DUERME EN PAZ.
INSTITUTO BENÉFICO PADRE FERNÁNDEZ
*****
PBRO. JORGE QUITERIO REAL
NACIÓ EL 23 DE ABRIL DE
1848
MURIÓ EL 14 DE MARZO DE 1912
ILUSTRE Y AMADO SACERDOTE NATIVO DE
ESTA VILLA
DE LA CUAL FUE GUÍA ESPIRITUAL DESDE
1894 HASTA SU MUERTE.
*****
PBRO.
FRANCISCO DE LA CONCEPCIÓN ROMERO
24-2-1794 -
4-1-1855
CURA QUE FUE DE ESTA VILLA DESDE 1824
HASTA SU MUERTE.
*****
3.
En
la nave izquierda, cerca del altar, en el piso, una placa:
MONS. TOMÁS ENRIQUE MÁRQUEZ GÓMEZ (Obispo)
15-07-1915 – 11-12-2004
Q.E.P.D.
MONS. ANDRÉS DE JESÚS MÁRQUEZ GÓMEZ
(Sacerdote)
17-10-1917 –
12-05-2005
Q.E.P.D.
3. En la nave izquierda, puerta de entrada lateral, se
encuentra una placa adosada a la pared:
GENERAL
POLICARPO DE MATA ROMERO
26-1-1793 - 24-8-1881
HÉROE DEL 4 DE MAYO
GRITO DE INDEPENDENCIA DE LA
ISLA.
JEFE DEL ESTADO MAYOR DEL
EJÉRCITO
EN LA BATALLA DE MATASIETE.
JEFE DE LA CABALLERÍA PATRIOTA
FIRMANTE EN ESTE TEMPLO DEL
ACTA
DE RECONOCIMIENTO DE BOLÍVAR COMO
JEFE
SUPREMO DE LA REPÚBLICA Y SUS EJÉRCITOS
JEFE DE OPERACIONES EN ORIENTE
GOBERNADOR
DE MARGARITA
CONDECORADO CON LA ESTRELLA DE LOS
LIBERTADORES CREADA POR EL PERÚ.
EN SU CASA DE HABITACIÓN
QUE ES MONUMENTO
NACIONAL DE ESTA VILLA
SE HOSPEDARON EL LIBERTADOR
LOS GENERALES SANTIAGO MARIÑO
RAFAEL URDANETA, JOSÉ ANTONIO PÁEZ
Y
OTROS ALTOS OFICIALES.
Al pie de esta placa, en el subsuelo, aun cuando carece de
identificación, se encuentran los restos del Gral. Policarpo de Mata.
*En la nave lateral derecha, contiguo
a la entrada, en la pared, está instalado un Cuadro de Ánimas. En la parte
inferior de la obra, centrado, está registrada una fecha: 1784.
*En la nave lateral derecha, contiguo
a la entrada, en la pared, está escrito un texto de Indulgencias. Virgen del
Rosario. Texto de Indulgencias.
*En la nave lateral izquierda, en el
altar, está colocada la imagen de San Ezequiel Moreno, intercesor de los
enfermos de cáncer. Un fragmento de sus restos fue instalado en un dispositivo
en el altar mayor.
*A ambos lados de la nave
central -izquierda y derecha- han sido
colocados tres bancos de madera, de la época colonial, donde se sentaron los expedicionarios y
dirigentes militares asistentes a la Asamblea del 6 de mayo de 1816.
Restaurados.
*En el área externa del altar mayor,
nave lateral derecha, ha sido colocado el sillón donde se sentó el Libertador
en la asamblea del 6 de mayo de 1816. Restaurado.
*Cuadro del artista plástico
santanense Pedro Ángel González, ubicado a la entrada a la derecha. Bautisterio.
En el lienzo, parte inferior a la izquierda se lee: Ofrenda de la Sociedad
Patriótica Bolívar integrada por neoespartanos a la histórica Villa de Santa
Ana del Norte en el centenario de la muerte del Libertador. MCMXXX – Caracas. En
una placa metálica instalada en la parte inferior del lienzo, se lee: Bolívar
en la Villa del Norte.06/05/1816. Es el título de la obra colocado por su
autor.
*En un nicho ubicado en el área
lateral izquierda del altar mayor está colocada una imagen de la Virgen de
Guadalupe. Según, es el único testimonio que se conserva de la primera iglesia
de Santa Ana.
…/…
SEGUNDA PARTE
PROPUESTAS
En las condiciones actuales que
presenta el templo de Santa Ana del Norte, no transmite ninguna información
acerca de su importancia histórica como símbolo de la arquitectura religiosa
del período colonial, del suceso histórico trascendental (6 de mayo 1816) que
allí tuvo lugar bajo la dirección del Libertador Simón Bolívar y de los
detalles que le dan específica connotación regional.
En tal sentido, se propone tomar las
siguientes iniciativas:
1. Desprender la placa plástica que
colocó en el frontis Pdvsa La Estancia y colocar en su lugar una placa de
mármol con texto ilustrativo, que bien pudiera ser develada el 6 de mayo de
2016 con motivo de la celebración bicentenaria.
2. Colocar sobre una base de madera los
bancos coloniales a manera de destacarlos. Una tarjeta informativa.
3. Colocar sobre una base de madera la
silla donde se sentó el Libertador en la Asamblea del 6 de mayo de 1816. Una
tarjeta informativa.
4. Colocar un recuadro de madera a la
placa de Policarpo Mata y a la mitad de ambos lados hacerle una base que
permita colocar allí una luz perenne.
5. Estudiar la pertinencia de colocar al
pie de la placa de los Monseñores Márquez Gómez una base donde colocar flores o
algo por el estilo.
6. Al constatar la antigüedad de la
Virgen de Guadalupe, colocarla en una cúpula de cristal. Tarjeta informativa.
7. Al constatar la antigüedad de la
Virgen del Rosario, colocarla en una capilla de cristal. Tarjeta informativa.
8. Hacer una copia caligrafiada del Acta
del 6 de mayo de 1816 y una copia facsimilar de la Proclama del Libertador del
8 de mayo de 1816 para colocarlos en un mueble de madera y vidrio.
9. Al cuadro de Ánimas. 1784. Colocar
una tarjeta informativa.
10.
Edición
de un afiche con la imagen del templo y sus tesoros culturales.
11.
Los
restos del Pbro. José Vicente Gómez están localizados en el presbiterio, al
lado de la epístola y frente al nicho de San Pablo. Es conveniente destacarlo
con una placa donde se indique que este sacerdote fue quien ofició el Te-Deum
al finalizar la asamblea del 6 de mayo de 1816.
12.
Edición
de un material informativo para visitantes, turistas, usuarios.
13.
Entorno:
Plaza Francisco Esteban Gómez. Sustituir la espada de la estatua del Gral.
Francisco Esteban Gómez y arreglar su pedestal.
14.
Entorno:
Ornato y embellecimiento de las plazas Francisco Esteban Gómez y Jorge Quiterio
Real.
…/…
TERCERA PARTE
INFORMACIÓN REFERENTE AL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE EN LA
BIBLIO-HEMEROGRAFÍA REGIONAL.
1. MONSEÑOR ANDRÉS DE JESÚS MÁRQUEZ GÓMEZ
Santiago Amparán Romero
Nació en Santa Ana del Norte el 17 de
octubre de 1917. Hijo de Leandro Máximo Márquez Moreno y María de Jesús Gómez
de Márquez. Sus estudios eclesiásticos los realizó en el Seminario de Cumaná y
el Interdiocesano de Caracas. El 26 de julio de 1942 fue ordenado sacerdote en el histórico templo
parroquial de su pueblo natal, donde ofició su primera misa el 2 de agosto del
mismo año. Fue Párroco de Altagracia, Cumaná, Puerto Sucre, Santa Ana y
Carúpano. Vicario de Margarita, de Carúpano y Vicario Capitular de la Diócesis
de Cumaná. Camarero Secreto y Protonotario Apostólico de su Santidad, Miembro
del Consejo de Consultores de la Diócesis y Miembro del Consejo Presbiteral.
El 11 de septiembre de 1963 fue
trasladado a Carúpano donde prestó
servicios hasta el 12 de diciembre de 1972.
Como constancia de su sensibilidad social, dejó en aquella ciudad
oriental la Escuela Parroquial “Santa
Teresita” concebida en principio para ofrecer educación a limpiabotas y
pregoneros. Actualmente en pleno funcionamiento. En enero de 1973 se incorporó a la Diócesis
de San Felipe donde prestó servicios como Vicario de Religiosas, Capellán del
Ancianato y Capellán del Internado Judicial.
En el año 1976 publicó el libro Árboles, pájaros y niños y en 2004 la
Fundación República Insular patrocinó una segunda edición. Es este un
testimonio amoroso de índole histórico/cultural en homenaje a su pueblo natal.
Ya avanzado en edad pasó a retiro y regresó a Margarita,
su lar nativo, Santa Ana, donde gozó del aprecio y del cariño de sus familiares
y de la feligresía en general.
Falleció en Santa Ana el 12 de mayo
de 2005. Sus restos reposan, junto a los de su hermano también sacerdote Tomás
Márquez Gómez, en la nave lateral izquierda del templo colonial.
Santiago Amparán Romero: “Monseñor
Andrés de Jesús Márquez Gómez.” Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular,
2004. (Solapa)
2. HISTORIA DE LA IGLESIA
Andrés Márquez Gómez
La construcción de la iglesia de
Santa Ana se inició alrededor del año 1748. Antes de esta fecha había una
iglesia pequeña, tal vez una capilla, insuficiente para el número de fieles,
españoles y guaiqueríes, que asistían a los oficios religiosos. Así se desprende
de un informe del Gobernador de Margarita Don José Longart y Cobián (1) al
Monarca español, fechado el 25 de septiembre de 1748. Dice: “que por haberse
aumentado considerablemente el partido del Norte y ser su iglesia muy pequeña,
los he fomentado para que hagan una a proporción de su vecindario.”
Esta iglesia terminó veinte años
después, estando al frente de la Parroquia el activo sacerdote cumanés, Manuel
José Sotillo Verde (2) quien informó a la Corte de Madrid “que la iglesia está
concluida, que la hicieron a sus expensas los vecinos españoles y guaiqueríes.
Es de bajareque, mampostería, techo de tejas, con una torre.”
Aunque el padre Sotillo Verde dice
“que la iglesia está concluida” se ve a las claras que sólo fue de una manera
provisional, tal vez por falta de recursos, ya que las Cajas Reales no dieron
un maravedí (“fue hecha a expensas de los vecinos españoles y guaiqueríes”) o
por la urgencia del culto (“por haberse aumentado considerablemente el partido
del Norte”). Mientras el presbiterio, las dos sacristías, el campanario y el
frontis son de mampostería maciza, las paredes laterales, eran de bahareques y
el techo estaba sostenido por dos filas de gruesos horcones, la mayoría de
roble y apamate que según la tradición fueron cortados en lo que es hoy la
plaza Francisco Esteban Gómez.
Cuando el Libertador estuvo en Santa
Ana, 47 años más tarde, la iglesia no había sufrido variación alguna y así se
conservó hasta el año 1912, salvo ligeras modificaciones en su interior como el
famoso “cuarto de los muertos”, (3) adosado a una pared del presbiterio y
aprovechando el ángulo formado por esta pared y el campanario y en su parte
interior la pintura del presbiterio en 1860 y la construcción del coro alto en
1866.
Para el año 1900 las paredes laterales
de la iglesia y el techo necesitaban urgente reparación. El presbítero Jorge
Quiterio Real, párroco de Santa Ana para la primera década del presente siglo,
se vio en la imperiosa necesidad de sustituir las paredes de bahareque por unas
de mampostería. Para esta obra se usó el sistema de fajinas en la recolección
de materiales. Mi padre contaba cómo mi
tío Ricardo, él y todo el pueblo, presidido por el Padre Real, cargaron piedras
y arena para la obra. Por falta de recursos, las paredes quedaron sin encalar.
En 1924, el párroco, presbítero
Bachiller Plácido José Fernández, mandó frisar las paredes y construir las
aceras.
En 1930, centenario de la muerte del
Libertador, estando al frente de la Parroquia Monseñor Juan Miguel Lárez, se
sustituyeron los horcones de la nave central, por dos hileras de columnas de
mampostería, con sus arcos respectivos. Lástima que en esa oportunidad hicieran
terminar las columnas con capiteles dóricos, muy bonitos, pero que desentonaban
con el conjunto. En ese tiempo se cometió el disparate de cambiar el piso de
ladrillos por uno de cemento. Disparate aún mayor, por cuanto la mitad del piso
de la iglesia estaba cubierto con grandes losas sepulcrales. Era costumbre de
la época anterior a la primera década del presente siglo, enterrar a los
muertos en la iglesia. Allí estaban enterradas muchas personas ilustres de gran
figuración en la historia política y militar de Margarita. Hoy es imposible
identificar el lugar exacto donde se encuentran sus restos.
Para estos trabajos se nombró una
“Junta Pro Templo Histórico de Santa Ana”, presidida por Monseñor Juan Miguel
Lárez y compuesta por los notables de la población, entre los cuales estaba mi
padre. Esta Junta, entre otros, tenía
como presidentes honorarios al Primer Magistrado del Estado, al Obispo de la
Diócesis, al Vicario de Margarita, Monseñor Eduardo de Jesús Vásquez y,
naturalmente, al Presidente de la República. Al hacerle la participación al
General Juan Vicente Gómez y pedirle la restauración del histórico templo como
un homenaje del Gobierno Nacional al Libertador en el primer centenario de su
muerte, contestó enviando la cantidad de mil bolívares. Cuando en el Norte se
recibió tan pequeña suma, los integrantes de la Junta, se trasladaron al Valle
del Espíritu Santo a pedir consejo a Monseñor Vásquez. Este les dijo: “Hijitos,
no se desalienten. Participen al General Gómez que ya recibieron la primera
cuota para la obra”.
No sé si alguno se atrevió a firmar
tal participación.
En el año 1946 fue necesario ponerle
un techo nuevo a la iglesia. El que tenía antes era de varas, latas de
“guatacare”, barro y tejas, y se había deteriorado de tal manera que era un
peligro permanecer dentro del templo. Se cambiaron las varas por alfaldas, las
latas por tablas de cedro y se le colocaron las tejas originales. Para este
trabajo se contó con una ayuda substancial del Ejecutivo Nacional, presidido
por el General Isaías Medina Angarita y una colecta popular. Aunque el dinero
se consiguió estando al frente de la Parroquia el Pbro. Fray José María
Estorch, de la Orden de los Carmelitas, los trabajos se realizaron siendo yo
Párroco Accidental de Santa Ana.
A mediados del año 1951 se le quitó a
la iglesia el piso de cemento y se le puso uno de granito, donado por el
Gobierno Regional, presidido por Don Heraclio Narváez Alfonzo, hijo ilustre de
Santa Ana. (4)
El 5 de febrero de 1957, a petición
de la Asamblea Legislativa del Estado Nueva Esparta, el Concejo Municipal del
Distrito Gómez, de diversos organismos culturales y del Párroco, la Junta
Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación, declaró a la iglesia de Santa Ana, Monumento Histórico Nacional.
Para principios de 1960 empezaron de
nuevo a notarse grietas bastante peligrosas en el piso de granito, el frontis y
el arco toral de la iglesia. El techo se hundió en varias partes y se
desprendieron numerosas alfaldas. Ante el peligro de que la iglesia se
derrumbara y siendo yo párroco titular de Santa Ana y Vicario de Margarita,
hice varios viajes a Caracas con el fin de entrevistarme con el Ministro de
Justicia, algunos miembros de la Academia Nacional de la Historia y la Junta
Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación, e interesar a unos y otros en la total restauración del histórico
templo. Al mismo tiempo se organizó una campaña de prensa y radio, a través de
numerosos comités de norteros, fundados con tal fin, en diversas ciudades y pueblos de Venezuela.
La campaña de estos comités que a través de diversos medios de comunicación de
masas, pedían al Gobierno la restauración de la iglesia, fue bastante efectiva.
El Ministro de Justicia ordenó la ejecución de la obra a un costo de 150.000
bolívares. El encargado de los trabajos fue el técnico en arquitectura
colonial, Profesor Graziano Gasparini. A
excepción de las paredes, las columnas y los arcos, se procuró dejar la iglesia
tal como la contemplaron los ojos del Libertador el 6 de mayo de 1816. Para
esto se eliminó el “cuarto de los muertos”, las capillas de Santa Teresita y el
Calvario, que ocupaban las antiguas sacristías, el piso de granito y los
capiteles dóricos. Se puso un piso de ladrillos semejantes al que tenía en la
Colonia, se doraron al fuego los nichos del presbiterio y toda la obra de
madera fue de puro estilo colonial. Los trabajos empezaron el 7 de enero de
1962 y se terminaron a mediados del mismo año. La obra se bendijo el 26 de
julio, día de Santa Ana, con la asistencia del Obispo de la Diócesis de Cumaná,
Mons. Crisanto Mata Cova, del Gobernador del Estado Sr. Ramón Borra Gómez, de
una representación de la Asamblea Legislativa del Estado y otra del Concejo
Municipal del Distrito Gómez. Estaban presentes todos los sacerdotes de la Isla
y una gran concurrencia de fieles. El discurso estuvo a cargo de Mons. Críspulo
Benítez Fonturvel, preclaro hijo de Margarita.
¿Será esta reparación definitiva?
Desde 1910, cada reparación que se ha hecho al templo ha sido como un compás de
espera, ante la acción destructora del templo.
Debemos recordar que los materiales empleados
por los españoles en sus construcciones en Venezuela, fueron sumamente
deleznables. Por eso han desaparecido muchísimos conventos e iglesias del siglo
XVII. Yo he visto ruinas majestuosas en
el interior del Estado Sucre. Entre las pocas iglesias que se conservan de esa
época, están las catedrales de La Asunción y de Coro, muy parecidas por cierto,
como que ambas fueron construidas por el mismo arquitecto: Naveda.
La iglesia de Santa Ana del Norte,
construida en la mitad del siglo XVIII, con materiales de baja calidad y por el
sistema de “fajinas” no ofrece muchas garantías de durabilidad. A esto se
agregan dos factores muy importantes. Primero: el terreno del Norte,
especialmente el que está alrededor de la plaza Francisco Esteban Gómez, según
los entendidos, no es muy firme. Por eso han desaparecido todas las casas
coloniales construidas en el Norte, a base del sistema de “calicanto”. Segundo:
el piso de la iglesia fue completamente cavado por la costumbre de enterrar a
los muertos en su recinto. Yo era un niño y recuerdo cómo en 1930, al cavar los
huecos para las bases de los pilares, tuvieron que hacerlos anchos y profundos
porque la tierra estaba completamente removida y llena de huesos humanos.
Debe ser una preocupación constante,
la conservación de esta reliquia histórica. Dejar caer la iglesia de Santa Ana,
sería una grave inconsecuencia para con Dios y para con la Patria. Las futuras
generaciones nunca lo perdonarían.
NOTAS:
(1) Don. Jos. Longar y Cobián fue
nombrado Gobernador de Margarita el 20 de abril de 1744, tomó posesión de su
cargo el 17 de mayo de 1746 y murió en la isla en 1750.
(2) El Padre Sotillo Verde fue el segundo
párroco de Santa Rosa de Carúpano.
(3) Se le llamó “cuarto de los muertos”
porque allí velaban a los cadáveres traídos de Pedrogonzález, Tacarigua,
Altagracia y otras poblaciones
vecinas, donde no había cementerios. El
sacerdote rezaba allí las preces litúrgicas antes del levantamiento del
cadáver, luego lo conducía a la iglesia y por último al cementerio que primero
estuvo detrás del templo y luego en el lugar que ocupa actualmente. El “cuarto
de los muertos” fue mandado a construir por el Pbro. Francisco de la Concepción
Romero.
(4) Heraclio Narváez Alfonzo nació en
Santa Ana el 8 de junio de 1909 y es
hijo legítimo de Juan Narváez y Doña
Juanita Alfonzo de Narváez. Fue Gobernador del Estado Nueva Esparta desde
octubre de 1949 hasta enero de 1958. Fue un gobernador progresista que dejó en
el Estado muchas obras de utilidad colectiva. Periodista, poeta, historiador,
ensayista, es uno de esos grandes talentos de los cuales el Norte debe sentirse
orgulloso.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar,
Fundación República Insular, 2004, pp. 24-29.
3.
SANTA ANA DEL NORTE HA TENIDO DOS PATRONAS
Andrés Márquez Gómez
La primera patrona del Norte fue la
Virgen de la Guadalupe. Pero ¿qué Virgen de la Guadalupe? No creo que se trate
de la Virgen Mexicana, aparecida al indio Juan Diego en 1531. Si contamos el tiempo necesario para que se
imponga en el pueblo una nueva advocación de la Virgen, lo difícil de las
comunicaciones de entonces y, sobre todo, la natural y necesaria aprobación
eclesiástica, que en estos casos siempre suele ir con pies de plomo, se puede
dar por descartada la Virgen aparecida en el Tepeyac. Pero a estos se agrega un
argumento más poderoso. La Patrona de los mexicanos es una purísima, con las
manos juntas sobre el pecho, parada sobre media luna y sostenida por un ángel.
Al contemplarla vienen inmediatamente a la mente las inmaculadas de Murillo. La
imagen de la Virgen de la Guadalupe que se conserva en Santa Ana y, que según
la tradición, fue la titular de la
iglesia que se construyó con autorización del obispo Fray Pedro Solier, no es
una purísima. Es una imagen con un niño en los brazos. Creo que se trata más
bien de la Virgen de Guadalupe que se venera desde muy antiguo en la ciudad de
Cáceres, en la provincia de Extremadura. En el monasterio de los Jerónimos de
esa ciudad española hay una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, muy querida
por el pueblo español, sobre todo en los años de la conquista de América. Era
la devoción predilecta de las cortes de Carlos V Y Felipe II. Debo recordar que
el famoso y valiente caballero, Don Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe
II y vencedor de los turcos en la célebre batalla de Lepanto, solía llevar en la nave capitana, junto a las
insignias reales, un estandarte de la Virgen de Guadalupe, bordado por las
manos de la noble y santa matrona Doña Magdalena de Ulloa, esposa de Don Luis
Quijada, valido de Carlos V. Debo recordar también que Cristóbal Colón en su
segundo viaje al continente americano,
puso el nombre de Guadalupe a una isla de las Antillas que los
aborígenes llamaban Ruruqueire. A esto se agrega que casi todas las
expediciones que a raíz del Descubrimiento salían de España hacia el Nuevo
Mundo, venían bajo la protección de la Virgen de Guadalupe.
Pocos años después, la población del
Norte fue trasladada al lugar que ocupa actualmente. Las causas que motivaron
ese traslado pudieron ser varias. Primero: la defensa de la población ante las
incursiones de piratas y bucaneros. La Santa Ana actual queda mucho más
protegida entre dos pequeñas colinas llamadas El Vigía y Cerro España, a sus
costados tiene las montañas del Tamoco y Guaitoroco y a su espalda la montaña
de Tacarigua y sobre todo el Portachuelo por donde, en caso de emergencia, se
podía esperar ayuda de La Asunción. Segundo: la cercanía de las aguas. En
aquella época, cuando todavía la tala no había derribado nuestros bosques, si
las sequías no eran muy prolongadas, los riachuelos de Tacarigua y del Tamoco
corrían perennemente por La Tagua e iban a desembocar en el mar, cerca de La
Galera. Tercero: la proximidad de terrenos sumamente fértiles como son los del
Tamoco, La Tagua y generalmente, todos los que rodean a la Santa Ana actual.
Con el traslado del pueblo cambió la
patrona. Dejó a la Hija por la Madre, cambió a la Virgen de Guadalupe por Santa
Ana. El cambio de nombre y de patrona fue frecuente en la Colonia. ¿Qué motivo
hubo para poner a la población bajo el patrocinio de Santa Ana? Pudo ser la
devoción de alguno a la madre de la Virgen María. Los españoles fueron muy
devotos de Santa Ana. Basta recorrer ligeramente el mapa de Venezuela para
comprobarlo. Santa Ana de Coro, Santa Ana de Trujillo, Santa Ana de Anzoátegui.
Además la iconografía de Santa Ana del tiempo de la Colonia es bastante
numerosa en nuestra patria. Es difícil encontrar una iglesia de aquella época
que no tenga una imagen de Santa Ana.
La imagen de esta santa que se venera
en la iglesia del Norte es muy antigua. En mi infancia, recuerdo haber visto en
el “cuarto de los muertos”, junto a una imagen vieja de Jesús Nazareno, otra
antigua, pequeña, de madera pero bastante apolillada, de Santa Ana.
Andrés Tomás Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar,
Fundación República Insular, 2004, pp. 72-74.
4.
BIOGRAFÍA
DE FRANCISCO ESTEBAN GÓMEZ.
(Fragmento)
Aníbal Márquez Gómez
Aquí, a nuestro lado, se encuentra el
templo de la Villa de Santa Ana del Norte, que guarda en su augusto pero
agotado presbiterio y en sus cansadas naves, algunos acontecimientos de
extraordinaria significación histórica para la causa de la independencia de
Venezuela y de América. Afortunadamente, ante el silencio de los historiadores
patrios, algunos Quijotes nos hemos dado a la tarea de dar a conocer esa
importancia, y creemos haberlo logrado. /…/
En esa reunión del 6 de mayo de 1816
tomó parte, como Jefe del Estado Mayor del Ejército de Margarita, única provincia
libre de Venezuela, el personaje que nos reúne aquí hoy con motivo de cumplirse
222 años de su nacimiento en esta añosa Villa: el para entonces Teniente Coronel Francisco Esteban Gómez. /…/
Su infancia transcurre, como en todos
los pueblos, alrededor del templo que es sin duda el centro donde conjugan
todas las voluntades de espíritu cristiano. Su educación es también
eminentemente católica y a tal efecto se prepara en la catequesis para recibir
la sagrada comunión, también en este recinto, se hace acólito del mismo, que es
la mayor de las cuatro órdenes menores de la Iglesia Occidental. En general,
los acólitos son niños o personas mayores a quienes para ayudar al sacerdote en
la misa u otros actos litúrgicos, se les permite usar la vestidura eclesiástica,
esto es: Sotana y cota o sobrepelliz.
Estudia latín e historia sagrada, materias indispensables para quien en
aquellos años debía desempeñarse como acólito, y para prepararse a una posible
carrera eclesiástica. Sus dotes personales, su inteligencia y su entrega al servicio de la iglesia
permiten que sea designado Sacristán. Sabido es que en aquel tiempo el oficio
de Sacristán estaba reservado a personas dotadas de un gran sentido de la
honestidad, de una gran preparación doctrinaria y de relevantes dotes
personales.
/Al desatarse los sucesos
revolucionarios en Caracas el 19 de abril de 1810/ Francisco Esteban Gómez
escoge la lucha armada, luego de casarse en el mismo templo, con la
posteriormente heroína Petronila de Mata Romero el 21 de diciembre de 1810.
/…/
Por todas estas razones los
santanenses o norteros, debemos sentirnos orgullosos del hombre cuyo nacimiento
hoy celebramos. Ejemplo de integridad para servir al Creador desde las más
humildes posiciones. Paradigma de coraje para tomar las armas y luchar con
extraordinaria fiereza, cuerpo a cuerpo, por la libertad y la defensa de la
Venezuela de sus desvelos. Valiente comandante para no dejarse intimidar por el
poderío militar y político de la imperialista Corona Española. Ponderado
magistrado y ciudadano para ejercer el poder con apego a la Ley y a la lealtad
de sus principios.
Aníbal Márquez Gómez: “El heroísmo
del Sacristán.” (Discurso de Orden pronunciado en la Sesión Solemne del Concejo
Municipal del Municipio Gómez. 26 de diciembre de 2005 con motivo del 222°
aniversario del natalicio de Francisco Esteban Gómez). En: Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la
Tercera República de Venezuela. (Recopilación Documental). Porlamar, Verbo
Publicaciones e Impresos, 2006, pp. 87-95.
5. BIOGRAFÍA DE JUAN BAUTISTA ARISMENDI
Andrés Márquez Gómez
El General Juan Bautista Arismendi
escogió al Norte para su residencia. Esto no es un hecho casual. Hombre
astuto, que olfateaba el peligro a la distancia y que medía muy bien los pasos
que daba porque se sentía perseguido y más que perseguido acosado por enemigos
implacables, y su cabeza puesta a precio, sabía que entre los habitantes del
Norte estaba seguro. La gente de este pueblo, adicta a la causa de la
Independencia, era incapaz de una
traición. Allí Arismendi hizo su casa y vivió con su primera esposa Doña María
del Rosario Irala, y, muerta ésta, allí contrajo nuevas nupcias con la ilustre
caraqueña Doña Luisa Cáceres Díaz, nuestra máxima heroína. Allí, finalmente,
sorteó las insidias que le tendió las intrigas y el odio de Urreiztieta y sus
conmilitones. Nunca un norteño delató al héroe, ni se dejó tentar, en su pobreza, por el alto precio puesto a su
cabeza, ni se dejó intimidar con amenazas y castigos para que se apartara del
camino de la lealtad prometida al héroe que luchaba por la Libertad.
Para tener una idea de la sagacidad
de Arismendi, basta recordar que mientras estuvo oculto por la persecución
realista, hizo correr la voz por intermedio de sus leales, de que se encontraba
en una isla de las Antillas. Además, el mismo día de la toma de la guarnición
de Juangriego, con tres fusiles y unos pocos hombres, hizo creer a los suyos
que era necesario apoderarse del puerto para que pudiera desembarcar una
expedición de más de 1.500 hombres, que venía a liberar a Margarita de la
tiranía de Urreiztieta.
Si después del ataque a la guarnición
de Juangriego, Arismendi se lanza a la toma de la Casa Fuerte de Santa Ana, es
porque sabe que va a encontrar respaldo en un pueblo adicto a la causa de la
República. Es cierto que después de apoderarse de la Casa Fuerte del Norte, de
todos los pueblos de Margarita, especialmente de Paraguachí y de San Juan,
acudieron numerosos hombres y hasta mujeres a ponerse a sus órdenes, pero el
mayor número fue de Santa Ana. En las acciones de guerra de El Vigía y Fuerte
España, los norteros llevaron, en gran parte, el peso de la lucha.
Por eso no es de extrañar el odio que
revelan las inhumanas instrucciones que Joaquín Urreiztieta dio al Capitán Juan
Garrigó: “Se pondrá usted en marcha para el Norte, y a toda costa, tomará aquel
punto, dándome parte pronto de todo acontecimiento… No dará usted cuartel a
ninguna persona y permitirá el saqueo a la tropa, luego que llegue… La Villa
del Norte será quemada cuando regrese de San Juan”.
Esta adhesión total a la causa de la
Independencia, le mereció a Santa Ana ser escogida como cuartel general de los
patriotas. Allí residía el Jefe de las fuerzas republicanas con su Estado
Mayor; allí había un hospital atendido por las mujeres del Norte, para los
heridos de la guerra; allí estaban bien custodiados los numerosos prisioneros
cogidos a los españoles en los combates anteriores, y allí, finalmente, todo el
pueblo era un gran taller donde se fabricaban numerosos útiles necesarios para
el ejército.
Cuando el Libertador llegó a
Margarita con los expedicionarios de Los Cayos de San Luis, en mayo de 1816, encuentra en el Norte a un
pueblo amigo, fervorosamente patriota, que lo aclama y se despoja de sus
haberes para ponerlos en sus manos, como una contribución a la causa de la
Libertad. Simón Bolívar volvió a la población de Santa Ana el 28 de diciembre
del mismo año y de nuevo el pueblo se volcó por las calles para darle la
bienvenida. El General Francisco Esteban Gómez, en la obra citada,
/Observaciones a la Historia de Margarita de Francisco Javier Yanes/ dice: “Si
los margariteños en la primera vez que estuvo el General Bolívar en la Isla con
la expedición libertadora, se habían vuelto locos de contento -considerando a los expedicionarios como sus
libertadores- no fue menos el júbilo y
la alegría de todos los habitantes desde que las baterías de Juangriego
anunciaron, con una salva de 21 cañonazos, que por segunda vez pisaba el
Libertador el suelo de Margarita. Todos, ansiosos, se apresuraban a los
caminos, mujeres, niños y ancianos, y hasta los heridos de los hospitales se
veían por todas partes dándose la enhorabuena y vitoreando la Libertad y al
General Bolívar, que acompañado del Gobernador, con todo su Estado Mayor y
multitud de vecinos honrados, hizo su entrada al Norte, el 28 de diciembre, en
medio de vivas y aclamaciones. Por el otro día pasó a La Ciudad y Pampatar, en
donde se le tributó todo el homenaje debido a un jefe de sus méritos y
virtudes; por el 31 dispuso su viaje a Barcelona y por el primero de enero se
marchó.”
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar,
Fundación República Insular, 2004, pp. 78-80.
6. LA JUNTA DE NOTABLES REUNIDA EN LA IGLESIA DE SANTA ANA EL 6 DE MAYO DE 1816.
Andrés Márquez Gómez.
Después de la pérdida de la Segunda
República por la división de los patriotas y ante el avance arrollador del
sanguinario José Tomás Boves, quien había logrado poner a los llaneros en
contra de la República, Bolívar, Mariño, Piar y otros jefes patriotas organizaron
en Haití una expedición para invadir y libertar a Venezuela, contando con la
generosidad del Presidente Petión. Los
jefes patriotas reunidos en la casa de la “señora Jeann Bouvil, situada en La
Savane, barrio de Los Cayos” designaron a Bolívar como jefe, a Mariño como a su
segundo y mayor general, a Brión como jefe de la escuadra, a Zea, intendente
general y a Ducoudray-Holstein, subjefe del estado mayor. Piar y MacGregor
mandarían las divisiones que se formasen en territorio venezolano.
La expedición salió de Los Cayos de
San Luis el 31 de marzo de 1816. Estaba compuesta por siete goletas armadas en
guerra, a saber: la Bolívar, la Mariño, la Piar, la Constitución, la Brión, La
Feliz y la Conejo. En ellas venía un total
de 250 hombres, incluyendo los oficiales. El rumbo era Margarita, la
cual estaba bloqueada por una escuadra compuesta de dos fragatas, un bergantín,
tres goletas y varias cañoneras.
Después de haber apresado en un
sangriento combate al bergantín Intrépido y a la goleta Rita /ocurrido el 2 de
mayo/, llegaron al puerto de Juangriego el 3 de mayo. Antes de desembarcar, el
General Arismendi subió a bordo de la Bolívar para invitar al Libertador y a
sus acompañantes a bajar a tierra. Ese mismo día se trasladaron al Norte en
medio de las aclamaciones del pueblo.
El día seis por la mañana hubo una
Junta de notables en la iglesia de Santa Ana. En ella estuvieron presentes:
Bolívar, Mariño, Piar, Arismendi, MacGregor, Gómez, Ruiz, José Maneiro,
Celedonio Tubores, Morales, Mata, Zea, Valdés, Ducoudray, Pedro María Freites,
Boguier, Landaeta, Soublette, Marconies, Chipía y Briceño Méndez. Además “el
clero y otros notables de la Isla.”
Esta Junta fue de una importancia
enorme para Venezuela porque en ella se acordó:
A) La unificación de Venezuela. Antes de
esa Junta el actual territorio venezolano estaba dividido en dos partes, con
dos ejércitos distintos y dos libertadores: Bolívar, Libertador de Occidente y
Mariño, Libertador de Oriente. No debemos olvidar que en la primera batalla de
Carabobo, ganada por los patriotas, hubo dos ejércitos republicanos,
independientes el uno del otro. Por eso después del triunfo hubo dos partes de
guerra: uno del Ejército de Occidente y otro del Ejército de Oriente.
En la iglesia de Santa Ana se acordó
que en adelante, Venezuela sería “una e indivisible”, terminando para siempre
con lo que podía ser motivo de una guerra civil. “A partir del 6 de mayo de
1816, no será ya posible hablar de Estado de Occidente y de Estado de Oriente.”
(C. Parra Pérez: Mariño y la Independencia
de Venezuela. Tomo II. Cap. III).
El primero de noviembre de 1817,
Bolívar, en el discurso de instalación del Consejo de Estado en Angostura,
dijo: “Por la asamblea de Margarita de 6 de mayo de 1816, la República de
Venezuela fue decretada una e indivisible. Los pueblos y los ejércitos, que
hasta ahora han combatido por la libertad, han sancionado, por el más solemne y
unánime reconocimiento, esta acta, que, al mismo tiempo que reunió los estados
de Venezuela en uno solo, creó y nombró
un poder ejecutivo bajo el título de jefe supremo de la
República.(Vicente Lecuna: Proclamas y
Discursos del Libertador).
B. El reconocimiento del General
Bolívar como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos, y del General
Mariño como su segundo. Desde este momento habrá en Venezuela un solo jefe y un
solo ejército. ¿Por qué estos nombramientos de Bolívar y Mariño, si ya desde
Los Cayos, uno era jefe y el otro su segundo? Oigamos a Parra Pérez: “Pero
aquel mando supremo del Libertador era hasta ese momento puramente militar, de
jefe expedicionario, y, por lo tanto, convenía extenderlo y darle carácter, por
decirlo así, legal, como lo reclamaba la circunstancia de encontrarse de nuevo
en territorio nacional y en disposición de abrir campaña, pero, al mismo tiempo,
de empezar la reorganización del país. ¿Y cómo legalizar el estado de hecho
sino recurriendo al medio clásico del cabildo abierto, de la asamblea popular,
en la cual algunos militares y algunos notables ‘asumían la soberanía’ para
delegarla inmediatamente y según el rito democrático en el jefe electo?” (Parra
Pérez: Obra citada).
C. El establecimiento de un gobierno
provisorio para Margarita, compuesto de tres miembros. De hecho este régimen
político de un triunvirato removible cada trimestre había sido decretado por
Arismendi, presidente del gobierno de la Isla. La junta de la iglesia del Norte
se limitó a aprobar y a recomendar al Libertador “el arreglo de los gobiernos
provisionales que deberían instalarse al paso que se vayan libertando las
provincias.”
D) El nombramiento de Arismendi como
General en Jefe; de Monagas, Zaraza, Cedeño y Rojas como Generales de Brigada y
de Gómez, Maneiro y Ruiz y otros como Coroneles.
/…/
Al finalizar la Junta el Pbro. José
Vicente Gómez celebró la Misa y después
de ella, Arismendi entregó a Bolívar las insignias del mando y le proclamó Jefe
Supremo de la República de Venezuela y Nueva Granada. A Mariño se le dio la facultad de “sucederle en
caso de ausencia, enfermedad o muerte.” (El Párroco Pbro. Pedro Manuel Romero asistió
a la Junta, pero no dijo la Misa por estar ciego).
El día 8 desde el Cuartel General de
la Villa del Norte, Bolívar lanzó una proclama a toda Venezuela. En ella se
destacan cuatro cosas: a) La proclamación de la Tercera República:
“Venezolanos: he aquí el tercer período de la República.” b)La convocatoria
para un Congreso: “El Congreso de Venezuela será nuevamente instalado donde y
cuando sea vuestra voluntad.” c) Un llamado a la unión: “os recomiendo la
unidad del Gobierno y la libertad absoluta, para no volver a cometer un absurdo
y un crimen, puesto que no podemos ser libres y esclavos a la vez.” d) El
término de la guerra a muerte, condicionada a la actitud que asuman los
realistas: “la guerra a muerte cesará, si vosotros la cesáis: si no, tomaremos
una justa represalia y seréis exterminados.”
El Libertador pasó en Santa Ana 22
días, con la actividad que fue una de sus características. El 25 de mayo, en la
armada salió del puerto de Juangriego,
rumbo al continente. /A Carúpano/
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar,
Verbo Publicaciones e Impresos, 2004, pp. 90-94.
7.República de Venezuela-Ministerio de Relaciones Interiores-Junta
Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación-Caracas, 5 de febrero de 1957 – 147° y 98°
Resuelto:
La Junta Nacional Protectora y
Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, en uso de la
atribución que le confiere el ordinal 1° del artículo 6° de la Ley de
Protección y Conservación de Antiguedades y Obras Artísticas de la Nación,
declara Monumento Histórico Nacional al templo colonial de Santa Ana del Norte,
Isla de Margarita, del Estado Nueva Esparta, donde el 6 de mayo de 1816, al
frente de la Primera Expedición de Haití, fue reconocido el Libertador como
Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos, y lo incorpora al Patrimonio
Histórico y Artístico de la Nación.
J. A. Cova
Presidente
Dr. Héctor Parra Márquez
Vice-Presidente
Dr. Carlos R. Villanueva
Vocal
Dr. Pedro Centeno Vallenilla
Vocal
Leopoldo
García Quintero
Secretario
Gaceta Oficial de la República de Venezuela – Caracas, 8 de marzo 1957 –
N° 25.301.
8. ACTA DE RECONOCIMIENTO DEL LIBERTADOR COMO JEFE SUPREMO DE LA REPÚBLICA Y
DE SUS EJÉRCITOS
En la Villa del Norte de la Isla de
Margarita, a seis de mayo de mil ochocientos diez y seis, reunidos en la
Iglesia Parroquial de dicha Villa los Excmos. Sres. Capitán General Simón
Bolívar como Presidente, Generales en
Jefe Santiago Mariño y Juan Bautista Arismendy, el de División Manuel Piar, el
de Brigada Gregorio Mac Gregor, el
Intendente General de Exto. de Margarita, Comandante General, Teniente Coronel
Francisco Esteban Gómez; el Mayor General, Teniente Coronel Pablo Ruiz; el
Sargento Mayor de Infantería Teniente Coronel José Maneiro; Coronel de
Caballería, Teniente Coronel José Celedonio Tubores; el Mayor General de la
misma, Coronel Francisco Morales; el Sargento Mayor Policarpo Mata, y el
Presidente del Gobierno Político Provisorio Francisco Sánchez, y los Coroneles
Expedicionarios Manuel Valdéz, Luis Ducoudray, Pedro María Freites,
Sebastián Boé, Vicente Landaeta, Carlos
Soublette, Miguel Martínez y Pedro Ramón Chipía, abrió la sesión el Excmo.
Señor Capitán General exponiendo en un discurso que sin embargo de que el
Excmo. Señor General en Jefe Juan Bautista Arismendy le había cedido la
Presidencia de la Junta, renunciaba si ésta tenía a bien elegir a otro. El General Arismendy votó el primero
confirmando la Presidencia en el Capitán General y el resto de la Junta siguió
unánimemente su voto.
El Excmo. Señor Presidente manifestó
en seguida a la Junta que el objeto principal para que se había reunido era
elegir un jefe único que fuese reconocido como Supremo de la República y de sus
Ejércitos y se nombrase un segundo que deba sustituirlo en caso de muerte. En
el mismo discurso hizo una ligera relación de los sucesos que lo obligaron a
abandonar por algún tiempo a su país; de la generosa protección con que le
acogió el Presidente de Haití, permitiéndole se uniera en aquella República a
los restos dispersos de Venezuela y Cartagena, para venir a auxiliar a esta
Isla, con una expedición cuyo mando y dirección se le confirmó por acuerdo de
una Junta celebrada en Los Cayos: Concluyó deponiendo en manos de la Junta la
autoridad que ha ejercido, pidiendo se le permitiese retirarse de la sesión
para que los miembros de la Junta tuviesen en su ausencia una completa
libertad. El Excmo. Señor Juan Bautista Arismendy tomó entonces la palabra: demostró que era
innecesaria la separación y que todos los Jefes presentes podían libremente
exponer su opinión.
La Junta se adhirió entonces a este
voto y el Excmo. Señor Presidente permaneció en la Sala. El General Arismendy
continuando su discurso manifestó a la Junta que él había cedido ya el mando al
Excmo. Señor Presidente y ratificaba la
cesión recomendándole de nuevo como Jefe Supremo de la República de Venezuela;
protestó que en lo sucesivo deberá ser aquella una e indivisible, con
desconocimiento de la división anterior del Oriente y Occidente y se desnudó de
su autoridad depositando su bastón en manos del Presidente, quien no lo admitió
hasta que los Jefes de Estado Mayor del Ejército y de los expedicionarios
hubiesen discutido y acordado quién debía ejercer esta Suprema Magistratura.
Después de haber oído a los primeros y exigida la votación de todos, quedó
sancionada unánimemente que la República de Venezuela será una e indivisible,
que el Excmo. Señor Presidente Capitán General Simón Bolívar se elige y
reconoce como Jefe Supremo de ella: y al Excmo.
Sr. General Santiago Mariño por su segundo. El Señor Presidente aceptó
la elección que hacía en él la Junta para el honroso e importante cargo de Jefe
Supremo. Protestó que la salud de la
Patria era su único objetivo y que a ella consagraría sus desvelos y fatigas,
igual aceptación hizo el segundo. Resolvió luego la Junta a propuesta del Señor
Presidente que habiendo en el Ejército y en las varias partidas de guerrillas
que sostienen la causa de la libertad en el interior de Venezuela muchos jefes
y oficiales de los cuales algunos no tienen su nombramiento y origen legítimo
mientras que otros están privados por moderación de lo que justamente merecen,
S.E. el Jefe Supremo debería legitimar aquellos y recompensar a estos según el
mérito de ambos. Pero muy particularmente resolvió con unanimidad la Junta que
el Excmo. Sr. General Arismendy sea ascendido al carácter de General en Jefe y
los Comandantes Zaraza, Cedeño, Roxas, Monagas, al de General de Brigada y los
Jefes de Estado Mayor de Margarita al de Coroneles, quedando el Señor Arismendy
encargado de proponer al Jefe Supremo los demás Generales y Oficiales del
Ejército de esta Isla para que sean premiados por éste, conforme a sus méritos.
El Sr. Presidente del Gobierno
Provisorio de la Isla presentó a la consideración de la Junta un expediente que
leído por mí el Secretario de orden del Sr. Presidente de la Junta, contenía un
decreto del Excmo. Señor General Arismendy estableciendo u Gobierno Político
Provisorio para esta Isla compuesto de
tres individuos removibles cada tres meses, y encargado además de la
subdelegación de las Rentas Nacionales. La Junta después de todo el contenido
del expediente y lo que se expuso en discusión, aprobó este establecimiento y
lo sancionó en el carácter de provisorio recomendando al mismo tiempo a S.E. el
Jefe Supremo el arreglo de los Gobiernos Políticos Provisorios que deberán
instalarse al paso que se vayan libertando las provincias.
La Junta terminó la sesión dando las
gracias al Gobierno Provisional de Margarita por su buena administración en el
ejercicio de sus funciones con lo que se concluye esta Acta que firmaron los
dichos Señores Presidente y Vocales ante mí, el Secretario que certifico. Simón
Bolívar –Santiago Mariño – Juan Bautista Arismendy – Manuel Piar – Gregorio Mac
Gregor – Francisco E. Gómez - Pablo Ruiz
– José Maneiro – Jh. Celedonio Tubores – Francisco Morales – Policarpo Mata –
Juan Francisco Sánchez – Manuel Valdéz – Luis Ducoudray – Pedro Freytes –
Sebastián Boé – Vicente Landaeta – Carlos Soublette – Miguel Martínez – Pedro
Chipía – Pedro Briceño Méndez, Secretario.
Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela.
(Recopilación de textos). Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006,
pp. 102-104.
9. SIMON
BOLIVAR
Jefe Supremo de la República y
Capitán General de los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada, &.,
&.
Venezolanos:
He aquí el tercer período de la
República…
La inmortal Isla de Margarita,
acaudillada por el intrépido General Arismendi, ha proclamado de nuevo el
Gobierno Independiente de Venezuela y le ha sostenido con un valor sublime,
contra todo el imperio español.
Nuestras reliquias dispersas por la
caída de Cartagena, se reunieron en Haití. Con ellas, y con los auxilio de
nuestro magnánimo Almirante Brión, formamos una expedición que, por sus
elementos, parece destinada a terminar para siempre el dominio de los tiranos
en nuestro patrio suelo.
Venezolanos, vuestros hermanos y
vuestros amigos extranjeros no vienen a conquistaros: su designio es combatir
por vuestra libertad, para poneros en actitud de restaurar la República sobre
los fundamentos más sólidos. El Congreso de Venezuela será nuevamente instalado
donde y cuando sea vuestra voluntad. Como los pueblos independientes me han
hecho el honor de encargarme la autoridad suprema, yo os autorizo para que nombréis vuestros diputados en
Congreso, sin otra convocación que la presente; confiándoles las mismas
facultades soberanas que en la primera época de la República.
Yo no he venido a daros leyes, pero
os ruego que oigáis mi voz: os recomiendo la unidad del Gobierno y la libertad
absoluta, para no volver a cometer un absurdo y un crimen, pues que no podemos
ser libres y esclavos a la vez. Si formáis una masa sola del pueblo, si erigís
un gobierno central, y si os unís con nosotros, contad con la victoria.
Españoles que habitáis a Venezuela, la guerra a muerte cesará si vosotros la cesáis:
si no, tomaremos una justa represalia y seréis exterminados.
Venezolanos, no temáis la espada de
vuestros libertadores: vosotros sois siempre inocentes para vuestros hermanos.
Cuartel General de la Villa del
Norte, a 8 de mayo de 1816.
Simón Bolívar
Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de
Venezuela. (Recopilación de textos). Porlamar, Verbo Publicaciones e
Impresos, 2006, pp. 105-106.
10. EL GENERAL POLICARPO DE MATA
Jesús Manuel Subero.
El 24 de agosto de 1881 durante el
entierro del ilustre prócer de la independencia General Policarpo de Mata,
pronunció el Doctor Pedro María Brito González, en la iglesia de Santa Ana del
Norte, ante el féretro de dicho General, un vibrante y valiente discurso.
Para el citado año de 1881, Margarita
era Sección del Estado Guzmán Blanco y gobernaba la Isla el General Juan José
Pereira. Existían en ella dos partidos políticos irreconciliables: los
Britistas, partidarios de Brito González, apodados “Los Moriquites” y los
Ferreristas, del General Bartolomé Ferrer, llamados “Los Borregos”. Ni los difuntos estaban exentos de que se les
dispensara de la simpatía o antipatía que habían manifestado por uno de los
bandos en contienda. El General Policarpo de Mata no escapó a ella, así lo
confirma Mata Illas cuando “a raíz de su
muerte, escribe: “la pasión política sobreponiéndose a los fueros de la
gratitud, de la justicia y de la ley, le negó los honores a que tenía derecho
por su graduación militar y por los notorios y constante servicios que prestó a
su patria.”
En sus apuntaciones manifiesta “que
el General Mata, siendo casi un niño, fue de los más exaltados promotores de la
insurrección de Margarita el 4 de mayo de 1810,
corriendo con varia suerte en la lucha iniciada ese día contra la
dominación española; que fue de los
primeros en filiarse a las órdenes del General Arismendi cuando este hizo el
levantamiento de la Isla contra Pardo y Urreiztieta el 15 de enero de 1816; que asistió en esa época a
todas las funciones de armas de la Isla, sacando de algunas de ellas honrosas
heridas”. Se refiere a la que recibió en el pueblo de Los Robles en mayo de
1816, en el reconocimiento que a las órdenes del General Soublette, vino a
practicar, por disposición del Libertador, sobre las fuerzas de Pardo
acantonadas en Pampatar y que fue curada personalmente por Soublette.
Luego añade: “a los 22 años, el 7 de
mayo de 1816 fue promovido por el Libertador al grado de Coronel efectivo de
caballería; que en 1818 fue de los contadísimos Jefes patriotas de Margarita
que secundaron los planes del Libertador, favoreciendo la misión que trajo a
ella el General Urdaneta, y el único, según las “Memorias de O’Leary”, que
aparece deponiendo en Santa Ana (Norte) ante aquel benemérito Jefe, contra el
propósito rebelde y hostil que frustró una brillante operación militar
concebida por el genio providente de Colombia; que el año 22 era ya Comandante
militar de la Isla, puesto que sirvió hasta el año de 1826, en que los tristes
sucesos de esa fecha le hicieron abandonarla, antes que apoyar con las armas
confiadas a su lealtad, el desconocimiento de la autoridad que había jurado
sostener, y desde Barcelona, el 12 de diciembre, dirigió al Libertador, Jefe
Supremo de la República, la carta que publica O’Leary y que no es otra cosa que
ratificación de la fe, respeto y veneración que le tenía.
Además, del año 1830 hasta el de
1859, “que terminó su actividad pública, son innúmeros los servicios que prestó
a la patria, así en la Magistratura Civil de su tierra nativa como en la
carrera de las armas, dentro y fuera de ella; que su hoja de servicio en la
guerra de la independencia fue certificada por los más egregios militares de la
Gran Colombia; y finalmente, que entró en la vida pública con bienes de fortuna
no escasos y se retiró de ella paupérrimo, pues llevó su abnegación y
desprendimiento hasta no cobrar sus haberes militares reconocidos en deuda
consolidada de aquella época, como tampoco solicitó en la distribución de bienes
nacionales, decretada por el Libertador en Angostura, el año 1817, la
participación a que tenía derecho por su rango.”
Al General Mata se le otorgó la
condecoración Cruz de los Libertadores de Colombia, fue tres veces Gobernador
de la antigua provincia de Margarita y otras tantas Comandante de Armas de la
misma, Jefe de Operaciones de Oriente, con cuyo carácter asistió a la rendición
de la Plaza de Carúpano en los días 13, 14 y 15 de julio de 1859. El 28 de
febrero de 1863, a raíz de la muerte del Coronel Celis Belisario, aceptó la
designación de Comandante de Armas y Jefe de Operaciones de la Provincia de
Margarita, “pero que por muy pocos días podrá ejercer el empleo a causa de sus
notorios males.” Murió el General Policarpo de Mata en Santa Ana del Norte,
lugar de su nacimiento, a la edad de 87 años.
Sus restos reposan en el templo de
esta ciudad. (Nota Adicional: IEGL).
Jesús Manuel Subero: “El General
Policarpo de Mata.” Margariteñerías.
Isla de Margarita, Santa Ana del Norte, año V, N° 72, julio de 1977.
11.
JUNTA NACIONAL PROTECTORA Y
CONSERVADORA DEL PATRIMONIO HISTÓRICO
Y ARTÍSTICO DE LA NACION.
República de Venezuela – Junta
Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación – Número 32 – Caracas, 11 de julio de 1977. 168° y 119°
La Junta Nacional Protectora y
Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación.
En uso de las atribuciones que le
concede el numeral 1° del artículo 6° de la Ley de Protección y Conservación de
Antiguedades y Obras Artísticas de la Nación.
Considerando:
Que en la Villa de Santa Ana del
Norte, Estado Nueva Esparta, se encuentra situada, en la Avenida Carabobo N°
27, la casa donde nacieron el General Policarpo de Mata y el Coronel Andrés de
Mata, héroes de la Batalla de Matasiete, y Petronila Mata de Gómez, heroína y
mártir.
Considerando:
Que en este inmueble se hospedó el
Libertador en sus dos visitas a la Isla, así como también el General José
Antonio Páez;
Considerando:
Que en la opinión de los miembros de
esta Junta, el mencionado inmueble debe ser conservado perpetuamente para las
futuras generaciones;
Considerando:
Que es aspiración unánime del pueblo margariteño la que el
mencionado inmueble sea declarado Monumento Histórico Nacional.
Resuelve:
1. Declarar el inmueble antes mencionado
Monumento Histórico Nacional.
2. Recomendar al Ejecutivo Nacional su
adquisición, restauración y puesta en servicio para actividades
histórico-culturales.
Comuníquese y publíquese
TOMÁS J. SANABRIA RAFAEL ARMANDO
ROJAS
VOCAL Presidente
ERIKA WAGNER MARCOS
PARÍS DEL GALLEGO
VOCAL
VOCAL
GRAZIANO GASPARINI CARLOS F. DUARTE
SECRETARIO
Secretario
Gaceta Oficial de la
República de Venezuela. Caracas, 14 de julio de 1977, N° 31.276.
12. CUADRO DE ÁNIMAS
Iván Gómez León.
En la iglesia de Santa Ana hay un
hermoso cuadro de ánimas, de autor anónimo, pintado al óleo sobre madera, en el
año 1784. Este cuadro no tiene en el centro, como es costumbre, a la Virgen del
Carmen con el escapulario de los carmelitas, sino una Virgen del Rosario, con
el escapulario de los dominicos en la mano izquierda y el rosario en la mano derecha. (AMG, Árboles,
pájaros y niños, p.75).
En Informe suscrito por el Pbro.
Jorge Quiterio Real y remitido al Venerable Cura de San Juan Bautista, Vicario
Foráneo del Estado el 21 de mayo de 1900, en relación a este tema explica lo
siguiente:
“ La iglesia indicada, según consta
en su archivo, no posee hoy otros bienes sino los siguientes: seis fanegas,
poco más o menos, de terreno en cerros del caserío Tacarigua, donado, desde
tiempo inmemorial por la finada señora Ana Jacinta del Campo, para invertir sus
terrazgos en sufragios para las benditas ánimas del Purgatorio, cuyo retablo se
venera en esta iglesia; y cuatro fanegas, poco más o menos, también de terreno
en el caserío de Pedrogonzález, en el lugar titulado “La Vaya”, donado
igualmente para las ánimas, con idéntico fin, por un sacerdote de apellido
Rojas, habiendo sido el primer recolector de los terrazgos que daba el terreno
el Pbro. Don Cayetano Guerra.” (AMG, Árboles,
pájaros y niños, pp. 30-31).
13. LAS
DOS FUNDACIONES DE LA POBLACIÓN DEL
NORTE
Andrés Márquez Gómez
Es una tradición muy antigua que la
población del Norte se fundó a kilómetro y medio, aproximadamente, del lugar
que ocupa actualmente, en la dirección del camino que conduce a Altagracia.
Muchas veces oí contar a mi padre que él había conocido unas ruinas en ese
sitio.
Al principio se levantó una humilde
capilla o ermita en la cual eran adoctrinados los indios de la parte norte de
la Isla. La patrona era la Virgen de la Guadalupe. Alrededor de esa
capilla, poco a poco fueron surgiendo
las casas. El poblado creció de tal manera que el Obispo Solier, creyó
conveniente una más amplia. Como único recuerdo de esta iglesia existe una
pequeña imagen de la Virgen de la Guadalupe y una bandejita de plata martillada
que tiene una inscripción que dice: “Soy de la Iglesia de Nuestra Señora
de Guadalupe”. Tanto la imagen como la
bandeja están en el actual templo de Santa Ana.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 72.
14. NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
Andrés Márquez Gómez
¿Quiénes fueron los misioneros que
evangelizaron a los indios guaiqueríes de Santa Ana? Seguramente fueron los
hijos de Santo Domingo de Guzmán. Los dominicos tenían un convento en
Margarita, en la Villa del Espíritu Santo, trasladado después a La
Asunción. Los frailes ahorcados por el
Tirano Lope de Aguirre pertenecían a esta orden. Es sabido que los dominicos, siguiendo el
ejemplo de su santo Fundador, han sido siempre los propagadores de la devoción a Nuestra Señora del Rosario.
Pues bien, desde la más remota colonia hubo en Santa Ana, o el Norte, una gran
devoción a esta advocación de la Virgen María. En la iglesia parroquial se
conserva una terracota muy antigua de la Virgen del Rosario. El primer obispo
de Guayana, Monseñor Francisco de Ibarra y Herrera, nacido en Guacara,
población del actual Estado Carabobo, de visita pastoral en Margarita, concedió
indulgencias parciales a las personas que rezaren ante esta imagen. Existe
actualmente una tablilla de la época que dice: “El muy Ilmo. Sor. Don Francisco
de Ibarra y Herrera, obispo de esta Diócesis de Guayana, concedió 40 días de
indulgencia por cada vez que devotamente rezaren una Ave María, delante de la
imagen de Nuestra Señora del Rosario, colocada en esta parroquia. Así mismo
concedió otros 40 por cada vez que asistan a rezar el Santo Rosario en esta
iglesia y cuando sale por las calles”.
En el Presbiterio, sobre el nicho de
San José, hay un pequeño cuadro pintado al óleo sobre tela, que representa a la
Virgen del Rosario, la cual tiene a su derecha a Santo Domingo de Guzmán y a su
izquierda a Santa Catalina de Siena.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 74-75.
15.
BUSTO Y ESTATUA DE FRANCISCO ESTEBAN
GÓMEZ EN LA PLAZA
Andrés Márquez Gómez
En la plaza de Santa Ana que lleva su
nombre, había una columna con un busto del General de División Francisco
Esteban Gómez, mirando hacia el Fuerte España. Este busto se encuentra en el
sitio donde estuvo la casa natal del héroe.
En la plaza citada hay actualmente
una estatua suya de bronce, sobre un pedestal de mármol, donada por el
Ejecutivo del Estado Nueva Esparta, presidido por Don Heraclio Narváez Alfonzo.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, p.
85.
16. PBRO. JOSÉ VICENTE GÓMEZ
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana el 7 de junio de
1771. Fue Vicario Cooperador del Padre Pedro Manuel Romero. Asistió a la Junta
de Notables del 6 de mayo de 1816 y fue quien ofició la Misa en presencia del
Libertador, Mariño, Arismendi y demás próceres expedicionarios de Los Cayos de
San Luis y margariteños (*). Murió en Santa Ana el 16 de noviembre de
1837.
Sobre su tumba había una lápida que
también se rompió en 1963 con motivo de
la restauración del templo. La inscripción que tenía esta lápida está copiada
en el Libro de Gobierno de la Parroquia, correspondiente a ese año. Dice así:
“Pbro. José Vicente Gómez. Nació en Santa Ana el 7 de junio de 1771. Murió el
16 de noviembre de 1837. Francisco de la C. Romero le consagra este recuerdo de
eterno reconocimiento.” Sus restos reposan en el presbiterio, al lado de la
epístola y frente al nicho de San Pedro.
(*) Nota: El Párroco Pbro. Pedro
Manuel Romero asistió a la Junta, pero no dijo la Misa por estar ciego. (AMG,
p. 93)
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 107.
17. PBRO. FRANCISCO DE LA CONCEPCIÓN ROMERO
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana del Norte el día
24 de febrero de 1794. Fue “sacristán mayor” de la iglesia de Santa Ana, en
sustitución del General Francisco Esteban Gómez. Como tal, hace de testigo en
el matrimonio de Arismendi y Luisa Cáceres. Hizo sus estudios eclesiásticos en
Santo Domingo, donde se ordenó de sacerdote. Recién ordenado vino a Margarita y
sucedió en la Parroquia al Presbítero Pedro Manuel Romero. Durante su estadía como guía espiritual del
Norte, se construyó el famoso “Cuarto de los Muertos” para velar a los
cadáveres que traían de las poblaciones vecinas donde no había cementerio. Los pequeños cuadros de la Virgen del Carmen
y la Virgen del Rosario, pintados al óleo sobre tela y con marcos dorados, que
están en el presbiterio, sobre los nichos de San Pedro y San José, fueron
regalos suyos a la Parroquia. Murió en Santa Ana el 4 de enero de 1855. Sus
restos están enterrados en el centro del presbiterio de la iglesia. Tiene una
lápida. (AMG, pp. 106-107).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 106-107.
18. PBRO. JORGE QUITERIO REAL REYES
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana del Norte el día
23 de abril de 1848 y fue hijo legítimo de Felipe Real y Pilar Reyes de Real.
En su juventud desempeñó el cargo de sacristán de la iglesia de Santa Ana.
Empezó sus estudios eclesiásticos cuando ya tenía cuarenta años, en el
Seminario de Ciudad Bolívar y fue ordenado de sacerdote en la isla de Trinidad
el 29 de junio de 1893, por ausencia del Obispo de Guayana. Fue nombrado
párroco de Porlamar y luego de Santa Ana donde ejerció la mayor parte de su
ministerio sacerdotal. Sucedió en la parroquia al presbítero Antonio María
Valery y su nombramiento fue celebrado como un triunfo por los seguidores de
los generales Críspulo Ortega y Pedro María Brito, pero él nunca quiso
intervenir en la política de partidos. Durante su permanencia en Santa Ana,
como Cura Párroco, se sustituyeron las paredes de bahareque de la histórica
iglesia del Norte, por unas de mampostería. Murió en su pueblo natal después de
una breve pero dolorosa enfermedad, el 14 de mayo de 1912. Su muerte constituyó
una verdadera manifestación de duelo para toda Margarita. Fue enterrado en el
centro del presbiterio de la iglesia del Norte. Tiene una lápida sobre sus
restos. En una de las plazas que están en el centro de la población de Santa
Ana, hay un busto de mármol del Padre Real, sobre un pedestal también de
mármol.
Cuando se habla del Padre Real, es
muy importante destacar cómo un hombre que en su juventud llevó una vida un
poco alegre y despreocupada, llamado por Dios al sacerdocio, en el mediodía de
su vida, respondió con tanta generosidad y entrega que desde entonces fue
modelo de sacerdotes para la santidad de su vida, dedicada por completo al
servicio de Dios y de los hombres. Y esa entrega fue tan íntegra que, colocado
en el mismo ambiente, testigo de devaneos juveniles, logró ser respetado por
todos. Durante su ministerio sacerdotal
nunca se levantó una voz para condenarlo, ni hubo la menor sombra de sospecha
que pusiera en duda la fidelidad a su vocación.
El Pbro. Jorge Quiterio Real fue un
sacerdote bondadoso, de carácter apacible, obediente a sus superiores, sin adulación, y dispuesto siempre a hacer el
bien a todos sin esperar nada en recompensa. El que esto escribe, no tuvo la
dicha de conocerlo porque nació varios años después de su muerte, pero, en su
infancia, todavía se respiraba el suave olor de sus virtudes sacerdotales.
Pocos sacerdotes han sido tan queridos y respetados como él.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 108-109.
19. PBRO. PLÁCIDO JOSÉ FERNÁNDEZ
Andrés Márquez Gómez
El Padre Fernández nació en Caracas
el 5 de octubre de 1871. Estudió la carrera eclesiástica en el Seminario de
Caracas, bajo la sabia dirección de Monseñor Juan Bautista Castro. Fue ordenado
sacerdote por Monseñor Críspulo Uzcátegui, Arzobispo de la Arquidiócesis de
Caracas. Pertenece a esa pléyade de sacerdotes ilustres que, como Eduardo de
Jesús Vásquez, Santiago Machado, Arturo Celestino Álvarez, Lucas Guillermo
Castillo, Fuentes Figueroa, J.A. Ramos Martínez, Nicolás Eugenio Navarro y Jesús María Pellín,
son honra del clero venezolano, no sólo por su gran preparación intelectual,
sino sobre todo, por el testimonio de una vida consagrada por entero al
servicio de Dios y de las almas.
El presbítero Plácido José Fernández,
después de prestar grandes servicios a la Iglesia en la Arquidiócesis de
Caracas, en diversas parroquias, al frente de La Religión, decano de la prensa
nacional, en la fundación de diversas obras sociales en beneficio de los
desposeídos, vino a la Diócesis de Cumaná, invitado por Monseñor Sixto Sosa y
con el debido permiso de su Arzobispo, Monseñor Dr. Felipe Rincón González, fue
por dos veces párroco de Santa Ana. Él mismo decía que pidió al Sr. Obispo Sosa
ser mandado al Norte porque conocía a este pueblo en sus andanzas por toda
Venezuela, en busca de ayuda económica para sus obras de beneficencia.
Agregaba: “Me enamoré del pueblo por la bondad de su gente y por el encanto y
la paz que reinaba en su plaza. Me parecía que aquí estaba más cerca de Dios,
para poder trabajar mejor por los hombres.”
En la Parroquia del Norte, el Padre
Fernández trabajó con alegría y admirable celo por el bien de sus feligreses.
Periodista de fuste, fundó periódicos donde, al estilo de la época, combatió
ardorosamente a protestantes y masones. Escribió comedias para las veladas que
él mismo preparaba, como un medio de formación para la juventud y compuso obras
donde resplandecen no sólo sus conocimientos teológicos y canónicos, sino la
sabiduría del que por espacio de muchos años fue director de espíritus
selectos.
Comprendió el grave problema de la
escasez de vocaciones sacerdotales en nuestra Patria y fueron varios los
jóvenes que envió al Seminario.
Compró de su peculio una casa y la
regaló a la Diócesis de Cumaná para que sirviera de residencia al párroco de
Santa Ana y se preocupó por la conservación de la histórica iglesia colonial.
Durante el tiempo que estuvo al frente de la Parroquia se encalaron las paredes
laterales que había mandado a hacer el Padre Real y se pusieron las aceras. Su
estadía fue una verdadera bendición para el Norte y demás pueblos que
integraban entonces la parroquia de Santa Ana.
Toda la niñez de entonces se acogió a
él como a una sombra bienhechora y escuchó sus palabras, mezcladas con chistes
y oportunas anécdotas, con la avidez del sediento ante un manantial de aguas
cristalinas. Durante las horas del día los niños iban a la escuela o al
trabajo, pero al llegar las primeras horas de la noche, de todas las casas
salían niños y más niños, como atraídos por una fuerza mágica e irresistible,
para entrar a la Casa Parroquial. La casa del Padre Fernández siempre estaba
abierta para todos, muy especialmente para los niños. Era nuestra casa. Luego
nos congregaba bajo una hermosa acacia, que todavía existe, y unos sentados en
sillas, otros en banco, la mayoría en el suelo, rezábamos a voz en cuello el
santo rosario. Después del rezo del rosario venían los juegos. Era de ver
entonces la gritería y confusión que se armaba frente a la Casa Parroquial.
Tal vez, con aire de suficiencia,
alguna persona se reirá de estas cosas, pero en el mundo de los niños están de
más los sabihondos. Para comprender ese mundo es necesario ser niño. Ellos ven
el universo a través de su inocencia. Sus emociones no son las mismas emociones
que sienten los adultos. Están en sintonía completamente distinta. El Padre
Fernández, periodista, escritor, con una gran preparación teológica y canónica,
se hizo niño para ganarse el corazón de los niños.
Celoso sacerdote, hacía tiempo que
venía soñando con fundar “La Obra de la Buena Prensa”, para la propagación de
las buenas lecturas y solícito se dispuso a partir para Caracas a hacer
realidad sus sueños. El Padre Fernández fundó en Caracas “La Obra de la Buena
Prensa” que se repartía gratuitamente en casi toda Venezuela, sino que también
distribuía libros, folletos y revistas de orientación católica.
Siempre estuvo en contacto con su
antigua parroquia de Santa Ana. Escribía a muchas personas y sus cartas venían
llenas de sabias enseñanzas, de palabras de aliento y hasta de reprensiones
para los que se comportaban como si no fueran cristianos, pero siempre
empapadas en amor. Muchas veces, el que esto escribe, ya párroco de Santa Ana,
lo trajo al pueblo que tanto amó. Su corazón reverdecía al ponerse en contacto
con sus antiguos feligreses. Salía a visitar muchas casas, sobre todo de
aquellos que vivían alejados de Dios. Entonces, con palabras llenas de cariño,
donde no faltaba el chiste oportuno, dejaba caer el buen consejo, la palabrita
que como un dardo iba a clavarse en la llaga, pero no para enconarla sino para
sanarla. Consiguió de esa manera la santificación de muchos hogares y la vuelta
a Dios de muchas personas.
El Padre Fernández murió en Caracas
el 2 de junio de 1954.Sus despojos fueron traídos a Santa Ana y en medio de una
gran manifestación de duelo, fue enterrado en el presbiterio de la iglesia.
Allí espera la resurrección de los justos. Sobre su tumba hay una lápida. (RMM,
pp.114-121).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 114-121.
20.
COFRADÍA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
DE SANTA ANA
Andrés Márquez Gómez
Cofradía bicentenaria e histórica.
Fundada en 1742, es de las más antiguas de Venezuela. En el año 1816, esta
Cofradía del Santísimo depositó en manos del Padre de la Patria todos sus
haberes como una contribución a la causa de la Libertad. En el archivo
parroquial de Santa Ana existió hasta la segunda década del presente siglo un
vale por doscientos pesos a favor de la Cofradía, firmado por el Libertador. El
Genio de América en sus grandes apuros económicos para sostener la lucha por la
independencia de Venezuela, aceptó esta ofrenda, hecha libremente, pero en calidad de
préstamo. Su delicadeza no le permitía aceptarla de otra manera de un pueblo
que lo dio todo por la Libertad, máxime cuando la mayoría de los integrantes de
esa Cofradía estaban ausentes del Norte,
aventados por la guerra.
El libro más antiguo que se conserva
en esta Cofradía es de la época inmediatamente posterior a la separación de
Venezuela de la Gran Colombia. En él se habla de la reforma de los estatutos de
la Cofradía, fundada en 1742, en los
cuales como norma curiosa se limita el número de cofrades a 24 hermanos y 24
vicehermanos. La Cofradía tenía como finalidad, no solamente rendir culto al
Santísimo Sacramento del Altar, sino también una función social. Ella socorría
a sus integrantes en enfermedad y muerte o cuando estaban pasando necesidad. Si
alguno de los miembros de la Cofradía enfermaba o se encontraba en estado de
extrema pobreza, el hermano más cercano a su residencia, estaba obligado a
participar a la asociación, para que se le atendiera espiritual y
materialmente.
Algunas de las actas de este libro
están firmadas por el General Policarpo Mata y otros próceres de la
Independencia. No figuran los nombres de los Generales Juan Bautista Arismendi
y Francisco Esteban Gómez, pero sí pertenecieron a la Cofradía. Es sabido que
el primero, después de la Independencia de Venezuela, vivió siempre fuera de
la Isla. El General Gómez, después de la
Batalla de Matasiete, estuvo guerreando en el Continente y tomó parte en varias
campañas en Venezuela y Nueva Granada. Ocupó, además, cargos civiles y
militares que lo tuvieron alejado de Margarita. Al final de su vida fue
Gobernador de la Isla y residió siempre en La Asunción. En esta etapa de su
vida, casi nunca fue al Norte, no por desamor al pueblo, sino por problemas
personales y sentimentales. Sin embargo, siendo Gobernador de Margarita y poco
antes de su muerte, en agosto de 1855, aparece como uno de los fundadores de la
Cofradía del Santísimo de la Parroquia del Valle del Espíritu Santo.
En sus doscientos treinta y tantos
años de existencia, a esta Cofradía han pertenecido los hombres más honorables
de nuestro pueblo. Su historia, en gran parte, es la historia del Norte. Es
importante destacar que la honra de ser hermano del Santísimo en Santa Ana, ha
pasado de padres a hijos, de tal manera que muchos hombres de hoy, al asistir a
las minervas, ostentan las mismas insignias que usaron sus abuelos. Pertenecer
a esta Cofradía debe ser siempre motivo de orgullo. Conservarla debe ser un
deber de todos los hijos de Santa Ana. (AMG, pp. 188-190).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 188-190.
21. LA PLAZA DE SANTA ANA DEL NORTE
Andrés Márquez Gómez
La plaza de Santa Ana del Norte es
patrimonio de los santanenses y todos deben preocuparse por su conservación.
Allí, alrededor de la iglesia, nació y
creció la población; allí se desarrolló la vida del pueblo durante la Colonia;
allí españoles y guaiqueríes se reunían en las grandes festividades religiosas
de Navidad, Semana Santa y Santa Ana.
En la época de la Independencia, esa
plaza fue escenario de grandes acontecimientos históricos. Allí vivieron Juan
Bautista Arismendi, Francisco Esteban Gómez, Policarpo Mata y otros próceres de
Margarita; de esa plaza salió presa para La Asunción, en medio de los esbirros
de Cobián y Urreiztieta, Doña Luisa Cáceres de Arismendi; allí se reunió el
pueblo el 12 de junio de 1813, para dar comienzo a la revolución contra Pascual
Martínez; allí los soldados de Cobián, obedeciendo órdenes de Urreiztieta,
difamaron públicamente a Eusebia González, al pasearla semidesnuda y con una
mordaza, por los alrededores de la iglesia; allí se llevó a efecto el combate
de la toma de la Casa Fuerte de Santa Ana y se persiguió a Cobián y demás realistas
que salieron huyendo cuando en medio de la refriega se oyó el grito: “arriba con ese cañón”; allí se rechazó a los
españoles vencedores en el Fortín España y vencidos en el cerro El Vigía, al
pretender tomar al Norte. Después de los combates del Fortín España y El Vigía,
esa plaza se convirtió en un inmenso taller, donde se hacían y reparaban
cureñas; se fabricaban lanzas, se hacían cajas para los fusiles que la habían
perdido en medio de la lucha, y se
preparaban cartuchos para los cañones y los fusiles. Allí se congregaron los
habitantes del Norte y de las poblaciones vecinas para vitorear al Libertador,
las dos veces que estuvo en Santa Ana; allí acamparon los ejércitos
republicanos, donde se confundieron los expedicionarios de Los Cayos de San Luis
y las tropas margariteñas. Por esa plaza deambularon Bolívar, Mariño,
Arismendi, Piar, MacGregor, Soublette, Gómez, Zea, Freites, y tantos otros
próceres de nuestra independencia. En esa plaza, finalmente, se han realizado
los acontecimientos más importantes de nuestro pueblo durante la vida de la
República.
Defender la integridad y belleza de
esa plaza es un deber de todos los hijos de Santa Ana. Hace muchos años, se le
quitó un pedazo, al construirse la casa que hoy ocupa el “Segundo Frente”. Con esta construcción se rebasó la líneas que
va de la esquina de la casa de la familia Márquez Gómez, a la casa que hoy día
pertenece a la sucesión de la familia de la señora Luisita Quijada. Hace 25
años se cometió el desafuero de construir un galpón, que no otra cosa es lo que
se llama Comedor Escolar. Años más tarde se echó una placa de cemento para una
cancha deportiva. Debemos apoyar y promover el deporte como una necesidad para
la formación física de la juventud, pero cada cosa en su lugar. En el Norte hay
muchos terrenos, cercanos a la plaza, donde se puede construir no una cancha,
sino muchas.
Se haría un bien a Santa Ana, si se
hiciera desaparecer ese feo galpón, sobre todo cuando hoy día casi ni tiene
utilidad alguna. A raíz de la caída de Pérez Jiménez el que esto escribe fue
Presidente del Concejo del Distrito Gómez. En esos días el Ministerio de
Educación quiso construir, en plena plaza del Norte, un grupo escolar y pidió
autorización a la Cámara Edilicia. Esta se opuso rotundamente, pero su negativa
no quedó sólo en eso, sino que dialogó con el Gobernador del Estado Dr. Luis
Villalba Villalba. Como hombre de letras, maestro de varias generaciones,
apasionado por la historia de Margarita y por las glorias de Bolívar, el
Mandatario Regional se mostró receptivo
y comprendió el disparate que se iba a cometer. Luego el Concejo buscó
un terreno apropiado para la construcción de la Concentración Escolar y en
presencia del mismo Dr. Villalba se tuvo un diálogo con los propietarios de
esos terrenos. Estos comprendieron lo que significaba para el Norte una
Concentración Escolar y dieron todas las facilidades para la adquisición de
esos terrenos.
Esa plaza del Norte debe ser siempre
un gran parque, lleno de árboles y flores. En ella deben colocarse las estatuas
de Bolívar, Arismendi y Luisa Cáceres.
Sus efigies estarán allí con más derecho que en otras partes.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp.
207-209.
22. SACRISTANES DE
MI PUEBLO
Margarita Díaz Gómez
Es notorio observar que la historia
de nuestros pueblos siempre va acompañada de hechos, vivencias y tradiciones
que son en realidad quienes describen por sí mismos las características propias
de cada sitio en particular.
En nuestra población de Santa Ana, su
historia gira en torno a su sagrado templo, actualmente en proceso de
restauración y aunque pensamos que ya es demasiado el tiempo invertido para
ello, también es verdad que deseamos que la demora surgida sea la excusa de un
buen trabajo y que su entrega sea lo más pronto posible.
Estos templos, en todos los pueblos,
cuentan con personajes que dedican parte de su tiempo en cuidarlos y tenerlos
listos para el ejercicio religioso requerido en determinado momento. Particularmente
conocemos que en Santa Ana han existido muchos de estos importantes personajes
llamados Sacristanes.
Francisco Esteban Gómez, en sus años
de niñez, cumplió funciones de monaguillo y más tarde es designado Sacristán y
Maestro de Fábrica en el servicio eclesiástico local hasta que tiempo después
se enfila por los caminos de la independencia, llegándose a convertir con el
tiempo en el vencedor de Morillo en la Batalla de Matasiete.
En sustitución de Francisco Esteban
Gómez como Sacristán, vino Francisco de la Concepción Romero, quien
posteriormente hizo sus estudios eclesiásticos en Santo Domingo donde se ordenó
sacerdote. Mientras fue guía espiritual de El Norte, hizo construir el famoso
Cuarto de Los Muertos, donde se velaban a los cadáveres de otras poblaciones.
Sus restos reposan en el centro del Presbiterio de la iglesia con una lápida.
En el año de 1848 nació en esta población
Jorge Quiterio Real, quien se desempeñó como monaguillo y más tarde como
Sacristán. Sus estudios eclesiásticos los comenzó a una edad madura para
ordenarse sacerdote el 29 de junio de 1888, día de San Pedro Apóstol, por el
cual sintió una gran devoción hasta su muerte ocurrida el 14 de marzo de 1912.
En su memoria existe un busto al lado de la capilla provisional donde se le
reconoce como benefactor de este pueblo.
Al Padre Real le sirvió como
Sacristán el señor Leandro Díaz y, más tarde, su hijo Bernardino Díaz, quien
entra a prestar sus servicios como ayudante del mencionado sacerdote a partir
de 1904, convirtiéndose en el Sacristán del templo por muchos años, ganándose
el apodo de “Din Din” por el característico repique campanero, por su amor
hacia lo divino y su gran fe y devoción por el Apóstol San Pedro, que lo
llevaron a estar por más de 70 años en este oficio hasta que por su avanzada
edad fue necesario su retiro de esa “su casa”, como bien solía decir.
Cabe mencionar que su muerte, tiempo
después, constituyó un verdadero luto popular. El querido y recordado “Ño
Berna”, como también se le conocía, fue merecedor de sendos funerales a los
cuales asistieron muchos de los sacerdotes con quien había compartido y hasta
los Obispos de todo el país se apersonaron para rendirle tributo de respeto y
admiración a un hombre que consagró prácticamente su vida a la fe cristiana.
Posteriormente, vienen también a
desempeñar esta tarea una legión de nobles hombres, celosos guardianes de la
“Casa de Dios”, entregando sus nobles sentimientos con toda la disposición que
requiere dicha tarea por mantener encendida esa llama espiritual que cada uno
siente por ese recinto sagrado de oración, recordamos como tales a Juan José
Díaz (Juancho Coquito); Cornelio Amaíz, quien fallece en pleno ejercicio de sus
funciones; Jesús Antonio Rojas (Chuíto); Pastor León (Ñoño) y actualmente
cuenta la comunidad de Santa Ana con un joven Sacristán muy activo y
colaborador que ha sabido llevar por buen camino los asuntos concernientes a su
cargo: adorna la iglesia, organiza los coros, prepara el nacimiento y hasta
ayuda con el lanzamiento de globos y cohetes y pare usted de contar.
Este joven, Ángel Enrique Moya
González, así como todos los nombrados anteriormente, merecen nuestro más
profundo respeto, consideración y admiración por el cariño que han demostrado
hacia el cuido y mantenimiento de nuestro viejo templo parroquial y actual
capilla provisional que sirven para recibir y congregar a los fieles católicos
de nuestras comunidades, quienes elevan sus voces en oraciones por los destinos
de la humanidad y para rendir culto a nuestro señor Jesucristo.
*Margarita Díaz Gómez: “Sacristanes
de mi pueblo.” Margariteñerías.
Santa Ana del Norte, N° 68, segunda etapa, edición extraordinaria, abril-julio
2013, pp. 20-21.
23. BIOGRAFÍA DE PEDRO ÁNGEL GONZÁLEZ
Iván Gómez León.
La comunidad de Santa Ana del Norte
no sólo ha sido pródiga en valores destacados en el ámbito militar, sino que
también su fertilidad ha regado el mundo de la cultura en sus más variadas
acepciones: arte, literatura, historia, música. Todas, en conjunto, le dan
entonces contenido más profundo al espíritu y al sentimiento del santanense.
Uno de sus valores representativos lo constituye el artista
plástico Pedro Ángel González (Santa Ana, 09 de septiembre 1901 – Caracas, 12
de marzo 1981), quien desde El Tamoco se proyectó a Caracas y luego al
universo. De la lectura de su autobiografía interpretamos que en su sólida
formación inicial fue determinante la influencia de la Maestra Justa Mata
Gamboa, del Maestro Ricardo Márquez Moreno, en Santa Ana, y luego, en
Juangriego, del Maestro Rafael Valery. Y
ya en la capital de la República, en el Liceo Caracas, del Dr. Luis Espelozín,
bajo la dirección de Rómulo Gallegos.
¿Cómo se formó el artista Pedro Ángel
González? A fuerza de trabajo, dedicación, perseverancia. En los inicios del
siglo XX (llegó a Caracas en abril de 1916), no se comprendía bien que un joven
decidiera dedicarse al arte y que esta profesión pudiera permitirle fundar
familia y vivir sin mayores problemas. Leamos esta conmovedora confesión: “De
la pintura, repito, no se podía vivir. En mis primeros tiempos después de
egresar de la Academia, tuve que ocuparme de otras cosas, porque la pintura no
me daba seguridad económica y yo estaba casado. Al contrario de mis compañeros
que estudiaron Medicina o Derecho y culminaron su carrera con un título y una
profesión, yo no podía mostrar nada. Yo también había estudiado seriamente
durante cinco o seis años, pero había salido de la Academia sin siquiera un
diploma que dijera que era pintor. Ser pintor en aquella época era sinónimo de
bohemia.”
No obstante, por encima de las
dificultades se impuso su vocación y amor por el arte, única arma que le
permitió sortear todas las adversidades hasta alcanzar la cima anhelada: el
reconocimiento general como uno de los máximos artistas plásticos de Venezuela.
En el año 1942 se despejaron todos los horizontes: Pedro Ángel González obtuvo la honrosa distinción de Premio
Nacional de Pintura en el III Salón Oficial de Arte Venezolano.
En la actualidad en Santa Ana del
Norte es muy vago el recuerdo de este grande hombre que ha dado lustre a la
cultura nacional. Será maravilloso destinar un espacio físico para mostrar su
obra y animar la inclinación de nuestros niños y jóvenes por el arte y la
cultura.
24.TOMÁS MÁRQUEZ GÓMEZ: EL PRIMER OBISPO DE LA DIÓCESIS DE SAN FELIPE.
Andrés Márquez Gómez
Monseñor Tomás Enrique Márquez Gómez
nació el 15 de julio de 1915 en la histórica Villa de Santa Ana del Norte. Es
el segundo de diez hermanos. En el hogar paterno, junto con el amor de Dios y a
su iglesia, aprendió las virtudes que serán la característica de su actividad
apostólica. Su padre, Leandro Márquez Moreno, hombre austero, íntegro, rectilíneo
y de profundas convicciones cristianas, fue maestro de una generación. Con
grandes conocimientos sobre Derecho Penal, hasta llegar a ser Juez de Primera
Instancia en los Criminal y Relator de la Corte del Estado Nueva Esparta, puso
sus conocimientos al servicio de los pobres y de los débiles. Su madre, María
de Jesús Gómez Villarroel de Márquez Moreno, con una gran sensibilidad social,
estuvo siempre dispuesta a hacer el bien y remediar las miserias de los pobres.
Hizo sus estudios de Primaria en la
Escuela del Maestro Apolinar Figueroa Coronado y luego al lado de su padre, en
la vecina población de Altagracia. Desde niño sintió la inclinación que fue
prudentemente cultivada por el Pbro. Plácido José Fernández. Este santo y sabio
sacerdote pertenece a esa pléyade de hombres ilustres que, como Eduardo de
Jesús Vásquez, Santiago Machado, Arturo Celestino Álvarez, Lucas Guillermo
Castillo, J. A. Ramos Martínez, Nicolás Eugenio Navarro y tantos otros, son
honra del clero venezolano.
El padre Plácido José Fernández, cura
párroco de Santa Ana, en 1927, al fundarse el Seminario Diocesano San José de
Cumaná, envió a este instituto al todavía niño Tomás, donde hizo sus primeros
estudios bajo la sombra paternal de Monseñor Sixto Sosa y la sabia dirección
del Pbro. Dr. Eduardo Morales Vásquez. Los estudios de Filosofía, Teología,
Sagrada Escritura, Derecho Canónico, entre otros, los realizó en el Seminario
Interdiocesano de Caracas, bajo la dirección de los Padres Jesuitas.
Fue
ordenado Sacerdote el 14 de julio de 1940 por el Excmo. Monseñor Dr.
Sixto Sosa, en la iglesia Santa Inés de Cumaná, entonces Catedral Provisional.
Monseñor Tomás cantó su primera Misa en la iglesia de su pueblo natal y, al
poco tiempo, fue nombrado Vicario Cooperador de la Parroquia La Inmaculada de
Guiria, bajo la dirección del anciano sacerdote Dr. José María Oliveros. Pocos
meses después fue nombrado Párroco de San Antonio del Golfo, pintoresca
población recostada en una colina frente al Golfo de Cariaco. En San Antonio
del Golfo, la pobreza del joven párroco fue tal que para poder comer tenía que
hacerse invitar cada día en una casa distinta. Allí fue muy querido por todos
debido a su obra social y cultural. Por eso, cuando en 1943 el Padre Márquez
fue trasladado a la Parroquia de Juangriego, hubo llanto en los ojos y tristeza
en los hogares, como si se ausentara un miembro muy querido de la familia.
En Juangriego el Padre Márquez
trabajó activamente y con gran ilusión en la formación de la juventud, sobre
todo a través del escultismo y de la Acción Católica Juvenil de ambos sexos.
Al ser nombrado Monseñor Crisanto
Mata Cova, Obispo de la Diócesis de Cumaná, el Padre Márquez fue trasladado a
Carúpano, como Vicario Foráneo y Párroco de la antigua y fervorosa parroquia de
Santa Rosa de Lima. Para la última década del siglo pasado y primeras del
presente, la acogedora ciudad de Carúpano era una de las más importantes de
Venezuela y, sin duda, la primera del Oriente.
En Carúpano, el Padre Márquez siguió
las huellas de los párrocos sucrenses José Antonio Ramos Martínez, gran
humanista; el sabio y celoso Eduardo Morales Vásquez; el activo Padre Juan Uzón
y el carupanero Llovera, acomodando su acción a los tiempos modernos y dio
nuevo impulso a la vida religiosa de su parroquia. La Catequesis, la fundación
de colegios para la educación de la juventud, la difusión de la palabra a
través de la prensa y la radio, fueron sus logros más importantes. En 1951 puso
todo su empeño en conseguir del señor Obispo Diocesano, la autorización para
que la bendita imagen de la Virgen del Valle visitara Carúpano y otras
poblaciones de la Diócesis. Monseñor Crisanto Mata Cova vio en la idea un medio
para la renovación de la vida cristiana en el Estado Sucre. Así, la bendita
imagen llegó al puerto de Carúpano en la alborada del 22 de enero de 1951.
En lo que se refiere a la educación
católica, el Padre Márquez fundó en Carúpano el Colegio “Balmes” para la
Primaria y los dos ciclos de Secundaria, el cual estuvo algunos años bajo la
dirección de los Padres Servitas. Para los limpiabotas, muchachas de servicio y
personas pobres que tenían que trabajar durante el día, fundó la escuela
nocturna “Santa Teresita”. Esta escuela creció tanto que después se convirtió
en diurna con los seis grados y al mismo tiempo en nocturna con varias
secciones. El bien que ha hecho y sigue haciendo es muy grande. Allí han
recibido educación cristiana los jóvenes más pobres de Carúpano.
El Padre Márquez, además, fue factor
preponderante en la fundación del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, dirigido por
las Hermanas Carmelitas Españolas. A
esto se agrega su incursión en el Liceo “Simón Rodríguez”, el mayor de la
ciudad, no tanto por ser profesor, sino para estar en contacto con los jóvenes
y darles una orientación cristiana. Casi todo el dinero que recibía por estas
clases iba a parar a manos de estudiantes pobres. Así mismo, fundó la Juventud
Católica, los Cursillos de Cristiandad, el Movimiento Familiar Cristiano y la
organización de Cáritas Parroquial.
Merece mención aparte el uso que hizo
de los medios de comunicación de masas. Escribía frecuentemente en el periódico
local artículos de orientación cristiana; pero, sobre todo, apenas se fundó en
la ciudad la Radio Carúpano, escogió un espacio diario que tituló “Campanadas
en la Torre”. Todos los días laborables de 7 a 8 de la noche dejó oír su voz.
La audiencia de este programa fue inmensa en todo el oriente del país. Era
frecuente el caso en las poblaciones del interior de Sucre, Nueva Esparta,
Monagas y Anzoátegui, ver a la gente agolpada a las puertas de las casas donde
había radio, para escuchar la voz del Padre Márquez. Voz que hablaba de los
problemas de los agricultores, pescadores y obreros; voz que infundía una
esperanza que anunciaba la Buena Nueva de la Salvación. El programa “Campanadas
en la Torre” estuvo en el aire hasta que su fundador fue elevado a la alta
dignidad de Obispo Titular de Tapso y Auxiliar de la Arquidiócesis de Ciudad
Bolívar. En cuanto a la obra material, al Padre Márquez se le debe en gran
parte la construcción de la bella iglesia de Santa Rosa de Lima de Carúpano; de
estilo románico, por su capacidad y sus
bellas líneas arquitectónicas es, sin duda, la mejor de la Diócesis de Cumaná y
orgullo del pueblo carupanero.
En 1960 el Padre Márquez fue honrado
por la Santa Sede con el título de Camarero Secreto de Su Santidad. La
ceremonia de la investidura se hizo en la capilla provisional de la Parroquia
Santa Rosa, por encontrarse el templo en construcción.
En 1963, Monseñor Márquez fue
nombrado Obispo Titular de Tapso y Auxiliar de Ciudad Bolívar, nombramiento que
no se hizo público por la muerte del Romano
Pontífice Juan XXIII. Fue consagrado Obispo en la iglesia parroquial de
Santa Ana, en Margarita, por el Excmo. Dr. Juan José Bernal, Arzobispo de
Ciudad Bolívar, asistido por los Excmos. Señores Críspulo Benítez Fonturvel,
Obispo de Barquisimeto, y Crisanto Mata Cova, Obispo de Cumaná. Pasó tres años
en Ciudad Bolívar, primero como Auxiliar de la Arquidiócesis, y luego, como
Administrador Apostólico. En esta larga experiencia de 26 años como Párroco y
como Obispo, veían los gobernantes, sacerdotes, religiosos y movimientos
apostólicos, una garantía para la gran labor que lo esperaba en medio de sus
diocesanos en el Yaracuy. Hoy, 40 años después de haber sido ordenado Sacerdote,
sigue desarrollando, con el mismo empeño, su Ministerio en calidad de Primer
Obispo de la Diócesis de San Felipe, Estado Yaracuy.
Nota: En sus años postreros, ya
retirado de sus funciones, regresó a su Santa Ana natal, donde murió el 11 de diciembre de 2004. Sus restos reposan en la nave lateral
izquierda del templo colonial, junto con su hermano, también Sacerdote, Andrés
Márquez Gómez. (IEGL).
Andrés Márquez Gómez. “Tomás Márquez
Gómez: El primer Obispo de la Diócesis de San Felipe.” Felipe Natera Wanderlinder:
La Villa de Santa Ana en los 25 años de
Margariteñerías. 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva
Esparta, 1996, pp. 496-504.
25.
PEDRO ÁNGEL GONZÁLEZ
Luis Beltrán Prieto Figueroa.
Casi todo el mundo de la cultura
venezolana recibió con retraso la noticia de la muerte del pintor Pedro Ángel
González. Había muerto a una hora de la noche en que ya no era posible anunciar
por los medios de comunicación un acontecimiento luctuoso de tanta importancia
para el país y fue enterrado precipitadamente. Cuando yo recibí la noticia
hacía tiempo que los restos del querido amigo estaban bajo tierra. Un hombre
tan enterado y cuidadoso en las relaciones sociales como lo es Felipe Natera
Wanderlinder, director de la revista Margariteñerías,
íntimo de Pedro Ángel González, lo supo también con atraso. Hubiéramos querido él y yo, acompañar sus
restos hasta el cementerio, pero nos conformamos con hacer llegar a la familia
nuestra condolencia.
Pedro Ángel González, margariteño de
Santa Ana del Norte, desde pequeño sintió afición a la pintura. Mientras otros
muchachos de su edad, que es la misma mía, se entretenían jugando a las metras, a los trompos, a los
voladores, él cambiaba su volador por unos lápices de color. Con su padre
Anacleto González se trasladó a Juangriego, donde éste instaló un taller de
sombrerería. Allí ayudaba a las labores del padre en el tiempo que le sobraba
de la escuela, pero nunca abandonaba los lápices porque dibujar era su única pasión. De estas primerizas aventuras de pintor
quedan algunos recuerdos y se conserva en la Isla una copia del Miranda en La
Carraca y algunos otros cuadros que figuran colgados en las paredes de
familiares y amigos, ignorantes del valor que la firma del Maestro González
agrega a todo aquello en que puso sus manos de artista.
El muchacho pintor margariteño logra
al fin, con influencias de algunos amigos oriundos de su tierra, llegar hasta
Caracas. En él prevalecía el tono emocional recogido, reservado, del hombre
tímido que siempre fue. Hablaba despacio y quedo como para que no descubrieran
su presencia ni señalarse entre otros, que sin cosas dignas de comunicarse,
levantan la voz para que se les oiga lejos, como esas grandes damas de la
oligarquía colonial que se anunciaban con campanilla y repiques. Pero Pedro
Ángel tenía conciencia clara de sus valores y sabía que sus obras lo
anunciarían en el mundo del arte y de la cultura, porque lo que vale no puede
permanecer oculto. El muchacho que cambió su volador por unos lápices de color
se distinguió en la vieja Escuela de Artes por la forma personal de tratar los
colores y destacar las figuras. Entra en el Círculo de Artistas, fundado en
1912; conoció a Ferdinandov, el pintor
ruso que trajo fórmulas nuevas para pintar; estuvo a su lado y trató con los
poetas y escritores que como Planchart y Fernando Paz Castillo, eran animadores
del Círculo, al cual concurrían también muchos de los poetas y escritores
venezolanos de la llamada Generación del 28. Después, Pedro Ángel forma parte
de la plana de profesores de la Escuela de Artes donde se había formado. Ya es un pintor conocido y
reconocido. Sus cuadros de rincones de la vieja Caracas, sus extraordinarias
pinturas que destacan el Ávila en sus colores magníficos, junto con los de
Cabré, lo consagraron también como
Maestro de la gran montaña que cantara Pérez Bonalde para exaltar a Caracas y
que Manuel Díaz Rodríguez retratara embelesado desde su vieja hacienda de San
José. Lo que Díaz Rodríguez expresaba en su prosa admirable y en sus versos,
Pedro Ángel lo exaltaba en el lienzo. Hay una época de la pintura de Pedro
Ángel González conocida como etapa guaireña, donde el pintor se recrea
reproduciendo los viejos rincones del puerto, los muelles con sus barcos, el cielo
azul de esa ciudad mitad marinera, mitad montañosa, como para recordarnos en
algunos aspectos a Río de Janeiro. De esa etapa conservo un cuadro que me
obsequiaron los empleados del Congreso como regalo de cumpleaños, cuando yo
desempeñaba el cargo de Presidente del Senado, hace ya unos dieciséis años. Es
la pintura de la proa de un carguero en reposo después de haber dado salida de
sus bodegas a la carga que condujera a través de los mares. Lo conservo como un
tesoro, puesto en alto, encima de una puerta que da salida a los patios de
Anchiajena.
Pedro Ángel ilustró mi poema
“Juangriego del Recuerdo”. El dibujo presenta la orilla del esplendente mar de
Juangriego que le sirvió para muchas de sus marinas. Al fondo, apuntando al
cielo, las dos torres de la iglesia y en la calle solitaria sobre la acera, una
margariteña con su mara en la cabeza, portadora de las frutas y cosas de la
Isla, pregonadas con voz cantarina en todas las ciudades y puerto de Margarita.
Al centro y caminando en sentido inverso al que lleva la mujer, como
dirigiéndose hacia la playa “el jumento, marcha de pasitrote / mi humanidad
vencida / con los sueños viajando / en el camino largo / que se hace y deshace
/ de afanes sin penumbra”, que canté en ese poema dedicado a Juangriego.
El silencioso amigo, de la palabra
recortada que hablaba con el pincel y los lápices se nos fue para siempre, pero
nos queda como herencia el maravilloso arcoíris de su pintura. En una de las
últimas conversaciones que sostuve con él, me decía: “Ahora pinto muy poco, uno
o dos cuadros al año. Cuando mis pinturas se cotizan más caras yo apenas
aprovecho los altos precios. Los que
compraron mis lienzos en épocas de larga producción y poca paga, ahora ganan
revendiéndolos. El comercio de la pintura a veces hace bajar las calidades; yo
prefiero mantener ésta antes que prodigarme, porque para vivir, como un
margariteño auténtico de tu tiempo y de mi tiempo, yo sigo diciendo: si falta,
sobra.”
Luis Beltrán Prieto Figueroa: “Pedro
Ángel González.” Felipe Natera Wanderlinder:
La Villa de Santa Ana en los 25 años de Margariteñerías 1971-1996. La
Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta, 1996, pp. 546-548.
26. LUISA CÁCERES DE ARISMENDI: LA MÁXIMA HEROÍNA.
Rosauro Rosa Acosta.
Entre las emigradas de 1814, llegó a
Margarita, acompañada de su madre y de su hermano Manuel, la señorita Luisa
Cáceres Díaz.
Después de largas penalidades habían
arribado al puerto de La Esmeralda, en la Costa Firme, y desde allí con la
ayuda prestada por el Coronel Juan Bautista Arismendi son trasladadas al puerto
de Pampatar, luego a La Asunción y más tarde al Norte, donde habría de fijar
residencia.
A los pocos meses de permanecer en
ella, Doña Luisa Cáceres contrae matrimonio, el 4 de diciembre de 1814, con el
Coronel Juan Bautista Arismendi, en la iglesia de Santa Ana del Norte.
La tranquilidad del hogar se rompe
pronto debido a la persecución de que es víctima Arismendi por sus actividades
revolucionarias. Falla un plan para hacerlo prisionero y entonces es llevada
detenida la joven señora el 24 de septiembre de 1815 a la casa de familia del
Coronel Cristóbal Anés, colaborador ahora de los realistas.
El 15 de noviembre del citado año
estalla la revolución de Arismendi contra el Gobernador Urreiztieta. Ante el
auge del movimiento y la cantidad de prisioneros españoles, el Gobernador
realista, que ya había recluido a Doña Luisa en una de las celdas del Castillo
Santa Rosa, propone a Arismendi la libertad de su esposa a cambio de los
rehenes que poseen los patriotas, Arismendi se niega a ello. “Sin Patria no
quiero esposa”, afirman que fue su respuesta.
Doña Luisa será blanco de vejámenes.
No se le considera ni aún por su avanzado estado de embarazo. Soporta toda
clase de humillaciones. Se le amenaza con fusilarla si no aconseja a su esposo
a rendirse. Su negativa fue firme.
Asistida por otra mujer prisionera,
cuyo nombre no recoge la Historia, da a luz una niña muerta, que horas más
tarde arrojarán los soldados a un zanjón próximo al castillo.
El 29 de enero de 1816 es remitida a
Pampatar. Pardo al dar cuenta a Moxó de los acontecimientos de la Isla, dice:
“La mujer de Arismendi ha dado a luz un nuevo monstruo. Esta y otra señora
presa he mandado al Gobernador de Pampatar, las envíe a La Guaira donde deben
estar sin comunicación. Arismendi, según voz general, ha hecho matar nuestros
prisioneros, y en este caso convendría decapitar a su mujer. También tengo
entendido que dicha señora escribe a su marido, y este a aquella, y no conviene
esté aquí.”
Pocos días permanece en el San Carlos
de Pampatar. En la goleta “General Morillo”, capitaneada por Don Juan Gavazo,
es enviada a La Guaira. Durante ocho días estará en las celdas de la Factoría y
Parque de Artillería de ese puerto. Será trasladada a Caracas el 22 de marzo de
1816 al Convento de la Inmaculada Concepción.
El 24 de noviembre es nuevamente
llevada a la Guaira para ser embarcada en “El Pópulo” con destino a Cádiz.
Será apresada por corsarios y después
de muchas contrariedades arribará a Cádiz el 17 de enero de 1817.
Humano tratamiento recibe de las
autoridades judiciales de Andalucía. Se hospeda en la casa del cirujano José
María Morón, desde donde logra fugarse a Norteamérica con la ayuda de un
oficial de apellido Carabaño y de un caballero de nacionalidad inglesa.
Llegó a Filadelfia el 3 de mayo de
1817 y desde allí, acompañada del Coronel Luis Rieux, arriba a Juangriego el 26
de julio. La Isla celebra alborozada el retorno de la Máxima Heroína.
Doña Luisa Cáceres de Arismendi nació
en Caracas el 12 de septiembre de 1799. Hija
del educador Domingo Cáceres y de Doña Carmen Díaz.
De su matrimonio con el General Juan
Bautista Arismendi nacieron doce hijos,
incluyendo la que nació muerta en la prisión del Santa Rosa.
Falleció Doña Luisa el 2 de junio de
1866, “dejándole a la Patria como herencia el ejemplo de sus grandes virtudes y
la hermosa diadema de su gloria”, como expresa Don Santos Erminy Arsmendi.
“Su honesto sentido del deber, su
femineidad, su dignidad y su firmeza de convicciones quedaron de pie ante la
historia para el ejemplo de las mujeres que luchan, sufren y esperan”, afirma
Carmen Clemente Travieso.
Notas: Sus restos reposan en el
Panteón Nacional. En la casa donde vivió el matrimonio de Arismendi y Luisa
Cáceres funciona hoy la Casa Parroquial
de Santa Ana. (IEGL).
Rosauro Rosa Acosta: “Luisa Cáceres
de Arismendi: la Máxima Heroína.” Heroínas
Margariteñas. Pampatar, Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín
Subero”, 1996, pp. 21-23.
27.
PETRONILA DE MATA
Rosauro Rosa Acosta
De Santa Ana del Norte. Hija de
Manuel Isidro Mata y María Dolores Romero. Hermana de los Comandantes Andrés de
Mata y Policarpo de Mata, quien fue el Jefe de la Caballería de nuestro
Ejército.
Casó el 27 de diciembre de 1810 con
Francisco Esteban Gómez, quien el 31 de julio de 1817, alcanzó la libertad de
la Isla al derrotar al superior ejército español al mando de Pablo Morillo en
la Batalla de Matasiete.
Enviudó el 6 de agosto de 1853 y
murió, víctima del cólera, en La Asunción, el 5 de octubre de 1854.
Por su amor a la Causa de la
Independencia, en la cual participó toda su familia, sufrió persecuciones,
vejámenes y largo cautiverio en prisiones de la Isla y de Cumaná.
En 1816, fue apresada por una
avanzada realista, cerca de Puerto Moreno a donde se dirigía para reunirse con
su esposo que operaba en esa zona.
Fue llevada al castillo de Pampatar
donde permaneció varios meses. En avanzado estado de embarazo fue transferida a
la Cárcel de Cumaná. Allí dio a luz una niña que murió a los pocos días de
nacida por las pésimas condiciones del presidio.
Pese a las muchas diligencias
realizadas por su esposo, el General Francisco Esteban Gómez, permaneció en la
prisión hasta 1820 cuando fue liberada por Morillo. (Vale destacar aquí que el
Libertador Simón Bolívar también intercedió por lograr la libertad de Petronila
de Mata, según se desprende del oficio enviado desde La Villa del Norte al
Excmo. General Santiago Mariño el 29 de diciembre de 1816: “Recomiendo a Ud.
muy particularmente, a la ciudadana Petronila de Mata, mujer del ciudadano
Coronel Gómez, para que procure Ud. cangearla por cualquier persona, y principalmente
por cuatro o cinco señoras que están aquí y son esposas, o pertenecen a
españoles o sus partidarios.” Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de
Venezuela. Recopilación de textos. Porlamar, Verbo Publicaciones e
Impresos, 2006, p. 122).
Nota: Ángel Félix Gómez en su estudio
titulado Petronila de Mata: La Heroína
Margariteña. Porlamar, Verbo Publicaciones, 2004, edición patrocinada por
la Fundación República Insular, agrega en relación a la muerte de Petronila de
Mata, que “las honras fúnebres de la heroína se celebraron en su pueblo natal
Santa Ana del Norte” y que “fue enterrada en un cementerio de La Asunción
llamado El Blanco, en las inmediaciones donde hoy se encuentra la Imprenta del
Estado, en la Avenida Constitución. Ese cementerio desapareció y con él la
huesa de esta heroína nacida en Margarita.” (p. 37). (IEGL).
Rosauro Rosa Acosta: “Petronila de
Mata.” Heroínas Margariteñas.
Pampatar, Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero”, 1996, pp.
51-52.
28. DOS TESTIMONIOS TANGIBLES DE LA ASAMBLEA QUE SE EFECTUÓ EL 6 DE MAYO DE
1816 EN EL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE: EL SILLÓN QUE OCUPÓ EL
LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR Y LOS
BANCOS DONDE SE SENTARON DIRIGENTES Y EXPEDICIONARIOS.
Lcdo. Iván Gómez León
Es conocimiento de todos que el templo de Santa Ana fue el lugar escogido
para efectuar la magna asamblea el 6 de mayo de 1816, cuyos trascendentales
acuerdos hicieron proclamar al Libertador Simón Bolívar que en esa fecha había nacido la Tercera
República de Venezuela.
Aun cuando el Acta que elaboró el
Secretario Pedro Briceño Méndez no da detalles de cómo se organizó la asamblea,
los lugares que ocuparon quienes la presidieron y la ubicación de los asistentes, es de suponer
que fue presidida por el Libertador Simón Bolívar, por el General en Jefe
Santiago Mariño, electo Segundo Jefe, y por el General Juan Bautista Arismendi, en
su carácter de Jefe Militar de Margarita.
En esta primera parte de su instalación, quienes hacen uso de la palabra son:
Bolívar, e inmediatamente Arismendi. Mariño, luego de su designación, ha debido
pasar a presidir la asamblea. De ese momento estelar, lo único que ha
trascendido en el tiempo es el sillón que ocupó el Libertador, hoy debidamente
restaurado.
El resto de los asambleístas han
debido ocupar los bancos de la iglesia. No sabemos de cuántos bancos disponía
la iglesia para el momento. Las dimensiones de los cuatro ejemplares que aún se
conservan nos hacen suponer que estos estaban dispuestos en una fila que
ocupaba la nave central del templo.
Felipe Natera Wanderlinder, presto a
la aplicación de la lógica a la hora de referirse a esta asamblea, explica que
Bolívar escribió sus proclamas en la casa de habitación del Sargento Mayor
Policarpo de Mata, donde estaba hospedado con los demás integrantes del Estado
Mayor (*). No resulta exagerado por parte nuestra inferir que el Secretario Pedro Briceño Méndez ha debido
tomar nota en el desarrollo de la asamblea y que, en el mismo inmueble,
procedió a su redacción definitiva.
(*) Felipe Natera Wanderlinder: “La
casa del General Policarpo de Mata en Santa Ana del Norte.” La Villa de Santa Ana en los 25 años de
Margariteñerías 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva
Esparta, 1996, pp. 347-348.
29. PBRO. JUAN MIGUEL LÁREZ
Iván Gómez León
El sacerdote Juan Miguel Lárez,
además de su magnífica labor eclesiástica desarrollada en Santa Ana del Norte,
está relacionado con la reproducción de la copia del Acta del 6 de mayo de
1816, interesante información que nos ha planteado efectuar las investigaciones
pertinentes a los fines de lograr su ubicación y proceder a su reedición.
*Refiriéndose a la situación de los
libros antiguos que permanecían en la iglesia de Santa Ana, explica Andrés
Márquez Gómez en su obra Árboles,
pájaros y niños: “Los libros parroquiales y otros papeles de importancia
permanecían tirados en un rincón, sobre el piso, expuesto a la acción de la
humedad y a la voracidad de las polillas y otros insectos. Fue Monseñor Juan
Miguel Lárez quien mandó a hacer un estante cerrado de madera de cedro amargo,
para proteger a ese archivo.”
Este sacerdote, de porte elegante y
voz sonora, era nativo de La Asunción y ejerció su apostolado en la Diócesis de
Guayana, sobre todo en la ciudad de Barcelona, donde se supo apreciar su talento y sus virtudes
sacerdotales. Fue honrado por la Santa Sede con el título de Prelado Doméstico
de S.S. Vino a Margarita, enfermo y agotado por los años y fue a hacer compañía
a Monseñor Eduardo de Jesús Vásquez, Vicario de la Isla y párroco del Valle del
Espíritu Santo.
Monseñor Lárez se encargó de la
parroquia de Santa Ana del Norte, de una manera accidental y en mitad de una
Semana Santa dejada trunca por el sacerdote agustino Fray Juan Vicente Arteaga.
Monseñor Lárez no solamente envió
jóvenes al Seminario, sino que escribió un libro titulado El Seminarista, con el fin de orientar a los aspirantes al
sacerdocio.
Monseñor Lárez se ausentó de la
parroquia en el año 1926.
Leamos con atención lo que dice
Tavera Acosta en su Historia de Carúpano
(p. 146) en relación a las copias que se le han hecho al acta del 6 de mayo
de 1816, donde está involucrado Mons. Juan Miguel Lárez:
+En la novela histórica escrita por
el Académico (de la Academia Nacional de la Historia) Francisco Jiménez Arráiz,
titulada Hojas de Laurel y publicada
en 1921, está inserta una copia del
Acta, tomada por Jiménez Arráiz de otra copia que “encontró en un archivo de la
isla de Margarita”, la cual remitió a la Academia Nacional de la Historia.
+En 1918, Tomás Andrés Polanco
publicó una reseña de la Gira Apostólica del Nuncio de S.S. Al referirse a la
Asamblea del 6 de mayo de 1816, dice que por ser poco conocida el acta que se
levantó, rogó a Monseñor Juan Miguel
Lárez le facilitase una copia a lo que accedió el venerable doctor Lárez, para
insertarla en su trabajo.
Esta valiosa información nos
permitirá acceder a la lectura de este documento en su versión más próxima al
original, toda vez que Rosauro Rosa Acosta informa en su obra Pueblo de la Mar, editado en 1991
por el Fondo Editorial del Municipio
Maneiro “Dr. Efraín Subero”, que en el año 1905 el Dr. Francisco Jiménez
Arráiz, en ese entonces Presidente del Estado Nueva Esparta, le entregó al
Presidente Cipriano Castro el documento original en referencia, en acto
irresponsable con la memoria histórica del pueblo neoespartano.
30.LAS IMÁGENES DEL TEMPLO EN EL RECUERDO DE OLIMPIA FRANCO
Albertina Tovar de González
La señora Olimpia Franco a través de los
recuerdos se traslada a sus años mozos y rememora los tiempos en los que su
papá la llevaba a la iglesia, siendo muy pequeña; cuando caía la tarde la
enseñaba a rezas y encargó los primeros años de su escolaridad a una señora muy
cristiana, llamada Vicenta Rosas, hija de un maestro que hubo aquí llamado José
Ramón Rosas, epónimo de una de las calles de este pueblo. Este maestro le enseñó
desde las primeras letras hasta el libro segundo, además la preparó para
recibir la Primera Comunión.
Olimpia fue creciendo en tamaño y
conocimientos, muy cerca de la maestra Vicenta Rosas, acompañándola en el
oficio de vestir a Santa Ana, la patrona, lo que presenció siempre atenta, sin
perder un detalle, convirtiéndose en una experta en la materia; por lo que al
morir la maestra Vicenta le corresponde a ella sustituirla en esta labor, la
cual desempeñó con dedicación, mucho cariño y devoción hasta el año dos mil,
cuando a pesar de la medicina, perdió la visión.
Olimpia, mujer cristiana
comprometida, frecuentaba el templo pertenecía a un grupo de apostolado, fue
presidenta de la hermandad de Santa Ana durante muchos años y estaba
familiarizada con todos los acontecimientos parroquiales, por lo que al
solicitarle información acerca de las imágenes existentes en nuestro tiempo, su
procedencia y su ubicación en ese recinto, no se hace esperar e inicia su
narrativa, señalando que en el altar mayor se encontraban ubicadas las imágenes
de Santa Ana, San Pedro y San Joaquín, manifestando desconocer su procedencia
por lo antiguo de las mismas. Al referirse a San Joaquín surge una anécdota: A
este santo lo tenían por San José, es decir, como no había imagen de este
santo, cuando llegaba su día, el sacristán le colocaba una varillita que lo
identificaba, lo colocaba en el mesón y le celebraban su festividad. Esto
ocurrió hasta cuando Mons. Andrés Márquez Gómez trajo una imagen de San José.
También recuerda a Santa Teresita,
traída por Mons. Críspulo Benítez Fonturvel y colocada en una capilla que le
hicieron en el cuarto de los muertos; tiempo después decidieron sacarla de allí
y colocarla en otro lugar del templo, para construir un altar en ese sitio y
colocar al Santísimo Sacramento y una imagen de la Virgen del Carmen donada por
Pedro María Arocha.
Al lado de la nave derecha estaban
colocados: El Cristo, San Juan y la Virgen Dolorosa, lo que se identificaba
como el Calvario, tiempo después sustituido por la imagen de Corazón de Jesús.
Dijo además conocer un San José
pequeño, una virgencita de Guadalupe y un niño Jesús sentado en una sillita,
los cuales eran colocados en el nacimiento en tiempos de Navidad.
A la izquierda del templo, al lado de
la ventana, estaba un mesón con San Luis Gonzaga, una virgencita del Carmen y
San Miguel Arcángel.
También se encontraban las imágenes
de la Humildad y Paciencia y el Santo Sepulcro. Luego, Monseñor Andrés Márquez
Gómez trajo a Jesús en la columna y otra de Santa Ana.
Yuyita Gamboa trajo la imagen de San
Judas Tadeo desde Caracas y la donó a la iglesia.
San Onofre fue donado por el Dr.
Angito Villarroel, como promesa hecha en
sus tiempos de estudiante.
El señor Avelino Márquez, hizo llegar
al templo la imagen de la Virgen de Fátima y se encargaba de celebrar su fiesta
con mucho entusiasmo.
Señaló que conoció las imágenes
antiguas de la Virgen de Lourdes, Virgen del Rosario y el Nazareno.
Finalmente, dijo tener conocimiento
de la situación de resguardo en la que se encuentran todas las imágenes en
hogares de la comunidad de Santa Ana, mientras dure la larga espera por la
restauración del templo parroquial.
Albertina Tovar de González: “Las
imágenes del templo en el recuerdo de Olimpia Franco.” Margariteñerías. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular,
segunda etapa, edición extraordinaria, N° 68, p. 16.
31. BIOGRAFÍA DE SAN
EZEQUIEL MORENO, INTERCESOR DE LOS ENFERMOS DE CÁNCER.
María Ximena Rondón.
Su ardor misionero fue tan grande que
no dudaba en cruzar ríos caudalosos y soportar las inclemencias del clima con
tal de llevar almas a los pies de la Cruz. Tenía un espíritu fuerte que ninguna
pena, crítica o enfermedad pudo quebrantar. Por su entrega apasionada a Dios y
su labor se le considera como uno de los más grandes apóstoles de la
Evangelización de América.
Ezequiel Moreno Díaz nació el 9 de
abril de 1848 en Alfaro, Rioja, España. Sus padres fueron Félix Moreno y Josefa
Díaz, quienes a pesar de tener una condición humilde, consideraban a la
religión católica como su tesoro.
Esta devoción influyó en el corazón
del Santo, que desde la infancia sintió el llamado a la vida religiosa. Era un
niño inteligente, juguetón y dedicado a los estudios. Sin embargo, era capaz de
sacrificarse por su prójimo, porque en lugar de ir a las fiestas del pueblo, se
quedaba cuidando de los enfermos. También le gustaba cantar y tocar la
guitarra.
Con solo 16 años y siguiendo el
ejemplo de su hermano mayor, ingresó al Convento de los Agustinos Recoletos en
Monteagudo (Navarra) el 21 de septiembre de 1864. Un año después hizo su
profesión religiosa y cuatro años más tarde fue enviado como misionero a
Filipinas. Allí culminó su formación y fue ordenado sacerdote el 3 de junio de
1871.
Tiempo después fue enviado, junto con
su hermano Eustaquio, a evangelizar a los habitantes de la isla de Paragua.
Ezequiel convirtió a muchas almas, pero contrajo la malaria debido a las
pésimas condiciones de sanidad y tuvo que regresar a Manila.
En 1876 fue nombrado párroco de
Lespiñase y cuatro años después predicador conventual de Manila. Entonces
asumió las riendas de una finca de los Agustinos Recoletos en Imus. Fue un
excelente administrador y también realizaba obras de caridad con los pobres. En
1888 regresó al convento Monteagudo como Prior. Durante tres años imprimió en
los jóvenes novicios el sello de la espiritualidad agustiniana y el amor hacia
los pobres reduciendo sus raciones para dar de comer a los mendigos.
Tres años después volvió a embarcarse
en la aventura como misionero. Vivió austeramente durante cinco años en Bogotá
(Colombia) en el cargo de Provincial de la Orden. Se dedicó a predicar y
atender a los enfermos. Junto a tres compañeros se introducía en la región de
Casanare, que aún no era explorada, para evangelizar y administrar los
sacramentos.
Debido a sus méritos, al reactivar la
labor misionera en Colombia, fue nombrado Obispo Titular de Pinara y Vicario
Apostólico de Casanare. El 1° de mayo de 1894 lo nombraron Obispo de Pasto. En
su nuevo cargo destacó por su celo apostólico y su fidelidad a la Iglesia. Ejecutó
su programa de trabajo denominado “Dios y Colombia”. Su posición como Obispo no
lo detuvo en su labor misionera. Siguió atravesando ríos caudalosos, caminando
en medio de tormentas y soportando las inclemencias del clima porque consideraba
que “una sola alma vale más que toda mi vida”.
A la par de su intenso trabajo
apostólico, dedicaba varias horas a la oración, a la que consideraba como la
fuente principal para obtener fuerzas.
Como Obispo de Pasto, sus prédicas
contundentes y su sencillez provocaron la burla de sus enemigos, incluyendo
algunos obispos, quienes también lo atacaban por medio de la prensa. Sin
embargo, San Ezequiel trataba a sus atacantes con misericordia y pedía por
ellos.
En 1905 le diagnosticaron cáncer y,
ante las reiteradas súplicas de los fieles y de los religiosos de su Orden,
volvió a España para operarse. Lamentablemente la intervención fue muy dolorosa
y no tuvo éxito. Durante la operación el Santo exclamaba: “Dios mío, dame valor
para sufrir por ti”.
Fue enviado a Monteagudo para
recuperarse, pero volvió a recaer. Los dolores nunca quebrantaron su espíritu y
se mantuvo firme en su fe. Murió el 19 de agosto de 1906.
Fue beatificado por el Papa Pablo VI
en 1975 y el 11 de octubre de 1992 fue canonizado por San Juan Pablo II y es
considerado como el especial intercesor ante Dios por los enfermos de cáncer.
*María Ximena Rondón: “Hoy celebramos
a San Ezequiel Moreno, intercesor de los enfermos de cáncer.” Facebook. https:
// www.aciprensa.com
…/…
ÍNDICE
Lcdo. Iván Gómez León:
MOTIVACIÓN/
PRIMERA PARTE:
DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN/
SEGUNDA PARTE:
PROPUESTAS/
TERCERA PARTE:
INFORMACIÓN REFERENTE AL TEMPLO
COLONIAL DE SANTA DEL NORTE EN LA BIBLIO-HEMEROGRAFÍA REGIONAL/
1. Biografía de Mons. Andrés Márquez
Gómez/
2. Historia de la Iglesia/
3. Santa Ana del Norte ha tenido dos
patronas/
4. Biografía de Francisco Esteban Gómez/
5. Biografía de Juan Bautista Arismendi/
6. La Junta de Notables reunida en la
iglesia de Santa Ana el 6 de mayo de 1816.
7. Resolución de la Junta Nacional
Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación
mediante la cual declara Monumento Histórico Nacional al templo de Santa Ana/
8. Acta de reconocimiento del Libertador
como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos. Santa Ana, 6 de mayo de
1816/
9. Proclama de Bolívar del 8 de mayo de
1816 mediante la cual declara el nacimiento de la Tercera República de
Venezuela en Santa Ana el 6 de mayo de 1816/
10.
Biografía
del Gral. Policarpo Mata/
11.
Resolución
de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y
Artístico de la Nación mediante la cual declara Monumento Histórico Nacional la
casa natal de Policarpo de Mata y Petronila de Mata/
12.
Cuadro
de Ánimas/
13.
Las
dos fundaciones de la población del Norte/
14.
Nuestra
Señora del Rosario/
15.
Busto
y estatua de Francisco Esteban Gómez en la plaza/
16.
Biografía
del Pbro. José Vicente Gómez/
17.
Biografía
del Pbro. Francisco de la Concepción Romero/
18.
Biografía
del Pbro. Jorge Quiterio Real Reyes/
19.
Biografía
del Pbro. Plácido José Fernández/
20.
Cofradía
del Santísimo Sacramento/
21.
La
plaza de Santa Ana del Norte/
22.
Sacristanes
de mi pueblo/
23.
Biografía
de Pedro Angel González.
24.
Mons.
Tomás Márquez Gómez.
25.
Biografía
de Pedro Ángel González.
26.
Biografía
de Luisa Cáceres de Arismendi.
27.
Biografía
de Petronila de Mata.
28.
El
sillón donde que ocupó el Libertador Simón Bolívar y los bancos donde se
sentaron dirigentes y expedicionarios.
29.
Pbro.
Juan Miguel Lárez.
30.
Las
imágenes del templo en el recuerdo de Olimpia Franco/
31.
Biografía
de San Ezequiel Moreno/
GUÍA PARA LA
CONFORMACIÓN DE LA COMISIÓN DE VOLUNTARIOS PARA LA PROTECCIÓN DEL TEMPLO DE
SANTA ANA DEL NORTE.
SEGUNDA
REUNIÓN: Miércoles 20 de abril 2016. Hora: 6:00 p.m. La primera se efectuó el
jueves 14 de abril 2016. Hora: 7:00 p.m. Ambas en la Casa Parroquial.
VISIÓN
FUTURISTA: Importante, por cuanto nos permitirá visualizar cuáles serán los
objetivos a lograr a largo plazo y nos orientará en las gestiones:
EL TEMPLO:
*El templo:
Museo Histórico, único en Nueva Esparta.
*Dotación de
TODOS sus implementos para un funcionamiento óptimo.
*Pulcritud
interna y externa.
*TODO
funciona perfectamente.
*Materiales
y equipos de reserva para sustitución inmediata.
*Mantenimiento
y limpieza permanente.
*Material
informativo en diversas presentaciones.
LA
COMUNIDAD:
*Una comunidad
educada y consciente de su importancia histórica y del valor incalculable de su templo.
*Esta tarea
de formación de conciencia ciudadana está en las mismas organizaciones de la
Parroquia y se asume en primera instancia para organizar y planificar las
actividades que realizará en el ámbito local en función de lograr este gran
objetivo. De allí saldrá el Comité de Trabajo, pero las tareas a cumplir
deberán ser asumidos por todas las organizaciones de la Parroquia.
EL COMITÉ /
LA COMISIÓN:
*Creada
legalmente. Considerar la pertinencia de una Fundación, de una Asociación Civil
o de alguna otra figura jurídica, de acuerdo a los lineamientos del Instituto
del Patrimonio Cultural. Debe ser operativa, ágil, sin trabas de ninguna clase
que perturbe su funcionamiento.
*El equipo
interno de trabajo debe conformarse con personas dispuestas, que dispongan del
tiempo necesario, motivadas, proclives a prepararse y capacitarse en este
ámbito cultural, sabiendo de antemano que en este tipo de actividades habrá que
vencer obstáculos, incomprensiones, pero que no se deberá desmayar en el
propósito.
*Las
gestiones se realizarán a escala local, regional, nacional e internacional. Por
esta razón es imprescindible nuestra formación y capacitación en materia de
patrimonio cultural/histórico y la disposición de educar a los demás. Santa Ana
se integrará a las rutas turísticas y, de acuerdo a la trascendencia del
trabajo realizado, en cualquier época del año podrá recibir visitas de
funcionarios al servicio de la protección y defensa del patrimonio cultural e
histórico en cualquier parte del mundo.
*La
activación se logrará en la medida que cada uno asuma una específica tarea, aún
cuando sea la más insignificante. El objetivo es que TODOS demos nuestro aporte
desinteresado.
*Sin
complejos a la hora de realizar actividades puntuales (limpiar, barrer, pintar,
coletear) por cuanto aquí se encuentra el valor pedagógico del ejemplo que
debemos transmitir.
*La
actuación del Instituto del Patrimonio Cultural se justifica por cuanto se nos
enseñará a realizar nuestras actividades enmarcadas en parámetros técnicos y de
cualquier otro orden, exigencia ineludible que deberemos respetar y acatar para
poder avanzar en cumplimiento de sus lineamientos. Aquí también deberemos ser
ejemplo.
*De acuerdo
a la experiencia que se vaya adquiriendo se comenzará a elaborar las normas que
regirán el uso del inmueble y en lo referente al comportamiento que deberá observar
la comunidad.
*Deberemos
conocer y evaluar todas las sugerencias y propuestas que se nos hagan. De igual
manera, buenas experiencias de otras comunidades para mejorar nuestro
trabajo de manera más rápida e inmediata.
*Estaremos
dispuestos a recibir visitas de especialistas para acoger sus recomendaciones.
*Se
determinará el calendario en el cual se hará mayor énfasis: Festividades de
Santa Ana. 6 de mayo. Nacimiento y muerte de Francisco Esteban Gómez.
Nacimiento y muerte de los eminentes sacerdotes inhumados en el templo. Nacimiento y muerte de Policarpo Mata.
Nacimiento y muerte del Libertador. Nacimiento y muerte de Petronila Mata
(entierro simbólico en el templo). Fecha de nacimiento: 28 de noviembre, 1794.
Murió de cólera en La Asunción, y debido a que el cura de esa parroquia, José
Tanccedini, también había muerto por esta causa, las honras fúnebres se celebraron
en Santa Ana el 5 de octubre de 1854 *Homenaje a Francisco Esteban Gómez en el
Panteón Nacional, Caracas, en alguna fecha significativa. Fecha de nacimiento:
26 de diciembre, 1783. Fecha de muerte: 6 de agosto, 1853. Traslado al Panteón Nacional: 20 de agosto,
1880. Batalla de Matasiete: 31 de julio de 1817. En el 2017 se cumplirá el
bicentenario de esta trascendental victoria militar que protagonizó. Buena
ocasión.
…///…
GOBIERNO
BOLIVARIANO DE VENEZUELA
MINISTERIO
DEL PODER POPULAR PARA LA CULTURA
INSTITUTO
DEL PATRIMONIO CULTURAL
NORMATIVAS PARA EL USO
Y DISFRUTE DE LOS MONUMENTOS
Normas sobre la
conducta de los visitantes:
1.
No
fumar dentro de las áreas de exposición u otras donde se trabaje con material
inflamable.
2.
No
ingerir alimentos ni bebidas en las salas, pasillos y lugares de acceso, fuera
de los lugares autorizados.
3.
Está
prohibido el consumo de bebidas alcohólicas dentro de las instalaciones.
4.
Andar
descalzo o con ropa que pueda alterar el orden público.
5.
No
portar objetos innecesarios y molestos durante el recorrido por el museo, tales
como: bolsos o paquetes de dimensiones excesivas, paraguas, entre otros.
6.
Colocar
la basura en las papeleras, no arrojar papeles o envases al suelo, pegar
chicles en algún mobiliario o pared.
7.
No
introducir animales a las áreas de la edificación.
8.
No
permitir el acceso a la edificación de personas cuyos modales o conducta puedan
significar riesgos al público o para las colecciones.
9.
No
correr, deslizarse, empujar o escalar dentro de las instalaciones, caminar
pausadamente.
10.
Utilizar
un tono de voz moderado.
11.
Los
niños deben estar acompañados por su representante.
12.
No
está permitido hacer recaudaciones, comercio, publicidad o propaganda que no
estén autorizadas por la institución.
13.
Evitar
utilizar radios, grabadores, reproductores u otros equipos electrónicos que
puedan perturbar el orden dentro de las instalaciones.
14.
Está
prohibido saltar las barreras y dispositivos destinados a detener el público.
15.
Se
prohíbe introducir objetos que, según su utilidad o características, puedan ser
un riesgo para la seguridad de las personas, las obras o el edificio, tales
como: armas, municiones, substancias explosivas, inflamables o volátiles.
De la visita de grupos:
1.
Los
grupos están obligados a reservar con anticipación un horario de visitas. En
caso contrario, el responsable del grupo debe dirigirse solo a la oficina de
recepción o información para hacer la reservación, en la medida de las
posibilidades y alcances para ese día.
2.
Los
integrantes de los grupos están obligados a llevar la identificación en un
lugar visible.
3.
Los
grupos deben tener un responsable que se comprometa a hacer cumplir al grupo
las normativas presentes y controlar la disciplina del conjunto.
4.
Los
grupos están obligados a visitar las instalaciones de la edificación en
compañía de un guía de sala.
5.
Los
integrantes del grupo deben mantenerse unidos a este, no molestar al público
visitante y seguir las instrucciones del guía.
6.
Se
sugiere que para un mayor control y para un resultado más efectivo de las
visitas, los grupos deben estar constituidos por un número de siete (7) hasta
treinta (30) personas.
7.
En
el caso de los grupos escolares, se exige un acompañante por cada diez (10)
alumnos y de un acompañante por cada quince (15) alumnos en el caso de la
secundaria.
De la edificación:
1.
Queda
terminantemente prohibido intervenir o modificar la estructura y ambientes
originales de la edificación.
2.
Sólo
podrán colocarse elementos escenográficos ligeros y autoportantes.
3.
El
mobiliario existente debe respetarse y mantenerse, tomando las previsiones
necesarias para su utilización y movilización, previa autorización del
Instituto del Patrimonio Cultural.
4.
No
se debe pintar, ni rayar, ni clavar en los muros y paredes.
5.
Debe
contemplarse e informarse por escrito la dotación de acometidas eléctricas y/o
baños portátiles con el fin de que el Instituto del Patrimonio Cultural
supervise los trabajos y designe su ubicación.
6.
No
debe colocarse peso excesivo de personas, equipos o materiales sobre las losas
de entrepisos y techos que pongan en riesgo la estabilidad de la estructura o
la vida de las personas.
7.
Debe
respetarse el cronograma de actividades establecido en cuanto a tiempo y
características.
8.
Deben
respetarse las limitaciones de uso indicadas previamente. En caso contrario, la
institución no se hace responsable de daños o perjuicios a terceros.
9.
Queda
terminantemente prohibida la publicidad o comercio no autorizado y la
propaganda política dentro de las instalaciones de los monumentos históricos.
10.
Se
prohíbe encender cualquier tipo de material pirotécnico dentro de las
edificaciones.
11.
Debe
velarse permanentemente por el buen uso de las instalaciones de los monumentos históricos.
12.
Al
finalizar las actividades, los espacios de los monumentos deben permanecer en
las mismas o mejores condiciones en que fue entregado.
De las colecciones (en
caso de exhibiciones):
1.
Bajo
ninguna circunstancia deben apoyarse en las vitrinas, zócalos y otros elementos
museográficos o no, dispuestos para las presentaciones.
2.
No
deben mantenerse muy próximo de las obras, o piezas exhibidas, señalándolas con
lápices u otros instrumentos de escritura que puedan dañarlas.
3.
No
se deben tomar fotografías con flash para evitar daños a las obras. Esta es una
norma mundial de conservación. Debe haber una separación prudente entre las
obras y los observadores.
4.
Está
terminantemente prohibido la recolección de vestigios arqueológico y será
severamente sancionado quien así lo haga.
5.
No
tocar, ni efectuar manipulaciones imprudentes de los objetos expuestos en las
vitrinas.
NOTA: Los bienes culturales son frágiles y únicos. Han atravesado los siglos y deben conservarse
para las generaciones futuras. Tocar, aunque suavemente, una pintura, un
objeto, una escultura, puede dañarlo. Sobre todo si el gesto se repite miles de
veces. Ayúdanos a proteger nuestro patrimonio común.
De las fotografías,
filmaciones, grabaciones o encuestas:
1.
Están
permitidas las tomas fotográficas o grabaciones en video, sólo si es para uso
privado.
2.
Solicitar
los permisos correspondientes para la realización de tomas fotográficas,
filmaciones o grabaciones profesionales.
3.
No
está permitido fotografiar instalaciones y equipos técnicos sin autorización
del Instituto del Patrimonio Cultural.
4.
Toda
encuesta o sondeo que se realice debe estar autorizado por el Instituto del
Patrimonio Cultural.
5.
Toda
toma fotográfica donde aparezca público visitante estará sometida al criterio
del personal directivo de la institución.
Sobre la seguridad:
1.
El
público visitante debe abstenerse de todo acto susceptible que amenace la
seguridad de las personas y de los bienes exhibidos.
2.
Todo
accidente, malestar de una persona o hecho anormal, debe ser inmediatamente
indicado a un agente de vigilancia o seguridad.
3.
Todo
niño extraviado debe ser confiado a un guía de sala o agente de vigilancia, el
cual se encargará del caso.
4.
Los
objetos abandonados que puedan parecer peligrosos para la seguridad del
establecimiento, podrán ser destruidos sin demora ni advertencia por los
servicios policiales competentes.
5.
El
personal que custodia o tiene adscrito el monumento está encargado de hacer
respetar y aplicar el presente Reglamento, sobre todo los guías de sala y
agentes del servicio de vigilancia. Se sugiere acatar con respeto y atención
sus sugerencias.
6.
Se
invita a los visitantes a respetar las instrucciones que se les han comunicado.
En el caso contrario, podrán verse obligados
a abandonar el espacio sin demora.
7.
El
rechazo de obedecer las disposiciones impuestas por los controles de seguridad
supone la prohibición de acceso al establecimiento.
8.
El
desconocimiento de las prescripciones del presente Reglamento expone a los contraventores
a la expulsión del establecimiento, y si el caso lo requiere, a un proceso
judicial.
…./….
Santa Ana del Norte, 20 de abril 2016.
Señores
Empresa
Pepsi-Cola.
Presente.-
Ante todo
reciba nuestro más cordial y sincero saludo en el Señor.
Con todo
respeto y consideración nos dirigimos a ustedes en la oportunidad de hacer de
su conocimiento que el próximo 26 de julio del presente año se celebrará en la
Parroquia de Santa Ana del Norte, Municipio Gómez del Estado Nueva Esparta, las
festividades en honor a la Santísima Virgen del Carmen, las cuales son muy
representativas de la tradición religiosa del pueblo margariteño.
En Iván Gómez León
TESOROS PATRIMONIALES DEL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE. ISLA DE
MARGARITA.
Santa Ana del Norte
Febrero 2016
MOTIVACIÓN
Lcdo. Iván Gómez León
Animado por el interés de brindar un
servicio efectivo a la formación profesional de los cursantes y egresados del Diplomado
en materia Patrimonial/Cultural, que patrocina el Hotel Escuela Venetur, he
elaborado el presente trabajo de investigación biblio-hemerográfica que he
titulado: Tesoros patrimoniales del
templo colonial de Santa Ana del Norte. Isla de Margarita.
Para confeccionarlo, en la Primera
Parte, registré las referencias
significativas presentes en el templo en cumplimiento de un recorrido detallado
y minucioso.
En la Segunda Parte, en vista de la
inconveniente ubicación y tratamiento de algunos bienes muebles significativos,
avanzamos en la elaboración de Propuestas orientadas a su dignificación
expositiva en el contexto. Para esta tarea se deberá solicitar la asesoría
correspondiente al Instituto del Patrimonio Cultural.
En la Tercera Parte, sección medular
del trabajo, volcamos el resultado de la investigación biblio-hemerográfica
realizada con el propósito de asignarle contenidos elaborados por estudiosos e
investigadores de la historia regional y local a fin de garantizar la
confiabilidad de los datos recabados. A todos los textos le incorporé, al
final, la referencia correspondiente y, en los casos que consideré pertinente,
notas adicionales identificadas con mis iniciales (IEGL).
Indudablemente, es este un material que será de mucha
utilidad. Espero que el producto de este esfuerzo sea considerado por el equipo
docente, mejorado sustancialmente y transformado en un valioso recurso de apoyo
para quienes incursionan en el estudio de nuestro patrimonio cultural/histórico.
PRIMERA
PARTE
DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN
Un recorrido por los espacios interiores de la iglesia de
Santa Ana del Norte nos pone en contacto con las siguientes evidencias:
1.
En
el Altar Mayor, en la parte superior de la pared, centrado, la imagen de Santa
Ana, patrona de esta comunidad.
2.
En
el área central del Altar Mayor, en el piso, están tres placas:
PBRO.
SR.
PLÁCIDO JOSÉ FERNÁNDEZ
5-10-1871 – 2-6-1957
CARÍSIMO AMIGO
TU VIDA EJEMPLAR ES GUÍA DE NUESTRA
INSTITUCIÓN
DUERME EN PAZ.
INSTITUTO BENÉFICO PADRE FERNÁNDEZ
*****
PBRO. JORGE QUITERIO REAL
NACIÓ EL 23 DE ABRIL DE
1848
MURIÓ EL 14 DE MARZO DE 1912
ILUSTRE Y AMADO SACERDOTE NATIVO DE
ESTA VILLA
DE LA CUAL FUE GUÍA ESPIRITUAL DESDE
1894 HASTA SU MUERTE.
*****
PBRO.
FRANCISCO DE LA CONCEPCIÓN ROMERO
24-2-1794 -
4-1-1855
CURA QUE FUE DE ESTA VILLA DESDE 1824
HASTA SU MUERTE.
*****
3.
En
la nave izquierda, cerca del altar, en el piso, una placa:
MONS. TOMÁS ENRIQUE MÁRQUEZ GÓMEZ (Obispo)
15-07-1915 – 11-12-2004
Q.E.P.D.
MONS. ANDRÉS DE JESÚS MÁRQUEZ GÓMEZ
(Sacerdote)
17-10-1917 –
12-05-2005
Q.E.P.D.
3. En la nave izquierda, puerta de entrada lateral, se
encuentra una placa adosada a la pared:
GENERAL
POLICARPO DE MATA ROMERO
26-1-1793 - 24-8-1881
HÉROE DEL 4 DE MAYO
GRITO DE INDEPENDENCIA DE LA
ISLA.
JEFE DEL ESTADO MAYOR DEL
EJÉRCITO
EN LA BATALLA DE MATASIETE.
JEFE DE LA CABALLERÍA PATRIOTA
FIRMANTE EN ESTE TEMPLO DEL
ACTA
DE RECONOCIMIENTO DE BOLÍVAR COMO
JEFE
SUPREMO DE LA REPÚBLICA Y SUS EJÉRCITOS
JEFE DE OPERACIONES EN ORIENTE
GOBERNADOR
DE MARGARITA
CONDECORADO CON LA ESTRELLA DE LOS
LIBERTADORES CREADA POR EL PERÚ.
EN SU CASA DE HABITACIÓN
QUE ES MONUMENTO
NACIONAL DE ESTA VILLA
SE HOSPEDARON EL LIBERTADOR
LOS GENERALES SANTIAGO MARIÑO
RAFAEL URDANETA, JOSÉ ANTONIO PÁEZ
Y
OTROS ALTOS OFICIALES.
Al pie de esta placa, en el subsuelo, aun cuando carece de
identificación, se encuentran los restos del Gral. Policarpo de Mata.
*En la nave lateral derecha, contiguo
a la entrada, en la pared, está instalado un Cuadro de Ánimas. En la parte
inferior de la obra, centrado, está registrada una fecha: 1784.
*En la nave lateral derecha, contiguo
a la entrada, en la pared, está escrito un texto de Indulgencias. Virgen del
Rosario. Texto de Indulgencias.
*En la nave lateral izquierda, en el
altar, está colocada la imagen de San Ezequiel Moreno, intercesor de los
enfermos de cáncer. Un fragmento de sus restos fue instalado en un dispositivo
en el altar mayor.
*A ambos lados de la nave
central -izquierda y derecha- han sido
colocados tres bancos de madera, de la época colonial, donde se sentaron los expedicionarios y
dirigentes militares asistentes a la Asamblea del 6 de mayo de 1816.
Restaurados.
*En el área externa del altar mayor,
nave lateral derecha, ha sido colocado el sillón donde se sentó el Libertador
en la asamblea del 6 de mayo de 1816. Restaurado.
*Cuadro del artista plástico
santanense Pedro Ángel González, ubicado a la entrada a la derecha. Bautisterio.
En el lienzo, parte inferior a la izquierda se lee: Ofrenda de la Sociedad
Patriótica Bolívar integrada por neoespartanos a la histórica Villa de Santa
Ana del Norte en el centenario de la muerte del Libertador. MCMXXX – Caracas. En
una placa metálica instalada en la parte inferior del lienzo, se lee: Bolívar
en la Villa del Norte.06/05/1816. Es el título de la obra colocado por su
autor.
*En un nicho ubicado en el área
lateral izquierda del altar mayor está colocada una imagen de la Virgen de
Guadalupe. Según, es el único testimonio que se conserva de la primera iglesia
de Santa Ana.
…/…
SEGUNDA PARTE
PROPUESTAS
En las condiciones actuales que
presenta el templo de Santa Ana del Norte, no transmite ninguna información
acerca de su importancia histórica como símbolo de la arquitectura religiosa
del período colonial, del suceso histórico trascendental (6 de mayo 1816) que
allí tuvo lugar bajo la dirección del Libertador Simón Bolívar y de los
detalles que le dan específica connotación regional.
En tal sentido, se propone tomar las
siguientes iniciativas:
1. Desprender la placa plástica que
colocó en el frontis Pdvsa La Estancia y colocar en su lugar una placa de
mármol con texto ilustrativo, que bien pudiera ser develada el 6 de mayo de
2016 con motivo de la celebración bicentenaria.
2. Colocar sobre una base de madera los
bancos coloniales a manera de destacarlos. Una tarjeta informativa.
3. Colocar sobre una base de madera la
silla donde se sentó el Libertador en la Asamblea del 6 de mayo de 1816. Una
tarjeta informativa.
4. Colocar un recuadro de madera a la
placa de Policarpo Mata y a la mitad de ambos lados hacerle una base que
permita colocar allí una luz perenne.
5. Estudiar la pertinencia de colocar al
pie de la placa de los Monseñores Márquez Gómez una base donde colocar flores o
algo por el estilo.
6. Al constatar la antigüedad de la
Virgen de Guadalupe, colocarla en una cúpula de cristal. Tarjeta informativa.
7. Al constatar la antigüedad de la
Virgen del Rosario, colocarla en una capilla de cristal. Tarjeta informativa.
8. Hacer una copia caligrafiada del Acta
del 6 de mayo de 1816 y una copia facsimilar de la Proclama del Libertador del
8 de mayo de 1816 para colocarlos en un mueble de madera y vidrio.
9. Al cuadro de Ánimas. 1784. Colocar
una tarjeta informativa.
10.
Edición
de un afiche con la imagen del templo y sus tesoros culturales.
11.
Los
restos del Pbro. José Vicente Gómez están localizados en el presbiterio, al
lado de la epístola y frente al nicho de San Pablo. Es conveniente destacarlo
con una placa donde se indique que este sacerdote fue quien ofició el Te-Deum
al finalizar la asamblea del 6 de mayo de 1816.
12.
Edición
de un material informativo para visitantes, turistas, usuarios.
13.
Entorno:
Plaza Francisco Esteban Gómez. Sustituir la espada de la estatua del Gral.
Francisco Esteban Gómez y arreglar su pedestal.
14.
Entorno:
Ornato y embellecimiento de las plazas Francisco Esteban Gómez y Jorge Quiterio
Real.
…/…
TERCERA PARTE
INFORMACIÓN REFERENTE AL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE EN LA
BIBLIO-HEMEROGRAFÍA REGIONAL.
1. MONSEÑOR ANDRÉS DE JESÚS MÁRQUEZ GÓMEZ
Santiago Amparán Romero
Nació en Santa Ana del Norte el 17 de
octubre de 1917. Hijo de Leandro Máximo Márquez Moreno y María de Jesús Gómez
de Márquez. Sus estudios eclesiásticos los realizó en el Seminario de Cumaná y
el Interdiocesano de Caracas. El 26 de julio de 1942 fue ordenado sacerdote en el histórico templo
parroquial de su pueblo natal, donde ofició su primera misa el 2 de agosto del
mismo año. Fue Párroco de Altagracia, Cumaná, Puerto Sucre, Santa Ana y
Carúpano. Vicario de Margarita, de Carúpano y Vicario Capitular de la Diócesis
de Cumaná. Camarero Secreto y Protonotario Apostólico de su Santidad, Miembro
del Consejo de Consultores de la Diócesis y Miembro del Consejo Presbiteral.
El 11 de septiembre de 1963 fue
trasladado a Carúpano donde prestó
servicios hasta el 12 de diciembre de 1972.
Como constancia de su sensibilidad social, dejó en aquella ciudad
oriental la Escuela Parroquial “Santa
Teresita” concebida en principio para ofrecer educación a limpiabotas y
pregoneros. Actualmente en pleno funcionamiento. En enero de 1973 se incorporó a la Diócesis
de San Felipe donde prestó servicios como Vicario de Religiosas, Capellán del
Ancianato y Capellán del Internado Judicial.
En el año 1976 publicó el libro Árboles, pájaros y niños y en 2004 la
Fundación República Insular patrocinó una segunda edición. Es este un
testimonio amoroso de índole histórico/cultural en homenaje a su pueblo natal.
Ya avanzado en edad pasó a retiro y regresó a Margarita,
su lar nativo, Santa Ana, donde gozó del aprecio y del cariño de sus familiares
y de la feligresía en general.
Falleció en Santa Ana el 12 de mayo
de 2005. Sus restos reposan, junto a los de su hermano también sacerdote Tomás
Márquez Gómez, en la nave lateral izquierda del templo colonial.
Santiago Amparán Romero: “Monseñor
Andrés de Jesús Márquez Gómez.” Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular,
2004. (Solapa)
2. HISTORIA DE LA IGLESIA
Andrés Márquez Gómez
La construcción de la iglesia de
Santa Ana se inició alrededor del año 1748. Antes de esta fecha había una
iglesia pequeña, tal vez una capilla, insuficiente para el número de fieles,
españoles y guaiqueríes, que asistían a los oficios religiosos. Así se desprende
de un informe del Gobernador de Margarita Don José Longart y Cobián (1) al
Monarca español, fechado el 25 de septiembre de 1748. Dice: “que por haberse
aumentado considerablemente el partido del Norte y ser su iglesia muy pequeña,
los he fomentado para que hagan una a proporción de su vecindario.”
Esta iglesia terminó veinte años
después, estando al frente de la Parroquia el activo sacerdote cumanés, Manuel
José Sotillo Verde (2) quien informó a la Corte de Madrid “que la iglesia está
concluida, que la hicieron a sus expensas los vecinos españoles y guaiqueríes.
Es de bajareque, mampostería, techo de tejas, con una torre.”
Aunque el padre Sotillo Verde dice
“que la iglesia está concluida” se ve a las claras que sólo fue de una manera
provisional, tal vez por falta de recursos, ya que las Cajas Reales no dieron
un maravedí (“fue hecha a expensas de los vecinos españoles y guaiqueríes”) o
por la urgencia del culto (“por haberse aumentado considerablemente el partido
del Norte”). Mientras el presbiterio, las dos sacristías, el campanario y el
frontis son de mampostería maciza, las paredes laterales, eran de bahareques y
el techo estaba sostenido por dos filas de gruesos horcones, la mayoría de
roble y apamate que según la tradición fueron cortados en lo que es hoy la
plaza Francisco Esteban Gómez.
Cuando el Libertador estuvo en Santa
Ana, 47 años más tarde, la iglesia no había sufrido variación alguna y así se
conservó hasta el año 1912, salvo ligeras modificaciones en su interior como el
famoso “cuarto de los muertos”, (3) adosado a una pared del presbiterio y
aprovechando el ángulo formado por esta pared y el campanario y en su parte
interior la pintura del presbiterio en 1860 y la construcción del coro alto en
1866.
Para el año 1900 las paredes laterales
de la iglesia y el techo necesitaban urgente reparación. El presbítero Jorge
Quiterio Real, párroco de Santa Ana para la primera década del presente siglo,
se vio en la imperiosa necesidad de sustituir las paredes de bahareque por unas
de mampostería. Para esta obra se usó el sistema de fajinas en la recolección
de materiales. Mi padre contaba cómo mi
tío Ricardo, él y todo el pueblo, presidido por el Padre Real, cargaron piedras
y arena para la obra. Por falta de recursos, las paredes quedaron sin encalar.
En 1924, el párroco, presbítero
Bachiller Plácido José Fernández, mandó frisar las paredes y construir las
aceras.
En 1930, centenario de la muerte del
Libertador, estando al frente de la Parroquia Monseñor Juan Miguel Lárez, se
sustituyeron los horcones de la nave central, por dos hileras de columnas de
mampostería, con sus arcos respectivos. Lástima que en esa oportunidad hicieran
terminar las columnas con capiteles dóricos, muy bonitos, pero que desentonaban
con el conjunto. En ese tiempo se cometió el disparate de cambiar el piso de
ladrillos por uno de cemento. Disparate aún mayor, por cuanto la mitad del piso
de la iglesia estaba cubierto con grandes losas sepulcrales. Era costumbre de
la época anterior a la primera década del presente siglo, enterrar a los
muertos en la iglesia. Allí estaban enterradas muchas personas ilustres de gran
figuración en la historia política y militar de Margarita. Hoy es imposible
identificar el lugar exacto donde se encuentran sus restos.
Para estos trabajos se nombró una
“Junta Pro Templo Histórico de Santa Ana”, presidida por Monseñor Juan Miguel
Lárez y compuesta por los notables de la población, entre los cuales estaba mi
padre. Esta Junta, entre otros, tenía
como presidentes honorarios al Primer Magistrado del Estado, al Obispo de la
Diócesis, al Vicario de Margarita, Monseñor Eduardo de Jesús Vásquez y,
naturalmente, al Presidente de la República. Al hacerle la participación al
General Juan Vicente Gómez y pedirle la restauración del histórico templo como
un homenaje del Gobierno Nacional al Libertador en el primer centenario de su
muerte, contestó enviando la cantidad de mil bolívares. Cuando en el Norte se
recibió tan pequeña suma, los integrantes de la Junta, se trasladaron al Valle
del Espíritu Santo a pedir consejo a Monseñor Vásquez. Este les dijo: “Hijitos,
no se desalienten. Participen al General Gómez que ya recibieron la primera
cuota para la obra”.
No sé si alguno se atrevió a firmar
tal participación.
En el año 1946 fue necesario ponerle
un techo nuevo a la iglesia. El que tenía antes era de varas, latas de
“guatacare”, barro y tejas, y se había deteriorado de tal manera que era un
peligro permanecer dentro del templo. Se cambiaron las varas por alfaldas, las
latas por tablas de cedro y se le colocaron las tejas originales. Para este
trabajo se contó con una ayuda substancial del Ejecutivo Nacional, presidido
por el General Isaías Medina Angarita y una colecta popular. Aunque el dinero
se consiguió estando al frente de la Parroquia el Pbro. Fray José María
Estorch, de la Orden de los Carmelitas, los trabajos se realizaron siendo yo
Párroco Accidental de Santa Ana.
A mediados del año 1951 se le quitó a
la iglesia el piso de cemento y se le puso uno de granito, donado por el
Gobierno Regional, presidido por Don Heraclio Narváez Alfonzo, hijo ilustre de
Santa Ana. (4)
El 5 de febrero de 1957, a petición
de la Asamblea Legislativa del Estado Nueva Esparta, el Concejo Municipal del
Distrito Gómez, de diversos organismos culturales y del Párroco, la Junta
Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación, declaró a la iglesia de Santa Ana, Monumento Histórico Nacional.
Para principios de 1960 empezaron de
nuevo a notarse grietas bastante peligrosas en el piso de granito, el frontis y
el arco toral de la iglesia. El techo se hundió en varias partes y se
desprendieron numerosas alfaldas. Ante el peligro de que la iglesia se
derrumbara y siendo yo párroco titular de Santa Ana y Vicario de Margarita,
hice varios viajes a Caracas con el fin de entrevistarme con el Ministro de
Justicia, algunos miembros de la Academia Nacional de la Historia y la Junta
Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación, e interesar a unos y otros en la total restauración del histórico
templo. Al mismo tiempo se organizó una campaña de prensa y radio, a través de
numerosos comités de norteros, fundados con tal fin, en diversas ciudades y pueblos de Venezuela.
La campaña de estos comités que a través de diversos medios de comunicación de
masas, pedían al Gobierno la restauración de la iglesia, fue bastante efectiva.
El Ministro de Justicia ordenó la ejecución de la obra a un costo de 150.000
bolívares. El encargado de los trabajos fue el técnico en arquitectura
colonial, Profesor Graziano Gasparini. A
excepción de las paredes, las columnas y los arcos, se procuró dejar la iglesia
tal como la contemplaron los ojos del Libertador el 6 de mayo de 1816. Para
esto se eliminó el “cuarto de los muertos”, las capillas de Santa Teresita y el
Calvario, que ocupaban las antiguas sacristías, el piso de granito y los
capiteles dóricos. Se puso un piso de ladrillos semejantes al que tenía en la
Colonia, se doraron al fuego los nichos del presbiterio y toda la obra de
madera fue de puro estilo colonial. Los trabajos empezaron el 7 de enero de
1962 y se terminaron a mediados del mismo año. La obra se bendijo el 26 de
julio, día de Santa Ana, con la asistencia del Obispo de la Diócesis de Cumaná,
Mons. Crisanto Mata Cova, del Gobernador del Estado Sr. Ramón Borra Gómez, de
una representación de la Asamblea Legislativa del Estado y otra del Concejo
Municipal del Distrito Gómez. Estaban presentes todos los sacerdotes de la Isla
y una gran concurrencia de fieles. El discurso estuvo a cargo de Mons. Críspulo
Benítez Fonturvel, preclaro hijo de Margarita.
¿Será esta reparación definitiva?
Desde 1910, cada reparación que se ha hecho al templo ha sido como un compás de
espera, ante la acción destructora del templo.
Debemos recordar que los materiales empleados
por los españoles en sus construcciones en Venezuela, fueron sumamente
deleznables. Por eso han desaparecido muchísimos conventos e iglesias del siglo
XVII. Yo he visto ruinas majestuosas en
el interior del Estado Sucre. Entre las pocas iglesias que se conservan de esa
época, están las catedrales de La Asunción y de Coro, muy parecidas por cierto,
como que ambas fueron construidas por el mismo arquitecto: Naveda.
La iglesia de Santa Ana del Norte,
construida en la mitad del siglo XVIII, con materiales de baja calidad y por el
sistema de “fajinas” no ofrece muchas garantías de durabilidad. A esto se
agregan dos factores muy importantes. Primero: el terreno del Norte,
especialmente el que está alrededor de la plaza Francisco Esteban Gómez, según
los entendidos, no es muy firme. Por eso han desaparecido todas las casas
coloniales construidas en el Norte, a base del sistema de “calicanto”. Segundo:
el piso de la iglesia fue completamente cavado por la costumbre de enterrar a
los muertos en su recinto. Yo era un niño y recuerdo cómo en 1930, al cavar los
huecos para las bases de los pilares, tuvieron que hacerlos anchos y profundos
porque la tierra estaba completamente removida y llena de huesos humanos.
Debe ser una preocupación constante,
la conservación de esta reliquia histórica. Dejar caer la iglesia de Santa Ana,
sería una grave inconsecuencia para con Dios y para con la Patria. Las futuras
generaciones nunca lo perdonarían.
NOTAS:
(1) Don. Jos. Longar y Cobián fue
nombrado Gobernador de Margarita el 20 de abril de 1744, tomó posesión de su
cargo el 17 de mayo de 1746 y murió en la isla en 1750.
(2) El Padre Sotillo Verde fue el segundo
párroco de Santa Rosa de Carúpano.
(3) Se le llamó “cuarto de los muertos”
porque allí velaban a los cadáveres traídos de Pedrogonzález, Tacarigua,
Altagracia y otras poblaciones
vecinas, donde no había cementerios. El
sacerdote rezaba allí las preces litúrgicas antes del levantamiento del
cadáver, luego lo conducía a la iglesia y por último al cementerio que primero
estuvo detrás del templo y luego en el lugar que ocupa actualmente. El “cuarto
de los muertos” fue mandado a construir por el Pbro. Francisco de la Concepción
Romero.
(4) Heraclio Narváez Alfonzo nació en
Santa Ana el 8 de junio de 1909 y es
hijo legítimo de Juan Narváez y Doña
Juanita Alfonzo de Narváez. Fue Gobernador del Estado Nueva Esparta desde
octubre de 1949 hasta enero de 1958. Fue un gobernador progresista que dejó en
el Estado muchas obras de utilidad colectiva. Periodista, poeta, historiador,
ensayista, es uno de esos grandes talentos de los cuales el Norte debe sentirse
orgulloso.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar,
Fundación República Insular, 2004, pp. 24-29.
3.
SANTA ANA DEL NORTE HA TENIDO DOS PATRONAS
Andrés Márquez Gómez
La primera patrona del Norte fue la
Virgen de la Guadalupe. Pero ¿qué Virgen de la Guadalupe? No creo que se trate
de la Virgen Mexicana, aparecida al indio Juan Diego en 1531. Si contamos el tiempo necesario para que se
imponga en el pueblo una nueva advocación de la Virgen, lo difícil de las
comunicaciones de entonces y, sobre todo, la natural y necesaria aprobación
eclesiástica, que en estos casos siempre suele ir con pies de plomo, se puede
dar por descartada la Virgen aparecida en el Tepeyac. Pero a estos se agrega un
argumento más poderoso. La Patrona de los mexicanos es una purísima, con las
manos juntas sobre el pecho, parada sobre media luna y sostenida por un ángel.
Al contemplarla vienen inmediatamente a la mente las inmaculadas de Murillo. La
imagen de la Virgen de la Guadalupe que se conserva en Santa Ana y, que según
la tradición, fue la titular de la
iglesia que se construyó con autorización del obispo Fray Pedro Solier, no es
una purísima. Es una imagen con un niño en los brazos. Creo que se trata más
bien de la Virgen de Guadalupe que se venera desde muy antiguo en la ciudad de
Cáceres, en la provincia de Extremadura. En el monasterio de los Jerónimos de
esa ciudad española hay una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, muy querida
por el pueblo español, sobre todo en los años de la conquista de América. Era
la devoción predilecta de las cortes de Carlos V Y Felipe II. Debo recordar que
el famoso y valiente caballero, Don Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe
II y vencedor de los turcos en la célebre batalla de Lepanto, solía llevar en la nave capitana, junto a las
insignias reales, un estandarte de la Virgen de Guadalupe, bordado por las
manos de la noble y santa matrona Doña Magdalena de Ulloa, esposa de Don Luis
Quijada, valido de Carlos V. Debo recordar también que Cristóbal Colón en su
segundo viaje al continente americano,
puso el nombre de Guadalupe a una isla de las Antillas que los
aborígenes llamaban Ruruqueire. A esto se agrega que casi todas las
expediciones que a raíz del Descubrimiento salían de España hacia el Nuevo
Mundo, venían bajo la protección de la Virgen de Guadalupe.
Pocos años después, la población del
Norte fue trasladada al lugar que ocupa actualmente. Las causas que motivaron
ese traslado pudieron ser varias. Primero: la defensa de la población ante las
incursiones de piratas y bucaneros. La Santa Ana actual queda mucho más
protegida entre dos pequeñas colinas llamadas El Vigía y Cerro España, a sus
costados tiene las montañas del Tamoco y Guaitoroco y a su espalda la montaña
de Tacarigua y sobre todo el Portachuelo por donde, en caso de emergencia, se
podía esperar ayuda de La Asunción. Segundo: la cercanía de las aguas. En
aquella época, cuando todavía la tala no había derribado nuestros bosques, si
las sequías no eran muy prolongadas, los riachuelos de Tacarigua y del Tamoco
corrían perennemente por La Tagua e iban a desembocar en el mar, cerca de La
Galera. Tercero: la proximidad de terrenos sumamente fértiles como son los del
Tamoco, La Tagua y generalmente, todos los que rodean a la Santa Ana actual.
Con el traslado del pueblo cambió la
patrona. Dejó a la Hija por la Madre, cambió a la Virgen de Guadalupe por Santa
Ana. El cambio de nombre y de patrona fue frecuente en la Colonia. ¿Qué motivo
hubo para poner a la población bajo el patrocinio de Santa Ana? Pudo ser la
devoción de alguno a la madre de la Virgen María. Los españoles fueron muy
devotos de Santa Ana. Basta recorrer ligeramente el mapa de Venezuela para
comprobarlo. Santa Ana de Coro, Santa Ana de Trujillo, Santa Ana de Anzoátegui.
Además la iconografía de Santa Ana del tiempo de la Colonia es bastante
numerosa en nuestra patria. Es difícil encontrar una iglesia de aquella época
que no tenga una imagen de Santa Ana.
La imagen de esta santa que se venera
en la iglesia del Norte es muy antigua. En mi infancia, recuerdo haber visto en
el “cuarto de los muertos”, junto a una imagen vieja de Jesús Nazareno, otra
antigua, pequeña, de madera pero bastante apolillada, de Santa Ana.
Andrés Tomás Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar,
Fundación República Insular, 2004, pp. 72-74.
4.
BIOGRAFÍA
DE FRANCISCO ESTEBAN GÓMEZ.
(Fragmento)
Aníbal Márquez Gómez
Aquí, a nuestro lado, se encuentra el
templo de la Villa de Santa Ana del Norte, que guarda en su augusto pero
agotado presbiterio y en sus cansadas naves, algunos acontecimientos de
extraordinaria significación histórica para la causa de la independencia de
Venezuela y de América. Afortunadamente, ante el silencio de los historiadores
patrios, algunos Quijotes nos hemos dado a la tarea de dar a conocer esa
importancia, y creemos haberlo logrado. /…/
En esa reunión del 6 de mayo de 1816
tomó parte, como Jefe del Estado Mayor del Ejército de Margarita, única provincia
libre de Venezuela, el personaje que nos reúne aquí hoy con motivo de cumplirse
222 años de su nacimiento en esta añosa Villa: el para entonces Teniente Coronel Francisco Esteban Gómez. /…/
Su infancia transcurre, como en todos
los pueblos, alrededor del templo que es sin duda el centro donde conjugan
todas las voluntades de espíritu cristiano. Su educación es también
eminentemente católica y a tal efecto se prepara en la catequesis para recibir
la sagrada comunión, también en este recinto, se hace acólito del mismo, que es
la mayor de las cuatro órdenes menores de la Iglesia Occidental. En general,
los acólitos son niños o personas mayores a quienes para ayudar al sacerdote en
la misa u otros actos litúrgicos, se les permite usar la vestidura eclesiástica,
esto es: Sotana y cota o sobrepelliz.
Estudia latín e historia sagrada, materias indispensables para quien en
aquellos años debía desempeñarse como acólito, y para prepararse a una posible
carrera eclesiástica. Sus dotes personales, su inteligencia y su entrega al servicio de la iglesia
permiten que sea designado Sacristán. Sabido es que en aquel tiempo el oficio
de Sacristán estaba reservado a personas dotadas de un gran sentido de la
honestidad, de una gran preparación doctrinaria y de relevantes dotes
personales.
/Al desatarse los sucesos
revolucionarios en Caracas el 19 de abril de 1810/ Francisco Esteban Gómez
escoge la lucha armada, luego de casarse en el mismo templo, con la
posteriormente heroína Petronila de Mata Romero el 21 de diciembre de 1810.
/…/
Por todas estas razones los
santanenses o norteros, debemos sentirnos orgullosos del hombre cuyo nacimiento
hoy celebramos. Ejemplo de integridad para servir al Creador desde las más
humildes posiciones. Paradigma de coraje para tomar las armas y luchar con
extraordinaria fiereza, cuerpo a cuerpo, por la libertad y la defensa de la
Venezuela de sus desvelos. Valiente comandante para no dejarse intimidar por el
poderío militar y político de la imperialista Corona Española. Ponderado
magistrado y ciudadano para ejercer el poder con apego a la Ley y a la lealtad
de sus principios.
Aníbal Márquez Gómez: “El heroísmo
del Sacristán.” (Discurso de Orden pronunciado en la Sesión Solemne del Concejo
Municipal del Municipio Gómez. 26 de diciembre de 2005 con motivo del 222°
aniversario del natalicio de Francisco Esteban Gómez). En: Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la
Tercera República de Venezuela. (Recopilación Documental). Porlamar, Verbo
Publicaciones e Impresos, 2006, pp. 87-95.
5. BIOGRAFÍA DE JUAN BAUTISTA ARISMENDI
Andrés Márquez Gómez
El General Juan Bautista Arismendi
escogió al Norte para su residencia. Esto no es un hecho casual. Hombre
astuto, que olfateaba el peligro a la distancia y que medía muy bien los pasos
que daba porque se sentía perseguido y más que perseguido acosado por enemigos
implacables, y su cabeza puesta a precio, sabía que entre los habitantes del
Norte estaba seguro. La gente de este pueblo, adicta a la causa de la
Independencia, era incapaz de una
traición. Allí Arismendi hizo su casa y vivió con su primera esposa Doña María
del Rosario Irala, y, muerta ésta, allí contrajo nuevas nupcias con la ilustre
caraqueña Doña Luisa Cáceres Díaz, nuestra máxima heroína. Allí, finalmente,
sorteó las insidias que le tendió las intrigas y el odio de Urreiztieta y sus
conmilitones. Nunca un norteño delató al héroe, ni se dejó tentar, en su pobreza, por el alto precio puesto a su
cabeza, ni se dejó intimidar con amenazas y castigos para que se apartara del
camino de la lealtad prometida al héroe que luchaba por la Libertad.
Para tener una idea de la sagacidad
de Arismendi, basta recordar que mientras estuvo oculto por la persecución
realista, hizo correr la voz por intermedio de sus leales, de que se encontraba
en una isla de las Antillas. Además, el mismo día de la toma de la guarnición
de Juangriego, con tres fusiles y unos pocos hombres, hizo creer a los suyos
que era necesario apoderarse del puerto para que pudiera desembarcar una
expedición de más de 1.500 hombres, que venía a liberar a Margarita de la
tiranía de Urreiztieta.
Si después del ataque a la guarnición
de Juangriego, Arismendi se lanza a la toma de la Casa Fuerte de Santa Ana, es
porque sabe que va a encontrar respaldo en un pueblo adicto a la causa de la
República. Es cierto que después de apoderarse de la Casa Fuerte del Norte, de
todos los pueblos de Margarita, especialmente de Paraguachí y de San Juan,
acudieron numerosos hombres y hasta mujeres a ponerse a sus órdenes, pero el
mayor número fue de Santa Ana. En las acciones de guerra de El Vigía y Fuerte
España, los norteros llevaron, en gran parte, el peso de la lucha.
Por eso no es de extrañar el odio que
revelan las inhumanas instrucciones que Joaquín Urreiztieta dio al Capitán Juan
Garrigó: “Se pondrá usted en marcha para el Norte, y a toda costa, tomará aquel
punto, dándome parte pronto de todo acontecimiento… No dará usted cuartel a
ninguna persona y permitirá el saqueo a la tropa, luego que llegue… La Villa
del Norte será quemada cuando regrese de San Juan”.
Esta adhesión total a la causa de la
Independencia, le mereció a Santa Ana ser escogida como cuartel general de los
patriotas. Allí residía el Jefe de las fuerzas republicanas con su Estado
Mayor; allí había un hospital atendido por las mujeres del Norte, para los
heridos de la guerra; allí estaban bien custodiados los numerosos prisioneros
cogidos a los españoles en los combates anteriores, y allí, finalmente, todo el
pueblo era un gran taller donde se fabricaban numerosos útiles necesarios para
el ejército.
Cuando el Libertador llegó a
Margarita con los expedicionarios de Los Cayos de San Luis, en mayo de 1816, encuentra en el Norte a un
pueblo amigo, fervorosamente patriota, que lo aclama y se despoja de sus
haberes para ponerlos en sus manos, como una contribución a la causa de la
Libertad. Simón Bolívar volvió a la población de Santa Ana el 28 de diciembre
del mismo año y de nuevo el pueblo se volcó por las calles para darle la
bienvenida. El General Francisco Esteban Gómez, en la obra citada,
/Observaciones a la Historia de Margarita de Francisco Javier Yanes/ dice: “Si
los margariteños en la primera vez que estuvo el General Bolívar en la Isla con
la expedición libertadora, se habían vuelto locos de contento -considerando a los expedicionarios como sus
libertadores- no fue menos el júbilo y
la alegría de todos los habitantes desde que las baterías de Juangriego
anunciaron, con una salva de 21 cañonazos, que por segunda vez pisaba el
Libertador el suelo de Margarita. Todos, ansiosos, se apresuraban a los
caminos, mujeres, niños y ancianos, y hasta los heridos de los hospitales se
veían por todas partes dándose la enhorabuena y vitoreando la Libertad y al
General Bolívar, que acompañado del Gobernador, con todo su Estado Mayor y
multitud de vecinos honrados, hizo su entrada al Norte, el 28 de diciembre, en
medio de vivas y aclamaciones. Por el otro día pasó a La Ciudad y Pampatar, en
donde se le tributó todo el homenaje debido a un jefe de sus méritos y
virtudes; por el 31 dispuso su viaje a Barcelona y por el primero de enero se
marchó.”
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar,
Fundación República Insular, 2004, pp. 78-80.
6. LA JUNTA DE NOTABLES REUNIDA EN LA IGLESIA DE SANTA ANA EL 6 DE MAYO DE 1816.
Andrés Márquez Gómez.
Después de la pérdida de la Segunda
República por la división de los patriotas y ante el avance arrollador del
sanguinario José Tomás Boves, quien había logrado poner a los llaneros en
contra de la República, Bolívar, Mariño, Piar y otros jefes patriotas organizaron
en Haití una expedición para invadir y libertar a Venezuela, contando con la
generosidad del Presidente Petión. Los
jefes patriotas reunidos en la casa de la “señora Jeann Bouvil, situada en La
Savane, barrio de Los Cayos” designaron a Bolívar como jefe, a Mariño como a su
segundo y mayor general, a Brión como jefe de la escuadra, a Zea, intendente
general y a Ducoudray-Holstein, subjefe del estado mayor. Piar y MacGregor
mandarían las divisiones que se formasen en territorio venezolano.
La expedición salió de Los Cayos de
San Luis el 31 de marzo de 1816. Estaba compuesta por siete goletas armadas en
guerra, a saber: la Bolívar, la Mariño, la Piar, la Constitución, la Brión, La
Feliz y la Conejo. En ellas venía un total
de 250 hombres, incluyendo los oficiales. El rumbo era Margarita, la
cual estaba bloqueada por una escuadra compuesta de dos fragatas, un bergantín,
tres goletas y varias cañoneras.
Después de haber apresado en un
sangriento combate al bergantín Intrépido y a la goleta Rita /ocurrido el 2 de
mayo/, llegaron al puerto de Juangriego el 3 de mayo. Antes de desembarcar, el
General Arismendi subió a bordo de la Bolívar para invitar al Libertador y a
sus acompañantes a bajar a tierra. Ese mismo día se trasladaron al Norte en
medio de las aclamaciones del pueblo.
El día seis por la mañana hubo una
Junta de notables en la iglesia de Santa Ana. En ella estuvieron presentes:
Bolívar, Mariño, Piar, Arismendi, MacGregor, Gómez, Ruiz, José Maneiro,
Celedonio Tubores, Morales, Mata, Zea, Valdés, Ducoudray, Pedro María Freites,
Boguier, Landaeta, Soublette, Marconies, Chipía y Briceño Méndez. Además “el
clero y otros notables de la Isla.”
Esta Junta fue de una importancia
enorme para Venezuela porque en ella se acordó:
A) La unificación de Venezuela. Antes de
esa Junta el actual territorio venezolano estaba dividido en dos partes, con
dos ejércitos distintos y dos libertadores: Bolívar, Libertador de Occidente y
Mariño, Libertador de Oriente. No debemos olvidar que en la primera batalla de
Carabobo, ganada por los patriotas, hubo dos ejércitos republicanos,
independientes el uno del otro. Por eso después del triunfo hubo dos partes de
guerra: uno del Ejército de Occidente y otro del Ejército de Oriente.
En la iglesia de Santa Ana se acordó
que en adelante, Venezuela sería “una e indivisible”, terminando para siempre
con lo que podía ser motivo de una guerra civil. “A partir del 6 de mayo de
1816, no será ya posible hablar de Estado de Occidente y de Estado de Oriente.”
(C. Parra Pérez: Mariño y la Independencia
de Venezuela. Tomo II. Cap. III).
El primero de noviembre de 1817,
Bolívar, en el discurso de instalación del Consejo de Estado en Angostura,
dijo: “Por la asamblea de Margarita de 6 de mayo de 1816, la República de
Venezuela fue decretada una e indivisible. Los pueblos y los ejércitos, que
hasta ahora han combatido por la libertad, han sancionado, por el más solemne y
unánime reconocimiento, esta acta, que, al mismo tiempo que reunió los estados
de Venezuela en uno solo, creó y nombró
un poder ejecutivo bajo el título de jefe supremo de la
República.(Vicente Lecuna: Proclamas y
Discursos del Libertador).
B. El reconocimiento del General
Bolívar como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos, y del General
Mariño como su segundo. Desde este momento habrá en Venezuela un solo jefe y un
solo ejército. ¿Por qué estos nombramientos de Bolívar y Mariño, si ya desde
Los Cayos, uno era jefe y el otro su segundo? Oigamos a Parra Pérez: “Pero
aquel mando supremo del Libertador era hasta ese momento puramente militar, de
jefe expedicionario, y, por lo tanto, convenía extenderlo y darle carácter, por
decirlo así, legal, como lo reclamaba la circunstancia de encontrarse de nuevo
en territorio nacional y en disposición de abrir campaña, pero, al mismo tiempo,
de empezar la reorganización del país. ¿Y cómo legalizar el estado de hecho
sino recurriendo al medio clásico del cabildo abierto, de la asamblea popular,
en la cual algunos militares y algunos notables ‘asumían la soberanía’ para
delegarla inmediatamente y según el rito democrático en el jefe electo?” (Parra
Pérez: Obra citada).
C. El establecimiento de un gobierno
provisorio para Margarita, compuesto de tres miembros. De hecho este régimen
político de un triunvirato removible cada trimestre había sido decretado por
Arismendi, presidente del gobierno de la Isla. La junta de la iglesia del Norte
se limitó a aprobar y a recomendar al Libertador “el arreglo de los gobiernos
provisionales que deberían instalarse al paso que se vayan libertando las
provincias.”
D) El nombramiento de Arismendi como
General en Jefe; de Monagas, Zaraza, Cedeño y Rojas como Generales de Brigada y
de Gómez, Maneiro y Ruiz y otros como Coroneles.
/…/
Al finalizar la Junta el Pbro. José
Vicente Gómez celebró la Misa y después
de ella, Arismendi entregó a Bolívar las insignias del mando y le proclamó Jefe
Supremo de la República de Venezuela y Nueva Granada. A Mariño se le dio la facultad de “sucederle en
caso de ausencia, enfermedad o muerte.” (El Párroco Pbro. Pedro Manuel Romero asistió
a la Junta, pero no dijo la Misa por estar ciego).
El día 8 desde el Cuartel General de
la Villa del Norte, Bolívar lanzó una proclama a toda Venezuela. En ella se
destacan cuatro cosas: a) La proclamación de la Tercera República:
“Venezolanos: he aquí el tercer período de la República.” b)La convocatoria
para un Congreso: “El Congreso de Venezuela será nuevamente instalado donde y
cuando sea vuestra voluntad.” c) Un llamado a la unión: “os recomiendo la
unidad del Gobierno y la libertad absoluta, para no volver a cometer un absurdo
y un crimen, puesto que no podemos ser libres y esclavos a la vez.” d) El
término de la guerra a muerte, condicionada a la actitud que asuman los
realistas: “la guerra a muerte cesará, si vosotros la cesáis: si no, tomaremos
una justa represalia y seréis exterminados.”
El Libertador pasó en Santa Ana 22
días, con la actividad que fue una de sus características. El 25 de mayo, en la
armada salió del puerto de Juangriego,
rumbo al continente. /A Carúpano/
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar,
Verbo Publicaciones e Impresos, 2004, pp. 90-94.
7.República de Venezuela-Ministerio de Relaciones Interiores-Junta
Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación-Caracas, 5 de febrero de 1957 – 147° y 98°
Resuelto:
La Junta Nacional Protectora y
Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, en uso de la
atribución que le confiere el ordinal 1° del artículo 6° de la Ley de
Protección y Conservación de Antiguedades y Obras Artísticas de la Nación,
declara Monumento Histórico Nacional al templo colonial de Santa Ana del Norte,
Isla de Margarita, del Estado Nueva Esparta, donde el 6 de mayo de 1816, al
frente de la Primera Expedición de Haití, fue reconocido el Libertador como
Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos, y lo incorpora al Patrimonio
Histórico y Artístico de la Nación.
J. A. Cova
Presidente
Dr. Héctor Parra Márquez
Vice-Presidente
Dr. Carlos R. Villanueva
Vocal
Dr. Pedro Centeno Vallenilla
Vocal
Leopoldo
García Quintero
Secretario
Gaceta Oficial de la República de Venezuela – Caracas, 8 de marzo 1957 –
N° 25.301.
8. ACTA DE RECONOCIMIENTO DEL LIBERTADOR COMO JEFE SUPREMO DE LA REPÚBLICA Y
DE SUS EJÉRCITOS
En la Villa del Norte de la Isla de
Margarita, a seis de mayo de mil ochocientos diez y seis, reunidos en la
Iglesia Parroquial de dicha Villa los Excmos. Sres. Capitán General Simón
Bolívar como Presidente, Generales en
Jefe Santiago Mariño y Juan Bautista Arismendy, el de División Manuel Piar, el
de Brigada Gregorio Mac Gregor, el
Intendente General de Exto. de Margarita, Comandante General, Teniente Coronel
Francisco Esteban Gómez; el Mayor General, Teniente Coronel Pablo Ruiz; el
Sargento Mayor de Infantería Teniente Coronel José Maneiro; Coronel de
Caballería, Teniente Coronel José Celedonio Tubores; el Mayor General de la
misma, Coronel Francisco Morales; el Sargento Mayor Policarpo Mata, y el
Presidente del Gobierno Político Provisorio Francisco Sánchez, y los Coroneles
Expedicionarios Manuel Valdéz, Luis Ducoudray, Pedro María Freites,
Sebastián Boé, Vicente Landaeta, Carlos
Soublette, Miguel Martínez y Pedro Ramón Chipía, abrió la sesión el Excmo.
Señor Capitán General exponiendo en un discurso que sin embargo de que el
Excmo. Señor General en Jefe Juan Bautista Arismendy le había cedido la
Presidencia de la Junta, renunciaba si ésta tenía a bien elegir a otro. El General Arismendy votó el primero
confirmando la Presidencia en el Capitán General y el resto de la Junta siguió
unánimemente su voto.
El Excmo. Señor Presidente manifestó
en seguida a la Junta que el objeto principal para que se había reunido era
elegir un jefe único que fuese reconocido como Supremo de la República y de sus
Ejércitos y se nombrase un segundo que deba sustituirlo en caso de muerte. En
el mismo discurso hizo una ligera relación de los sucesos que lo obligaron a
abandonar por algún tiempo a su país; de la generosa protección con que le
acogió el Presidente de Haití, permitiéndole se uniera en aquella República a
los restos dispersos de Venezuela y Cartagena, para venir a auxiliar a esta
Isla, con una expedición cuyo mando y dirección se le confirmó por acuerdo de
una Junta celebrada en Los Cayos: Concluyó deponiendo en manos de la Junta la
autoridad que ha ejercido, pidiendo se le permitiese retirarse de la sesión
para que los miembros de la Junta tuviesen en su ausencia una completa
libertad. El Excmo. Señor Juan Bautista Arismendy tomó entonces la palabra: demostró que era
innecesaria la separación y que todos los Jefes presentes podían libremente
exponer su opinión.
La Junta se adhirió entonces a este
voto y el Excmo. Señor Presidente permaneció en la Sala. El General Arismendy
continuando su discurso manifestó a la Junta que él había cedido ya el mando al
Excmo. Señor Presidente y ratificaba la
cesión recomendándole de nuevo como Jefe Supremo de la República de Venezuela;
protestó que en lo sucesivo deberá ser aquella una e indivisible, con
desconocimiento de la división anterior del Oriente y Occidente y se desnudó de
su autoridad depositando su bastón en manos del Presidente, quien no lo admitió
hasta que los Jefes de Estado Mayor del Ejército y de los expedicionarios
hubiesen discutido y acordado quién debía ejercer esta Suprema Magistratura.
Después de haber oído a los primeros y exigida la votación de todos, quedó
sancionada unánimemente que la República de Venezuela será una e indivisible,
que el Excmo. Señor Presidente Capitán General Simón Bolívar se elige y
reconoce como Jefe Supremo de ella: y al Excmo.
Sr. General Santiago Mariño por su segundo. El Señor Presidente aceptó
la elección que hacía en él la Junta para el honroso e importante cargo de Jefe
Supremo. Protestó que la salud de la
Patria era su único objetivo y que a ella consagraría sus desvelos y fatigas,
igual aceptación hizo el segundo. Resolvió luego la Junta a propuesta del Señor
Presidente que habiendo en el Ejército y en las varias partidas de guerrillas
que sostienen la causa de la libertad en el interior de Venezuela muchos jefes
y oficiales de los cuales algunos no tienen su nombramiento y origen legítimo
mientras que otros están privados por moderación de lo que justamente merecen,
S.E. el Jefe Supremo debería legitimar aquellos y recompensar a estos según el
mérito de ambos. Pero muy particularmente resolvió con unanimidad la Junta que
el Excmo. Sr. General Arismendy sea ascendido al carácter de General en Jefe y
los Comandantes Zaraza, Cedeño, Roxas, Monagas, al de General de Brigada y los
Jefes de Estado Mayor de Margarita al de Coroneles, quedando el Señor Arismendy
encargado de proponer al Jefe Supremo los demás Generales y Oficiales del
Ejército de esta Isla para que sean premiados por éste, conforme a sus méritos.
El Sr. Presidente del Gobierno
Provisorio de la Isla presentó a la consideración de la Junta un expediente que
leído por mí el Secretario de orden del Sr. Presidente de la Junta, contenía un
decreto del Excmo. Señor General Arismendy estableciendo u Gobierno Político
Provisorio para esta Isla compuesto de
tres individuos removibles cada tres meses, y encargado además de la
subdelegación de las Rentas Nacionales. La Junta después de todo el contenido
del expediente y lo que se expuso en discusión, aprobó este establecimiento y
lo sancionó en el carácter de provisorio recomendando al mismo tiempo a S.E. el
Jefe Supremo el arreglo de los Gobiernos Políticos Provisorios que deberán
instalarse al paso que se vayan libertando las provincias.
La Junta terminó la sesión dando las
gracias al Gobierno Provisional de Margarita por su buena administración en el
ejercicio de sus funciones con lo que se concluye esta Acta que firmaron los
dichos Señores Presidente y Vocales ante mí, el Secretario que certifico. Simón
Bolívar –Santiago Mariño – Juan Bautista Arismendy – Manuel Piar – Gregorio Mac
Gregor – Francisco E. Gómez - Pablo Ruiz
– José Maneiro – Jh. Celedonio Tubores – Francisco Morales – Policarpo Mata –
Juan Francisco Sánchez – Manuel Valdéz – Luis Ducoudray – Pedro Freytes –
Sebastián Boé – Vicente Landaeta – Carlos Soublette – Miguel Martínez – Pedro
Chipía – Pedro Briceño Méndez, Secretario.
Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela.
(Recopilación de textos). Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006,
pp. 102-104.
9. SIMON
BOLIVAR
Jefe Supremo de la República y
Capitán General de los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada, &.,
&.
Venezolanos:
He aquí el tercer período de la
República…
La inmortal Isla de Margarita,
acaudillada por el intrépido General Arismendi, ha proclamado de nuevo el
Gobierno Independiente de Venezuela y le ha sostenido con un valor sublime,
contra todo el imperio español.
Nuestras reliquias dispersas por la
caída de Cartagena, se reunieron en Haití. Con ellas, y con los auxilio de
nuestro magnánimo Almirante Brión, formamos una expedición que, por sus
elementos, parece destinada a terminar para siempre el dominio de los tiranos
en nuestro patrio suelo.
Venezolanos, vuestros hermanos y
vuestros amigos extranjeros no vienen a conquistaros: su designio es combatir
por vuestra libertad, para poneros en actitud de restaurar la República sobre
los fundamentos más sólidos. El Congreso de Venezuela será nuevamente instalado
donde y cuando sea vuestra voluntad. Como los pueblos independientes me han
hecho el honor de encargarme la autoridad suprema, yo os autorizo para que nombréis vuestros diputados en
Congreso, sin otra convocación que la presente; confiándoles las mismas
facultades soberanas que en la primera época de la República.
Yo no he venido a daros leyes, pero
os ruego que oigáis mi voz: os recomiendo la unidad del Gobierno y la libertad
absoluta, para no volver a cometer un absurdo y un crimen, pues que no podemos
ser libres y esclavos a la vez. Si formáis una masa sola del pueblo, si erigís
un gobierno central, y si os unís con nosotros, contad con la victoria.
Españoles que habitáis a Venezuela, la guerra a muerte cesará si vosotros la cesáis:
si no, tomaremos una justa represalia y seréis exterminados.
Venezolanos, no temáis la espada de
vuestros libertadores: vosotros sois siempre inocentes para vuestros hermanos.
Cuartel General de la Villa del
Norte, a 8 de mayo de 1816.
Simón Bolívar
Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de
Venezuela. (Recopilación de textos). Porlamar, Verbo Publicaciones e
Impresos, 2006, pp. 105-106.
10. EL GENERAL POLICARPO DE MATA
Jesús Manuel Subero.
El 24 de agosto de 1881 durante el
entierro del ilustre prócer de la independencia General Policarpo de Mata,
pronunció el Doctor Pedro María Brito González, en la iglesia de Santa Ana del
Norte, ante el féretro de dicho General, un vibrante y valiente discurso.
Para el citado año de 1881, Margarita
era Sección del Estado Guzmán Blanco y gobernaba la Isla el General Juan José
Pereira. Existían en ella dos partidos políticos irreconciliables: los
Britistas, partidarios de Brito González, apodados “Los Moriquites” y los
Ferreristas, del General Bartolomé Ferrer, llamados “Los Borregos”. Ni los difuntos estaban exentos de que se les
dispensara de la simpatía o antipatía que habían manifestado por uno de los
bandos en contienda. El General Policarpo de Mata no escapó a ella, así lo
confirma Mata Illas cuando “a raíz de su
muerte, escribe: “la pasión política sobreponiéndose a los fueros de la
gratitud, de la justicia y de la ley, le negó los honores a que tenía derecho
por su graduación militar y por los notorios y constante servicios que prestó a
su patria.”
En sus apuntaciones manifiesta “que
el General Mata, siendo casi un niño, fue de los más exaltados promotores de la
insurrección de Margarita el 4 de mayo de 1810,
corriendo con varia suerte en la lucha iniciada ese día contra la
dominación española; que fue de los
primeros en filiarse a las órdenes del General Arismendi cuando este hizo el
levantamiento de la Isla contra Pardo y Urreiztieta el 15 de enero de 1816; que asistió en esa época a
todas las funciones de armas de la Isla, sacando de algunas de ellas honrosas
heridas”. Se refiere a la que recibió en el pueblo de Los Robles en mayo de
1816, en el reconocimiento que a las órdenes del General Soublette, vino a
practicar, por disposición del Libertador, sobre las fuerzas de Pardo
acantonadas en Pampatar y que fue curada personalmente por Soublette.
Luego añade: “a los 22 años, el 7 de
mayo de 1816 fue promovido por el Libertador al grado de Coronel efectivo de
caballería; que en 1818 fue de los contadísimos Jefes patriotas de Margarita
que secundaron los planes del Libertador, favoreciendo la misión que trajo a
ella el General Urdaneta, y el único, según las “Memorias de O’Leary”, que
aparece deponiendo en Santa Ana (Norte) ante aquel benemérito Jefe, contra el
propósito rebelde y hostil que frustró una brillante operación militar
concebida por el genio providente de Colombia; que el año 22 era ya Comandante
militar de la Isla, puesto que sirvió hasta el año de 1826, en que los tristes
sucesos de esa fecha le hicieron abandonarla, antes que apoyar con las armas
confiadas a su lealtad, el desconocimiento de la autoridad que había jurado
sostener, y desde Barcelona, el 12 de diciembre, dirigió al Libertador, Jefe
Supremo de la República, la carta que publica O’Leary y que no es otra cosa que
ratificación de la fe, respeto y veneración que le tenía.
Además, del año 1830 hasta el de
1859, “que terminó su actividad pública, son innúmeros los servicios que prestó
a la patria, así en la Magistratura Civil de su tierra nativa como en la
carrera de las armas, dentro y fuera de ella; que su hoja de servicio en la
guerra de la independencia fue certificada por los más egregios militares de la
Gran Colombia; y finalmente, que entró en la vida pública con bienes de fortuna
no escasos y se retiró de ella paupérrimo, pues llevó su abnegación y
desprendimiento hasta no cobrar sus haberes militares reconocidos en deuda
consolidada de aquella época, como tampoco solicitó en la distribución de bienes
nacionales, decretada por el Libertador en Angostura, el año 1817, la
participación a que tenía derecho por su rango.”
Al General Mata se le otorgó la
condecoración Cruz de los Libertadores de Colombia, fue tres veces Gobernador
de la antigua provincia de Margarita y otras tantas Comandante de Armas de la
misma, Jefe de Operaciones de Oriente, con cuyo carácter asistió a la rendición
de la Plaza de Carúpano en los días 13, 14 y 15 de julio de 1859. El 28 de
febrero de 1863, a raíz de la muerte del Coronel Celis Belisario, aceptó la
designación de Comandante de Armas y Jefe de Operaciones de la Provincia de
Margarita, “pero que por muy pocos días podrá ejercer el empleo a causa de sus
notorios males.” Murió el General Policarpo de Mata en Santa Ana del Norte,
lugar de su nacimiento, a la edad de 87 años.
Sus restos reposan en el templo de
esta ciudad. (Nota Adicional: IEGL).
Jesús Manuel Subero: “El General
Policarpo de Mata.” Margariteñerías.
Isla de Margarita, Santa Ana del Norte, año V, N° 72, julio de 1977.
11.
JUNTA NACIONAL PROTECTORA Y
CONSERVADORA DEL PATRIMONIO HISTÓRICO
Y ARTÍSTICO DE LA NACION.
República de Venezuela – Junta
Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la
Nación – Número 32 – Caracas, 11 de julio de 1977. 168° y 119°
La Junta Nacional Protectora y
Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación.
En uso de las atribuciones que le
concede el numeral 1° del artículo 6° de la Ley de Protección y Conservación de
Antiguedades y Obras Artísticas de la Nación.
Considerando:
Que en la Villa de Santa Ana del
Norte, Estado Nueva Esparta, se encuentra situada, en la Avenida Carabobo N°
27, la casa donde nacieron el General Policarpo de Mata y el Coronel Andrés de
Mata, héroes de la Batalla de Matasiete, y Petronila Mata de Gómez, heroína y
mártir.
Considerando:
Que en este inmueble se hospedó el
Libertador en sus dos visitas a la Isla, así como también el General José
Antonio Páez;
Considerando:
Que en la opinión de los miembros de
esta Junta, el mencionado inmueble debe ser conservado perpetuamente para las
futuras generaciones;
Considerando:
Que es aspiración unánime del pueblo margariteño la que el
mencionado inmueble sea declarado Monumento Histórico Nacional.
Resuelve:
1. Declarar el inmueble antes mencionado
Monumento Histórico Nacional.
2. Recomendar al Ejecutivo Nacional su
adquisición, restauración y puesta en servicio para actividades
histórico-culturales.
Comuníquese y publíquese
TOMÁS J. SANABRIA RAFAEL ARMANDO
ROJAS
VOCAL Presidente
ERIKA WAGNER MARCOS
PARÍS DEL GALLEGO
VOCAL
VOCAL
GRAZIANO GASPARINI CARLOS F. DUARTE
SECRETARIO
Secretario
Gaceta Oficial de la
República de Venezuela. Caracas, 14 de julio de 1977, N° 31.276.
12. CUADRO DE ÁNIMAS
Iván Gómez León.
En la iglesia de Santa Ana hay un
hermoso cuadro de ánimas, de autor anónimo, pintado al óleo sobre madera, en el
año 1784. Este cuadro no tiene en el centro, como es costumbre, a la Virgen del
Carmen con el escapulario de los carmelitas, sino una Virgen del Rosario, con
el escapulario de los dominicos en la mano izquierda y el rosario en la mano derecha. (AMG, Árboles,
pájaros y niños, p.75).
En Informe suscrito por el Pbro.
Jorge Quiterio Real y remitido al Venerable Cura de San Juan Bautista, Vicario
Foráneo del Estado el 21 de mayo de 1900, en relación a este tema explica lo
siguiente:
“ La iglesia indicada, según consta
en su archivo, no posee hoy otros bienes sino los siguientes: seis fanegas,
poco más o menos, de terreno en cerros del caserío Tacarigua, donado, desde
tiempo inmemorial por la finada señora Ana Jacinta del Campo, para invertir sus
terrazgos en sufragios para las benditas ánimas del Purgatorio, cuyo retablo se
venera en esta iglesia; y cuatro fanegas, poco más o menos, también de terreno
en el caserío de Pedrogonzález, en el lugar titulado “La Vaya”, donado
igualmente para las ánimas, con idéntico fin, por un sacerdote de apellido
Rojas, habiendo sido el primer recolector de los terrazgos que daba el terreno
el Pbro. Don Cayetano Guerra.” (AMG, Árboles,
pájaros y niños, pp. 30-31).
13. LAS
DOS FUNDACIONES DE LA POBLACIÓN DEL
NORTE
Andrés Márquez Gómez
Es una tradición muy antigua que la
población del Norte se fundó a kilómetro y medio, aproximadamente, del lugar
que ocupa actualmente, en la dirección del camino que conduce a Altagracia.
Muchas veces oí contar a mi padre que él había conocido unas ruinas en ese
sitio.
Al principio se levantó una humilde
capilla o ermita en la cual eran adoctrinados los indios de la parte norte de
la Isla. La patrona era la Virgen de la Guadalupe. Alrededor de esa
capilla, poco a poco fueron surgiendo
las casas. El poblado creció de tal manera que el Obispo Solier, creyó
conveniente una más amplia. Como único recuerdo de esta iglesia existe una
pequeña imagen de la Virgen de la Guadalupe y una bandejita de plata martillada
que tiene una inscripción que dice: “Soy de la Iglesia de Nuestra Señora
de Guadalupe”. Tanto la imagen como la
bandeja están en el actual templo de Santa Ana.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 72.
14. NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
Andrés Márquez Gómez
¿Quiénes fueron los misioneros que
evangelizaron a los indios guaiqueríes de Santa Ana? Seguramente fueron los
hijos de Santo Domingo de Guzmán. Los dominicos tenían un convento en
Margarita, en la Villa del Espíritu Santo, trasladado después a La
Asunción. Los frailes ahorcados por el
Tirano Lope de Aguirre pertenecían a esta orden. Es sabido que los dominicos, siguiendo el
ejemplo de su santo Fundador, han sido siempre los propagadores de la devoción a Nuestra Señora del Rosario.
Pues bien, desde la más remota colonia hubo en Santa Ana, o el Norte, una gran
devoción a esta advocación de la Virgen María. En la iglesia parroquial se
conserva una terracota muy antigua de la Virgen del Rosario. El primer obispo
de Guayana, Monseñor Francisco de Ibarra y Herrera, nacido en Guacara,
población del actual Estado Carabobo, de visita pastoral en Margarita, concedió
indulgencias parciales a las personas que rezaren ante esta imagen. Existe
actualmente una tablilla de la época que dice: “El muy Ilmo. Sor. Don Francisco
de Ibarra y Herrera, obispo de esta Diócesis de Guayana, concedió 40 días de
indulgencia por cada vez que devotamente rezaren una Ave María, delante de la
imagen de Nuestra Señora del Rosario, colocada en esta parroquia. Así mismo
concedió otros 40 por cada vez que asistan a rezar el Santo Rosario en esta
iglesia y cuando sale por las calles”.
En el Presbiterio, sobre el nicho de
San José, hay un pequeño cuadro pintado al óleo sobre tela, que representa a la
Virgen del Rosario, la cual tiene a su derecha a Santo Domingo de Guzmán y a su
izquierda a Santa Catalina de Siena.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 74-75.
15.
BUSTO Y ESTATUA DE FRANCISCO ESTEBAN
GÓMEZ EN LA PLAZA
Andrés Márquez Gómez
En la plaza de Santa Ana que lleva su
nombre, había una columna con un busto del General de División Francisco
Esteban Gómez, mirando hacia el Fuerte España. Este busto se encuentra en el
sitio donde estuvo la casa natal del héroe.
En la plaza citada hay actualmente
una estatua suya de bronce, sobre un pedestal de mármol, donada por el
Ejecutivo del Estado Nueva Esparta, presidido por Don Heraclio Narváez Alfonzo.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, p.
85.
16. PBRO. JOSÉ VICENTE GÓMEZ
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana el 7 de junio de
1771. Fue Vicario Cooperador del Padre Pedro Manuel Romero. Asistió a la Junta
de Notables del 6 de mayo de 1816 y fue quien ofició la Misa en presencia del
Libertador, Mariño, Arismendi y demás próceres expedicionarios de Los Cayos de
San Luis y margariteños (*). Murió en Santa Ana el 16 de noviembre de
1837.
Sobre su tumba había una lápida que
también se rompió en 1963 con motivo de
la restauración del templo. La inscripción que tenía esta lápida está copiada
en el Libro de Gobierno de la Parroquia, correspondiente a ese año. Dice así:
“Pbro. José Vicente Gómez. Nació en Santa Ana el 7 de junio de 1771. Murió el
16 de noviembre de 1837. Francisco de la C. Romero le consagra este recuerdo de
eterno reconocimiento.” Sus restos reposan en el presbiterio, al lado de la
epístola y frente al nicho de San Pedro.
(*) Nota: El Párroco Pbro. Pedro
Manuel Romero asistió a la Junta, pero no dijo la Misa por estar ciego. (AMG,
p. 93)
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 107.
17. PBRO. FRANCISCO DE LA CONCEPCIÓN ROMERO
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana del Norte el día
24 de febrero de 1794. Fue “sacristán mayor” de la iglesia de Santa Ana, en
sustitución del General Francisco Esteban Gómez. Como tal, hace de testigo en
el matrimonio de Arismendi y Luisa Cáceres. Hizo sus estudios eclesiásticos en
Santo Domingo, donde se ordenó de sacerdote. Recién ordenado vino a Margarita y
sucedió en la Parroquia al Presbítero Pedro Manuel Romero. Durante su estadía como guía espiritual del
Norte, se construyó el famoso “Cuarto de los Muertos” para velar a los
cadáveres que traían de las poblaciones vecinas donde no había cementerio. Los pequeños cuadros de la Virgen del Carmen
y la Virgen del Rosario, pintados al óleo sobre tela y con marcos dorados, que
están en el presbiterio, sobre los nichos de San Pedro y San José, fueron
regalos suyos a la Parroquia. Murió en Santa Ana el 4 de enero de 1855. Sus
restos están enterrados en el centro del presbiterio de la iglesia. Tiene una
lápida. (AMG, pp. 106-107).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 106-107.
18. PBRO. JORGE QUITERIO REAL REYES
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana del Norte el día
23 de abril de 1848 y fue hijo legítimo de Felipe Real y Pilar Reyes de Real.
En su juventud desempeñó el cargo de sacristán de la iglesia de Santa Ana.
Empezó sus estudios eclesiásticos cuando ya tenía cuarenta años, en el
Seminario de Ciudad Bolívar y fue ordenado de sacerdote en la isla de Trinidad
el 29 de junio de 1893, por ausencia del Obispo de Guayana. Fue nombrado
párroco de Porlamar y luego de Santa Ana donde ejerció la mayor parte de su
ministerio sacerdotal. Sucedió en la parroquia al presbítero Antonio María
Valery y su nombramiento fue celebrado como un triunfo por los seguidores de
los generales Críspulo Ortega y Pedro María Brito, pero él nunca quiso
intervenir en la política de partidos. Durante su permanencia en Santa Ana,
como Cura Párroco, se sustituyeron las paredes de bahareque de la histórica
iglesia del Norte, por unas de mampostería. Murió en su pueblo natal después de
una breve pero dolorosa enfermedad, el 14 de mayo de 1912. Su muerte constituyó
una verdadera manifestación de duelo para toda Margarita. Fue enterrado en el
centro del presbiterio de la iglesia del Norte. Tiene una lápida sobre sus
restos. En una de las plazas que están en el centro de la población de Santa
Ana, hay un busto de mármol del Padre Real, sobre un pedestal también de
mármol.
Cuando se habla del Padre Real, es
muy importante destacar cómo un hombre que en su juventud llevó una vida un
poco alegre y despreocupada, llamado por Dios al sacerdocio, en el mediodía de
su vida, respondió con tanta generosidad y entrega que desde entonces fue
modelo de sacerdotes para la santidad de su vida, dedicada por completo al
servicio de Dios y de los hombres. Y esa entrega fue tan íntegra que, colocado
en el mismo ambiente, testigo de devaneos juveniles, logró ser respetado por
todos. Durante su ministerio sacerdotal
nunca se levantó una voz para condenarlo, ni hubo la menor sombra de sospecha
que pusiera en duda la fidelidad a su vocación.
El Pbro. Jorge Quiterio Real fue un
sacerdote bondadoso, de carácter apacible, obediente a sus superiores, sin adulación, y dispuesto siempre a hacer el
bien a todos sin esperar nada en recompensa. El que esto escribe, no tuvo la
dicha de conocerlo porque nació varios años después de su muerte, pero, en su
infancia, todavía se respiraba el suave olor de sus virtudes sacerdotales.
Pocos sacerdotes han sido tan queridos y respetados como él.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 108-109.
19. PBRO. PLÁCIDO JOSÉ FERNÁNDEZ
Andrés Márquez Gómez
El Padre Fernández nació en Caracas
el 5 de octubre de 1871. Estudió la carrera eclesiástica en el Seminario de
Caracas, bajo la sabia dirección de Monseñor Juan Bautista Castro. Fue ordenado
sacerdote por Monseñor Críspulo Uzcátegui, Arzobispo de la Arquidiócesis de
Caracas. Pertenece a esa pléyade de sacerdotes ilustres que, como Eduardo de
Jesús Vásquez, Santiago Machado, Arturo Celestino Álvarez, Lucas Guillermo
Castillo, Fuentes Figueroa, J.A. Ramos Martínez, Nicolás Eugenio Navarro y Jesús María Pellín,
son honra del clero venezolano, no sólo por su gran preparación intelectual,
sino sobre todo, por el testimonio de una vida consagrada por entero al
servicio de Dios y de las almas.
El presbítero Plácido José Fernández,
después de prestar grandes servicios a la Iglesia en la Arquidiócesis de
Caracas, en diversas parroquias, al frente de La Religión, decano de la prensa
nacional, en la fundación de diversas obras sociales en beneficio de los
desposeídos, vino a la Diócesis de Cumaná, invitado por Monseñor Sixto Sosa y
con el debido permiso de su Arzobispo, Monseñor Dr. Felipe Rincón González, fue
por dos veces párroco de Santa Ana. Él mismo decía que pidió al Sr. Obispo Sosa
ser mandado al Norte porque conocía a este pueblo en sus andanzas por toda
Venezuela, en busca de ayuda económica para sus obras de beneficencia.
Agregaba: “Me enamoré del pueblo por la bondad de su gente y por el encanto y
la paz que reinaba en su plaza. Me parecía que aquí estaba más cerca de Dios,
para poder trabajar mejor por los hombres.”
En la Parroquia del Norte, el Padre
Fernández trabajó con alegría y admirable celo por el bien de sus feligreses.
Periodista de fuste, fundó periódicos donde, al estilo de la época, combatió
ardorosamente a protestantes y masones. Escribió comedias para las veladas que
él mismo preparaba, como un medio de formación para la juventud y compuso obras
donde resplandecen no sólo sus conocimientos teológicos y canónicos, sino la
sabiduría del que por espacio de muchos años fue director de espíritus
selectos.
Comprendió el grave problema de la
escasez de vocaciones sacerdotales en nuestra Patria y fueron varios los
jóvenes que envió al Seminario.
Compró de su peculio una casa y la
regaló a la Diócesis de Cumaná para que sirviera de residencia al párroco de
Santa Ana y se preocupó por la conservación de la histórica iglesia colonial.
Durante el tiempo que estuvo al frente de la Parroquia se encalaron las paredes
laterales que había mandado a hacer el Padre Real y se pusieron las aceras. Su
estadía fue una verdadera bendición para el Norte y demás pueblos que
integraban entonces la parroquia de Santa Ana.
Toda la niñez de entonces se acogió a
él como a una sombra bienhechora y escuchó sus palabras, mezcladas con chistes
y oportunas anécdotas, con la avidez del sediento ante un manantial de aguas
cristalinas. Durante las horas del día los niños iban a la escuela o al
trabajo, pero al llegar las primeras horas de la noche, de todas las casas
salían niños y más niños, como atraídos por una fuerza mágica e irresistible,
para entrar a la Casa Parroquial. La casa del Padre Fernández siempre estaba
abierta para todos, muy especialmente para los niños. Era nuestra casa. Luego
nos congregaba bajo una hermosa acacia, que todavía existe, y unos sentados en
sillas, otros en banco, la mayoría en el suelo, rezábamos a voz en cuello el
santo rosario. Después del rezo del rosario venían los juegos. Era de ver
entonces la gritería y confusión que se armaba frente a la Casa Parroquial.
Tal vez, con aire de suficiencia,
alguna persona se reirá de estas cosas, pero en el mundo de los niños están de
más los sabihondos. Para comprender ese mundo es necesario ser niño. Ellos ven
el universo a través de su inocencia. Sus emociones no son las mismas emociones
que sienten los adultos. Están en sintonía completamente distinta. El Padre
Fernández, periodista, escritor, con una gran preparación teológica y canónica,
se hizo niño para ganarse el corazón de los niños.
Celoso sacerdote, hacía tiempo que
venía soñando con fundar “La Obra de la Buena Prensa”, para la propagación de
las buenas lecturas y solícito se dispuso a partir para Caracas a hacer
realidad sus sueños. El Padre Fernández fundó en Caracas “La Obra de la Buena
Prensa” que se repartía gratuitamente en casi toda Venezuela, sino que también
distribuía libros, folletos y revistas de orientación católica.
Siempre estuvo en contacto con su
antigua parroquia de Santa Ana. Escribía a muchas personas y sus cartas venían
llenas de sabias enseñanzas, de palabras de aliento y hasta de reprensiones
para los que se comportaban como si no fueran cristianos, pero siempre
empapadas en amor. Muchas veces, el que esto escribe, ya párroco de Santa Ana,
lo trajo al pueblo que tanto amó. Su corazón reverdecía al ponerse en contacto
con sus antiguos feligreses. Salía a visitar muchas casas, sobre todo de
aquellos que vivían alejados de Dios. Entonces, con palabras llenas de cariño,
donde no faltaba el chiste oportuno, dejaba caer el buen consejo, la palabrita
que como un dardo iba a clavarse en la llaga, pero no para enconarla sino para
sanarla. Consiguió de esa manera la santificación de muchos hogares y la vuelta
a Dios de muchas personas.
El Padre Fernández murió en Caracas
el 2 de junio de 1954.Sus despojos fueron traídos a Santa Ana y en medio de una
gran manifestación de duelo, fue enterrado en el presbiterio de la iglesia.
Allí espera la resurrección de los justos. Sobre su tumba hay una lápida. (RMM,
pp.114-121).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 114-121.
20.
COFRADÍA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO
DE SANTA ANA
Andrés Márquez Gómez
Cofradía bicentenaria e histórica.
Fundada en 1742, es de las más antiguas de Venezuela. En el año 1816, esta
Cofradía del Santísimo depositó en manos del Padre de la Patria todos sus
haberes como una contribución a la causa de la Libertad. En el archivo
parroquial de Santa Ana existió hasta la segunda década del presente siglo un
vale por doscientos pesos a favor de la Cofradía, firmado por el Libertador. El
Genio de América en sus grandes apuros económicos para sostener la lucha por la
independencia de Venezuela, aceptó esta ofrenda, hecha libremente, pero en calidad de
préstamo. Su delicadeza no le permitía aceptarla de otra manera de un pueblo
que lo dio todo por la Libertad, máxime cuando la mayoría de los integrantes de
esa Cofradía estaban ausentes del Norte,
aventados por la guerra.
El libro más antiguo que se conserva
en esta Cofradía es de la época inmediatamente posterior a la separación de
Venezuela de la Gran Colombia. En él se habla de la reforma de los estatutos de
la Cofradía, fundada en 1742, en los
cuales como norma curiosa se limita el número de cofrades a 24 hermanos y 24
vicehermanos. La Cofradía tenía como finalidad, no solamente rendir culto al
Santísimo Sacramento del Altar, sino también una función social. Ella socorría
a sus integrantes en enfermedad y muerte o cuando estaban pasando necesidad. Si
alguno de los miembros de la Cofradía enfermaba o se encontraba en estado de
extrema pobreza, el hermano más cercano a su residencia, estaba obligado a
participar a la asociación, para que se le atendiera espiritual y
materialmente.
Algunas de las actas de este libro
están firmadas por el General Policarpo Mata y otros próceres de la
Independencia. No figuran los nombres de los Generales Juan Bautista Arismendi
y Francisco Esteban Gómez, pero sí pertenecieron a la Cofradía. Es sabido que
el primero, después de la Independencia de Venezuela, vivió siempre fuera de
la Isla. El General Gómez, después de la
Batalla de Matasiete, estuvo guerreando en el Continente y tomó parte en varias
campañas en Venezuela y Nueva Granada. Ocupó, además, cargos civiles y
militares que lo tuvieron alejado de Margarita. Al final de su vida fue
Gobernador de la Isla y residió siempre en La Asunción. En esta etapa de su
vida, casi nunca fue al Norte, no por desamor al pueblo, sino por problemas
personales y sentimentales. Sin embargo, siendo Gobernador de Margarita y poco
antes de su muerte, en agosto de 1855, aparece como uno de los fundadores de la
Cofradía del Santísimo de la Parroquia del Valle del Espíritu Santo.
En sus doscientos treinta y tantos
años de existencia, a esta Cofradía han pertenecido los hombres más honorables
de nuestro pueblo. Su historia, en gran parte, es la historia del Norte. Es
importante destacar que la honra de ser hermano del Santísimo en Santa Ana, ha
pasado de padres a hijos, de tal manera que muchos hombres de hoy, al asistir a
las minervas, ostentan las mismas insignias que usaron sus abuelos. Pertenecer
a esta Cofradía debe ser siempre motivo de orgullo. Conservarla debe ser un
deber de todos los hijos de Santa Ana. (AMG, pp. 188-190).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del
Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 188-190.
21. LA PLAZA DE SANTA ANA DEL NORTE
Andrés Márquez Gómez
La plaza de Santa Ana del Norte es
patrimonio de los santanenses y todos deben preocuparse por su conservación.
Allí, alrededor de la iglesia, nació y
creció la población; allí se desarrolló la vida del pueblo durante la Colonia;
allí españoles y guaiqueríes se reunían en las grandes festividades religiosas
de Navidad, Semana Santa y Santa Ana.
En la época de la Independencia, esa
plaza fue escenario de grandes acontecimientos históricos. Allí vivieron Juan
Bautista Arismendi, Francisco Esteban Gómez, Policarpo Mata y otros próceres de
Margarita; de esa plaza salió presa para La Asunción, en medio de los esbirros
de Cobián y Urreiztieta, Doña Luisa Cáceres de Arismendi; allí se reunió el
pueblo el 12 de junio de 1813, para dar comienzo a la revolución contra Pascual
Martínez; allí los soldados de Cobián, obedeciendo órdenes de Urreiztieta,
difamaron públicamente a Eusebia González, al pasearla semidesnuda y con una
mordaza, por los alrededores de la iglesia; allí se llevó a efecto el combate
de la toma de la Casa Fuerte de Santa Ana y se persiguió a Cobián y demás realistas
que salieron huyendo cuando en medio de la refriega se oyó el grito: “arriba con ese cañón”; allí se rechazó a los
españoles vencedores en el Fortín España y vencidos en el cerro El Vigía, al
pretender tomar al Norte. Después de los combates del Fortín España y El Vigía,
esa plaza se convirtió en un inmenso taller, donde se hacían y reparaban
cureñas; se fabricaban lanzas, se hacían cajas para los fusiles que la habían
perdido en medio de la lucha, y se
preparaban cartuchos para los cañones y los fusiles. Allí se congregaron los
habitantes del Norte y de las poblaciones vecinas para vitorear al Libertador,
las dos veces que estuvo en Santa Ana; allí acamparon los ejércitos
republicanos, donde se confundieron los expedicionarios de Los Cayos de San Luis
y las tropas margariteñas. Por esa plaza deambularon Bolívar, Mariño,
Arismendi, Piar, MacGregor, Soublette, Gómez, Zea, Freites, y tantos otros
próceres de nuestra independencia. En esa plaza, finalmente, se han realizado
los acontecimientos más importantes de nuestro pueblo durante la vida de la
República.
Defender la integridad y belleza de
esa plaza es un deber de todos los hijos de Santa Ana. Hace muchos años, se le
quitó un pedazo, al construirse la casa que hoy ocupa el “Segundo Frente”. Con esta construcción se rebasó la líneas que
va de la esquina de la casa de la familia Márquez Gómez, a la casa que hoy día
pertenece a la sucesión de la familia de la señora Luisita Quijada. Hace 25
años se cometió el desafuero de construir un galpón, que no otra cosa es lo que
se llama Comedor Escolar. Años más tarde se echó una placa de cemento para una
cancha deportiva. Debemos apoyar y promover el deporte como una necesidad para
la formación física de la juventud, pero cada cosa en su lugar. En el Norte hay
muchos terrenos, cercanos a la plaza, donde se puede construir no una cancha,
sino muchas.
Se haría un bien a Santa Ana, si se
hiciera desaparecer ese feo galpón, sobre todo cuando hoy día casi ni tiene
utilidad alguna. A raíz de la caída de Pérez Jiménez el que esto escribe fue
Presidente del Concejo del Distrito Gómez. En esos días el Ministerio de
Educación quiso construir, en plena plaza del Norte, un grupo escolar y pidió
autorización a la Cámara Edilicia. Esta se opuso rotundamente, pero su negativa
no quedó sólo en eso, sino que dialogó con el Gobernador del Estado Dr. Luis
Villalba Villalba. Como hombre de letras, maestro de varias generaciones,
apasionado por la historia de Margarita y por las glorias de Bolívar, el
Mandatario Regional se mostró receptivo
y comprendió el disparate que se iba a cometer. Luego el Concejo buscó
un terreno apropiado para la construcción de la Concentración Escolar y en
presencia del mismo Dr. Villalba se tuvo un diálogo con los propietarios de
esos terrenos. Estos comprendieron lo que significaba para el Norte una
Concentración Escolar y dieron todas las facilidades para la adquisición de
esos terrenos.
Esa plaza del Norte debe ser siempre
un gran parque, lleno de árboles y flores. En ella deben colocarse las estatuas
de Bolívar, Arismendi y Luisa Cáceres.
Sus efigies estarán allí con más derecho que en otras partes.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp.
207-209.
22. SACRISTANES DE
MI PUEBLO
Margarita Díaz Gómez
Es notorio observar que la historia
de nuestros pueblos siempre va acompañada de hechos, vivencias y tradiciones
que son en realidad quienes describen por sí mismos las características propias
de cada sitio en particular.
En nuestra población de Santa Ana, su
historia gira en torno a su sagrado templo, actualmente en proceso de
restauración y aunque pensamos que ya es demasiado el tiempo invertido para
ello, también es verdad que deseamos que la demora surgida sea la excusa de un
buen trabajo y que su entrega sea lo más pronto posible.
Estos templos, en todos los pueblos,
cuentan con personajes que dedican parte de su tiempo en cuidarlos y tenerlos
listos para el ejercicio religioso requerido en determinado momento. Particularmente
conocemos que en Santa Ana han existido muchos de estos importantes personajes
llamados Sacristanes.
Francisco Esteban Gómez, en sus años
de niñez, cumplió funciones de monaguillo y más tarde es designado Sacristán y
Maestro de Fábrica en el servicio eclesiástico local hasta que tiempo después
se enfila por los caminos de la independencia, llegándose a convertir con el
tiempo en el vencedor de Morillo en la Batalla de Matasiete.
En sustitución de Francisco Esteban
Gómez como Sacristán, vino Francisco de la Concepción Romero, quien
posteriormente hizo sus estudios eclesiásticos en Santo Domingo donde se ordenó
sacerdote. Mientras fue guía espiritual de El Norte, hizo construir el famoso
Cuarto de Los Muertos, donde se velaban a los cadáveres de otras poblaciones.
Sus restos reposan en el centro del Presbiterio de la iglesia con una lápida.
En el año de 1848 nació en esta población
Jorge Quiterio Real, quien se desempeñó como monaguillo y más tarde como
Sacristán. Sus estudios eclesiásticos los comenzó a una edad madura para
ordenarse sacerdote el 29 de junio de 1888, día de San Pedro Apóstol, por el
cual sintió una gran devoción hasta su muerte ocurrida el 14 de marzo de 1912.
En su memoria existe un busto al lado de la capilla provisional donde se le
reconoce como benefactor de este pueblo.
Al Padre Real le sirvió como
Sacristán el señor Leandro Díaz y, más tarde, su hijo Bernardino Díaz, quien
entra a prestar sus servicios como ayudante del mencionado sacerdote a partir
de 1904, convirtiéndose en el Sacristán del templo por muchos años, ganándose
el apodo de “Din Din” por el característico repique campanero, por su amor
hacia lo divino y su gran fe y devoción por el Apóstol San Pedro, que lo
llevaron a estar por más de 70 años en este oficio hasta que por su avanzada
edad fue necesario su retiro de esa “su casa”, como bien solía decir.
Cabe mencionar que su muerte, tiempo
después, constituyó un verdadero luto popular. El querido y recordado “Ño
Berna”, como también se le conocía, fue merecedor de sendos funerales a los
cuales asistieron muchos de los sacerdotes con quien había compartido y hasta
los Obispos de todo el país se apersonaron para rendirle tributo de respeto y
admiración a un hombre que consagró prácticamente su vida a la fe cristiana.
Posteriormente, vienen también a
desempeñar esta tarea una legión de nobles hombres, celosos guardianes de la
“Casa de Dios”, entregando sus nobles sentimientos con toda la disposición que
requiere dicha tarea por mantener encendida esa llama espiritual que cada uno
siente por ese recinto sagrado de oración, recordamos como tales a Juan José
Díaz (Juancho Coquito); Cornelio Amaíz, quien fallece en pleno ejercicio de sus
funciones; Jesús Antonio Rojas (Chuíto); Pastor León (Ñoño) y actualmente
cuenta la comunidad de Santa Ana con un joven Sacristán muy activo y
colaborador que ha sabido llevar por buen camino los asuntos concernientes a su
cargo: adorna la iglesia, organiza los coros, prepara el nacimiento y hasta
ayuda con el lanzamiento de globos y cohetes y pare usted de contar.
Este joven, Ángel Enrique Moya
González, así como todos los nombrados anteriormente, merecen nuestro más
profundo respeto, consideración y admiración por el cariño que han demostrado
hacia el cuido y mantenimiento de nuestro viejo templo parroquial y actual
capilla provisional que sirven para recibir y congregar a los fieles católicos
de nuestras comunidades, quienes elevan sus voces en oraciones por los destinos
de la humanidad y para rendir culto a nuestro señor Jesucristo.
*Margarita Díaz Gómez: “Sacristanes
de mi pueblo.” Margariteñerías.
Santa Ana del Norte, N° 68, segunda etapa, edición extraordinaria, abril-julio
2013, pp. 20-21.
23. BIOGRAFÍA DE PEDRO ÁNGEL GONZÁLEZ
Iván Gómez León.
La comunidad de Santa Ana del Norte
no sólo ha sido pródiga en valores destacados en el ámbito militar, sino que
también su fertilidad ha regado el mundo de la cultura en sus más variadas
acepciones: arte, literatura, historia, música. Todas, en conjunto, le dan
entonces contenido más profundo al espíritu y al sentimiento del santanense.
Uno de sus valores representativos lo constituye el artista
plástico Pedro Ángel González (Santa Ana, 09 de septiembre 1901 – Caracas, 12
de marzo 1981), quien desde El Tamoco se proyectó a Caracas y luego al
universo. De la lectura de su autobiografía interpretamos que en su sólida
formación inicial fue determinante la influencia de la Maestra Justa Mata
Gamboa, del Maestro Ricardo Márquez Moreno, en Santa Ana, y luego, en
Juangriego, del Maestro Rafael Valery. Y
ya en la capital de la República, en el Liceo Caracas, del Dr. Luis Espelozín,
bajo la dirección de Rómulo Gallegos.
¿Cómo se formó el artista Pedro Ángel
González? A fuerza de trabajo, dedicación, perseverancia. En los inicios del
siglo XX (llegó a Caracas en abril de 1916), no se comprendía bien que un joven
decidiera dedicarse al arte y que esta profesión pudiera permitirle fundar
familia y vivir sin mayores problemas. Leamos esta conmovedora confesión: “De
la pintura, repito, no se podía vivir. En mis primeros tiempos después de
egresar de la Academia, tuve que ocuparme de otras cosas, porque la pintura no
me daba seguridad económica y yo estaba casado. Al contrario de mis compañeros
que estudiaron Medicina o Derecho y culminaron su carrera con un título y una
profesión, yo no podía mostrar nada. Yo también había estudiado seriamente
durante cinco o seis años, pero había salido de la Academia sin siquiera un
diploma que dijera que era pintor. Ser pintor en aquella época era sinónimo de
bohemia.”
No obstante, por encima de las
dificultades se impuso su vocación y amor por el arte, única arma que le
permitió sortear todas las adversidades hasta alcanzar la cima anhelada: el
reconocimiento general como uno de los máximos artistas plásticos de Venezuela.
En el año 1942 se despejaron todos los horizontes: Pedro Ángel González obtuvo la honrosa distinción de Premio
Nacional de Pintura en el III Salón Oficial de Arte Venezolano.
En la actualidad en Santa Ana del
Norte es muy vago el recuerdo de este grande hombre que ha dado lustre a la
cultura nacional. Será maravilloso destinar un espacio físico para mostrar su
obra y animar la inclinación de nuestros niños y jóvenes por el arte y la
cultura.
24.TOMÁS MÁRQUEZ GÓMEZ: EL PRIMER OBISPO DE LA DIÓCESIS DE SAN FELIPE.
Andrés Márquez Gómez
Monseñor Tomás Enrique Márquez Gómez
nació el 15 de julio de 1915 en la histórica Villa de Santa Ana del Norte. Es
el segundo de diez hermanos. En el hogar paterno, junto con el amor de Dios y a
su iglesia, aprendió las virtudes que serán la característica de su actividad
apostólica. Su padre, Leandro Márquez Moreno, hombre austero, íntegro, rectilíneo
y de profundas convicciones cristianas, fue maestro de una generación. Con
grandes conocimientos sobre Derecho Penal, hasta llegar a ser Juez de Primera
Instancia en los Criminal y Relator de la Corte del Estado Nueva Esparta, puso
sus conocimientos al servicio de los pobres y de los débiles. Su madre, María
de Jesús Gómez Villarroel de Márquez Moreno, con una gran sensibilidad social,
estuvo siempre dispuesta a hacer el bien y remediar las miserias de los pobres.
Hizo sus estudios de Primaria en la
Escuela del Maestro Apolinar Figueroa Coronado y luego al lado de su padre, en
la vecina población de Altagracia. Desde niño sintió la inclinación que fue
prudentemente cultivada por el Pbro. Plácido José Fernández. Este santo y sabio
sacerdote pertenece a esa pléyade de hombres ilustres que, como Eduardo de
Jesús Vásquez, Santiago Machado, Arturo Celestino Álvarez, Lucas Guillermo
Castillo, J. A. Ramos Martínez, Nicolás Eugenio Navarro y tantos otros, son
honra del clero venezolano.
El padre Plácido José Fernández, cura
párroco de Santa Ana, en 1927, al fundarse el Seminario Diocesano San José de
Cumaná, envió a este instituto al todavía niño Tomás, donde hizo sus primeros
estudios bajo la sombra paternal de Monseñor Sixto Sosa y la sabia dirección
del Pbro. Dr. Eduardo Morales Vásquez. Los estudios de Filosofía, Teología,
Sagrada Escritura, Derecho Canónico, entre otros, los realizó en el Seminario
Interdiocesano de Caracas, bajo la dirección de los Padres Jesuitas.
Fue
ordenado Sacerdote el 14 de julio de 1940 por el Excmo. Monseñor Dr.
Sixto Sosa, en la iglesia Santa Inés de Cumaná, entonces Catedral Provisional.
Monseñor Tomás cantó su primera Misa en la iglesia de su pueblo natal y, al
poco tiempo, fue nombrado Vicario Cooperador de la Parroquia La Inmaculada de
Guiria, bajo la dirección del anciano sacerdote Dr. José María Oliveros. Pocos
meses después fue nombrado Párroco de San Antonio del Golfo, pintoresca
población recostada en una colina frente al Golfo de Cariaco. En San Antonio
del Golfo, la pobreza del joven párroco fue tal que para poder comer tenía que
hacerse invitar cada día en una casa distinta. Allí fue muy querido por todos
debido a su obra social y cultural. Por eso, cuando en 1943 el Padre Márquez
fue trasladado a la Parroquia de Juangriego, hubo llanto en los ojos y tristeza
en los hogares, como si se ausentara un miembro muy querido de la familia.
En Juangriego el Padre Márquez
trabajó activamente y con gran ilusión en la formación de la juventud, sobre
todo a través del escultismo y de la Acción Católica Juvenil de ambos sexos.
Al ser nombrado Monseñor Crisanto
Mata Cova, Obispo de la Diócesis de Cumaná, el Padre Márquez fue trasladado a
Carúpano, como Vicario Foráneo y Párroco de la antigua y fervorosa parroquia de
Santa Rosa de Lima. Para la última década del siglo pasado y primeras del
presente, la acogedora ciudad de Carúpano era una de las más importantes de
Venezuela y, sin duda, la primera del Oriente.
En Carúpano, el Padre Márquez siguió
las huellas de los párrocos sucrenses José Antonio Ramos Martínez, gran
humanista; el sabio y celoso Eduardo Morales Vásquez; el activo Padre Juan Uzón
y el carupanero Llovera, acomodando su acción a los tiempos modernos y dio
nuevo impulso a la vida religiosa de su parroquia. La Catequesis, la fundación
de colegios para la educación de la juventud, la difusión de la palabra a
través de la prensa y la radio, fueron sus logros más importantes. En 1951 puso
todo su empeño en conseguir del señor Obispo Diocesano, la autorización para
que la bendita imagen de la Virgen del Valle visitara Carúpano y otras
poblaciones de la Diócesis. Monseñor Crisanto Mata Cova vio en la idea un medio
para la renovación de la vida cristiana en el Estado Sucre. Así, la bendita
imagen llegó al puerto de Carúpano en la alborada del 22 de enero de 1951.
En lo que se refiere a la educación
católica, el Padre Márquez fundó en Carúpano el Colegio “Balmes” para la
Primaria y los dos ciclos de Secundaria, el cual estuvo algunos años bajo la
dirección de los Padres Servitas. Para los limpiabotas, muchachas de servicio y
personas pobres que tenían que trabajar durante el día, fundó la escuela
nocturna “Santa Teresita”. Esta escuela creció tanto que después se convirtió
en diurna con los seis grados y al mismo tiempo en nocturna con varias
secciones. El bien que ha hecho y sigue haciendo es muy grande. Allí han
recibido educación cristiana los jóvenes más pobres de Carúpano.
El Padre Márquez, además, fue factor
preponderante en la fundación del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, dirigido por
las Hermanas Carmelitas Españolas. A
esto se agrega su incursión en el Liceo “Simón Rodríguez”, el mayor de la
ciudad, no tanto por ser profesor, sino para estar en contacto con los jóvenes
y darles una orientación cristiana. Casi todo el dinero que recibía por estas
clases iba a parar a manos de estudiantes pobres. Así mismo, fundó la Juventud
Católica, los Cursillos de Cristiandad, el Movimiento Familiar Cristiano y la
organización de Cáritas Parroquial.
Merece mención aparte el uso que hizo
de los medios de comunicación de masas. Escribía frecuentemente en el periódico
local artículos de orientación cristiana; pero, sobre todo, apenas se fundó en
la ciudad la Radio Carúpano, escogió un espacio diario que tituló “Campanadas
en la Torre”. Todos los días laborables de 7 a 8 de la noche dejó oír su voz.
La audiencia de este programa fue inmensa en todo el oriente del país. Era
frecuente el caso en las poblaciones del interior de Sucre, Nueva Esparta,
Monagas y Anzoátegui, ver a la gente agolpada a las puertas de las casas donde
había radio, para escuchar la voz del Padre Márquez. Voz que hablaba de los
problemas de los agricultores, pescadores y obreros; voz que infundía una
esperanza que anunciaba la Buena Nueva de la Salvación. El programa “Campanadas
en la Torre” estuvo en el aire hasta que su fundador fue elevado a la alta
dignidad de Obispo Titular de Tapso y Auxiliar de la Arquidiócesis de Ciudad
Bolívar. En cuanto a la obra material, al Padre Márquez se le debe en gran
parte la construcción de la bella iglesia de Santa Rosa de Lima de Carúpano; de
estilo románico, por su capacidad y sus
bellas líneas arquitectónicas es, sin duda, la mejor de la Diócesis de Cumaná y
orgullo del pueblo carupanero.
En 1960 el Padre Márquez fue honrado
por la Santa Sede con el título de Camarero Secreto de Su Santidad. La
ceremonia de la investidura se hizo en la capilla provisional de la Parroquia
Santa Rosa, por encontrarse el templo en construcción.
En 1963, Monseñor Márquez fue
nombrado Obispo Titular de Tapso y Auxiliar de Ciudad Bolívar, nombramiento que
no se hizo público por la muerte del Romano
Pontífice Juan XXIII. Fue consagrado Obispo en la iglesia parroquial de
Santa Ana, en Margarita, por el Excmo. Dr. Juan José Bernal, Arzobispo de
Ciudad Bolívar, asistido por los Excmos. Señores Críspulo Benítez Fonturvel,
Obispo de Barquisimeto, y Crisanto Mata Cova, Obispo de Cumaná. Pasó tres años
en Ciudad Bolívar, primero como Auxiliar de la Arquidiócesis, y luego, como
Administrador Apostólico. En esta larga experiencia de 26 años como Párroco y
como Obispo, veían los gobernantes, sacerdotes, religiosos y movimientos
apostólicos, una garantía para la gran labor que lo esperaba en medio de sus
diocesanos en el Yaracuy. Hoy, 40 años después de haber sido ordenado Sacerdote,
sigue desarrollando, con el mismo empeño, su Ministerio en calidad de Primer
Obispo de la Diócesis de San Felipe, Estado Yaracuy.
Nota: En sus años postreros, ya
retirado de sus funciones, regresó a su Santa Ana natal, donde murió el 11 de diciembre de 2004. Sus restos reposan en la nave lateral
izquierda del templo colonial, junto con su hermano, también Sacerdote, Andrés
Márquez Gómez. (IEGL).
Andrés Márquez Gómez. “Tomás Márquez
Gómez: El primer Obispo de la Diócesis de San Felipe.” Felipe Natera Wanderlinder:
La Villa de Santa Ana en los 25 años de
Margariteñerías. 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva
Esparta, 1996, pp. 496-504.
25.
PEDRO ÁNGEL GONZÁLEZ
Luis Beltrán Prieto Figueroa.
Casi todo el mundo de la cultura
venezolana recibió con retraso la noticia de la muerte del pintor Pedro Ángel
González. Había muerto a una hora de la noche en que ya no era posible anunciar
por los medios de comunicación un acontecimiento luctuoso de tanta importancia
para el país y fue enterrado precipitadamente. Cuando yo recibí la noticia
hacía tiempo que los restos del querido amigo estaban bajo tierra. Un hombre
tan enterado y cuidadoso en las relaciones sociales como lo es Felipe Natera
Wanderlinder, director de la revista Margariteñerías,
íntimo de Pedro Ángel González, lo supo también con atraso. Hubiéramos querido él y yo, acompañar sus
restos hasta el cementerio, pero nos conformamos con hacer llegar a la familia
nuestra condolencia.
Pedro Ángel González, margariteño de
Santa Ana del Norte, desde pequeño sintió afición a la pintura. Mientras otros
muchachos de su edad, que es la misma mía, se entretenían jugando a las metras, a los trompos, a los
voladores, él cambiaba su volador por unos lápices de color. Con su padre
Anacleto González se trasladó a Juangriego, donde éste instaló un taller de
sombrerería. Allí ayudaba a las labores del padre en el tiempo que le sobraba
de la escuela, pero nunca abandonaba los lápices porque dibujar era su única pasión. De estas primerizas aventuras de pintor
quedan algunos recuerdos y se conserva en la Isla una copia del Miranda en La
Carraca y algunos otros cuadros que figuran colgados en las paredes de
familiares y amigos, ignorantes del valor que la firma del Maestro González
agrega a todo aquello en que puso sus manos de artista.
El muchacho pintor margariteño logra
al fin, con influencias de algunos amigos oriundos de su tierra, llegar hasta
Caracas. En él prevalecía el tono emocional recogido, reservado, del hombre
tímido que siempre fue. Hablaba despacio y quedo como para que no descubrieran
su presencia ni señalarse entre otros, que sin cosas dignas de comunicarse,
levantan la voz para que se les oiga lejos, como esas grandes damas de la
oligarquía colonial que se anunciaban con campanilla y repiques. Pero Pedro
Ángel tenía conciencia clara de sus valores y sabía que sus obras lo
anunciarían en el mundo del arte y de la cultura, porque lo que vale no puede
permanecer oculto. El muchacho que cambió su volador por unos lápices de color
se distinguió en la vieja Escuela de Artes por la forma personal de tratar los
colores y destacar las figuras. Entra en el Círculo de Artistas, fundado en
1912; conoció a Ferdinandov, el pintor
ruso que trajo fórmulas nuevas para pintar; estuvo a su lado y trató con los
poetas y escritores que como Planchart y Fernando Paz Castillo, eran animadores
del Círculo, al cual concurrían también muchos de los poetas y escritores
venezolanos de la llamada Generación del 28. Después, Pedro Ángel forma parte
de la plana de profesores de la Escuela de Artes donde se había formado. Ya es un pintor conocido y
reconocido. Sus cuadros de rincones de la vieja Caracas, sus extraordinarias
pinturas que destacan el Ávila en sus colores magníficos, junto con los de
Cabré, lo consagraron también como
Maestro de la gran montaña que cantara Pérez Bonalde para exaltar a Caracas y
que Manuel Díaz Rodríguez retratara embelesado desde su vieja hacienda de San
José. Lo que Díaz Rodríguez expresaba en su prosa admirable y en sus versos,
Pedro Ángel lo exaltaba en el lienzo. Hay una época de la pintura de Pedro
Ángel González conocida como etapa guaireña, donde el pintor se recrea
reproduciendo los viejos rincones del puerto, los muelles con sus barcos, el cielo
azul de esa ciudad mitad marinera, mitad montañosa, como para recordarnos en
algunos aspectos a Río de Janeiro. De esa etapa conservo un cuadro que me
obsequiaron los empleados del Congreso como regalo de cumpleaños, cuando yo
desempeñaba el cargo de Presidente del Senado, hace ya unos dieciséis años. Es
la pintura de la proa de un carguero en reposo después de haber dado salida de
sus bodegas a la carga que condujera a través de los mares. Lo conservo como un
tesoro, puesto en alto, encima de una puerta que da salida a los patios de
Anchiajena.
Pedro Ángel ilustró mi poema
“Juangriego del Recuerdo”. El dibujo presenta la orilla del esplendente mar de
Juangriego que le sirvió para muchas de sus marinas. Al fondo, apuntando al
cielo, las dos torres de la iglesia y en la calle solitaria sobre la acera, una
margariteña con su mara en la cabeza, portadora de las frutas y cosas de la
Isla, pregonadas con voz cantarina en todas las ciudades y puerto de Margarita.
Al centro y caminando en sentido inverso al que lleva la mujer, como
dirigiéndose hacia la playa “el jumento, marcha de pasitrote / mi humanidad
vencida / con los sueños viajando / en el camino largo / que se hace y deshace
/ de afanes sin penumbra”, que canté en ese poema dedicado a Juangriego.
El silencioso amigo, de la palabra
recortada que hablaba con el pincel y los lápices se nos fue para siempre, pero
nos queda como herencia el maravilloso arcoíris de su pintura. En una de las
últimas conversaciones que sostuve con él, me decía: “Ahora pinto muy poco, uno
o dos cuadros al año. Cuando mis pinturas se cotizan más caras yo apenas
aprovecho los altos precios. Los que
compraron mis lienzos en épocas de larga producción y poca paga, ahora ganan
revendiéndolos. El comercio de la pintura a veces hace bajar las calidades; yo
prefiero mantener ésta antes que prodigarme, porque para vivir, como un
margariteño auténtico de tu tiempo y de mi tiempo, yo sigo diciendo: si falta,
sobra.”
Luis Beltrán Prieto Figueroa: “Pedro
Ángel González.” Felipe Natera Wanderlinder:
La Villa de Santa Ana en los 25 años de Margariteñerías 1971-1996. La
Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta, 1996, pp. 546-548.
26. LUISA CÁCERES DE ARISMENDI: LA MÁXIMA HEROÍNA.
Rosauro Rosa Acosta.
Entre las emigradas de 1814, llegó a
Margarita, acompañada de su madre y de su hermano Manuel, la señorita Luisa
Cáceres Díaz.
Después de largas penalidades habían
arribado al puerto de La Esmeralda, en la Costa Firme, y desde allí con la
ayuda prestada por el Coronel Juan Bautista Arismendi son trasladadas al puerto
de Pampatar, luego a La Asunción y más tarde al Norte, donde habría de fijar
residencia.
A los pocos meses de permanecer en
ella, Doña Luisa Cáceres contrae matrimonio, el 4 de diciembre de 1814, con el
Coronel Juan Bautista Arismendi, en la iglesia de Santa Ana del Norte.
La tranquilidad del hogar se rompe
pronto debido a la persecución de que es víctima Arismendi por sus actividades
revolucionarias. Falla un plan para hacerlo prisionero y entonces es llevada
detenida la joven señora el 24 de septiembre de 1815 a la casa de familia del
Coronel Cristóbal Anés, colaborador ahora de los realistas.
El 15 de noviembre del citado año
estalla la revolución de Arismendi contra el Gobernador Urreiztieta. Ante el
auge del movimiento y la cantidad de prisioneros españoles, el Gobernador
realista, que ya había recluido a Doña Luisa en una de las celdas del Castillo
Santa Rosa, propone a Arismendi la libertad de su esposa a cambio de los
rehenes que poseen los patriotas, Arismendi se niega a ello. “Sin Patria no
quiero esposa”, afirman que fue su respuesta.
Doña Luisa será blanco de vejámenes.
No se le considera ni aún por su avanzado estado de embarazo. Soporta toda
clase de humillaciones. Se le amenaza con fusilarla si no aconseja a su esposo
a rendirse. Su negativa fue firme.
Asistida por otra mujer prisionera,
cuyo nombre no recoge la Historia, da a luz una niña muerta, que horas más
tarde arrojarán los soldados a un zanjón próximo al castillo.
El 29 de enero de 1816 es remitida a
Pampatar. Pardo al dar cuenta a Moxó de los acontecimientos de la Isla, dice:
“La mujer de Arismendi ha dado a luz un nuevo monstruo. Esta y otra señora
presa he mandado al Gobernador de Pampatar, las envíe a La Guaira donde deben
estar sin comunicación. Arismendi, según voz general, ha hecho matar nuestros
prisioneros, y en este caso convendría decapitar a su mujer. También tengo
entendido que dicha señora escribe a su marido, y este a aquella, y no conviene
esté aquí.”
Pocos días permanece en el San Carlos
de Pampatar. En la goleta “General Morillo”, capitaneada por Don Juan Gavazo,
es enviada a La Guaira. Durante ocho días estará en las celdas de la Factoría y
Parque de Artillería de ese puerto. Será trasladada a Caracas el 22 de marzo de
1816 al Convento de la Inmaculada Concepción.
El 24 de noviembre es nuevamente
llevada a la Guaira para ser embarcada en “El Pópulo” con destino a Cádiz.
Será apresada por corsarios y después
de muchas contrariedades arribará a Cádiz el 17 de enero de 1817.
Humano tratamiento recibe de las
autoridades judiciales de Andalucía. Se hospeda en la casa del cirujano José
María Morón, desde donde logra fugarse a Norteamérica con la ayuda de un
oficial de apellido Carabaño y de un caballero de nacionalidad inglesa.
Llegó a Filadelfia el 3 de mayo de
1817 y desde allí, acompañada del Coronel Luis Rieux, arriba a Juangriego el 26
de julio. La Isla celebra alborozada el retorno de la Máxima Heroína.
Doña Luisa Cáceres de Arismendi nació
en Caracas el 12 de septiembre de 1799. Hija
del educador Domingo Cáceres y de Doña Carmen Díaz.
De su matrimonio con el General Juan
Bautista Arismendi nacieron doce hijos,
incluyendo la que nació muerta en la prisión del Santa Rosa.
Falleció Doña Luisa el 2 de junio de
1866, “dejándole a la Patria como herencia el ejemplo de sus grandes virtudes y
la hermosa diadema de su gloria”, como expresa Don Santos Erminy Arsmendi.
“Su honesto sentido del deber, su
femineidad, su dignidad y su firmeza de convicciones quedaron de pie ante la
historia para el ejemplo de las mujeres que luchan, sufren y esperan”, afirma
Carmen Clemente Travieso.
Notas: Sus restos reposan en el
Panteón Nacional. En la casa donde vivió el matrimonio de Arismendi y Luisa
Cáceres funciona hoy la Casa Parroquial
de Santa Ana. (IEGL).
Rosauro Rosa Acosta: “Luisa Cáceres
de Arismendi: la Máxima Heroína.” Heroínas
Margariteñas. Pampatar, Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín
Subero”, 1996, pp. 21-23.
27.
PETRONILA DE MATA
Rosauro Rosa Acosta
De Santa Ana del Norte. Hija de
Manuel Isidro Mata y María Dolores Romero. Hermana de los Comandantes Andrés de
Mata y Policarpo de Mata, quien fue el Jefe de la Caballería de nuestro
Ejército.
Casó el 27 de diciembre de 1810 con
Francisco Esteban Gómez, quien el 31 de julio de 1817, alcanzó la libertad de
la Isla al derrotar al superior ejército español al mando de Pablo Morillo en
la Batalla de Matasiete.
Enviudó el 6 de agosto de 1853 y
murió, víctima del cólera, en La Asunción, el 5 de octubre de 1854.
Por su amor a la Causa de la
Independencia, en la cual participó toda su familia, sufrió persecuciones,
vejámenes y largo cautiverio en prisiones de la Isla y de Cumaná.
En 1816, fue apresada por una
avanzada realista, cerca de Puerto Moreno a donde se dirigía para reunirse con
su esposo que operaba en esa zona.
Fue llevada al castillo de Pampatar
donde permaneció varios meses. En avanzado estado de embarazo fue transferida a
la Cárcel de Cumaná. Allí dio a luz una niña que murió a los pocos días de
nacida por las pésimas condiciones del presidio.
Pese a las muchas diligencias
realizadas por su esposo, el General Francisco Esteban Gómez, permaneció en la
prisión hasta 1820 cuando fue liberada por Morillo. (Vale destacar aquí que el
Libertador Simón Bolívar también intercedió por lograr la libertad de Petronila
de Mata, según se desprende del oficio enviado desde La Villa del Norte al
Excmo. General Santiago Mariño el 29 de diciembre de 1816: “Recomiendo a Ud.
muy particularmente, a la ciudadana Petronila de Mata, mujer del ciudadano
Coronel Gómez, para que procure Ud. cangearla por cualquier persona, y principalmente
por cuatro o cinco señoras que están aquí y son esposas, o pertenecen a
españoles o sus partidarios.” Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de
Venezuela. Recopilación de textos. Porlamar, Verbo Publicaciones e
Impresos, 2006, p. 122).
Nota: Ángel Félix Gómez en su estudio
titulado Petronila de Mata: La Heroína
Margariteña. Porlamar, Verbo Publicaciones, 2004, edición patrocinada por
la Fundación República Insular, agrega en relación a la muerte de Petronila de
Mata, que “las honras fúnebres de la heroína se celebraron en su pueblo natal
Santa Ana del Norte” y que “fue enterrada en un cementerio de La Asunción
llamado El Blanco, en las inmediaciones donde hoy se encuentra la Imprenta del
Estado, en la Avenida Constitución. Ese cementerio desapareció y con él la
huesa de esta heroína nacida en Margarita.” (p. 37). (IEGL).
Rosauro Rosa Acosta: “Petronila de
Mata.” Heroínas Margariteñas.
Pampatar, Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero”, 1996, pp.
51-52.
28. DOS TESTIMONIOS TANGIBLES DE LA ASAMBLEA QUE SE EFECTUÓ EL 6 DE MAYO DE
1816 EN EL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE: EL SILLÓN QUE OCUPÓ EL
LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR Y LOS
BANCOS DONDE SE SENTARON DIRIGENTES Y EXPEDICIONARIOS.
Lcdo. Iván Gómez León
Es conocimiento de todos que el templo de Santa Ana fue el lugar escogido
para efectuar la magna asamblea el 6 de mayo de 1816, cuyos trascendentales
acuerdos hicieron proclamar al Libertador Simón Bolívar que en esa fecha había nacido la Tercera
República de Venezuela.
Aun cuando el Acta que elaboró el
Secretario Pedro Briceño Méndez no da detalles de cómo se organizó la asamblea,
los lugares que ocuparon quienes la presidieron y la ubicación de los asistentes, es de suponer
que fue presidida por el Libertador Simón Bolívar, por el General en Jefe
Santiago Mariño, electo Segundo Jefe, y por el General Juan Bautista Arismendi, en
su carácter de Jefe Militar de Margarita.
En esta primera parte de su instalación, quienes hacen uso de la palabra son:
Bolívar, e inmediatamente Arismendi. Mariño, luego de su designación, ha debido
pasar a presidir la asamblea. De ese momento estelar, lo único que ha
trascendido en el tiempo es el sillón que ocupó el Libertador, hoy debidamente
restaurado.
El resto de los asambleístas han
debido ocupar los bancos de la iglesia. No sabemos de cuántos bancos disponía
la iglesia para el momento. Las dimensiones de los cuatro ejemplares que aún se
conservan nos hacen suponer que estos estaban dispuestos en una fila que
ocupaba la nave central del templo.
Felipe Natera Wanderlinder, presto a
la aplicación de la lógica a la hora de referirse a esta asamblea, explica que
Bolívar escribió sus proclamas en la casa de habitación del Sargento Mayor
Policarpo de Mata, donde estaba hospedado con los demás integrantes del Estado
Mayor (*). No resulta exagerado por parte nuestra inferir que el Secretario Pedro Briceño Méndez ha debido
tomar nota en el desarrollo de la asamblea y que, en el mismo inmueble,
procedió a su redacción definitiva.
(*) Felipe Natera Wanderlinder: “La
casa del General Policarpo de Mata en Santa Ana del Norte.” La Villa de Santa Ana en los 25 años de
Margariteñerías 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva
Esparta, 1996, pp. 347-348.
29. PBRO. JUAN MIGUEL LÁREZ
Iván Gómez León
El sacerdote Juan Miguel Lárez,
además de su magnífica labor eclesiástica desarrollada en Santa Ana del Norte,
está relacionado con la reproducción de la copia del Acta del 6 de mayo de
1816, interesante información que nos ha planteado efectuar las investigaciones
pertinentes a los fines de lograr su ubicación y proceder a su reedición.
*Refiriéndose a la situación de los
libros antiguos que permanecían en la iglesia de Santa Ana, explica Andrés
Márquez Gómez en su obra Árboles,
pájaros y niños: “Los libros parroquiales y otros papeles de importancia
permanecían tirados en un rincón, sobre el piso, expuesto a la acción de la
humedad y a la voracidad de las polillas y otros insectos. Fue Monseñor Juan
Miguel Lárez quien mandó a hacer un estante cerrado de madera de cedro amargo,
para proteger a ese archivo.”
Este sacerdote, de porte elegante y
voz sonora, era nativo de La Asunción y ejerció su apostolado en la Diócesis de
Guayana, sobre todo en la ciudad de Barcelona, donde se supo apreciar su talento y sus virtudes
sacerdotales. Fue honrado por la Santa Sede con el título de Prelado Doméstico
de S.S. Vino a Margarita, enfermo y agotado por los años y fue a hacer compañía
a Monseñor Eduardo de Jesús Vásquez, Vicario de la Isla y párroco del Valle del
Espíritu Santo.
Monseñor Lárez se encargó de la
parroquia de Santa Ana del Norte, de una manera accidental y en mitad de una
Semana Santa dejada trunca por el sacerdote agustino Fray Juan Vicente Arteaga.
Monseñor Lárez no solamente envió
jóvenes al Seminario, sino que escribió un libro titulado El Seminarista, con el fin de orientar a los aspirantes al
sacerdocio.
Monseñor Lárez se ausentó de la
parroquia en el año 1926.
Leamos con atención lo que dice
Tavera Acosta en su Historia de Carúpano
(p. 146) en relación a las copias que se le han hecho al acta del 6 de mayo
de 1816, donde está involucrado Mons. Juan Miguel Lárez:
+En la novela histórica escrita por
el Académico (de la Academia Nacional de la Historia) Francisco Jiménez Arráiz,
titulada Hojas de Laurel y publicada
en 1921, está inserta una copia del
Acta, tomada por Jiménez Arráiz de otra copia que “encontró en un archivo de la
isla de Margarita”, la cual remitió a la Academia Nacional de la Historia.
+En 1918, Tomás Andrés Polanco
publicó una reseña de la Gira Apostólica del Nuncio de S.S. Al referirse a la
Asamblea del 6 de mayo de 1816, dice que por ser poco conocida el acta que se
levantó, rogó a Monseñor Juan Miguel
Lárez le facilitase una copia a lo que accedió el venerable doctor Lárez, para
insertarla en su trabajo.
Esta valiosa información nos
permitirá acceder a la lectura de este documento en su versión más próxima al
original, toda vez que Rosauro Rosa Acosta informa en su obra Pueblo de la Mar, editado en 1991
por el Fondo Editorial del Municipio
Maneiro “Dr. Efraín Subero”, que en el año 1905 el Dr. Francisco Jiménez
Arráiz, en ese entonces Presidente del Estado Nueva Esparta, le entregó al
Presidente Cipriano Castro el documento original en referencia, en acto
irresponsable con la memoria histórica del pueblo neoespartano.
30.LAS IMÁGENES DEL TEMPLO EN EL RECUERDO DE OLIMPIA FRANCO
Albertina Tovar de González
La señora Olimpia Franco a través de los
recuerdos se traslada a sus años mozos y rememora los tiempos en los que su
papá la llevaba a la iglesia, siendo muy pequeña; cuando caía la tarde la
enseñaba a rezas y encargó los primeros años de su escolaridad a una señora muy
cristiana, llamada Vicenta Rosas, hija de un maestro que hubo aquí llamado José
Ramón Rosas, epónimo de una de las calles de este pueblo. Este maestro le enseñó
desde las primeras letras hasta el libro segundo, además la preparó para
recibir la Primera Comunión.
Olimpia fue creciendo en tamaño y
conocimientos, muy cerca de la maestra Vicenta Rosas, acompañándola en el
oficio de vestir a Santa Ana, la patrona, lo que presenció siempre atenta, sin
perder un detalle, convirtiéndose en una experta en la materia; por lo que al
morir la maestra Vicenta le corresponde a ella sustituirla en esta labor, la
cual desempeñó con dedicación, mucho cariño y devoción hasta el año dos mil,
cuando a pesar de la medicina, perdió la visión.
Olimpia, mujer cristiana
comprometida, frecuentaba el templo pertenecía a un grupo de apostolado, fue
presidenta de la hermandad de Santa Ana durante muchos años y estaba
familiarizada con todos los acontecimientos parroquiales, por lo que al
solicitarle información acerca de las imágenes existentes en nuestro tiempo, su
procedencia y su ubicación en ese recinto, no se hace esperar e inicia su
narrativa, señalando que en el altar mayor se encontraban ubicadas las imágenes
de Santa Ana, San Pedro y San Joaquín, manifestando desconocer su procedencia
por lo antiguo de las mismas. Al referirse a San Joaquín surge una anécdota: A
este santo lo tenían por San José, es decir, como no había imagen de este
santo, cuando llegaba su día, el sacristán le colocaba una varillita que lo
identificaba, lo colocaba en el mesón y le celebraban su festividad. Esto
ocurrió hasta cuando Mons. Andrés Márquez Gómez trajo una imagen de San José.
También recuerda a Santa Teresita,
traída por Mons. Críspulo Benítez Fonturvel y colocada en una capilla que le
hicieron en el cuarto de los muertos; tiempo después decidieron sacarla de allí
y colocarla en otro lugar del templo, para construir un altar en ese sitio y
colocar al Santísimo Sacramento y una imagen de la Virgen del Carmen donada por
Pedro María Arocha.
Al lado de la nave derecha estaban
colocados: El Cristo, San Juan y la Virgen Dolorosa, lo que se identificaba
como el Calvario, tiempo después sustituido por la imagen de Corazón de Jesús.
Dijo además conocer un San José
pequeño, una virgencita de Guadalupe y un niño Jesús sentado en una sillita,
los cuales eran colocados en el nacimiento en tiempos de Navidad.
A la izquierda del templo, al lado de
la ventana, estaba un mesón con San Luis Gonzaga, una virgencita del Carmen y
San Miguel Arcángel.
También se encontraban las imágenes
de la Humildad y Paciencia y el Santo Sepulcro. Luego, Monseñor Andrés Márquez
Gómez trajo a Jesús en la columna y otra de Santa Ana.
Yuyita Gamboa trajo la imagen de San
Judas Tadeo desde Caracas y la donó a la iglesia.
San Onofre fue donado por el Dr.
Angito Villarroel, como promesa hecha en
sus tiempos de estudiante.
El señor Avelino Márquez, hizo llegar
al templo la imagen de la Virgen de Fátima y se encargaba de celebrar su fiesta
con mucho entusiasmo.
Señaló que conoció las imágenes
antiguas de la Virgen de Lourdes, Virgen del Rosario y el Nazareno.
Finalmente, dijo tener conocimiento
de la situación de resguardo en la que se encuentran todas las imágenes en
hogares de la comunidad de Santa Ana, mientras dure la larga espera por la
restauración del templo parroquial.
Albertina Tovar de González: “Las
imágenes del templo en el recuerdo de Olimpia Franco.” Margariteñerías. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular,
segunda etapa, edición extraordinaria, N° 68, p. 16.
31. BIOGRAFÍA DE SAN
EZEQUIEL MORENO, INTERCESOR DE LOS ENFERMOS DE CÁNCER.
María Ximena Rondón.
Su ardor misionero fue tan grande que
no dudaba en cruzar ríos caudalosos y soportar las inclemencias del clima con
tal de llevar almas a los pies de la Cruz. Tenía un espíritu fuerte que ninguna
pena, crítica o enfermedad pudo quebrantar. Por su entrega apasionada a Dios y
su labor se le considera como uno de los más grandes apóstoles de la
Evangelización de América.
Ezequiel Moreno Díaz nació el 9 de
abril de 1848 en Alfaro, Rioja, España. Sus padres fueron Félix Moreno y Josefa
Díaz, quienes a pesar de tener una condición humilde, consideraban a la
religión católica como su tesoro.
Esta devoción influyó en el corazón
del Santo, que desde la infancia sintió el llamado a la vida religiosa. Era un
niño inteligente, juguetón y dedicado a los estudios. Sin embargo, era capaz de
sacrificarse por su prójimo, porque en lugar de ir a las fiestas del pueblo, se
quedaba cuidando de los enfermos. También le gustaba cantar y tocar la
guitarra.
Con solo 16 años y siguiendo el
ejemplo de su hermano mayor, ingresó al Convento de los Agustinos Recoletos en
Monteagudo (Navarra) el 21 de septiembre de 1864. Un año después hizo su
profesión religiosa y cuatro años más tarde fue enviado como misionero a
Filipinas. Allí culminó su formación y fue ordenado sacerdote el 3 de junio de
1871.
Tiempo después fue enviado, junto con
su hermano Eustaquio, a evangelizar a los habitantes de la isla de Paragua.
Ezequiel convirtió a muchas almas, pero contrajo la malaria debido a las
pésimas condiciones de sanidad y tuvo que regresar a Manila.
En 1876 fue nombrado párroco de
Lespiñase y cuatro años después predicador conventual de Manila. Entonces
asumió las riendas de una finca de los Agustinos Recoletos en Imus. Fue un
excelente administrador y también realizaba obras de caridad con los pobres. En
1888 regresó al convento Monteagudo como Prior. Durante tres años imprimió en
los jóvenes novicios el sello de la espiritualidad agustiniana y el amor hacia
los pobres reduciendo sus raciones para dar de comer a los mendigos.
Tres años después volvió a embarcarse
en la aventura como misionero. Vivió austeramente durante cinco años en Bogotá
(Colombia) en el cargo de Provincial de la Orden. Se dedicó a predicar y
atender a los enfermos. Junto a tres compañeros se introducía en la región de
Casanare, que aún no era explorada, para evangelizar y administrar los
sacramentos.
Debido a sus méritos, al reactivar la
labor misionera en Colombia, fue nombrado Obispo Titular de Pinara y Vicario
Apostólico de Casanare. El 1° de mayo de 1894 lo nombraron Obispo de Pasto. En
su nuevo cargo destacó por su celo apostólico y su fidelidad a la Iglesia. Ejecutó
su programa de trabajo denominado “Dios y Colombia”. Su posición como Obispo no
lo detuvo en su labor misionera. Siguió atravesando ríos caudalosos, caminando
en medio de tormentas y soportando las inclemencias del clima porque consideraba
que “una sola alma vale más que toda mi vida”.
A la par de su intenso trabajo
apostólico, dedicaba varias horas a la oración, a la que consideraba como la
fuente principal para obtener fuerzas.
Como Obispo de Pasto, sus prédicas
contundentes y su sencillez provocaron la burla de sus enemigos, incluyendo
algunos obispos, quienes también lo atacaban por medio de la prensa. Sin
embargo, San Ezequiel trataba a sus atacantes con misericordia y pedía por
ellos.
En 1905 le diagnosticaron cáncer y,
ante las reiteradas súplicas de los fieles y de los religiosos de su Orden,
volvió a España para operarse. Lamentablemente la intervención fue muy dolorosa
y no tuvo éxito. Durante la operación el Santo exclamaba: “Dios mío, dame valor
para sufrir por ti”.
Fue enviado a Monteagudo para
recuperarse, pero volvió a recaer. Los dolores nunca quebrantaron su espíritu y
se mantuvo firme en su fe. Murió el 19 de agosto de 1906.
Fue beatificado por el Papa Pablo VI
en 1975 y el 11 de octubre de 1992 fue canonizado por San Juan Pablo II y es
considerado como el especial intercesor ante Dios por los enfermos de cáncer.
*María Ximena Rondón: “Hoy celebramos
a San Ezequiel Moreno, intercesor de los enfermos de cáncer.” Facebook. https:
// www.aciprensa.com
…/…
ÍNDICE
Lcdo. Iván Gómez León:
MOTIVACIÓN/
PRIMERA PARTE:
DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN/
SEGUNDA PARTE:
PROPUESTAS/
TERCERA PARTE:
INFORMACIÓN REFERENTE AL TEMPLO
COLONIAL DE SANTA DEL NORTE EN LA BIBLIO-HEMEROGRAFÍA REGIONAL/
1. Biografía de Mons. Andrés Márquez
Gómez/
2. Historia de la Iglesia/
3. Santa Ana del Norte ha tenido dos
patronas/
4. Biografía de Francisco Esteban Gómez/
5. Biografía de Juan Bautista Arismendi/
6. La Junta de Notables reunida en la
iglesia de Santa Ana el 6 de mayo de 1816.
7. Resolución de la Junta Nacional
Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación
mediante la cual declara Monumento Histórico Nacional al templo de Santa Ana/
8. Acta de reconocimiento del Libertador
como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos. Santa Ana, 6 de mayo de
1816/
9. Proclama de Bolívar del 8 de mayo de
1816 mediante la cual declara el nacimiento de la Tercera República de
Venezuela en Santa Ana el 6 de mayo de 1816/
10.
Biografía
del Gral. Policarpo Mata/
11.
Resolución
de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y
Artístico de la Nación mediante la cual declara Monumento Histórico Nacional la
casa natal de Policarpo de Mata y Petronila de Mata/
12.
Cuadro
de Ánimas/
13.
Las
dos fundaciones de la población del Norte/
14.
Nuestra
Señora del Rosario/
15.
Busto
y estatua de Francisco Esteban Gómez en la plaza/
16.
Biografía
del Pbro. José Vicente Gómez/
17.
Biografía
del Pbro. Francisco de la Concepción Romero/
18.
Biografía
del Pbro. Jorge Quiterio Real Reyes/
19.
Biografía
del Pbro. Plácido José Fernández/
20.
Cofradía
del Santísimo Sacramento/
21.
La
plaza de Santa Ana del Norte/
22.
Sacristanes
de mi pueblo/
23.
Biografía
de Pedro Angel González.
24.
Mons.
Tomás Márquez Gómez.
25.
Biografía
de Pedro Ángel González.
26.
Biografía
de Luisa Cáceres de Arismendi.
27.
Biografía
de Petronila de Mata.
28.
El
sillón donde que ocupó el Libertador Simón Bolívar y los bancos donde se
sentaron dirigentes y expedicionarios.
29.
Pbro.
Juan Miguel Lárez.
30.
Las
imágenes del templo en el recuerdo de Olimpia Franco/
31.
Biografía
de San Ezequiel Moreno/