martes, 19 de abril de 2016

TESOROS PATRIMONIALES DEL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE. ISLA DE MARGARITA.

                                            Iván Gómez León






TESOROS PATRIMONIALES DEL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE. ISLA DE MARGARITA.









                                            Santa Ana del Norte
                                                Febrero 2016

                                                  MOTIVACIÓN
                                                                             Lcdo. Iván Gómez León
Animado por el interés de brindar un servicio efectivo a la formación profesional de los cursantes y egresados del Diplomado en materia Patrimonial/Cultural, que patrocina el Hotel Escuela Venetur, he elaborado el presente trabajo de investigación biblio-hemerográfica que he titulado: Tesoros patrimoniales del templo colonial de Santa Ana del Norte. Isla de Margarita.
Para confeccionarlo, en la Primera Parte, registré  las referencias significativas presentes en el templo en cumplimiento de un recorrido detallado y minucioso.
En la Segunda Parte, en vista de la inconveniente ubicación y tratamiento de algunos bienes muebles significativos, avanzamos en la elaboración de Propuestas orientadas a su dignificación expositiva en el contexto. Para esta tarea se deberá solicitar la asesoría correspondiente al Instituto del Patrimonio Cultural.
En la Tercera Parte, sección medular del trabajo, volcamos el resultado de la investigación biblio-hemerográfica realizada con el propósito de asignarle contenidos elaborados por estudiosos e investigadores de la historia regional y local a fin de garantizar la confiabilidad de los datos recabados. A todos los textos le incorporé, al final, la referencia correspondiente y, en los casos que consideré pertinente, notas adicionales identificadas con mis iniciales (IEGL).
Indudablemente,  es este un material que será de mucha utilidad. Espero que el producto de este esfuerzo sea considerado por el equipo docente, mejorado sustancialmente y transformado en un valioso recurso de apoyo para quienes incursionan en el estudio de nuestro patrimonio cultural/histórico.
                                         
























                                      PRIMERA PARTE  
                          DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN








Un recorrido por los espacios interiores de la iglesia de Santa Ana del Norte nos pone en contacto con las siguientes evidencias:
1.    En el Altar Mayor, en la parte superior de la pared, centrado, la imagen de Santa Ana, patrona de esta comunidad.
2.    En el área central del Altar Mayor, en el piso, están tres placas:
                                        PBRO. SR.
                          PLÁCIDO JOSÉ FERNÁNDEZ
                             5-10-1871 – 2-6-1957
                              CARÍSIMO AMIGO
 TU VIDA EJEMPLAR ES GUÍA DE NUESTRA INSTITUCIÓN
                              DUERME EN PAZ.
           INSTITUTO BENÉFICO PADRE FERNÁNDEZ
                                       *****
                      PBRO. JORGE QUITERIO REAL
                    NACIÓ EL 23 DE ABRIL DE 1848
                   MURIÓ EL 14 DE MARZO DE 1912
ILUSTRE Y AMADO SACERDOTE NATIVO DE ESTA VILLA
DE LA CUAL FUE GUÍA ESPIRITUAL DESDE 1894 HASTA SU MUERTE.
                                     *****
                                         PBRO.
              FRANCISCO DE LA CONCEPCIÓN ROMERO
                           24-2-1794  -  4-1-1855
CURA QUE FUE DE ESTA VILLA DESDE 1824 HASTA SU MUERTE.
                                     *****
3.    En la nave izquierda, cerca del altar, en el piso, una placa:
 MONS. TOMÁS ENRIQUE MÁRQUEZ GÓMEZ (Obispo)
                      15-07-1915 – 11-12-2004
                                        Q.E.P.D.
 MONS. ANDRÉS DE JESÚS MÁRQUEZ GÓMEZ (Sacerdote)
                         17-10-1917 – 12-05-2005
                                         Q.E.P.D.
3. En la nave izquierda, puerta de entrada lateral, se encuentra una placa adosada a la pared:
                                               GENERAL
                            POLICARPO DE MATA ROMERO
                                   26-1-1793  - 24-8-1881
                                   HÉROE DEL 4 DE MAYO
           GRITO DE INDEPENDENCIA DE LA ISLA.
          JEFE DEL ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO
                EN LA BATALLA DE MATASIETE.
            JEFE DE LA CABALLERÍA PATRIOTA
        FIRMANTE EN ESTE TEMPLO DEL ACTA
DE RECONOCIMIENTO DE BOLÍVAR COMO JEFE
 SUPREMO DE LA REPÚBLICA Y SUS EJÉRCITOS
         JEFE DE OPERACIONES EN ORIENTE
            GOBERNADOR DE MARGARITA
    CONDECORADO CON LA ESTRELLA DE LOS
       LIBERTADORES CREADA POR EL PERÚ.
               EN SU CASA DE HABITACIÓN
    QUE ES MONUMENTO NACIONAL DE ESTA VILLA
        SE HOSPEDARON EL LIBERTADOR
     LOS GENERALES SANTIAGO MARIÑO
  RAFAEL URDANETA, JOSÉ ANTONIO PÁEZ
            Y OTROS ALTOS OFICIALES.
Al pie de esta placa, en el  subsuelo, aun cuando carece de identificación, se encuentran los restos del Gral. Policarpo de Mata.
*En la nave lateral derecha, contiguo a la entrada, en la pared, está instalado un Cuadro de Ánimas. En la parte inferior de la obra, centrado, está registrada una fecha: 1784.
*En la nave lateral derecha, contiguo a la entrada, en la pared, está escrito un texto de Indulgencias. Virgen del Rosario. Texto de Indulgencias.
*En la nave lateral izquierda, en el altar, está colocada la imagen de San Ezequiel Moreno, intercesor de los enfermos de cáncer. Un fragmento de sus restos fue instalado en un dispositivo en el altar mayor.
*A ambos lados de la nave central  -izquierda y derecha- han sido colocados tres bancos de madera, de la época colonial,  donde se sentaron los expedicionarios y dirigentes militares asistentes a la Asamblea del 6 de mayo de 1816. Restaurados.
*En el área externa del altar mayor, nave lateral derecha, ha sido colocado el sillón donde se sentó el Libertador en la asamblea del 6 de mayo de 1816. Restaurado.    
*Cuadro del artista plástico santanense Pedro Ángel González, ubicado a la entrada a la derecha. Bautisterio. En el lienzo, parte inferior a la izquierda se lee: Ofrenda de la Sociedad Patriótica Bolívar integrada por neoespartanos a la histórica Villa de Santa Ana del Norte en el centenario de la muerte del Libertador. MCMXXX – Caracas. En una placa metálica instalada en la parte inferior del lienzo, se lee: Bolívar en la Villa del Norte.06/05/1816. Es el título de la obra colocado por su autor.
*En un nicho ubicado en el área lateral izquierda del altar mayor está colocada una imagen de la Virgen de Guadalupe. Según, es el único testimonio que se conserva de la primera iglesia de Santa Ana.

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                                        SEGUNDA PARTE
                                          PROPUESTAS










En las condiciones actuales que presenta el templo de Santa Ana del Norte, no transmite ninguna información acerca de su importancia histórica como símbolo de la arquitectura religiosa del período colonial, del suceso histórico trascendental (6 de mayo 1816) que allí tuvo lugar bajo la dirección del Libertador Simón Bolívar y de los detalles que le dan específica connotación regional.
En tal sentido, se propone tomar las siguientes iniciativas:
1.    Desprender la placa plástica que colocó en el frontis Pdvsa La Estancia y colocar en su lugar una placa de mármol con texto ilustrativo, que bien pudiera ser develada el 6 de mayo de 2016 con motivo de la celebración bicentenaria.
2.    Colocar sobre una base de madera los bancos coloniales a manera de destacarlos. Una tarjeta informativa.
3.    Colocar sobre una base de madera la silla donde se sentó el Libertador en la Asamblea del 6 de mayo de 1816. Una tarjeta informativa.
4.    Colocar un recuadro de madera a la placa de Policarpo Mata y a la mitad de ambos lados hacerle una base que permita colocar allí una luz perenne.
5.    Estudiar la pertinencia de colocar al pie de la placa de los Monseñores Márquez Gómez una base donde colocar flores o algo por el estilo.
6.    Al constatar la antigüedad de la Virgen de Guadalupe, colocarla en una cúpula de cristal. Tarjeta informativa.
7.    Al constatar la antigüedad de la Virgen del Rosario, colocarla en una capilla de cristal. Tarjeta informativa.
8.    Hacer una copia caligrafiada del Acta del 6 de mayo de 1816 y una copia facsimilar de la Proclama del Libertador del 8 de mayo de 1816 para colocarlos en un mueble de madera y vidrio.
9.    Al cuadro de Ánimas. 1784. Colocar una tarjeta informativa.
10.                             Edición de un afiche con la imagen del templo y sus tesoros culturales.
11.                             Los restos del Pbro. José Vicente Gómez están localizados en el presbiterio, al lado de la epístola y frente al nicho de San Pablo. Es conveniente destacarlo con una placa donde se indique que este sacerdote fue quien ofició el Te-Deum al finalizar la asamblea del 6 de mayo de 1816.
12.                             Edición de un material informativo para visitantes, turistas, usuarios.
13.                             Entorno: Plaza Francisco Esteban Gómez. Sustituir la espada de la estatua del Gral. Francisco Esteban Gómez y arreglar su pedestal.
14.                             Entorno: Ornato y embellecimiento de las plazas Francisco Esteban Gómez y Jorge Quiterio Real.


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                                         TERCERA PARTE
INFORMACIÓN REFERENTE AL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE EN LA BIBLIO-HEMEROGRAFÍA REGIONAL.










1.               MONSEÑOR ANDRÉS DE JESÚS MÁRQUEZ GÓMEZ
Santiago Amparán Romero
Nació en Santa Ana del Norte el 17 de octubre de 1917. Hijo de Leandro Máximo Márquez Moreno y María de Jesús Gómez de Márquez. Sus estudios eclesiásticos los realizó en el Seminario de Cumaná y el Interdiocesano de Caracas. El 26 de julio de 1942 fue  ordenado sacerdote en el histórico templo parroquial de su pueblo natal, donde ofició su primera misa el 2 de agosto del mismo año. Fue Párroco de Altagracia, Cumaná, Puerto Sucre, Santa Ana y Carúpano. Vicario de Margarita, de Carúpano y Vicario Capitular de la Diócesis de Cumaná. Camarero Secreto y Protonotario Apostólico de su Santidad, Miembro del Consejo de Consultores de la Diócesis y Miembro del Consejo Presbiteral.
El 11 de septiembre de 1963 fue trasladado a Carúpano donde   prestó servicios hasta el 12 de diciembre de 1972.  Como constancia de su sensibilidad social, dejó en aquella ciudad oriental  la Escuela Parroquial “Santa Teresita” concebida en principio para ofrecer educación a limpiabotas y pregoneros. Actualmente en pleno funcionamiento.  En enero de 1973 se incorporó a la Diócesis de San Felipe donde prestó servicios como Vicario de Religiosas, Capellán del Ancianato y Capellán del Internado Judicial.
En el año 1976 publicó el libro Árboles, pájaros y niños y en 2004 la Fundación República Insular patrocinó una segunda edición. Es este un testimonio amoroso de índole histórico/cultural en homenaje a su pueblo natal.
Ya avanzado  en edad pasó a retiro y regresó a Margarita, su lar nativo, Santa Ana, donde gozó del aprecio y del cariño de sus familiares y de la feligresía en general.
Falleció en Santa Ana el 12 de mayo de 2005. Sus restos reposan, junto a los de su hermano también sacerdote Tomás Márquez Gómez, en la nave lateral izquierda del templo colonial.
Santiago Amparán Romero: “Monseñor Andrés de Jesús Márquez Gómez.” Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular, 2004. (Solapa)
2.                                 HISTORIA DE LA IGLESIA
Andrés Márquez Gómez
La construcción de la iglesia de Santa Ana se inició alrededor del año 1748. Antes de esta fecha había una iglesia pequeña, tal vez una capilla, insuficiente para el número de fieles, españoles y guaiqueríes, que asistían a los oficios religiosos. Así se desprende de un informe del Gobernador de Margarita Don José Longart y Cobián (1) al Monarca español, fechado el 25 de septiembre de 1748. Dice: “que por haberse aumentado considerablemente el partido del Norte y ser su iglesia muy pequeña, los he fomentado para que hagan una a proporción de su vecindario.”
Esta iglesia terminó veinte años después, estando al frente de la Parroquia el activo sacerdote cumanés, Manuel José Sotillo Verde (2) quien informó a la Corte de Madrid “que la iglesia está concluida, que la hicieron a sus expensas los vecinos españoles y guaiqueríes. Es de bajareque, mampostería, techo de tejas, con una torre.”
Aunque el padre Sotillo Verde dice “que la iglesia está concluida” se ve a las claras que sólo fue de una manera provisional, tal vez por falta de recursos, ya que las Cajas Reales no dieron un maravedí (“fue hecha a expensas de los vecinos españoles y guaiqueríes”) o por la urgencia del culto (“por haberse aumentado considerablemente el partido del Norte”). Mientras el presbiterio, las dos sacristías, el campanario y el frontis son de mampostería maciza, las paredes laterales, eran de bahareques y el techo estaba sostenido por dos filas de gruesos horcones, la mayoría de roble y apamate que según la tradición fueron cortados en lo que es hoy la plaza Francisco Esteban Gómez.
Cuando el Libertador estuvo en Santa Ana, 47 años más tarde, la iglesia no había sufrido variación alguna y así se conservó hasta el año 1912, salvo ligeras modificaciones en su interior como el famoso “cuarto de los muertos”, (3) adosado a una pared del presbiterio y aprovechando el ángulo formado por esta pared y el campanario y en su parte interior la pintura del presbiterio en 1860 y la construcción del coro alto en 1866.
Para el año 1900 las paredes laterales de la iglesia y el techo necesitaban urgente reparación. El presbítero Jorge Quiterio Real, párroco de Santa Ana para la primera década del presente siglo, se vio en la imperiosa necesidad de sustituir las paredes de bahareque por unas de mampostería. Para esta obra se usó el sistema de fajinas en la recolección de materiales.  Mi padre contaba cómo mi tío Ricardo, él y todo el pueblo, presidido por el Padre Real, cargaron piedras y arena para la obra. Por falta de recursos, las paredes quedaron sin encalar.
En 1924, el párroco, presbítero Bachiller Plácido José Fernández, mandó frisar las paredes y construir las aceras.
En 1930, centenario de la muerte del Libertador, estando al frente de la Parroquia Monseñor Juan Miguel Lárez, se sustituyeron los horcones de la nave central, por dos hileras de columnas de mampostería, con sus arcos respectivos. Lástima que en esa oportunidad hicieran terminar las columnas con capiteles dóricos, muy bonitos, pero que desentonaban con el conjunto. En ese tiempo se cometió el disparate de cambiar el piso de ladrillos por uno de cemento. Disparate aún mayor, por cuanto la mitad del piso de la iglesia estaba cubierto con grandes losas sepulcrales. Era costumbre de la época anterior a la primera década del presente siglo, enterrar a los muertos en la iglesia. Allí estaban enterradas muchas personas ilustres de gran figuración en la historia política y militar de Margarita. Hoy es imposible identificar el lugar exacto donde se encuentran sus restos.
Para estos trabajos se nombró una “Junta Pro Templo Histórico de Santa Ana”, presidida por Monseñor Juan Miguel Lárez y compuesta por los notables de la población, entre los cuales estaba mi padre.  Esta Junta, entre otros, tenía como presidentes honorarios al Primer Magistrado del Estado, al Obispo de la Diócesis, al Vicario de Margarita, Monseñor Eduardo de Jesús Vásquez y, naturalmente, al Presidente de la República. Al hacerle la participación al General Juan Vicente Gómez y pedirle la restauración del histórico templo como un homenaje del Gobierno Nacional al Libertador en el primer centenario de su muerte, contestó enviando la cantidad de mil bolívares. Cuando en el Norte se recibió tan pequeña suma, los integrantes de la Junta, se trasladaron al Valle del Espíritu Santo a pedir consejo a Monseñor Vásquez. Este les dijo: “Hijitos, no se desalienten. Participen al General Gómez que ya recibieron la primera cuota para la obra”.
No sé si alguno se atrevió a firmar tal participación.
En el año 1946 fue necesario ponerle un techo nuevo a la iglesia. El que tenía antes era de varas, latas de “guatacare”, barro y tejas, y se había deteriorado de tal manera que era un peligro permanecer dentro del templo. Se cambiaron las varas por alfaldas, las latas por tablas de cedro y se le colocaron las tejas originales. Para este trabajo se contó con una ayuda substancial del Ejecutivo Nacional, presidido por el General Isaías Medina Angarita y una colecta popular. Aunque el dinero se consiguió estando al frente de la Parroquia el Pbro. Fray José María Estorch, de la Orden de los Carmelitas, los trabajos se realizaron siendo yo Párroco Accidental de Santa Ana.
A mediados del año 1951 se le quitó a la iglesia el piso de cemento y se le puso uno de granito, donado por el Gobierno Regional, presidido por Don Heraclio Narváez Alfonzo, hijo ilustre de Santa Ana. (4)
El 5 de febrero de 1957, a petición de la Asamblea Legislativa del Estado Nueva Esparta, el Concejo Municipal del Distrito Gómez, de diversos organismos culturales y del Párroco, la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, declaró a la iglesia de Santa Ana, Monumento Histórico Nacional.
Para principios de 1960 empezaron de nuevo a notarse grietas bastante peligrosas en el piso de granito, el frontis y el arco toral de la iglesia. El techo se hundió en varias partes y se desprendieron numerosas alfaldas. Ante el peligro de que la iglesia se derrumbara y siendo yo párroco titular de Santa Ana y Vicario de Margarita, hice varios viajes a Caracas con el fin de entrevistarme con el Ministro de Justicia, algunos miembros de la Academia Nacional de la Historia y la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, e interesar a unos y otros en la total restauración del histórico templo. Al mismo tiempo se organizó una campaña de prensa y radio, a través de numerosos comités de norteros, fundados con tal fin,  en diversas ciudades y pueblos de Venezuela. La campaña de estos comités que a través de diversos medios de comunicación de masas, pedían al Gobierno la restauración de la iglesia, fue bastante efectiva. El Ministro de Justicia ordenó la ejecución de la obra a un costo de 150.000 bolívares. El encargado de los trabajos fue el técnico en arquitectura colonial, Profesor Graziano  Gasparini. A excepción de las paredes, las columnas y los arcos, se procuró dejar la iglesia tal como la contemplaron los ojos del Libertador el 6 de mayo de 1816. Para esto se eliminó el “cuarto de los muertos”, las capillas de Santa Teresita y el Calvario, que ocupaban las antiguas sacristías, el piso de granito y los capiteles dóricos. Se puso un piso de ladrillos semejantes al que tenía en la Colonia, se doraron al fuego los nichos del presbiterio y toda la obra de madera fue de puro estilo colonial. Los trabajos empezaron el 7 de enero de 1962 y se terminaron a mediados del mismo año. La obra se bendijo el 26 de julio, día de Santa Ana, con la asistencia del Obispo de la Diócesis de Cumaná, Mons. Crisanto Mata Cova, del Gobernador del Estado Sr. Ramón Borra Gómez, de una representación de la Asamblea Legislativa del Estado y otra del Concejo Municipal del Distrito Gómez. Estaban presentes todos los sacerdotes de la Isla y una gran concurrencia de fieles. El discurso estuvo a cargo de Mons. Críspulo Benítez Fonturvel, preclaro hijo de Margarita.
¿Será esta reparación definitiva? Desde 1910, cada reparación que se ha hecho al templo ha sido como un compás de espera, ante la acción destructora del templo.
Debemos recordar que los materiales empleados por los españoles en sus construcciones en Venezuela, fueron sumamente deleznables. Por eso han desaparecido muchísimos conventos e iglesias del siglo XVII.  Yo he visto ruinas majestuosas en el interior del Estado Sucre. Entre las pocas iglesias que se conservan de esa época, están las catedrales de La Asunción y de Coro, muy parecidas por cierto, como que ambas fueron construidas por el mismo arquitecto: Naveda.
La iglesia de Santa Ana del Norte, construida en la mitad del siglo XVIII, con materiales de baja calidad y por el sistema de “fajinas” no ofrece muchas garantías de durabilidad. A esto se agregan dos factores muy importantes. Primero: el terreno del Norte, especialmente el que está alrededor de la plaza Francisco Esteban Gómez, según los entendidos, no es muy firme. Por eso han desaparecido todas las casas coloniales construidas en el Norte, a base del sistema de “calicanto”. Segundo: el piso de la iglesia fue completamente cavado por la costumbre de enterrar a los muertos en su recinto. Yo era un niño y recuerdo cómo en 1930, al cavar los huecos para las bases de los pilares, tuvieron que hacerlos anchos y profundos porque la tierra estaba completamente removida y llena de huesos humanos.
Debe ser una preocupación constante, la conservación de esta reliquia histórica. Dejar caer la iglesia de Santa Ana, sería una grave inconsecuencia para con Dios y para con la Patria. Las futuras generaciones nunca lo perdonarían.
NOTAS:
(1) Don. Jos. Longar y Cobián fue nombrado Gobernador de Margarita el 20 de abril de 1744, tomó posesión de su cargo el 17 de mayo de 1746 y murió en la isla en 1750.
(2) El Padre Sotillo Verde fue el segundo párroco de Santa Rosa de Carúpano.
(3) Se le llamó “cuarto de los muertos” porque allí velaban a los cadáveres traídos de Pedrogonzález, Tacarigua, Altagracia  y otras poblaciones vecinas,  donde no había cementerios. El sacerdote rezaba allí las preces litúrgicas antes del levantamiento del cadáver, luego lo conducía a la iglesia y por último al cementerio que primero estuvo detrás del templo y luego en el lugar que ocupa actualmente. El “cuarto de los muertos” fue mandado a construir por el Pbro. Francisco de la Concepción Romero.
(4) Heraclio Narváez Alfonzo nació en Santa Ana el 8 de junio de 1909 y  es hijo  legítimo de Juan Narváez y Doña Juanita Alfonzo de Narváez. Fue Gobernador del Estado Nueva Esparta desde octubre de 1949 hasta enero de 1958. Fue un gobernador progresista que dejó en el Estado muchas obras de utilidad colectiva. Periodista, poeta, historiador, ensayista, es uno de esos grandes talentos de los cuales el Norte debe sentirse orgulloso.  
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular, 2004, pp. 24-29.
3.            SANTA ANA DEL NORTE HA TENIDO DOS PATRONAS
Andrés Márquez Gómez
La primera patrona del Norte fue la Virgen de la Guadalupe. Pero ¿qué Virgen de la Guadalupe? No creo que se trate de la Virgen Mexicana, aparecida al indio Juan Diego en 1531.  Si contamos el tiempo necesario para que se imponga en el pueblo una nueva advocación de la Virgen, lo difícil de las comunicaciones de entonces y, sobre todo, la natural y necesaria aprobación eclesiástica, que en estos casos siempre suele ir con pies de plomo, se puede dar por descartada la Virgen aparecida en el Tepeyac. Pero a estos se agrega un argumento más poderoso. La Patrona de los mexicanos es una purísima, con las manos juntas sobre el pecho, parada sobre media luna y sostenida por un ángel. Al contemplarla vienen inmediatamente a la mente las inmaculadas de Murillo. La imagen de la Virgen de la Guadalupe que se conserva en Santa Ana y, que según la tradición,  fue la titular de la iglesia que se construyó con autorización del obispo Fray Pedro Solier, no es una purísima. Es una imagen con un niño en los brazos. Creo que se trata más bien de la Virgen de Guadalupe que se venera desde muy antiguo en la ciudad de Cáceres, en la provincia de Extremadura. En el monasterio de los Jerónimos de esa ciudad española hay una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, muy querida por el pueblo español, sobre todo en los años de la conquista de América. Era la devoción predilecta de las cortes de Carlos V Y Felipe II. Debo recordar que el famoso y valiente caballero, Don Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe II y vencedor de los turcos en la célebre batalla de Lepanto,  solía llevar en la nave capitana, junto a las insignias reales, un estandarte de la Virgen de Guadalupe, bordado por las manos de la noble y santa matrona Doña Magdalena de Ulloa, esposa de Don Luis Quijada, valido de Carlos V. Debo recordar también que Cristóbal Colón en su segundo viaje al continente americano,  puso el nombre de Guadalupe a una isla de las Antillas que los aborígenes llamaban Ruruqueire. A esto se agrega que casi todas las expediciones que a raíz del Descubrimiento salían de España hacia el Nuevo Mundo, venían bajo la protección de la Virgen de Guadalupe.
Pocos años después, la población del Norte fue trasladada al lugar que ocupa actualmente. Las causas que motivaron ese traslado pudieron ser varias. Primero: la defensa de la población ante las incursiones de piratas y bucaneros. La Santa Ana actual queda mucho más protegida entre dos pequeñas colinas llamadas El Vigía y Cerro España, a sus costados tiene las montañas del Tamoco y Guaitoroco y a su espalda la montaña de Tacarigua y sobre todo el Portachuelo por donde, en caso de emergencia, se podía esperar ayuda de La Asunción. Segundo: la cercanía de las aguas. En aquella época, cuando todavía la tala no había derribado nuestros bosques, si las sequías no eran muy prolongadas, los riachuelos de Tacarigua y del Tamoco corrían perennemente por La Tagua e iban a desembocar en el mar, cerca de La Galera. Tercero: la proximidad de terrenos sumamente fértiles como son los del Tamoco, La Tagua y generalmente, todos los que rodean a la Santa Ana actual.
Con el traslado del pueblo cambió la patrona. Dejó a la Hija por la Madre, cambió a la Virgen de Guadalupe por Santa Ana. El cambio de nombre y de patrona fue frecuente en la Colonia. ¿Qué motivo hubo para poner a la población bajo el patrocinio de Santa Ana? Pudo ser la devoción de alguno a la madre de la Virgen María. Los españoles fueron muy devotos de Santa Ana. Basta recorrer ligeramente el mapa de Venezuela para comprobarlo. Santa Ana de Coro, Santa Ana de Trujillo, Santa Ana de Anzoátegui. Además la iconografía de Santa Ana del tiempo de la Colonia es bastante numerosa en nuestra patria. Es difícil encontrar una iglesia de aquella época que no tenga una imagen de Santa Ana.
La imagen de esta santa que se venera en la iglesia del Norte es muy antigua. En mi infancia, recuerdo haber visto en el “cuarto de los muertos”, junto a una imagen vieja de Jesús Nazareno, otra antigua, pequeña, de madera pero bastante apolillada, de Santa Ana.
Andrés Tomás Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular, 2004, pp. 72-74.  
4.                 BIOGRAFÍA DE FRANCISCO ESTEBAN GÓMEZ.
                                      (Fragmento)                             
Aníbal Márquez Gómez
Aquí, a nuestro lado, se encuentra el templo de la Villa de Santa Ana del Norte, que guarda en su augusto pero agotado presbiterio y en sus cansadas naves, algunos acontecimientos de extraordinaria significación histórica para la causa de la independencia de Venezuela y de América. Afortunadamente, ante el silencio de los historiadores patrios, algunos Quijotes nos hemos dado a la tarea de dar a conocer esa importancia, y creemos haberlo logrado. /…/
En esa reunión del 6 de mayo de 1816 tomó parte, como Jefe del Estado Mayor del Ejército de Margarita, única provincia libre de Venezuela, el personaje que nos reúne aquí hoy con motivo de cumplirse 222 años de su nacimiento en esta añosa Villa: el para entonces  Teniente Coronel Francisco Esteban Gómez. /…/
Su infancia transcurre, como en todos los pueblos, alrededor del templo que es sin duda el centro donde conjugan todas las voluntades de espíritu cristiano. Su educación es también eminentemente católica y a tal efecto se prepara en la catequesis para recibir la sagrada comunión, también en este recinto, se hace acólito del mismo, que es la mayor de las cuatro órdenes menores de la Iglesia Occidental. En general, los acólitos son niños o personas mayores a quienes para ayudar al sacerdote en la misa u otros actos litúrgicos, se les permite usar la vestidura eclesiástica, esto es:  Sotana y cota o sobrepelliz. Estudia latín e historia sagrada, materias indispensables para quien en aquellos años debía desempeñarse como acólito, y para prepararse a una posible carrera eclesiástica. Sus dotes personales, su inteligencia  y su entrega al servicio de la iglesia permiten que sea designado Sacristán. Sabido es que en aquel tiempo el oficio de Sacristán estaba reservado a personas dotadas de un gran sentido de la honestidad, de una gran preparación doctrinaria y de relevantes dotes personales.
/Al desatarse los sucesos revolucionarios en Caracas el 19 de abril de 1810/ Francisco Esteban Gómez escoge la lucha armada, luego de casarse en el mismo templo, con la posteriormente heroína Petronila de Mata Romero el 21 de diciembre de 1810.
/…/
Por todas estas razones los santanenses o norteros, debemos sentirnos orgullosos del hombre cuyo nacimiento hoy celebramos. Ejemplo de integridad para servir al Creador desde las más humildes posiciones. Paradigma de coraje para tomar las armas y luchar con extraordinaria fiereza, cuerpo a cuerpo, por la libertad y la defensa de la Venezuela de sus desvelos. Valiente comandante para no dejarse intimidar por el poderío militar y político de la imperialista Corona Española. Ponderado magistrado y ciudadano para ejercer el poder con apego a la Ley y a la lealtad de sus principios.
Aníbal Márquez Gómez: “El heroísmo del Sacristán.” (Discurso de Orden pronunciado en la Sesión Solemne del Concejo Municipal del Municipio Gómez. 26 de diciembre de 2005 con motivo del 222° aniversario del natalicio de Francisco Esteban Gómez). En: Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela. (Recopilación Documental). Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006, pp. 87-95.
5.                  BIOGRAFÍA DE JUAN BAUTISTA ARISMENDI
Andrés Márquez Gómez
El General Juan Bautista Arismendi escogió al Norte para su residencia. Esto no es un hecho casual. Hombre astuto,  que olfateaba el peligro  a la distancia y que medía muy bien los pasos que daba porque se sentía perseguido y más que perseguido acosado por enemigos implacables, y su cabeza puesta a precio, sabía que entre los habitantes del Norte estaba seguro. La gente de este pueblo, adicta a la causa de la Independencia,  era incapaz de una traición. Allí Arismendi hizo su casa y vivió con su primera esposa Doña María del Rosario Irala, y, muerta ésta, allí contrajo nuevas nupcias con la ilustre caraqueña Doña Luisa Cáceres Díaz, nuestra máxima heroína. Allí, finalmente, sorteó las insidias que le tendió las intrigas y el odio de Urreiztieta y sus conmilitones. Nunca un norteño delató al héroe, ni se dejó tentar, en su  pobreza, por el alto precio puesto a su cabeza, ni se dejó intimidar con amenazas y castigos para que se apartara del camino de la lealtad prometida al héroe que luchaba por la Libertad.
Para tener una idea de la sagacidad de Arismendi, basta recordar que mientras estuvo oculto por la persecución realista, hizo correr la voz por intermedio de sus leales, de que se encontraba en una isla de las Antillas. Además, el mismo día de la toma de la guarnición de Juangriego, con tres fusiles y unos pocos hombres, hizo creer a los suyos que era necesario apoderarse del puerto para que pudiera desembarcar una expedición de más de 1.500 hombres, que venía a liberar a Margarita de la tiranía de Urreiztieta.
Si después del ataque a la guarnición de Juangriego, Arismendi se lanza a la toma de la Casa Fuerte de Santa Ana, es porque sabe que va a encontrar respaldo en un pueblo adicto a la causa de la República. Es cierto que después de apoderarse de la Casa Fuerte del Norte, de todos los pueblos de Margarita, especialmente de Paraguachí y de San Juan, acudieron numerosos hombres y hasta mujeres a ponerse a sus órdenes, pero el mayor número fue de Santa Ana. En las acciones de guerra de El Vigía y Fuerte España, los norteros llevaron, en gran parte, el peso de la lucha.
Por eso no es de extrañar el odio que revelan las inhumanas instrucciones que Joaquín Urreiztieta dio al Capitán Juan Garrigó: “Se pondrá usted en marcha para el Norte, y a toda costa, tomará aquel punto, dándome parte pronto de todo acontecimiento… No dará usted cuartel a ninguna persona y permitirá el saqueo a la tropa, luego que llegue… La Villa del Norte será quemada cuando regrese de San Juan”.
Esta adhesión total a la causa de la Independencia, le mereció a Santa Ana ser escogida como cuartel general de los patriotas. Allí residía el Jefe de las fuerzas republicanas con su Estado Mayor; allí había un hospital atendido por las mujeres del Norte, para los heridos de la guerra; allí estaban bien custodiados los numerosos prisioneros cogidos a los españoles en los combates anteriores, y allí, finalmente, todo el pueblo era un gran taller donde se fabricaban numerosos útiles necesarios para el ejército.
Cuando el Libertador llegó a Margarita con los expedicionarios de Los Cayos de San Luis,  en mayo de 1816, encuentra en el Norte a un pueblo amigo, fervorosamente patriota, que lo aclama y se despoja de sus haberes para ponerlos en sus manos, como una contribución a la causa de la Libertad. Simón Bolívar volvió a la población de Santa Ana el 28 de diciembre del mismo año y de nuevo el pueblo se volcó por las calles para darle la bienvenida. El General Francisco Esteban Gómez, en la obra citada, /Observaciones a la Historia de Margarita de Francisco Javier Yanes/ dice: “Si los margariteños en la primera vez que estuvo el General Bolívar en la Isla con la expedición libertadora, se habían vuelto locos de contento  -considerando a los expedicionarios como sus libertadores-  no fue menos el júbilo y la alegría de todos los habitantes desde que las baterías de Juangriego anunciaron, con una salva de 21 cañonazos, que por segunda vez pisaba el Libertador el suelo de Margarita. Todos, ansiosos, se apresuraban a los caminos, mujeres, niños y ancianos, y hasta los heridos de los hospitales se veían por todas partes dándose la enhorabuena y vitoreando la Libertad y al General Bolívar, que acompañado del Gobernador, con todo su Estado Mayor y multitud de vecinos honrados, hizo su entrada al Norte, el 28 de diciembre, en medio de vivas y aclamaciones. Por el otro día pasó a La Ciudad y Pampatar, en donde se le tributó todo el homenaje debido a un jefe de sus méritos y virtudes; por el 31 dispuso su viaje a Barcelona y por el primero de enero se marchó.”
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular, 2004, pp. 78-80.
6.    LA JUNTA DE NOTABLES REUNIDA EN LA IGLESIA DE SANTA  ANA EL 6 DE MAYO DE 1816.
Andrés Márquez Gómez.
Después de la pérdida de la Segunda República por la división de los patriotas y ante el avance arrollador del sanguinario José Tomás Boves, quien había logrado poner a los llaneros en contra de la República, Bolívar, Mariño, Piar y otros jefes patriotas organizaron en Haití una expedición para invadir y libertar a Venezuela, contando con la generosidad del Presidente Petión.  Los jefes patriotas reunidos en la casa de la “señora Jeann Bouvil, situada en La Savane, barrio de Los Cayos” designaron a Bolívar como jefe, a Mariño como a su segundo y mayor general, a Brión como jefe de la escuadra, a Zea, intendente general y a Ducoudray-Holstein, subjefe del estado mayor. Piar y MacGregor mandarían las divisiones que se formasen en territorio venezolano.
La expedición salió de Los Cayos de San Luis el 31 de marzo de 1816. Estaba compuesta por siete goletas armadas en guerra, a saber: la Bolívar, la Mariño, la Piar, la Constitución, la Brión, La Feliz y la Conejo. En ellas venía un total  de 250 hombres, incluyendo los oficiales. El rumbo era Margarita, la cual estaba bloqueada por una escuadra compuesta de dos fragatas, un bergantín, tres goletas y varias cañoneras.
Después de haber apresado en un sangriento combate al bergantín Intrépido y a la goleta Rita /ocurrido el 2 de mayo/, llegaron al puerto de Juangriego el 3 de mayo. Antes de desembarcar, el General Arismendi subió a bordo de la Bolívar para invitar al Libertador y a sus acompañantes a bajar a tierra. Ese mismo día se trasladaron al Norte en medio de las aclamaciones del pueblo.
El día seis por la mañana hubo una Junta de notables en la iglesia de Santa Ana. En ella estuvieron presentes: Bolívar, Mariño, Piar, Arismendi, MacGregor, Gómez, Ruiz, José Maneiro, Celedonio Tubores, Morales, Mata, Zea, Valdés, Ducoudray, Pedro María Freites, Boguier, Landaeta, Soublette, Marconies, Chipía y Briceño Méndez. Además “el clero y otros notables de la Isla.”
Esta Junta fue de una importancia enorme para Venezuela porque en ella se acordó:
A)   La unificación de Venezuela. Antes de esa Junta el actual territorio venezolano estaba dividido en dos partes, con dos ejércitos distintos y dos libertadores: Bolívar, Libertador de Occidente y Mariño, Libertador de Oriente. No debemos olvidar que en la primera batalla de Carabobo, ganada por los patriotas, hubo dos ejércitos republicanos, independientes el uno del otro. Por eso después del triunfo hubo dos partes de guerra: uno del Ejército de Occidente y otro del Ejército de Oriente.
En la iglesia de Santa Ana se acordó que en adelante, Venezuela sería “una e indivisible”, terminando para siempre con lo que podía ser motivo de una guerra civil. “A partir del 6 de mayo de 1816, no será ya posible hablar de Estado de Occidente y de Estado de Oriente.” (C. Parra Pérez: Mariño y la Independencia de Venezuela. Tomo II. Cap. III).
El primero de noviembre de 1817, Bolívar, en el discurso de instalación del Consejo de Estado en Angostura, dijo: “Por la asamblea de Margarita de 6 de mayo de 1816, la República de Venezuela fue decretada una e indivisible. Los pueblos y los ejércitos, que hasta ahora han combatido por la libertad, han sancionado, por el más solemne y unánime reconocimiento, esta acta, que, al mismo tiempo que reunió los estados de Venezuela en uno solo, creó y nombró  un poder ejecutivo bajo el título de jefe supremo de la República.(Vicente Lecuna: Proclamas y Discursos del Libertador).
B. El reconocimiento del General Bolívar como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos, y del General Mariño como su segundo. Desde este momento habrá en Venezuela un solo jefe y un solo ejército. ¿Por qué estos nombramientos de Bolívar y Mariño, si ya desde Los Cayos, uno era jefe y el otro su segundo? Oigamos a Parra Pérez: “Pero aquel mando supremo del Libertador era hasta ese momento puramente militar, de jefe expedicionario, y, por lo tanto, convenía extenderlo y darle carácter, por decirlo así, legal, como lo reclamaba la circunstancia de encontrarse de nuevo en territorio nacional y en disposición de abrir campaña, pero, al mismo tiempo, de empezar la reorganización del país. ¿Y cómo legalizar el estado de hecho sino recurriendo al medio clásico del cabildo abierto, de la asamblea popular, en la cual algunos militares y algunos notables ‘asumían la soberanía’ para delegarla inmediatamente y según el rito democrático en el jefe electo?” (Parra Pérez: Obra citada).
C. El establecimiento de un gobierno provisorio para Margarita, compuesto de tres miembros. De hecho este régimen político de un triunvirato removible cada trimestre había sido decretado por Arismendi, presidente del gobierno de la Isla. La junta de la iglesia del Norte se limitó a aprobar y a recomendar al Libertador “el arreglo de los gobiernos provisionales que deberían instalarse al paso que se vayan libertando las provincias.”
D) El nombramiento de Arismendi como General en Jefe; de Monagas, Zaraza, Cedeño y Rojas como Generales de Brigada y de Gómez, Maneiro y Ruiz y otros como Coroneles.
/…/
Al finalizar la Junta el Pbro. José Vicente Gómez  celebró la Misa y después de ella, Arismendi entregó a Bolívar las insignias del mando y le proclamó Jefe Supremo de la República de Venezuela y Nueva Granada. A  Mariño se le dio la facultad de “sucederle en caso de ausencia, enfermedad o muerte.” (El Párroco Pbro. Pedro Manuel Romero asistió a la Junta, pero no dijo la Misa por estar ciego).
El día 8 desde el Cuartel General de la Villa del Norte, Bolívar lanzó una proclama a toda Venezuela. En ella se destacan cuatro cosas: a) La proclamación de la Tercera República: “Venezolanos: he aquí el tercer período de la República.” b)La convocatoria para un Congreso: “El Congreso de Venezuela será nuevamente instalado donde y cuando sea vuestra voluntad.” c) Un llamado a la unión: “os recomiendo la unidad del Gobierno y la libertad absoluta, para no volver a cometer un absurdo y un crimen, puesto que no podemos ser libres y esclavos a la vez.” d) El término de la guerra a muerte, condicionada a la actitud que asuman los realistas: “la guerra a muerte cesará, si vosotros la cesáis: si no, tomaremos una justa represalia y seréis exterminados.”
El Libertador pasó en Santa Ana 22 días, con la actividad que fue una de sus características. El 25 de mayo, en la armada salió del puerto  de Juangriego, rumbo al continente. /A Carúpano/
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2004, pp. 90-94.
7.República de Venezuela-Ministerio de Relaciones Interiores-Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación-Caracas, 5 de febrero de 1957 – 147° y 98°
                                               Resuelto:
La Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, en uso de la atribución que le confiere el ordinal 1° del artículo 6° de la Ley de Protección y Conservación de Antiguedades y Obras Artísticas de la Nación, declara Monumento Histórico Nacional al templo colonial de Santa Ana del Norte, Isla de Margarita, del Estado Nueva Esparta, donde el 6 de mayo de 1816, al frente de la Primera Expedición de Haití, fue reconocido el Libertador como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos, y lo incorpora al Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación.
                                                                                       J. A. Cova
                                                                                       Presidente
Dr. Héctor Parra Márquez
Vice-Presidente
                                                         Dr. Carlos R. Villanueva
                                                                           Vocal
Dr. Pedro Centeno Vallenilla
Vocal
                                                                  Leopoldo García Quintero
                                                                           Secretario
Gaceta Oficial de la República de Venezuela – Caracas, 8 de marzo 1957 – N° 25.301.
8.    ACTA DE RECONOCIMIENTO DEL LIBERTADOR COMO JEFE SUPREMO DE LA REPÚBLICA Y DE SUS EJÉRCITOS
En la Villa del Norte de la Isla de Margarita, a seis de mayo de mil ochocientos diez y seis, reunidos en la Iglesia Parroquial de dicha Villa los Excmos. Sres. Capitán General Simón Bolívar como Presidente,  Generales en Jefe Santiago Mariño y Juan Bautista Arismendy, el de División Manuel Piar, el de Brigada Gregorio Mac Gregor,  el Intendente General de Exto. de Margarita, Comandante General, Teniente Coronel Francisco Esteban Gómez; el Mayor General, Teniente Coronel Pablo Ruiz; el Sargento Mayor de Infantería Teniente Coronel José Maneiro; Coronel de Caballería, Teniente Coronel José Celedonio Tubores; el Mayor General de la misma, Coronel Francisco Morales; el Sargento Mayor Policarpo Mata, y el Presidente del Gobierno Político Provisorio Francisco Sánchez, y los Coroneles Expedicionarios Manuel Valdéz, Luis Ducoudray, Pedro María Freites, Sebastián  Boé, Vicente Landaeta, Carlos Soublette, Miguel Martínez y Pedro Ramón Chipía, abrió la sesión el Excmo. Señor Capitán General exponiendo en un discurso que sin embargo de que el Excmo. Señor General en Jefe Juan Bautista Arismendy le había cedido la Presidencia de la Junta, renunciaba si ésta tenía a bien elegir a otro.  El General Arismendy votó el primero confirmando la Presidencia en el Capitán General y el resto de la Junta siguió unánimemente su voto.
El Excmo. Señor Presidente manifestó en seguida a la Junta que el objeto principal para que se había reunido era elegir un jefe único que fuese reconocido como Supremo de la República y de sus Ejércitos y se nombrase un segundo que deba sustituirlo en caso de muerte. En el mismo discurso hizo una ligera relación de los sucesos que lo obligaron a abandonar por algún tiempo a su país; de la generosa protección con que le acogió el Presidente de Haití, permitiéndole se uniera en aquella República a los restos dispersos de Venezuela y Cartagena, para venir a auxiliar a esta Isla, con una expedición cuyo mando y dirección se le confirmó por acuerdo de una Junta celebrada en Los Cayos: Concluyó deponiendo en manos de la Junta la autoridad que ha ejercido, pidiendo se le permitiese retirarse de la sesión para que los miembros de la Junta tuviesen en su ausencia una completa libertad. El Excmo. Señor Juan Bautista Arismendy  tomó entonces la palabra: demostró que era innecesaria la separación y que todos los Jefes presentes podían libremente exponer su opinión.
La Junta se adhirió entonces a este voto y el Excmo. Señor Presidente permaneció en la Sala. El General Arismendy continuando su discurso manifestó a la Junta que él había cedido ya el mando al Excmo.  Señor Presidente y ratificaba la cesión recomendándole de nuevo como Jefe Supremo de la República de Venezuela; protestó que en lo sucesivo deberá ser aquella una e indivisible, con desconocimiento de la división anterior del Oriente y Occidente y se desnudó de su autoridad depositando su bastón en manos del Presidente, quien no lo admitió hasta que los Jefes de Estado Mayor del Ejército y de los expedicionarios hubiesen discutido y acordado quién debía ejercer esta Suprema Magistratura. Después de haber oído a los primeros y exigida la votación de todos, quedó sancionada unánimemente que la República de Venezuela será una e indivisible, que el Excmo. Señor Presidente Capitán General Simón Bolívar se elige y reconoce como Jefe Supremo de ella: y al Excmo.  Sr. General Santiago Mariño por su segundo. El Señor Presidente aceptó la elección que hacía en él la Junta para el honroso e importante cargo de Jefe Supremo. Protestó  que la salud de la Patria era su único objetivo y que a ella consagraría sus desvelos y fatigas, igual aceptación hizo el segundo. Resolvió luego la Junta a propuesta del Señor Presidente que habiendo en el Ejército y en las varias partidas de guerrillas que sostienen la causa de la libertad en el interior de Venezuela muchos jefes y oficiales de los cuales algunos no tienen su nombramiento y origen legítimo mientras que otros están privados por moderación de lo que justamente merecen, S.E. el Jefe Supremo debería legitimar aquellos y recompensar a estos según el mérito de ambos. Pero muy particularmente resolvió con unanimidad la Junta que el Excmo. Sr. General Arismendy sea ascendido al carácter de General en Jefe y los Comandantes Zaraza, Cedeño, Roxas, Monagas, al de General de Brigada y los Jefes de Estado Mayor de Margarita al de Coroneles, quedando el Señor Arismendy encargado de proponer al Jefe Supremo los demás Generales y Oficiales del Ejército de esta Isla para que sean premiados por éste, conforme a sus méritos.
El Sr. Presidente del Gobierno Provisorio de la Isla presentó a la consideración de la Junta un expediente que leído por mí el Secretario de orden del Sr. Presidente de la Junta, contenía un decreto del Excmo. Señor General Arismendy estableciendo u Gobierno Político Provisorio  para esta Isla compuesto de tres individuos removibles cada tres meses, y encargado además de la subdelegación de las Rentas Nacionales. La Junta después de todo el contenido del expediente y lo que se expuso en discusión, aprobó este establecimiento y lo sancionó en el carácter de provisorio recomendando al mismo tiempo a S.E. el Jefe Supremo el arreglo de los Gobiernos Políticos Provisorios que deberán instalarse al paso que se vayan libertando las provincias.
La Junta terminó la sesión dando las gracias al Gobierno Provisional de Margarita por su buena administración en el ejercicio de sus funciones con lo que se concluye esta Acta que firmaron los dichos Señores Presidente y Vocales ante mí, el Secretario que certifico. Simón Bolívar –Santiago Mariño – Juan Bautista Arismendy – Manuel Piar – Gregorio Mac Gregor – Francisco E. Gómez -  Pablo Ruiz – José Maneiro – Jh. Celedonio Tubores – Francisco Morales – Policarpo Mata – Juan Francisco Sánchez – Manuel Valdéz – Luis Ducoudray – Pedro Freytes – Sebastián Boé – Vicente Landaeta – Carlos Soublette – Miguel Martínez – Pedro Chipía – Pedro Briceño Méndez, Secretario.
Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela. (Recopilación de textos). Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006, pp. 102-104.
9.                             SIMON BOLIVAR
Jefe Supremo de la República y Capitán General de los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada, &., &.
Venezolanos:
He aquí el tercer período de la República…
La inmortal Isla de Margarita, acaudillada por el intrépido General Arismendi, ha proclamado de nuevo el Gobierno Independiente de Venezuela y le ha sostenido con un valor sublime, contra todo el imperio español.
Nuestras reliquias dispersas por la caída de Cartagena, se reunieron en Haití. Con ellas, y con los auxilio de nuestro magnánimo Almirante Brión, formamos una expedición que, por sus elementos, parece destinada a terminar para siempre el dominio de los tiranos en nuestro patrio suelo.
Venezolanos, vuestros hermanos y vuestros amigos extranjeros no vienen a conquistaros: su designio es combatir por vuestra libertad, para poneros en actitud de restaurar la República sobre los fundamentos más sólidos. El Congreso de Venezuela será nuevamente instalado donde y cuando sea vuestra voluntad. Como los pueblos independientes me han hecho el honor de encargarme la autoridad suprema, yo os autorizo  para que nombréis vuestros diputados en Congreso, sin otra convocación que la presente; confiándoles las mismas facultades soberanas que en la primera época de la República.
Yo no he venido a daros leyes, pero os ruego que oigáis mi voz: os recomiendo la unidad del Gobierno y la libertad absoluta, para no volver a cometer un absurdo y un crimen, pues que no podemos ser libres y esclavos a la vez. Si formáis una masa sola del pueblo, si erigís un gobierno central, y si os unís con nosotros, contad con la victoria. Españoles que habitáis a Venezuela, la guerra a muerte cesará si vosotros la cesáis: si no, tomaremos una justa represalia y seréis exterminados.
Venezolanos, no temáis la espada de vuestros libertadores: vosotros sois siempre inocentes para vuestros hermanos.
Cuartel General de la Villa del Norte, a 8 de mayo de 1816.
                                                                                         Simón Bolívar

Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela. (Recopilación de textos). Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006, pp. 105-106.
10.                            EL GENERAL POLICARPO DE MATA
Jesús Manuel Subero.
El 24 de agosto de 1881 durante el entierro del ilustre prócer de la independencia General Policarpo de Mata, pronunció el Doctor Pedro María Brito González, en la iglesia de Santa Ana del Norte, ante el féretro de dicho General, un vibrante y valiente discurso.
Para el citado año de 1881, Margarita era Sección del Estado Guzmán Blanco y gobernaba la Isla el General Juan José Pereira. Existían en ella dos partidos políticos irreconciliables: los Britistas, partidarios de Brito González, apodados “Los Moriquites” y los Ferreristas, del General Bartolomé Ferrer, llamados “Los Borregos”.  Ni los difuntos estaban exentos de que se les dispensara de la simpatía o antipatía que habían manifestado por uno de los bandos en contienda. El General Policarpo de Mata no escapó a ella, así lo confirma Mata Illas  cuando “a raíz de su muerte, escribe: “la pasión política sobreponiéndose a los fueros de la gratitud, de la justicia y de la ley, le negó los honores a que tenía derecho por su graduación militar y por los notorios y constante servicios que prestó a su patria.”
En sus apuntaciones manifiesta “que el General Mata, siendo casi un niño, fue de los más exaltados promotores de la insurrección de Margarita el 4 de mayo de 1810,  corriendo con varia suerte en la lucha iniciada ese día contra la dominación española;  que fue de los primeros en filiarse a las órdenes del General Arismendi cuando este hizo el levantamiento de la Isla contra Pardo y Urreiztieta el 15  de enero de 1816; que asistió en esa época a todas las funciones de armas de la Isla, sacando de algunas de ellas honrosas heridas”. Se refiere a la que recibió en el pueblo de Los Robles en mayo de 1816, en el reconocimiento que a las órdenes del General Soublette, vino a practicar, por disposición del Libertador, sobre las fuerzas de Pardo acantonadas en Pampatar y que fue curada personalmente por Soublette.
Luego añade: “a los 22 años, el 7 de mayo de 1816 fue promovido por el Libertador al grado de Coronel efectivo de caballería; que en 1818 fue de los contadísimos Jefes patriotas de Margarita que secundaron los planes del Libertador, favoreciendo la misión que trajo a ella el General Urdaneta, y el único, según las “Memorias de O’Leary”, que aparece deponiendo en Santa Ana (Norte) ante aquel benemérito Jefe, contra el propósito rebelde y hostil que frustró una brillante operación militar concebida por el genio providente de Colombia; que el año 22 era ya Comandante militar de la Isla, puesto que sirvió hasta el año de 1826, en que los tristes sucesos de esa fecha le hicieron abandonarla, antes que apoyar con las armas confiadas a su lealtad, el desconocimiento de la autoridad que había jurado sostener, y desde Barcelona, el 12 de diciembre, dirigió al Libertador, Jefe Supremo de la República, la carta que publica O’Leary y que no es otra cosa que ratificación de la fe, respeto y veneración que le tenía.
Además, del año 1830 hasta el de 1859, “que terminó su actividad pública, son innúmeros los servicios que prestó a la patria, así en la Magistratura Civil de su tierra nativa como en la carrera de las armas, dentro y fuera de ella; que su hoja de servicio en la guerra de la independencia fue certificada por los más egregios militares de la Gran Colombia; y finalmente, que entró en la vida pública con bienes de fortuna no escasos y se retiró de ella paupérrimo, pues llevó su abnegación y desprendimiento hasta no cobrar sus haberes militares reconocidos en deuda consolidada de aquella época, como tampoco solicitó en la distribución de bienes nacionales, decretada por el Libertador en Angostura, el año 1817, la participación a que tenía derecho por su rango.”
Al General Mata se le otorgó la condecoración Cruz de los Libertadores de Colombia, fue tres veces Gobernador de la antigua provincia de Margarita y otras tantas Comandante de Armas de la misma, Jefe de Operaciones de Oriente, con cuyo carácter asistió a la rendición de la Plaza de Carúpano en los días 13, 14 y 15 de julio de 1859. El 28 de febrero de 1863, a raíz de la muerte del Coronel Celis Belisario, aceptó la designación de Comandante de Armas y Jefe de Operaciones de la Provincia de Margarita, “pero que por muy pocos días podrá ejercer el empleo a causa de sus notorios males.” Murió el General Policarpo de Mata en Santa Ana del Norte, lugar de su nacimiento, a la edad de 87 años.
Sus restos reposan en el templo de esta ciudad. (Nota Adicional: IEGL).
Jesús Manuel Subero: “El General Policarpo de Mata.” Margariteñerías. Isla de Margarita, Santa Ana del Norte, año V, N° 72, julio de 1977. 
11.                            JUNTA NACIONAL PROTECTORA Y CONSERVADORA DEL     PATRIMONIO HISTÓRICO Y ARTÍSTICO DE LA NACION.
República de Venezuela – Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación – Número 32 – Caracas, 11 de julio de 1977. 168° y 119°
La Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación.
En uso de las atribuciones que le concede el numeral 1° del artículo 6° de la Ley de Protección y Conservación de Antiguedades y Obras Artísticas de la Nación.
                                           Considerando:
Que en la Villa de Santa Ana del Norte, Estado Nueva Esparta, se encuentra situada, en la Avenida Carabobo N° 27, la casa donde nacieron el General Policarpo de Mata y el Coronel Andrés de Mata, héroes de la Batalla de Matasiete, y Petronila Mata de Gómez, heroína y mártir.
                                           Considerando:
Que en este inmueble se hospedó el Libertador en sus dos visitas a la Isla, así como también el General José Antonio Páez;
                                           Considerando:
Que en la opinión de los miembros de esta Junta, el mencionado inmueble debe ser conservado perpetuamente para las futuras generaciones;          
                                          Considerando:
Que es aspiración  unánime del pueblo margariteño la que el mencionado inmueble sea declarado Monumento Histórico Nacional.
                                              Resuelve:
1.    Declarar el inmueble antes mencionado Monumento Histórico Nacional.
2.    Recomendar al Ejecutivo Nacional su adquisición, restauración y puesta en servicio para actividades histórico-culturales.
Comuníquese y publíquese
TOMÁS J. SANABRIA                             RAFAEL ARMANDO ROJAS
VOCAL                                                           Presidente
ERIKA WAGNER                                    MARCOS PARÍS DEL GALLEGO
VOCAL                                                              VOCAL
GRAZIANO GASPARINI                           CARLOS F. DUARTE
SECRETARIO                                                    Secretario

Gaceta Oficial de la República de Venezuela. Caracas, 14 de julio de 1977, N° 31.276.
     12.                                CUADRO DE ÁNIMAS
Iván Gómez León.
En la iglesia de Santa Ana hay un hermoso cuadro de ánimas, de autor anónimo, pintado al óleo sobre madera, en el año 1784. Este cuadro no tiene en el centro, como es costumbre, a la Virgen del Carmen con el escapulario de los carmelitas, sino una Virgen del Rosario, con el escapulario de los dominicos en la mano izquierda y el  rosario en la mano derecha. (AMG, Árboles,  pájaros y niños, p.75).
En Informe suscrito por el Pbro. Jorge Quiterio Real y remitido al Venerable Cura de San Juan Bautista, Vicario Foráneo del Estado el 21 de mayo de 1900, en relación a este tema explica lo siguiente:
“ La iglesia indicada, según consta en su archivo, no posee hoy otros bienes sino los siguientes: seis fanegas, poco más o menos, de terreno en cerros del caserío Tacarigua, donado, desde tiempo inmemorial por la finada señora Ana Jacinta del Campo, para invertir sus terrazgos en sufragios para las benditas ánimas del Purgatorio, cuyo retablo se venera en esta iglesia; y cuatro fanegas, poco más o menos, también de terreno en el caserío de Pedrogonzález, en el lugar titulado “La Vaya”, donado igualmente para las ánimas, con idéntico fin, por un sacerdote de apellido Rojas, habiendo sido el primer recolector de los terrazgos que daba el terreno el Pbro. Don Cayetano Guerra.” (AMG, Árboles, pájaros y niños, pp. 30-31).


13.               LAS DOS FUNDACIONES DE LA POBLACIÓN DEL NORTE
Andrés Márquez Gómez
Es una tradición muy antigua que la población del Norte se fundó a kilómetro y medio, aproximadamente, del lugar que ocupa actualmente, en la dirección del camino que conduce a Altagracia. Muchas veces oí contar a mi padre que él había conocido unas ruinas en ese sitio.
Al principio se levantó una humilde capilla o ermita en la cual eran adoctrinados los indios de la parte norte de la Isla. La patrona era la Virgen de la Guadalupe. Alrededor de esa capilla,  poco a poco fueron surgiendo las casas. El poblado creció de tal manera que el Obispo Solier, creyó conveniente una más amplia. Como único recuerdo de esta iglesia existe una pequeña imagen de la Virgen de la Guadalupe y una bandejita de plata martillada que tiene una inscripción que dice: “Soy de la Iglesia de Nuestra Señora de  Guadalupe”. Tanto la imagen como la bandeja están en el actual templo de Santa Ana.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 72.
 14.                         NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
Andrés Márquez Gómez
¿Quiénes fueron los misioneros que evangelizaron a los indios guaiqueríes de Santa Ana? Seguramente fueron los hijos de Santo Domingo de Guzmán. Los dominicos tenían un convento en Margarita, en la Villa del Espíritu Santo, trasladado después a La Asunción.  Los frailes ahorcados por el Tirano Lope de Aguirre pertenecían a esta orden.  Es sabido que los dominicos, siguiendo el ejemplo de su santo Fundador, han sido siempre los propagadores  de la devoción a Nuestra Señora del Rosario. Pues bien, desde la más remota colonia hubo en Santa Ana, o el Norte, una gran devoción a esta advocación de la Virgen María. En la iglesia parroquial se conserva una terracota muy antigua de la Virgen del Rosario. El primer obispo de Guayana, Monseñor Francisco de Ibarra y Herrera, nacido en Guacara, población del actual Estado Carabobo, de visita pastoral en Margarita, concedió indulgencias parciales a las personas que rezaren ante esta imagen. Existe actualmente una tablilla de la época que dice: “El muy Ilmo. Sor. Don Francisco de Ibarra y Herrera, obispo de esta Diócesis de Guayana, concedió 40 días de indulgencia por cada vez que devotamente rezaren una Ave María, delante de la imagen de Nuestra Señora del Rosario, colocada en esta parroquia. Así mismo concedió otros 40 por cada vez que asistan a rezar el Santo Rosario en esta iglesia y cuando sale por las calles”.
En el Presbiterio, sobre el nicho de San José, hay un pequeño cuadro pintado al óleo sobre tela, que representa a la Virgen del Rosario, la cual tiene a su derecha a Santo Domingo de Guzmán y a su izquierda a Santa Catalina de Siena.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 74-75.


15.                            BUSTO Y ESTATUA DE FRANCISCO ESTEBAN GÓMEZ EN LA PLAZA
Andrés Márquez Gómez
En la plaza de Santa Ana que lleva su nombre, había una columna con un busto del General de División Francisco Esteban Gómez, mirando hacia el Fuerte España. Este busto se encuentra en el sitio donde estuvo la casa natal del héroe.
En la plaza citada hay actualmente una estatua suya de bronce, sobre un pedestal de mármol, donada por el Ejecutivo del Estado Nueva Esparta, presidido por Don Heraclio Narváez Alfonzo.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 85.
 16.                                 PBRO. JOSÉ VICENTE GÓMEZ
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana el 7 de junio de 1771. Fue Vicario Cooperador del Padre Pedro Manuel Romero. Asistió a la Junta de Notables del 6 de mayo de 1816 y fue quien ofició la Misa en presencia del Libertador, Mariño, Arismendi y demás próceres expedicionarios de Los Cayos de San Luis y margariteños (*). Murió en Santa Ana el 16 de noviembre de 1837. 
Sobre su tumba había una lápida que también se rompió en 1963  con motivo de la restauración del templo. La inscripción que tenía esta lápida está copiada en el Libro de Gobierno de la Parroquia, correspondiente a ese año. Dice así: “Pbro. José Vicente Gómez. Nació en Santa Ana el 7 de junio de 1771. Murió el 16 de noviembre de 1837. Francisco de la C. Romero le consagra este recuerdo de eterno reconocimiento.” Sus restos reposan en el presbiterio, al lado de la epístola y frente al nicho de San Pedro.
(*) Nota: El Párroco Pbro. Pedro Manuel Romero asistió a la Junta, pero no dijo la Misa por estar ciego. (AMG, p. 93)
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 107.
  17.               PBRO. FRANCISCO DE LA CONCEPCIÓN ROMERO
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana del Norte el día 24 de febrero de 1794. Fue “sacristán mayor” de la iglesia de Santa Ana, en sustitución del General Francisco Esteban Gómez. Como tal, hace de testigo en el matrimonio de Arismendi y Luisa Cáceres. Hizo sus estudios eclesiásticos en Santo Domingo, donde se ordenó de sacerdote. Recién ordenado vino a Margarita y sucedió en la Parroquia al Presbítero Pedro Manuel Romero.  Durante su estadía como guía espiritual del Norte, se construyó el famoso “Cuarto de los Muertos” para velar a los cadáveres que traían de las poblaciones vecinas donde no había cementerio.  Los pequeños cuadros de la Virgen del Carmen y la Virgen del Rosario, pintados al óleo sobre tela y con marcos dorados, que están en el presbiterio, sobre los nichos de San Pedro y San José, fueron regalos suyos a la Parroquia. Murió en Santa Ana el 4 de enero de 1855. Sus restos están enterrados en el centro del presbiterio de la iglesia. Tiene una lápida. (AMG, pp. 106-107).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 106-107.
  18.                    PBRO. JORGE QUITERIO REAL REYES
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana del Norte el día 23 de abril de 1848 y fue hijo legítimo de Felipe Real y Pilar Reyes de Real. En su juventud desempeñó el cargo de sacristán de la iglesia de Santa Ana. Empezó sus estudios eclesiásticos cuando ya tenía cuarenta años, en el Seminario de Ciudad Bolívar y fue ordenado de sacerdote en la isla de Trinidad el 29 de junio de 1893, por ausencia del Obispo de Guayana. Fue nombrado párroco de Porlamar y luego de Santa Ana donde ejerció la mayor parte de su ministerio sacerdotal. Sucedió en la parroquia al presbítero Antonio María Valery y su nombramiento fue celebrado como un triunfo por los seguidores de los generales Críspulo Ortega y Pedro María Brito, pero él nunca quiso intervenir en la política de partidos. Durante su permanencia en Santa Ana, como Cura Párroco, se sustituyeron las paredes de bahareque de la histórica iglesia del Norte, por unas de mampostería. Murió en su pueblo natal después de una breve pero dolorosa enfermedad, el 14 de mayo de 1912. Su muerte constituyó una verdadera manifestación de duelo para toda Margarita. Fue enterrado en el centro del presbiterio de la iglesia del Norte. Tiene una lápida sobre sus restos. En una de las plazas que están en el centro de la población de Santa Ana, hay un busto de mármol del Padre Real, sobre un pedestal también de mármol.
Cuando se habla del Padre Real, es muy importante destacar cómo un hombre que en su juventud llevó una vida un poco alegre y despreocupada, llamado por Dios al sacerdocio, en el mediodía de su vida, respondió con tanta generosidad y entrega que desde entonces fue modelo de sacerdotes para la santidad de su vida, dedicada por completo al servicio de Dios y de los hombres. Y esa entrega fue tan íntegra que, colocado en el mismo ambiente, testigo de devaneos juveniles, logró ser respetado por todos.  Durante su ministerio sacerdotal nunca se levantó una voz para condenarlo, ni hubo la menor sombra de sospecha que pusiera en duda la fidelidad a su vocación.
El Pbro. Jorge Quiterio Real fue un sacerdote bondadoso, de carácter apacible, obediente a sus superiores,  sin adulación, y dispuesto siempre a hacer el bien a todos sin esperar nada en recompensa. El que esto escribe, no tuvo la dicha de conocerlo porque nació varios años después de su muerte, pero, en su infancia, todavía se respiraba el suave olor de sus virtudes sacerdotales. Pocos sacerdotes han sido tan queridos y respetados como él.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 108-109.
  19.                        PBRO. PLÁCIDO JOSÉ FERNÁNDEZ
Andrés Márquez Gómez
El Padre Fernández nació en Caracas el 5 de octubre de 1871. Estudió la carrera eclesiástica en el Seminario de Caracas, bajo la sabia dirección de Monseñor Juan Bautista Castro. Fue ordenado sacerdote por Monseñor Críspulo Uzcátegui, Arzobispo de la Arquidiócesis de Caracas. Pertenece a esa pléyade de sacerdotes ilustres que, como Eduardo de Jesús Vásquez, Santiago Machado, Arturo Celestino Álvarez, Lucas Guillermo Castillo, Fuentes Figueroa, J.A. Ramos Martínez,  Nicolás Eugenio Navarro y Jesús María Pellín, son honra del clero venezolano, no sólo por su gran preparación intelectual, sino sobre todo, por el testimonio de una vida consagrada por entero al servicio de Dios y de las almas.
El presbítero Plácido José Fernández, después de prestar grandes servicios a la Iglesia en la Arquidiócesis de Caracas, en diversas parroquias, al frente de La Religión, decano de la prensa nacional, en la fundación de diversas obras sociales en beneficio de los desposeídos, vino a la Diócesis de Cumaná, invitado por Monseñor Sixto Sosa y con el debido permiso de su Arzobispo, Monseñor Dr. Felipe Rincón González, fue por dos veces párroco de Santa Ana. Él mismo decía que pidió al Sr. Obispo Sosa ser mandado al Norte porque conocía a este pueblo en sus andanzas por toda Venezuela, en busca de ayuda económica para sus obras de beneficencia. Agregaba: “Me enamoré del pueblo por la bondad de su gente y por el encanto y la paz que reinaba en su plaza. Me parecía que aquí estaba más cerca de Dios, para poder trabajar mejor por los hombres.”
En la Parroquia del Norte, el Padre Fernández trabajó con alegría y admirable celo por el bien de sus feligreses. Periodista de fuste, fundó periódicos donde, al estilo de la época, combatió ardorosamente a protestantes y masones. Escribió comedias para las veladas que él mismo preparaba, como un medio de formación para la juventud y compuso obras donde resplandecen no sólo sus conocimientos teológicos y canónicos, sino la sabiduría del que por espacio de muchos años fue director de espíritus selectos.
Comprendió el grave problema de la escasez de vocaciones sacerdotales en nuestra Patria y fueron varios los jóvenes que envió al Seminario.
Compró de su peculio una casa y la regaló a la Diócesis de Cumaná para que sirviera de residencia al párroco de Santa Ana y se preocupó por la conservación de la histórica iglesia colonial. Durante el tiempo que estuvo al frente de la Parroquia se encalaron las paredes laterales que había mandado a hacer el Padre Real y se pusieron las aceras. Su estadía fue una verdadera bendición para el Norte y demás pueblos que integraban entonces la parroquia de Santa Ana.
Toda la niñez de entonces se acogió a él como a una sombra bienhechora y escuchó sus palabras, mezcladas con chistes y oportunas anécdotas, con la avidez del sediento ante un manantial de aguas cristalinas. Durante las horas del día los niños iban a la escuela o al trabajo, pero al llegar las primeras horas de la noche, de todas las casas salían niños y más niños, como atraídos por una fuerza mágica e irresistible, para entrar a la Casa Parroquial. La casa del Padre Fernández siempre estaba abierta para todos, muy especialmente para los niños. Era nuestra casa. Luego nos congregaba bajo una hermosa acacia, que todavía existe, y unos sentados en sillas, otros en banco, la mayoría en el suelo, rezábamos a voz en cuello el santo rosario. Después del rezo del rosario venían los juegos. Era de ver entonces la gritería y confusión que se armaba frente  a la Casa Parroquial.
Tal vez, con aire de suficiencia, alguna persona se reirá de estas cosas, pero en el mundo de los niños están de más los sabihondos. Para comprender ese mundo es necesario ser niño. Ellos ven el universo a través de su inocencia. Sus emociones no son las mismas emociones que sienten los adultos. Están en sintonía completamente distinta. El Padre Fernández, periodista, escritor, con una gran preparación teológica y canónica, se hizo niño para ganarse el corazón de los niños.
Celoso sacerdote, hacía tiempo que venía soñando con fundar “La Obra de la Buena Prensa”, para la propagación de las buenas lecturas y solícito se dispuso a partir para Caracas a hacer realidad sus sueños. El Padre Fernández fundó en Caracas “La Obra de la Buena Prensa” que se repartía gratuitamente en casi toda Venezuela, sino que también distribuía libros, folletos y revistas de orientación católica.
Siempre estuvo en contacto con su antigua parroquia de Santa Ana. Escribía a muchas personas y sus cartas venían llenas de sabias enseñanzas, de palabras de aliento y hasta de reprensiones para los que se comportaban como si no fueran cristianos, pero siempre empapadas en amor. Muchas veces, el que esto escribe, ya párroco de Santa Ana, lo trajo al pueblo que tanto amó. Su corazón reverdecía al ponerse en contacto con sus antiguos feligreses. Salía a visitar muchas casas, sobre todo de aquellos que vivían alejados de Dios. Entonces, con palabras llenas de cariño, donde no faltaba el chiste oportuno, dejaba caer el buen consejo, la palabrita que como un dardo iba a clavarse en la llaga, pero no para enconarla sino para sanarla. Consiguió de esa manera la santificación de muchos hogares y la vuelta a Dios de muchas personas.
El Padre Fernández murió en Caracas el 2 de junio de 1954.Sus despojos fueron traídos a Santa Ana y en medio de una gran manifestación de duelo, fue enterrado en el presbiterio de la iglesia. Allí espera la resurrección de los justos. Sobre su tumba hay una lápida. (RMM, pp.114-121).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 114-121. 
 20.       COFRADÍA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DE SANTA ANA
Andrés Márquez Gómez
Cofradía bicentenaria e histórica. Fundada en 1742, es de las más antiguas de Venezuela. En el año 1816, esta Cofradía del Santísimo depositó en manos del Padre de la Patria todos sus haberes como una contribución a la causa de la Libertad. En el archivo parroquial de Santa Ana existió hasta la segunda década del presente siglo un vale por doscientos pesos a favor de la Cofradía, firmado por el Libertador. El Genio de América en sus grandes apuros económicos para sostener la lucha por la independencia de Venezuela, aceptó esta ofrenda,  hecha libremente, pero en calidad de préstamo. Su delicadeza no le permitía aceptarla de otra manera de un pueblo que lo dio todo por la Libertad, máxime cuando la mayoría de los integrantes de esa Cofradía  estaban ausentes del Norte, aventados por la guerra.
El libro más antiguo que se conserva en esta Cofradía es de la época inmediatamente posterior a la separación de Venezuela de la Gran Colombia. En él se habla de la reforma de los estatutos de la Cofradía, fundada en 1742,  en los cuales como norma curiosa se limita el número de cofrades a 24 hermanos y 24 vicehermanos. La Cofradía tenía como finalidad, no solamente rendir culto al Santísimo Sacramento del Altar, sino también una función social. Ella socorría a sus integrantes en enfermedad y muerte o cuando estaban pasando necesidad. Si alguno de los miembros de la Cofradía enfermaba o se encontraba en estado de extrema pobreza, el hermano más cercano a su residencia, estaba obligado a participar a la asociación, para que se le atendiera espiritual y materialmente.
Algunas de las actas de este libro están firmadas por el General Policarpo Mata y otros próceres de la Independencia. No figuran los nombres de los Generales Juan Bautista Arismendi y Francisco Esteban Gómez, pero sí pertenecieron a la Cofradía. Es sabido que el primero, después de la Independencia de Venezuela, vivió siempre fuera de la  Isla. El General Gómez, después de la Batalla de Matasiete, estuvo guerreando en el Continente y tomó parte en varias campañas en Venezuela y Nueva Granada. Ocupó, además, cargos civiles y militares que lo tuvieron alejado de Margarita. Al final de su vida fue Gobernador de la Isla y residió siempre en La Asunción. En esta etapa de su vida, casi nunca fue al Norte, no por desamor al pueblo, sino por problemas personales y sentimentales. Sin embargo, siendo Gobernador de Margarita y poco antes de su muerte, en agosto de 1855, aparece como uno de los fundadores de la Cofradía del Santísimo de la Parroquia del Valle del Espíritu Santo.
En sus doscientos treinta y tantos años de existencia, a esta Cofradía han pertenecido los hombres más honorables de nuestro pueblo. Su historia, en gran parte, es la historia del Norte. Es importante destacar que la honra de ser hermano del Santísimo en Santa Ana, ha pasado de padres a hijos, de tal manera que muchos hombres de hoy, al asistir a las minervas, ostentan las mismas insignias que usaron sus abuelos. Pertenecer a esta Cofradía debe ser siempre motivo de orgullo. Conservarla debe ser un deber de todos los hijos de Santa Ana. (AMG, pp. 188-190).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 188-190.
  21.                   LA PLAZA DE SANTA ANA DEL NORTE
Andrés Márquez Gómez
La plaza de Santa Ana del Norte es patrimonio de los santanenses y todos deben preocuparse por su conservación. Allí,  alrededor de la iglesia, nació y creció la población; allí se desarrolló la vida del pueblo durante la Colonia; allí españoles y guaiqueríes se reunían en las grandes festividades religiosas de Navidad, Semana Santa y Santa Ana.
En la época de la Independencia, esa plaza fue escenario de grandes acontecimientos históricos. Allí vivieron Juan Bautista Arismendi, Francisco Esteban Gómez, Policarpo Mata y otros próceres de Margarita; de esa plaza salió presa para La Asunción, en medio de los esbirros de Cobián y Urreiztieta, Doña Luisa Cáceres de Arismendi; allí se reunió el pueblo el 12 de junio de 1813, para dar comienzo a la revolución contra Pascual Martínez; allí los soldados de Cobián, obedeciendo órdenes de Urreiztieta, difamaron públicamente a Eusebia González, al pasearla semidesnuda y con una mordaza, por los alrededores de la iglesia; allí se llevó a efecto el combate de la toma de la Casa Fuerte de Santa Ana y se persiguió a Cobián y demás realistas que salieron huyendo cuando en medio de la refriega se oyó el grito:  “arriba con ese cañón”; allí se rechazó a los españoles vencedores en el Fortín España y vencidos en el cerro El Vigía, al pretender tomar al Norte. Después de los combates del Fortín España y El Vigía, esa plaza se convirtió en un inmenso taller, donde se hacían y reparaban cureñas; se fabricaban lanzas, se hacían cajas para los fusiles que la habían perdido en medio de la lucha,  y se preparaban cartuchos para los cañones y los fusiles. Allí se congregaron los habitantes del Norte y de las poblaciones vecinas para vitorear al Libertador, las dos veces que estuvo en Santa Ana; allí acamparon los ejércitos republicanos, donde se confundieron los expedicionarios de Los Cayos de San Luis y las tropas margariteñas. Por esa plaza deambularon Bolívar, Mariño, Arismendi, Piar, MacGregor, Soublette, Gómez, Zea, Freites, y tantos otros próceres de nuestra independencia. En esa plaza, finalmente, se han realizado los acontecimientos más importantes de nuestro pueblo durante la vida de la República.
Defender la integridad y belleza de esa plaza es un deber de todos los hijos de Santa Ana. Hace muchos años, se le quitó un pedazo, al construirse la casa que hoy ocupa el “Segundo Frente”.  Con esta construcción se rebasó la líneas que va de la esquina de la casa de la familia Márquez Gómez, a la casa que hoy día pertenece a la sucesión de la familia de la señora Luisita Quijada. Hace 25 años se cometió el desafuero de construir un galpón, que no otra cosa es lo que se llama Comedor Escolar. Años más tarde se echó una placa de cemento para una cancha deportiva. Debemos apoyar y promover el deporte como una necesidad para la formación física de la juventud, pero cada cosa en su lugar. En el Norte hay muchos terrenos, cercanos a la plaza, donde se puede construir no una cancha, sino muchas.
Se haría un bien a Santa Ana, si se hiciera desaparecer ese feo galpón, sobre todo cuando hoy día casi ni tiene utilidad alguna. A raíz de la caída de Pérez Jiménez el que esto escribe fue Presidente del Concejo del Distrito Gómez. En esos días el Ministerio de Educación quiso construir, en plena plaza del Norte, un grupo escolar y pidió autorización a la Cámara Edilicia. Esta se opuso rotundamente, pero su negativa no quedó sólo en eso, sino que dialogó con el Gobernador del Estado Dr. Luis Villalba Villalba. Como hombre de letras, maestro de varias generaciones, apasionado por la historia de Margarita y por las glorias de Bolívar, el Mandatario Regional se mostró receptivo  y comprendió el disparate que se iba a cometer. Luego el Concejo buscó un terreno apropiado para la construcción de la Concentración Escolar y en presencia del mismo Dr. Villalba se tuvo un diálogo con los propietarios de esos terrenos. Estos comprendieron lo que significaba para el Norte una Concentración Escolar y dieron todas las facilidades para la adquisición de esos terrenos.
Esa plaza del Norte debe ser siempre un gran parque, lleno de árboles y flores. En ella deben colocarse las estatuas de Bolívar,  Arismendi y Luisa Cáceres. Sus efigies estarán allí con más derecho que en otras partes.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 207-209.
  22.                               SACRISTANES DE MI PUEBLO
Margarita Díaz Gómez
Es notorio observar que la historia de nuestros pueblos siempre va acompañada de hechos, vivencias y tradiciones que son en realidad quienes describen por sí mismos las características propias de cada sitio en particular.
En nuestra población de Santa Ana, su historia gira en torno a su sagrado templo, actualmente en proceso de restauración y aunque pensamos que ya es demasiado el tiempo invertido para ello, también es verdad que deseamos que la demora surgida sea la excusa de un buen trabajo y que su entrega sea lo más pronto posible.
Estos templos, en todos los pueblos, cuentan con personajes que dedican parte de su tiempo en cuidarlos y tenerlos listos para el ejercicio religioso requerido en determinado momento. Particularmente conocemos que en Santa Ana han existido muchos de estos importantes personajes llamados Sacristanes.
Francisco Esteban Gómez, en sus años de niñez, cumplió funciones de monaguillo y más tarde es designado Sacristán y Maestro de Fábrica en el servicio eclesiástico local hasta que tiempo después se enfila por los caminos de la independencia, llegándose a convertir con el tiempo en el vencedor de Morillo en la Batalla de Matasiete.
En sustitución de Francisco Esteban Gómez como Sacristán, vino Francisco de la Concepción Romero, quien posteriormente hizo sus estudios eclesiásticos en Santo Domingo donde se ordenó sacerdote. Mientras fue guía espiritual de El Norte, hizo construir el famoso Cuarto de Los Muertos, donde se velaban a los cadáveres de otras poblaciones. Sus restos reposan en el centro del Presbiterio de la iglesia con una lápida.
 En el año de 1848 nació en esta población Jorge Quiterio Real, quien se desempeñó como monaguillo y más tarde como Sacristán. Sus estudios eclesiásticos los comenzó a una edad madura para ordenarse sacerdote el 29 de junio de 1888, día de San Pedro Apóstol, por el cual sintió una gran devoción hasta su muerte ocurrida el 14 de marzo de 1912. En su memoria existe un busto al lado de la capilla provisional donde se le reconoce como benefactor de este pueblo.
Al Padre Real le sirvió como Sacristán el señor Leandro Díaz y, más tarde, su hijo Bernardino Díaz, quien entra a prestar sus servicios como ayudante del mencionado sacerdote a partir de 1904, convirtiéndose en el Sacristán del templo por muchos años, ganándose el apodo de “Din Din” por el característico repique campanero, por su amor hacia lo divino y su gran fe y devoción por el Apóstol San Pedro, que lo llevaron a estar por más de 70 años en este oficio hasta que por su avanzada edad fue necesario su retiro de esa “su casa”, como bien solía decir.
Cabe mencionar que su muerte, tiempo después, constituyó un verdadero luto popular. El querido y recordado “Ño Berna”, como también se le conocía, fue merecedor de sendos funerales a los cuales asistieron muchos de los sacerdotes con quien había compartido y hasta los Obispos de todo el país se apersonaron para rendirle tributo de respeto y admiración a un hombre que consagró prácticamente su vida a la fe cristiana.
Posteriormente, vienen también a desempeñar esta tarea una legión de nobles hombres, celosos guardianes de la “Casa de Dios”, entregando sus nobles sentimientos con toda la disposición que requiere dicha tarea por mantener encendida esa llama espiritual que cada uno siente por ese recinto sagrado de oración, recordamos como tales a Juan José Díaz (Juancho Coquito); Cornelio Amaíz, quien fallece en pleno ejercicio de sus funciones; Jesús Antonio Rojas (Chuíto); Pastor León (Ñoño) y actualmente cuenta la comunidad de Santa Ana con un joven Sacristán muy activo y colaborador que ha sabido llevar por buen camino los asuntos concernientes a su cargo: adorna la iglesia, organiza los coros, prepara el nacimiento y hasta ayuda con el lanzamiento de globos y cohetes y pare usted de contar.
Este joven, Ángel Enrique Moya González, así como todos los nombrados anteriormente, merecen nuestro más profundo respeto, consideración y admiración por el cariño que han demostrado hacia el cuido y mantenimiento de nuestro viejo templo parroquial y actual capilla provisional que sirven para recibir y congregar a los fieles católicos de nuestras comunidades, quienes elevan sus voces en oraciones por los destinos de la humanidad y para rendir culto a nuestro señor Jesucristo.
*Margarita Díaz Gómez: “Sacristanes de mi pueblo.” Margariteñerías. Santa Ana del Norte, N° 68, segunda etapa, edición extraordinaria, abril-julio 2013, pp. 20-21.


  23.                     BIOGRAFÍA DE PEDRO ÁNGEL GONZÁLEZ
Iván Gómez León.
La comunidad de Santa Ana del Norte no sólo ha sido pródiga en valores destacados en el ámbito militar, sino que también su fertilidad ha regado el mundo de la cultura en sus más variadas acepciones: arte, literatura, historia, música. Todas, en conjunto, le dan entonces contenido más profundo al espíritu y al sentimiento del santanense.
Uno de sus valores  representativos lo constituye el artista plástico Pedro Ángel González (Santa Ana, 09 de septiembre 1901 – Caracas, 12 de marzo 1981), quien desde El Tamoco se proyectó a Caracas y luego al universo. De la lectura de su autobiografía interpretamos que en su sólida formación inicial fue determinante la influencia de la Maestra Justa Mata Gamboa, del Maestro Ricardo Márquez Moreno, en Santa Ana, y luego, en Juangriego,  del Maestro Rafael Valery. Y ya en la capital de la República, en el Liceo Caracas, del Dr. Luis Espelozín, bajo la dirección de Rómulo Gallegos.
¿Cómo se formó el artista Pedro Ángel González? A fuerza de trabajo, dedicación, perseverancia. En los inicios del siglo XX (llegó a Caracas en abril de 1916), no se comprendía bien que un joven decidiera dedicarse al arte y que esta profesión pudiera permitirle fundar familia y vivir sin mayores problemas. Leamos esta conmovedora confesión: “De la pintura, repito, no se podía vivir. En mis primeros tiempos después de egresar de la Academia, tuve que ocuparme de otras cosas, porque la pintura no me daba seguridad económica y yo estaba casado. Al contrario de mis compañeros que estudiaron Medicina o Derecho y culminaron su carrera con un título y una profesión, yo no podía mostrar nada. Yo también había estudiado seriamente durante cinco o seis años, pero había salido de la Academia sin siquiera un diploma que dijera que era pintor. Ser pintor en aquella época era sinónimo de bohemia.”
No obstante, por encima de las dificultades se impuso su vocación y amor por el arte, única arma que le permitió sortear todas las adversidades hasta alcanzar la cima anhelada: el reconocimiento general como uno de los máximos artistas plásticos de Venezuela. En el año 1942 se despejaron todos los horizontes: Pedro Ángel González  obtuvo la honrosa distinción de Premio Nacional de Pintura en el III Salón Oficial de Arte Venezolano.
En la actualidad en Santa Ana del Norte es muy vago el recuerdo de este grande hombre que ha dado lustre a la cultura nacional. Será maravilloso destinar un espacio físico para mostrar su obra y animar la inclinación de nuestros niños y jóvenes por el arte y la cultura.
24.TOMÁS MÁRQUEZ GÓMEZ: EL PRIMER OBISPO DE LA DIÓCESIS DE SAN FELIPE.
Andrés Márquez Gómez
Monseñor Tomás Enrique Márquez Gómez nació el 15 de julio de 1915 en la histórica Villa de Santa Ana del Norte. Es el segundo de diez hermanos. En el hogar paterno, junto con el amor de Dios y a su iglesia, aprendió las virtudes que serán la característica de su actividad apostólica. Su padre, Leandro Márquez Moreno, hombre austero, íntegro, rectilíneo y de profundas convicciones cristianas, fue maestro de una generación. Con grandes conocimientos sobre Derecho Penal, hasta llegar a ser Juez de Primera Instancia en los Criminal y Relator de la Corte del Estado Nueva Esparta, puso sus conocimientos al servicio de los pobres y de los débiles. Su madre, María de Jesús Gómez Villarroel de Márquez Moreno, con una gran sensibilidad social, estuvo siempre dispuesta a hacer el bien y remediar las miserias de los pobres.
Hizo sus estudios de Primaria en la Escuela del Maestro Apolinar Figueroa Coronado y luego al lado de su padre, en la vecina población de Altagracia. Desde niño sintió la inclinación que fue prudentemente cultivada por el Pbro. Plácido José Fernández. Este santo y sabio sacerdote pertenece a esa pléyade de hombres ilustres que, como Eduardo de Jesús Vásquez, Santiago Machado, Arturo Celestino Álvarez, Lucas Guillermo Castillo, J. A. Ramos Martínez, Nicolás Eugenio Navarro y tantos otros, son honra del clero venezolano.
El padre Plácido José Fernández, cura párroco de Santa Ana, en 1927, al fundarse el Seminario Diocesano San José de Cumaná, envió a este instituto al todavía niño Tomás, donde hizo sus primeros estudios bajo la sombra paternal de Monseñor Sixto Sosa y la sabia dirección del Pbro. Dr. Eduardo Morales Vásquez. Los estudios de Filosofía, Teología, Sagrada Escritura, Derecho Canónico, entre otros, los realizó en el Seminario Interdiocesano de Caracas, bajo la dirección de los Padres Jesuitas.
Fue  ordenado Sacerdote el 14 de julio de 1940 por el Excmo. Monseñor Dr. Sixto Sosa, en la iglesia Santa Inés de Cumaná, entonces Catedral Provisional. Monseñor Tomás cantó su primera Misa en la iglesia de su pueblo natal y, al poco tiempo, fue nombrado Vicario Cooperador de la Parroquia La Inmaculada de Guiria, bajo la dirección del anciano sacerdote Dr. José María Oliveros. Pocos meses después fue nombrado Párroco de San Antonio del Golfo, pintoresca población recostada en una colina frente al Golfo de Cariaco. En San Antonio del Golfo, la pobreza del joven párroco fue tal que para poder comer tenía que hacerse invitar cada día en una casa distinta. Allí fue muy querido por todos debido a su obra social y cultural. Por eso, cuando en 1943 el Padre Márquez fue trasladado a la Parroquia de Juangriego, hubo llanto en los ojos y tristeza en los hogares, como si se ausentara un miembro muy querido de la familia.
En Juangriego el Padre Márquez trabajó activamente y con gran ilusión en la formación de la juventud, sobre todo a través del escultismo y de la Acción Católica Juvenil de ambos sexos.
Al ser nombrado Monseñor Crisanto Mata Cova, Obispo de la Diócesis de Cumaná, el Padre Márquez fue trasladado a Carúpano, como Vicario Foráneo y Párroco de la antigua y fervorosa parroquia de Santa Rosa de Lima. Para la última década del siglo pasado y primeras del presente, la acogedora ciudad de Carúpano era una de las más importantes de Venezuela y, sin duda, la primera del Oriente.
En Carúpano, el Padre Márquez siguió las huellas de los párrocos sucrenses José Antonio Ramos Martínez, gran humanista; el sabio y celoso Eduardo Morales Vásquez; el activo Padre Juan Uzón y el carupanero Llovera, acomodando su acción a los tiempos modernos y dio nuevo impulso a la vida religiosa de su parroquia. La Catequesis, la fundación de colegios para la educación de la juventud, la difusión de la palabra a través de la prensa y la radio, fueron sus logros más importantes. En 1951 puso todo su empeño en conseguir del señor Obispo Diocesano, la autorización para que la bendita imagen de la Virgen del Valle visitara Carúpano y otras poblaciones de la Diócesis. Monseñor Crisanto Mata Cova vio en la idea un medio para la renovación de la vida cristiana en el Estado Sucre. Así, la bendita imagen llegó al puerto de Carúpano en la alborada del 22 de enero de 1951.
En lo que se refiere a la educación católica, el Padre Márquez fundó en Carúpano el Colegio “Balmes” para la Primaria y los dos ciclos de Secundaria, el cual estuvo algunos años bajo la dirección de los Padres Servitas. Para los limpiabotas, muchachas de servicio y personas pobres que tenían que trabajar durante el día, fundó la escuela nocturna “Santa Teresita”. Esta escuela creció tanto que después se convirtió en diurna con los seis grados y al mismo tiempo en nocturna con varias secciones. El bien que ha hecho y sigue haciendo es muy grande. Allí han recibido educación cristiana los jóvenes más pobres de Carúpano.
El Padre Márquez, además, fue factor preponderante en la fundación del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, dirigido por las Hermanas Carmelitas Españolas.  A esto se agrega su incursión en el Liceo “Simón Rodríguez”, el mayor de la ciudad, no tanto por ser profesor, sino para estar en contacto con los jóvenes y darles una orientación cristiana. Casi todo el dinero que recibía por estas clases iba a parar a manos de estudiantes pobres. Así mismo, fundó la Juventud Católica, los Cursillos de Cristiandad, el Movimiento Familiar Cristiano y la organización de Cáritas Parroquial.
Merece mención aparte el uso que hizo de los medios de comunicación de masas. Escribía frecuentemente en el periódico local artículos de orientación cristiana; pero, sobre todo, apenas se fundó en la ciudad la Radio Carúpano, escogió un espacio diario que tituló “Campanadas en la Torre”. Todos los días laborables de 7 a 8 de la noche dejó oír su voz. La audiencia de este programa fue inmensa en todo el oriente del país. Era frecuente el caso en las poblaciones del interior de Sucre, Nueva Esparta, Monagas y Anzoátegui, ver a la gente agolpada a las puertas de las casas donde había radio, para escuchar la voz del Padre Márquez. Voz que hablaba de los problemas de los agricultores, pescadores y obreros; voz que infundía una esperanza que anunciaba la Buena Nueva de la Salvación. El programa “Campanadas en la Torre” estuvo en el aire hasta que su fundador fue elevado a la alta dignidad de Obispo Titular de Tapso y Auxiliar de la Arquidiócesis de Ciudad Bolívar. En cuanto a la obra material, al Padre Márquez se le debe en gran parte la construcción de la bella iglesia de Santa Rosa de Lima de Carúpano; de estilo  románico, por su capacidad y sus bellas líneas arquitectónicas es, sin duda, la mejor de la Diócesis de Cumaná y orgullo del pueblo carupanero.
En 1960 el Padre Márquez fue honrado por la Santa Sede con el título de Camarero Secreto de Su Santidad. La ceremonia de la investidura se hizo en la capilla provisional de la Parroquia Santa Rosa, por encontrarse el templo en construcción.
En 1963, Monseñor Márquez fue nombrado Obispo Titular de Tapso y Auxiliar de Ciudad Bolívar, nombramiento que no se hizo público por la muerte del Romano  Pontífice Juan XXIII. Fue consagrado Obispo en la iglesia parroquial de Santa Ana, en Margarita, por el Excmo. Dr. Juan José Bernal, Arzobispo de Ciudad Bolívar, asistido por los Excmos. Señores Críspulo Benítez Fonturvel, Obispo de Barquisimeto, y Crisanto Mata Cova, Obispo de Cumaná. Pasó tres años en Ciudad Bolívar, primero como Auxiliar de la Arquidiócesis, y luego, como Administrador Apostólico. En esta larga experiencia de 26 años como Párroco y como Obispo, veían los gobernantes, sacerdotes, religiosos y movimientos apostólicos, una garantía para la gran labor que lo esperaba en medio de sus diocesanos en el Yaracuy. Hoy, 40 años después de haber sido ordenado Sacerdote, sigue desarrollando, con el mismo empeño, su Ministerio en calidad de Primer Obispo de la Diócesis de San Felipe, Estado Yaracuy.
Nota: En sus años postreros, ya retirado de sus funciones, regresó a su Santa Ana natal, donde murió el  11 de diciembre de 2004.  Sus restos reposan en la nave lateral izquierda del templo colonial, junto con su hermano, también Sacerdote, Andrés Márquez Gómez. (IEGL).
Andrés Márquez Gómez. “Tomás Márquez Gómez: El primer Obispo de la Diócesis de San Felipe.” Felipe Natera Wanderlinder: La Villa de Santa Ana en los 25 años de Margariteñerías. 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta, 1996, pp. 496-504.
  25.                                   PEDRO ÁNGEL GONZÁLEZ
Luis Beltrán Prieto Figueroa.
Casi todo el mundo de la cultura venezolana recibió con retraso la noticia de la muerte del pintor Pedro Ángel González. Había muerto a una hora de la noche en que ya no era posible anunciar por los medios de comunicación un acontecimiento luctuoso de tanta importancia para el país y fue enterrado precipitadamente. Cuando yo recibí la noticia hacía tiempo que los restos del querido amigo estaban bajo tierra. Un hombre tan enterado y cuidadoso en las relaciones sociales como lo es Felipe Natera Wanderlinder, director de la revista Margariteñerías, íntimo de Pedro Ángel González, lo supo también con atraso.  Hubiéramos querido él y yo, acompañar sus restos hasta el cementerio, pero nos conformamos con hacer llegar a la familia nuestra condolencia.
Pedro Ángel González, margariteño de Santa Ana del Norte, desde pequeño sintió afición a la pintura. Mientras otros muchachos de su edad, que es la misma mía, se entretenían  jugando a las metras, a los trompos, a los voladores, él cambiaba su volador por unos lápices de color. Con su padre Anacleto González se trasladó a Juangriego, donde éste instaló un taller de sombrerería. Allí ayudaba a las labores del padre en el tiempo que le sobraba de la escuela, pero nunca abandonaba los lápices porque dibujar era su única pasión.  De estas primerizas aventuras de pintor quedan algunos recuerdos y se conserva en la Isla una copia del Miranda en La Carraca y algunos otros cuadros que figuran colgados en las paredes de familiares y amigos, ignorantes del valor que la firma del Maestro González agrega a todo aquello en que puso sus manos de artista.
El muchacho pintor margariteño logra al fin, con influencias de algunos amigos oriundos de su tierra, llegar hasta Caracas. En él prevalecía el tono emocional recogido, reservado, del hombre tímido que siempre fue. Hablaba despacio y quedo como para que no descubrieran su presencia ni señalarse entre otros, que sin cosas dignas de comunicarse, levantan la voz para que se les oiga lejos, como esas grandes damas de la oligarquía colonial que se anunciaban con campanilla y repiques. Pero Pedro Ángel tenía conciencia clara de sus valores y sabía que sus obras lo anunciarían en el mundo del arte y de la cultura, porque lo que vale no puede permanecer oculto. El muchacho que cambió su volador por unos lápices de color se distinguió en la vieja Escuela de Artes por la forma personal de tratar los colores y destacar las figuras. Entra en el Círculo de Artistas, fundado en 1912;  conoció a Ferdinandov, el pintor ruso que trajo fórmulas nuevas para pintar; estuvo a su lado y trató con los poetas y escritores que como Planchart y Fernando Paz Castillo, eran animadores del Círculo, al cual concurrían también muchos de los poetas y escritores venezolanos de la llamada Generación del 28. Después, Pedro Ángel forma parte de la plana de profesores de la Escuela de Artes donde se  había formado. Ya es un pintor conocido y reconocido. Sus cuadros de rincones de la vieja Caracas, sus extraordinarias pinturas que destacan el Ávila en sus colores magníficos, junto con los de Cabré,  lo consagraron también como Maestro de la gran montaña que cantara Pérez Bonalde para exaltar a Caracas y que Manuel Díaz Rodríguez retratara embelesado desde su vieja hacienda de San José. Lo que Díaz Rodríguez expresaba en su prosa admirable y en sus versos, Pedro Ángel lo exaltaba en el lienzo. Hay una época de la pintura de Pedro Ángel González conocida como etapa guaireña, donde el pintor se recrea reproduciendo los viejos rincones del puerto, los muelles con sus barcos, el cielo azul de esa ciudad mitad marinera, mitad montañosa, como para recordarnos en algunos aspectos a Río de Janeiro. De esa etapa conservo un cuadro que me obsequiaron los empleados del Congreso como regalo de cumpleaños, cuando yo desempeñaba el cargo de Presidente del Senado, hace ya unos dieciséis años. Es la pintura de la proa de un carguero en reposo después de haber dado salida de sus bodegas a la carga que condujera a través de los mares. Lo conservo como un tesoro, puesto en alto, encima de una puerta que da salida a los patios de Anchiajena.
Pedro Ángel ilustró mi poema “Juangriego del Recuerdo”. El dibujo presenta la orilla del esplendente mar de Juangriego que le sirvió para muchas de sus marinas. Al fondo, apuntando al cielo, las dos torres de la iglesia y en la calle solitaria sobre la acera, una margariteña con su mara en la cabeza, portadora de las frutas y cosas de la Isla, pregonadas con voz cantarina en todas las ciudades y puerto de Margarita. Al centro y caminando en sentido inverso al que lleva la mujer, como dirigiéndose hacia la playa “el jumento, marcha de pasitrote / mi humanidad vencida / con los sueños viajando / en el camino largo / que se hace y deshace / de afanes sin penumbra”, que canté en ese poema dedicado a Juangriego.
El silencioso amigo, de la palabra recortada que hablaba con el pincel y los lápices se nos fue para siempre, pero nos queda como herencia el maravilloso arcoíris de su pintura. En una de las últimas conversaciones que sostuve con él, me decía: “Ahora pinto muy poco, uno o dos cuadros al año. Cuando mis pinturas se cotizan más caras yo apenas aprovecho los altos precios.  Los que compraron mis lienzos en épocas de larga producción y poca paga, ahora ganan revendiéndolos. El comercio de la pintura a veces hace bajar las calidades; yo prefiero mantener ésta antes que prodigarme, porque para vivir, como un margariteño auténtico de tu tiempo y de mi tiempo, yo sigo diciendo: si falta, sobra.”
Luis Beltrán Prieto Figueroa: “Pedro Ángel González.”  Felipe Natera Wanderlinder: La Villa de Santa Ana en los 25 años de Margariteñerías 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta, 1996, pp. 546-548.
  26.       LUISA CÁCERES DE ARISMENDI: LA MÁXIMA HEROÍNA.
Rosauro Rosa Acosta.
Entre las emigradas de 1814, llegó a Margarita, acompañada de su madre y de su hermano Manuel, la señorita Luisa Cáceres Díaz.
Después de largas penalidades habían arribado al puerto de La Esmeralda, en la Costa Firme, y desde allí con la ayuda prestada por el Coronel Juan Bautista Arismendi son trasladadas al puerto de Pampatar, luego a La Asunción y más tarde al Norte, donde habría de fijar residencia.
A los pocos meses de permanecer en ella, Doña Luisa Cáceres contrae matrimonio, el 4 de diciembre de 1814, con el Coronel Juan Bautista Arismendi, en la iglesia de Santa Ana del Norte.
La tranquilidad del hogar se rompe pronto debido a la persecución de que es víctima Arismendi por sus actividades revolucionarias. Falla un plan para hacerlo prisionero y entonces es llevada detenida la joven señora el 24 de septiembre de 1815 a la casa de familia del Coronel Cristóbal Anés, colaborador ahora de los realistas.
El 15 de noviembre del citado año estalla la revolución de Arismendi contra el Gobernador Urreiztieta. Ante el auge del movimiento y la cantidad de prisioneros españoles, el Gobernador realista, que ya había recluido a Doña Luisa en una de las celdas del Castillo Santa Rosa, propone a Arismendi la libertad de su esposa a cambio de los rehenes que poseen los patriotas, Arismendi se niega a ello. “Sin Patria no quiero esposa”, afirman que fue su respuesta.
Doña Luisa será blanco de vejámenes. No se le considera ni aún por su avanzado estado de embarazo. Soporta toda clase de humillaciones. Se le amenaza con fusilarla si no aconseja a su esposo a rendirse. Su negativa fue firme.
Asistida por otra mujer prisionera, cuyo nombre no recoge la Historia, da a luz una niña muerta, que horas más tarde arrojarán los soldados a un zanjón próximo al castillo.
El 29 de enero de 1816 es remitida a Pampatar. Pardo al dar cuenta a Moxó de los acontecimientos de la Isla, dice: “La mujer de Arismendi ha dado a luz un nuevo monstruo. Esta y otra señora presa he mandado al Gobernador de Pampatar, las envíe a La Guaira donde deben estar sin comunicación. Arismendi, según voz general, ha hecho matar nuestros prisioneros, y en este caso convendría decapitar a su mujer. También tengo entendido que dicha señora escribe a su marido, y este a aquella, y no conviene esté aquí.”
Pocos días permanece en el San Carlos de Pampatar. En la goleta “General Morillo”, capitaneada por Don Juan Gavazo, es enviada a La Guaira. Durante ocho días estará en las celdas de la Factoría y Parque de Artillería de ese puerto. Será trasladada a Caracas el 22 de marzo de 1816 al Convento de la Inmaculada Concepción.
El 24 de noviembre es nuevamente llevada a la Guaira para ser embarcada en “El Pópulo” con destino a Cádiz.
Será apresada por corsarios y después de muchas contrariedades arribará a Cádiz el 17 de enero de 1817.
Humano tratamiento recibe de las autoridades judiciales de Andalucía. Se hospeda en la casa del cirujano José María Morón, desde donde logra fugarse a Norteamérica con la ayuda de un oficial de apellido Carabaño y de un caballero de nacionalidad inglesa.
Llegó a Filadelfia el 3 de mayo de 1817 y desde allí, acompañada del Coronel Luis Rieux, arriba a Juangriego el 26 de julio. La Isla celebra alborozada el retorno de la Máxima Heroína.
Doña Luisa Cáceres de Arismendi nació en Caracas el 12 de septiembre de 1799.     Hija del educador Domingo Cáceres y de Doña Carmen Díaz.
De su matrimonio con el General Juan Bautista Arismendi nacieron doce  hijos, incluyendo la que nació muerta en la prisión del Santa Rosa.
Falleció Doña Luisa el 2 de junio de 1866, “dejándole a la Patria como herencia el ejemplo de sus grandes virtudes y la hermosa diadema de su gloria”, como expresa Don Santos Erminy Arsmendi.
“Su honesto sentido del deber, su femineidad, su dignidad y su firmeza de convicciones quedaron de pie ante la historia para el ejemplo de las mujeres que luchan, sufren y esperan”, afirma Carmen Clemente Travieso.
Notas: Sus restos reposan en el Panteón Nacional. En la casa donde vivió el matrimonio de Arismendi y Luisa Cáceres funciona  hoy la Casa Parroquial de Santa Ana. (IEGL).
Rosauro Rosa Acosta: “Luisa Cáceres de Arismendi: la Máxima Heroína.” Heroínas Margariteñas. Pampatar, Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero”, 1996, pp. 21-23.
  27.                                     PETRONILA DE MATA
Rosauro Rosa Acosta
De Santa Ana del Norte. Hija de Manuel Isidro Mata y María Dolores Romero. Hermana de los Comandantes Andrés de Mata y Policarpo de Mata, quien fue el Jefe de la Caballería de nuestro Ejército.
Casó el 27 de diciembre de 1810 con Francisco Esteban Gómez, quien el 31 de julio de 1817, alcanzó la libertad de la Isla al derrotar al superior ejército español al mando de Pablo Morillo en la Batalla de Matasiete.
Enviudó el 6 de agosto de 1853 y murió, víctima del cólera, en La Asunción, el 5 de octubre de 1854.
Por su amor a la Causa de la Independencia, en la cual participó toda su familia, sufrió persecuciones, vejámenes y largo cautiverio en prisiones de la Isla y de Cumaná.
En 1816, fue apresada por una avanzada realista, cerca de Puerto Moreno a donde se dirigía para reunirse con su esposo que operaba en esa zona.
Fue llevada al castillo de Pampatar donde permaneció varios meses. En avanzado estado de embarazo fue transferida a la Cárcel de Cumaná. Allí dio a luz una niña que murió a los pocos días de nacida por las pésimas condiciones del presidio.
Pese a las muchas diligencias realizadas por su esposo, el General Francisco Esteban Gómez, permaneció en la prisión hasta 1820 cuando fue liberada por Morillo. (Vale destacar aquí que el Libertador Simón Bolívar también intercedió por lograr la libertad de Petronila de Mata, según se desprende del oficio enviado desde La Villa del Norte al Excmo. General Santiago Mariño el 29 de diciembre de 1816: “Recomiendo a Ud. muy particularmente, a la ciudadana Petronila de Mata, mujer del ciudadano Coronel Gómez, para que procure Ud. cangearla por cualquier persona, y principalmente por cuatro o cinco señoras que están aquí y son esposas, o pertenecen a españoles o sus partidarios.” Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela. Recopilación de textos. Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006, p. 122).
Nota: Ángel Félix Gómez en su estudio titulado Petronila de Mata: La Heroína Margariteña. Porlamar, Verbo Publicaciones, 2004, edición patrocinada por la Fundación República Insular, agrega en relación a la muerte de Petronila de Mata, que “las honras fúnebres de la heroína se celebraron en su pueblo natal Santa Ana del Norte” y que “fue enterrada en un cementerio de La Asunción llamado El Blanco, en las inmediaciones donde hoy se encuentra la Imprenta del Estado, en la Avenida Constitución. Ese cementerio desapareció y con él la huesa de esta heroína nacida en Margarita.” (p. 37). (IEGL).
Rosauro Rosa Acosta: “Petronila de Mata.” Heroínas Margariteñas. Pampatar, Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero”, 1996, pp. 51-52.
28. DOS TESTIMONIOS TANGIBLES DE LA ASAMBLEA QUE SE EFECTUÓ EL 6 DE MAYO DE 1816 EN EL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE: EL SILLÓN QUE OCUPÓ EL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR Y LOS BANCOS DONDE SE SENTARON DIRIGENTES Y EXPEDICIONARIOS.
Lcdo. Iván Gómez León
Es conocimiento de todos que  el templo de Santa Ana fue el lugar escogido para efectuar la magna asamblea el 6 de mayo de 1816, cuyos trascendentales acuerdos hicieron proclamar al Libertador Simón Bolívar que  en esa fecha había nacido la Tercera República de Venezuela.
Aun cuando el Acta que elaboró el Secretario Pedro Briceño Méndez no da detalles de cómo se organizó la asamblea, los lugares que ocuparon quienes la presidieron y  la ubicación de los asistentes, es de suponer que fue presidida por el Libertador Simón Bolívar, por el General en Jefe Santiago Mariño, electo Segundo Jefe,   y por el General Juan Bautista Arismendi, en su carácter de  Jefe Militar de Margarita. En esta primera parte de su instalación, quienes hacen uso de la palabra son: Bolívar, e inmediatamente Arismendi. Mariño, luego de su designación, ha debido pasar a presidir la asamblea. De ese momento estelar, lo único que ha trascendido en el tiempo es el sillón que ocupó el Libertador, hoy debidamente restaurado.
El resto de los asambleístas han debido ocupar los bancos de la iglesia. No sabemos de cuántos bancos disponía la iglesia para el momento. Las dimensiones de los cuatro ejemplares que aún se conservan nos hacen suponer que estos estaban dispuestos en una fila que ocupaba la nave central del templo.
Felipe Natera Wanderlinder, presto a la aplicación de la lógica a la hora de referirse a esta asamblea, explica que Bolívar escribió sus proclamas en la casa de habitación del Sargento Mayor Policarpo de Mata, donde estaba hospedado con los demás integrantes del Estado Mayor (*). No resulta exagerado por parte nuestra inferir que  el Secretario Pedro Briceño Méndez ha debido tomar nota en el desarrollo de la asamblea y que, en el mismo inmueble, procedió a su redacción definitiva.
(*) Felipe Natera Wanderlinder: “La casa del General Policarpo de Mata en Santa Ana del Norte.” La Villa de Santa Ana en los 25 años de Margariteñerías 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta, 1996, pp. 347-348.
  29.                           PBRO. JUAN MIGUEL LÁREZ
Iván Gómez León
El sacerdote Juan Miguel Lárez, además de su magnífica labor eclesiástica desarrollada en Santa Ana del Norte, está relacionado con la reproducción de la copia del Acta del 6 de mayo de 1816, interesante información que nos ha planteado efectuar las investigaciones pertinentes a los fines de lograr su ubicación y proceder a su reedición.
*Refiriéndose a la situación de los libros antiguos que permanecían en la iglesia de Santa Ana, explica Andrés Márquez Gómez en su obra Árboles, pájaros y niños: “Los libros parroquiales y otros papeles de importancia permanecían tirados en un rincón, sobre el piso, expuesto a la acción de la humedad y a la voracidad de las polillas y otros insectos. Fue Monseñor Juan Miguel Lárez quien mandó a hacer un estante cerrado de madera de cedro amargo, para proteger a ese archivo.”
Este sacerdote, de porte elegante y voz sonora, era nativo de La Asunción y ejerció su apostolado en la Diócesis de Guayana, sobre todo en la ciudad de Barcelona, donde  se supo apreciar su talento y sus virtudes sacerdotales. Fue honrado por la Santa Sede con el título de Prelado Doméstico de S.S. Vino a Margarita, enfermo y agotado por los años y fue a hacer compañía a Monseñor Eduardo de Jesús Vásquez, Vicario de la Isla y párroco del Valle del Espíritu Santo.
Monseñor Lárez se encargó de la parroquia de Santa Ana del Norte, de una manera accidental y en mitad de una Semana Santa dejada trunca por el sacerdote agustino Fray Juan Vicente Arteaga.
Monseñor Lárez no solamente envió jóvenes al Seminario, sino que escribió un libro titulado El Seminarista, con el fin de orientar a los aspirantes al sacerdocio.
Monseñor Lárez se ausentó de la parroquia en el año 1926.
Leamos con atención lo que dice Tavera Acosta en su Historia de Carúpano (p. 146) en relación a las copias que se le han hecho al acta del 6 de mayo de 1816, donde está involucrado Mons. Juan Miguel Lárez:
+En la novela histórica escrita por el Académico (de la Academia Nacional de la Historia) Francisco Jiménez Arráiz, titulada Hojas de Laurel y publicada en 1921,  está inserta una copia del Acta, tomada por Jiménez Arráiz de otra copia que “encontró en un archivo de la isla de Margarita”, la cual remitió a la Academia Nacional de la Historia.
+En 1918, Tomás Andrés Polanco publicó una reseña de la Gira Apostólica del Nuncio de S.S. Al referirse a la Asamblea del 6 de mayo de 1816, dice que por ser poco conocida el acta que se levantó,  rogó a Monseñor Juan Miguel Lárez le facilitase una copia a lo que accedió el venerable doctor Lárez, para insertarla en su trabajo.
Esta valiosa información nos permitirá acceder a la lectura de este documento en su versión más próxima al original, toda vez que Rosauro Rosa Acosta informa en su obra Pueblo de la Mar, editado en 1991 por  el Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero”, que en el año 1905 el Dr. Francisco Jiménez Arráiz, en ese entonces Presidente del Estado Nueva Esparta, le entregó al Presidente Cipriano Castro el documento original en referencia, en acto irresponsable con la memoria histórica del pueblo neoespartano.



30.LAS IMÁGENES DEL TEMPLO EN EL RECUERDO DE OLIMPIA FRANCO
Albertina Tovar de González
 La señora Olimpia Franco a través de los recuerdos se traslada a sus años mozos y rememora los tiempos en los que su papá la llevaba a la iglesia, siendo muy pequeña; cuando caía la tarde la enseñaba a rezas y encargó los primeros años de su escolaridad a una señora muy cristiana, llamada Vicenta Rosas, hija de un maestro que hubo aquí llamado José Ramón Rosas, epónimo de una de las calles de este pueblo. Este maestro le enseñó desde las primeras letras hasta el libro segundo, además la preparó para recibir la Primera Comunión.
Olimpia fue creciendo en tamaño y conocimientos, muy cerca de la maestra Vicenta Rosas, acompañándola en el oficio de vestir a Santa Ana, la patrona, lo que presenció siempre atenta, sin perder un detalle, convirtiéndose en una experta en la materia; por lo que al morir la maestra Vicenta le corresponde a ella sustituirla en esta labor, la cual desempeñó con dedicación, mucho cariño y devoción hasta el año dos mil, cuando a pesar de la medicina, perdió la visión.
Olimpia, mujer cristiana comprometida, frecuentaba el templo pertenecía a un grupo de apostolado, fue presidenta de la hermandad de Santa Ana durante muchos años y estaba familiarizada con todos los acontecimientos parroquiales, por lo que al solicitarle información acerca de las imágenes existentes en nuestro tiempo, su procedencia y su ubicación en ese recinto, no se hace esperar e inicia su narrativa, señalando que en el altar mayor se encontraban ubicadas las imágenes de Santa Ana, San Pedro y San Joaquín, manifestando desconocer su procedencia por lo antiguo de las mismas. Al referirse a San Joaquín surge una anécdota: A este santo lo tenían por San José, es decir, como no había imagen de este santo, cuando llegaba su día, el sacristán le colocaba una varillita que lo identificaba, lo colocaba en el mesón y le celebraban su festividad. Esto ocurrió hasta cuando Mons. Andrés Márquez Gómez trajo una imagen de San José.
También recuerda a Santa Teresita, traída por Mons. Críspulo Benítez Fonturvel y colocada en una capilla que le hicieron en el cuarto de los muertos; tiempo después decidieron sacarla de allí y colocarla en otro lugar del templo, para construir un altar en ese sitio y colocar al Santísimo Sacramento y una imagen de la Virgen del Carmen donada por Pedro María Arocha.
Al lado de la nave derecha estaban colocados: El Cristo, San Juan y la Virgen Dolorosa, lo que se identificaba como el Calvario, tiempo después sustituido por la imagen de Corazón de Jesús.
Dijo además conocer un San José pequeño, una virgencita de Guadalupe y un niño Jesús sentado en una sillita, los cuales eran colocados en el nacimiento en tiempos de Navidad.
A la izquierda del templo, al lado de la ventana, estaba un mesón con San Luis Gonzaga, una virgencita del Carmen y San Miguel Arcángel.
También se encontraban las imágenes de la Humildad y Paciencia y el Santo Sepulcro. Luego, Monseñor Andrés Márquez Gómez trajo a Jesús en la columna y otra de Santa Ana.
Yuyita Gamboa trajo la imagen de San Judas Tadeo desde Caracas y la donó a la iglesia.
San Onofre fue donado por el Dr. Angito Villarroel, como promesa hecha en  sus tiempos de estudiante.
El señor Avelino Márquez, hizo llegar al templo la imagen de la Virgen de Fátima y se encargaba de celebrar su fiesta con mucho entusiasmo.
Señaló que conoció las imágenes antiguas de la Virgen de Lourdes, Virgen del Rosario y el Nazareno.
Finalmente, dijo tener conocimiento de la situación de resguardo en la que se encuentran todas las imágenes en hogares de la comunidad de Santa Ana, mientras dure la larga espera por la restauración del templo parroquial.
Albertina Tovar de González: “Las imágenes del templo en el recuerdo de Olimpia Franco.” Margariteñerías. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, segunda etapa, edición extraordinaria, N° 68, p. 16.
31. BIOGRAFÍA DE SAN EZEQUIEL MORENO, INTERCESOR DE LOS ENFERMOS DE CÁNCER.
María Ximena Rondón.
Su ardor misionero fue tan grande que no dudaba en cruzar ríos caudalosos y soportar las inclemencias del clima con tal de llevar almas a los pies de la Cruz. Tenía un espíritu fuerte que ninguna pena, crítica o enfermedad pudo quebrantar. Por su entrega apasionada a Dios y su labor se le considera como uno de los más grandes apóstoles de la Evangelización de América.
Ezequiel Moreno Díaz nació el 9 de abril de 1848 en Alfaro, Rioja, España. Sus padres fueron Félix Moreno y Josefa Díaz, quienes a pesar de tener una condición humilde, consideraban a la religión católica como su tesoro.
Esta devoción influyó en el corazón del Santo, que desde la infancia sintió el llamado a la vida religiosa. Era un niño inteligente, juguetón y dedicado a los estudios. Sin embargo, era capaz de sacrificarse por su prójimo, porque en lugar de ir a las fiestas del pueblo, se quedaba cuidando de los enfermos. También le gustaba cantar y tocar la guitarra.
Con solo 16 años y siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, ingresó al Convento de los Agustinos Recoletos en Monteagudo (Navarra) el 21 de septiembre de 1864. Un año después hizo su profesión religiosa y cuatro años más tarde fue enviado como misionero a Filipinas. Allí culminó su formación y fue ordenado sacerdote el 3 de junio de 1871.
Tiempo después fue enviado, junto con su hermano Eustaquio, a evangelizar a los habitantes de la isla de Paragua. Ezequiel convirtió a muchas almas, pero contrajo la malaria debido a las pésimas condiciones de sanidad y tuvo que regresar a Manila.
En 1876 fue nombrado párroco de Lespiñase y cuatro años después predicador conventual de Manila. Entonces asumió las riendas de una finca de los Agustinos Recoletos en Imus. Fue un excelente administrador y también realizaba obras de caridad con los pobres. En 1888 regresó al convento Monteagudo como Prior. Durante tres años imprimió en los jóvenes novicios el sello de la espiritualidad agustiniana y el amor hacia los pobres reduciendo sus raciones para dar de comer a los mendigos.
Tres años después volvió a embarcarse en la aventura como misionero. Vivió austeramente durante cinco años en Bogotá (Colombia) en el cargo de Provincial de la Orden. Se dedicó a predicar y atender a los enfermos. Junto a tres compañeros se introducía en la región de Casanare, que aún no era explorada, para evangelizar y administrar los sacramentos.
Debido a sus méritos, al reactivar la labor misionera en Colombia, fue nombrado Obispo Titular de Pinara y Vicario Apostólico de Casanare. El 1° de mayo de 1894 lo nombraron Obispo de Pasto. En su nuevo cargo destacó por su celo apostólico y su fidelidad a la Iglesia. Ejecutó su programa de trabajo denominado “Dios y Colombia”. Su posición como Obispo no lo detuvo en su labor misionera. Siguió atravesando ríos caudalosos, caminando en medio de tormentas y soportando las inclemencias del clima porque consideraba que “una sola alma vale más que toda mi vida”.
A la par de su intenso trabajo apostólico, dedicaba varias horas a la oración, a la que consideraba como la fuente principal para obtener fuerzas.
Como Obispo de Pasto, sus prédicas contundentes y su sencillez provocaron la burla de sus enemigos, incluyendo algunos obispos, quienes también lo atacaban por medio de la prensa. Sin embargo, San Ezequiel trataba a sus atacantes con misericordia y pedía por ellos.
En 1905 le diagnosticaron cáncer y, ante las reiteradas súplicas de los fieles y de los religiosos de su Orden, volvió a España para operarse. Lamentablemente la intervención fue muy dolorosa y no tuvo éxito. Durante la operación el Santo exclamaba: “Dios mío, dame valor para sufrir por ti”.
Fue enviado a Monteagudo para recuperarse, pero volvió a recaer. Los dolores nunca quebrantaron su espíritu y se mantuvo firme en su fe. Murió el 19 de agosto de 1906.
Fue beatificado por el Papa Pablo VI en 1975 y el 11 de octubre de 1992 fue canonizado por San Juan Pablo II y es considerado como el especial intercesor ante Dios por los enfermos de cáncer.
*María Ximena Rondón: “Hoy celebramos a San Ezequiel Moreno, intercesor de los enfermos de cáncer.” Facebook. https: // www.aciprensa.com

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                                      ÍNDICE
Lcdo. Iván Gómez León:
MOTIVACIÓN/
PRIMERA PARTE:
DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN/
SEGUNDA PARTE:
PROPUESTAS/
TERCERA PARTE:
INFORMACIÓN REFERENTE AL TEMPLO COLONIAL DE SANTA DEL NORTE EN LA BIBLIO-HEMEROGRAFÍA REGIONAL/
1.    Biografía de Mons. Andrés Márquez Gómez/
2.    Historia de la Iglesia/
3.    Santa Ana del Norte ha tenido dos patronas/
4.    Biografía de Francisco Esteban Gómez/
5.    Biografía de Juan Bautista Arismendi/
6.    La Junta de Notables reunida en la iglesia de Santa Ana el 6 de mayo de 1816.
7.    Resolución de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación mediante la cual declara Monumento Histórico Nacional al templo de Santa Ana/
8.    Acta de reconocimiento del Libertador como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos. Santa Ana, 6 de mayo de 1816/
9.    Proclama de Bolívar del 8 de mayo de 1816 mediante la cual declara el nacimiento de la Tercera República de Venezuela en Santa Ana el 6 de mayo de 1816/
10.                             Biografía del Gral. Policarpo Mata/
11.                             Resolución de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación mediante la cual declara Monumento Histórico Nacional la casa natal de Policarpo de Mata y Petronila de Mata/
12.                             Cuadro de Ánimas/
13.                             Las dos fundaciones de la población del Norte/
14.                             Nuestra Señora del Rosario/
15.                             Busto y estatua de Francisco Esteban Gómez en la plaza/
16.                             Biografía del Pbro. José Vicente Gómez/
17.                             Biografía del Pbro. Francisco de la Concepción Romero/
18.                             Biografía del Pbro. Jorge Quiterio Real Reyes/
19.                             Biografía del Pbro. Plácido José Fernández/
20.                             Cofradía del Santísimo Sacramento/
21.                             La plaza de Santa Ana del Norte/
22.                             Sacristanes de mi pueblo/
23.                             Biografía de Pedro Angel González.
24.                             Mons. Tomás Márquez Gómez.
25.                             Biografía de Pedro Ángel González.
26.                             Biografía de Luisa Cáceres de Arismendi.
27.                             Biografía de Petronila de Mata.
28.                             El sillón donde que ocupó el Libertador Simón Bolívar y los bancos donde se sentaron dirigentes y expedicionarios.
29.                             Pbro. Juan Miguel Lárez.
30.                             Las imágenes del templo en el recuerdo de Olimpia Franco/
31.                             Biografía de San Ezequiel Moreno/



















GUÍA PARA LA CONFORMACIÓN DE LA COMISIÓN DE VOLUNTARIOS PARA LA PROTECCIÓN DEL TEMPLO DE SANTA ANA DEL NORTE.
SEGUNDA REUNIÓN: Miércoles 20 de abril 2016. Hora: 6:00 p.m. La primera se efectuó el jueves 14 de abril 2016. Hora: 7:00 p.m. Ambas en la Casa Parroquial.

VISIÓN FUTURISTA: Importante, por cuanto nos permitirá visualizar cuáles serán los objetivos a lograr a largo plazo y nos orientará en las gestiones:
EL TEMPLO:
*El templo: Museo Histórico, único en Nueva Esparta.
*Dotación de TODOS sus implementos para un funcionamiento óptimo.
*Pulcritud interna y externa.
*TODO funciona perfectamente.
*Materiales y equipos de reserva para sustitución inmediata.
*Mantenimiento y limpieza permanente.
*Material informativo en  diversas presentaciones.
LA COMUNIDAD:
*Una comunidad educada y consciente de su importancia histórica  y del valor incalculable de su templo.
*Esta tarea de formación de conciencia ciudadana está en las mismas organizaciones de la Parroquia y se asume en primera instancia para organizar y planificar las actividades que realizará en el ámbito local en función de lograr este gran objetivo. De allí saldrá el Comité de Trabajo, pero las tareas a cumplir deberán ser asumidos por todas las organizaciones de la Parroquia.
EL COMITÉ / LA COMISIÓN:
*Creada legalmente. Considerar la pertinencia de una Fundación, de una Asociación Civil o de alguna otra figura jurídica, de acuerdo a los lineamientos del Instituto del Patrimonio Cultural. Debe ser operativa, ágil, sin trabas de ninguna clase que perturbe su funcionamiento.
*El equipo interno de trabajo debe conformarse con personas dispuestas, que dispongan del tiempo necesario, motivadas, proclives a prepararse y capacitarse en este ámbito cultural, sabiendo de antemano que en este tipo de actividades habrá que vencer obstáculos, incomprensiones, pero que no se deberá desmayar en el propósito.
*Las gestiones se realizarán a escala local, regional, nacional e internacional. Por esta razón es imprescindible nuestra formación y capacitación en materia de patrimonio cultural/histórico y la disposición de educar a los demás. Santa Ana se integrará a las rutas turísticas y, de acuerdo a la trascendencia del trabajo realizado, en cualquier época del año podrá recibir visitas de funcionarios al servicio de la protección y defensa del patrimonio cultural e histórico en cualquier parte del mundo.
*La activación se logrará en la medida que cada uno asuma una específica tarea, aún cuando sea la más insignificante. El objetivo es que TODOS demos nuestro aporte desinteresado.
*Sin complejos a la hora de realizar actividades puntuales (limpiar, barrer, pintar, coletear) por cuanto aquí se encuentra el valor pedagógico del ejemplo que debemos transmitir.
*La actuación del Instituto del Patrimonio Cultural se justifica por cuanto se nos enseñará a realizar nuestras actividades enmarcadas en parámetros técnicos y de cualquier otro orden, exigencia ineludible que deberemos respetar y acatar para poder avanzar en cumplimiento de sus lineamientos. Aquí también deberemos ser ejemplo.
*De acuerdo a la experiencia que se vaya adquiriendo se comenzará a elaborar las normas que regirán el uso del inmueble y en lo referente al comportamiento que deberá observar la comunidad.
*Deberemos conocer y evaluar todas las sugerencias y propuestas que se nos hagan. De igual manera,  buenas experiencias  de otras comunidades para mejorar nuestro trabajo de manera más rápida e inmediata.
*Estaremos dispuestos a recibir visitas de especialistas para acoger sus recomendaciones.
*Se determinará el calendario en el cual se hará mayor énfasis: Festividades de Santa Ana. 6 de mayo. Nacimiento y muerte de Francisco Esteban Gómez. Nacimiento y muerte de los eminentes sacerdotes inhumados en el templo.  Nacimiento y muerte de Policarpo Mata. Nacimiento y muerte del Libertador. Nacimiento y muerte de Petronila Mata (entierro simbólico en el templo). Fecha de nacimiento: 28 de noviembre, 1794. Murió de cólera en La Asunción, y debido a que el cura de esa parroquia, José Tanccedini, también había muerto por esta causa, las honras fúnebres se celebraron en Santa Ana el 5 de octubre de 1854 *Homenaje a Francisco Esteban Gómez en el Panteón Nacional, Caracas, en alguna fecha significativa. Fecha de nacimiento: 26 de diciembre, 1783. Fecha de muerte: 6 de agosto, 1853.  Traslado al Panteón Nacional: 20 de agosto, 1880. Batalla de Matasiete: 31 de julio de 1817. En el 2017 se cumplirá el bicentenario de esta trascendental victoria militar que protagonizó. Buena ocasión.
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GOBIERNO BOLIVARIANO DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA CULTURA
INSTITUTO DEL PATRIMONIO CULTURAL

NORMATIVAS PARA EL USO Y DISFRUTE DE LOS MONUMENTOS
Normas sobre la conducta de los visitantes:
1.    No fumar dentro de las áreas de exposición u otras donde se trabaje con material inflamable.
2.    No ingerir alimentos ni bebidas en las salas, pasillos y lugares de acceso, fuera de los lugares autorizados.
3.    Está prohibido el consumo de bebidas alcohólicas dentro de las instalaciones.
4.    Andar descalzo o con ropa que pueda alterar el orden público.
5.    No portar objetos innecesarios y molestos durante el recorrido por el museo, tales como: bolsos o paquetes de dimensiones excesivas, paraguas, entre otros.
6.    Colocar la basura en las papeleras, no arrojar papeles o envases al suelo, pegar chicles en algún mobiliario o pared.
7.    No introducir animales a las áreas de la edificación.
8.    No permitir el acceso a la edificación de personas cuyos modales o conducta puedan significar riesgos al público o para las colecciones.
9.    No correr, deslizarse, empujar o escalar dentro de las instalaciones, caminar pausadamente.
10.                      Utilizar un tono de voz moderado.
11.                      Los niños deben estar acompañados por su representante.
12.                      No está permitido hacer recaudaciones, comercio, publicidad o propaganda que no estén autorizadas por la institución.
13.                      Evitar utilizar radios, grabadores, reproductores u otros equipos electrónicos que puedan perturbar el orden dentro de las instalaciones.
14.                      Está prohibido saltar las barreras y dispositivos destinados a detener el público.
15.                      Se prohíbe introducir objetos que, según su utilidad o características, puedan ser un riesgo para la seguridad de las personas, las obras o el edificio, tales como: armas, municiones, substancias explosivas, inflamables o volátiles.
De la visita de grupos:
1.    Los grupos están obligados a reservar con anticipación un horario de visitas. En caso contrario, el responsable del grupo debe dirigirse solo a la oficina de recepción o información para hacer la reservación, en la medida de las posibilidades y alcances para ese día.
2.    Los integrantes de los grupos están obligados a llevar la identificación en un lugar visible.
3.    Los grupos deben tener un responsable que se comprometa a hacer cumplir al grupo las normativas presentes y controlar la disciplina del conjunto.
4.    Los grupos están obligados a visitar las instalaciones de la edificación en compañía de un guía de sala.
5.    Los integrantes del grupo deben mantenerse unidos a este, no molestar al público visitante y seguir las instrucciones del guía.
6.    Se sugiere que para un mayor control y para un resultado más efectivo de las visitas, los grupos deben estar constituidos por un número de siete (7) hasta treinta (30) personas.
7.    En el caso de los grupos escolares, se exige un acompañante por cada diez (10) alumnos y de un acompañante por cada quince (15) alumnos en el caso de la secundaria.
De la edificación:
1.    Queda terminantemente prohibido intervenir o modificar la estructura y ambientes originales de la edificación.
2.    Sólo podrán colocarse elementos escenográficos ligeros y autoportantes.
3.    El mobiliario existente debe respetarse y mantenerse, tomando las previsiones necesarias para su utilización y movilización, previa autorización del Instituto del Patrimonio Cultural.
4.    No se debe pintar, ni rayar, ni clavar en los muros y paredes.
5.    Debe contemplarse e informarse por escrito la dotación de acometidas eléctricas y/o baños portátiles con el fin de que el Instituto del Patrimonio Cultural supervise los trabajos y designe su ubicación.
6.    No debe colocarse peso excesivo de personas, equipos o materiales sobre las losas de entrepisos y techos que pongan en riesgo la estabilidad de la estructura o la vida de las personas.
7.    Debe respetarse el cronograma de actividades establecido en cuanto a tiempo y características.
8.    Deben respetarse las limitaciones de uso indicadas previamente. En caso contrario, la institución no se hace responsable de daños o perjuicios a terceros.
9.    Queda terminantemente prohibida la publicidad o comercio no autorizado y la propaganda política dentro de las instalaciones de los monumentos históricos.
10.                      Se prohíbe encender cualquier tipo de material pirotécnico dentro de las edificaciones.
11.                      Debe velarse permanentemente por el buen uso de las instalaciones de los monumentos históricos.
12.                      Al finalizar las actividades, los espacios de los monumentos deben permanecer en las mismas o mejores condiciones en que fue entregado.
De las colecciones (en caso de exhibiciones):
1.    Bajo ninguna circunstancia deben apoyarse en las vitrinas, zócalos y otros elementos museográficos o no, dispuestos para las presentaciones.
2.    No deben mantenerse muy próximo de las obras, o piezas exhibidas, señalándolas con lápices u otros instrumentos de escritura que puedan dañarlas.
3.    No se deben tomar fotografías con flash para evitar daños a las obras. Esta es una norma mundial de conservación. Debe haber una separación prudente entre las obras y los observadores.
4.    Está terminantemente prohibido la recolección de vestigios arqueológico y será severamente sancionado quien así lo haga.
5.    No tocar, ni efectuar manipulaciones imprudentes de los objetos expuestos en las vitrinas.
NOTA: Los bienes culturales son frágiles y únicos.  Han atravesado los siglos y deben conservarse para las generaciones futuras. Tocar, aunque suavemente, una pintura, un objeto, una escultura, puede dañarlo. Sobre todo si el gesto se repite miles de veces. Ayúdanos a proteger nuestro patrimonio común.
De las fotografías, filmaciones, grabaciones o encuestas:
1.    Están permitidas las tomas fotográficas o grabaciones en video, sólo si es para uso privado.
2.    Solicitar los permisos correspondientes para la realización de tomas fotográficas, filmaciones o grabaciones profesionales.
3.    No está permitido fotografiar instalaciones y equipos técnicos sin autorización del Instituto del Patrimonio Cultural.
4.    Toda encuesta o sondeo que se realice debe estar autorizado por el Instituto del Patrimonio Cultural.
5.    Toda toma fotográfica donde aparezca público visitante estará sometida al criterio del personal directivo de la institución.
Sobre la seguridad:
1.    El público visitante debe abstenerse de todo acto susceptible que amenace la seguridad de las personas y de los bienes exhibidos.
2.    Todo accidente, malestar de una persona o hecho anormal, debe ser inmediatamente indicado a un agente de vigilancia o seguridad.
3.    Todo niño extraviado debe ser confiado a un guía de sala o agente de vigilancia, el cual se encargará del caso.
4.    Los objetos abandonados que puedan parecer peligrosos para la seguridad del establecimiento, podrán ser destruidos sin demora ni advertencia por los servicios policiales competentes.
5.    El personal que custodia o tiene adscrito el monumento está encargado de hacer respetar y aplicar el presente Reglamento, sobre todo los guías de sala y agentes del servicio de vigilancia. Se sugiere acatar con respeto y atención sus sugerencias.
6.    Se invita a los visitantes a respetar las instrucciones que se les han comunicado. En el caso contrario,  podrán verse obligados a abandonar el espacio sin demora.
7.    El rechazo de obedecer las disposiciones impuestas por los controles de seguridad supone la prohibición de acceso al establecimiento.
8.    El desconocimiento de las prescripciones del presente Reglamento expone a los contraventores a la expulsión del establecimiento, y si el caso lo requiere, a un proceso judicial.

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                                                     Santa Ana del Norte, 20 de abril 2016.
Señores
Empresa Pepsi-Cola.
Presente.-

         Ante todo reciba nuestro más cordial y sincero saludo en el Señor.
         Con todo respeto y consideración nos dirigimos a ustedes en la oportunidad de hacer de su conocimiento que el próximo 26 de julio del presente año se celebrará en la Parroquia de Santa Ana del Norte, Municipio Gómez del Estado Nueva Esparta, las festividades en honor a la Santísima Virgen del Carmen, las cuales son muy representativas de la tradición religiosa del pueblo margariteño.
         En                                             Iván Gómez León






TESOROS PATRIMONIALES DEL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE. ISLA DE MARGARITA.









                                            Santa Ana del Norte
                                                Febrero 2016

                                                  MOTIVACIÓN
                                                                             Lcdo. Iván Gómez León
Animado por el interés de brindar un servicio efectivo a la formación profesional de los cursantes y egresados del Diplomado en materia Patrimonial/Cultural, que patrocina el Hotel Escuela Venetur, he elaborado el presente trabajo de investigación biblio-hemerográfica que he titulado: Tesoros patrimoniales del templo colonial de Santa Ana del Norte. Isla de Margarita.
Para confeccionarlo, en la Primera Parte, registré  las referencias significativas presentes en el templo en cumplimiento de un recorrido detallado y minucioso.
En la Segunda Parte, en vista de la inconveniente ubicación y tratamiento de algunos bienes muebles significativos, avanzamos en la elaboración de Propuestas orientadas a su dignificación expositiva en el contexto. Para esta tarea se deberá solicitar la asesoría correspondiente al Instituto del Patrimonio Cultural.
En la Tercera Parte, sección medular del trabajo, volcamos el resultado de la investigación biblio-hemerográfica realizada con el propósito de asignarle contenidos elaborados por estudiosos e investigadores de la historia regional y local a fin de garantizar la confiabilidad de los datos recabados. A todos los textos le incorporé, al final, la referencia correspondiente y, en los casos que consideré pertinente, notas adicionales identificadas con mis iniciales (IEGL).
Indudablemente,  es este un material que será de mucha utilidad. Espero que el producto de este esfuerzo sea considerado por el equipo docente, mejorado sustancialmente y transformado en un valioso recurso de apoyo para quienes incursionan en el estudio de nuestro patrimonio cultural/histórico.
                                         
























                                      PRIMERA PARTE  
                          DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN








Un recorrido por los espacios interiores de la iglesia de Santa Ana del Norte nos pone en contacto con las siguientes evidencias:
1.    En el Altar Mayor, en la parte superior de la pared, centrado, la imagen de Santa Ana, patrona de esta comunidad.
2.    En el área central del Altar Mayor, en el piso, están tres placas:
                                        PBRO. SR.
                          PLÁCIDO JOSÉ FERNÁNDEZ
                             5-10-1871 – 2-6-1957
                              CARÍSIMO AMIGO
 TU VIDA EJEMPLAR ES GUÍA DE NUESTRA INSTITUCIÓN
                              DUERME EN PAZ.
           INSTITUTO BENÉFICO PADRE FERNÁNDEZ
                                       *****
                      PBRO. JORGE QUITERIO REAL
                    NACIÓ EL 23 DE ABRIL DE 1848
                   MURIÓ EL 14 DE MARZO DE 1912
ILUSTRE Y AMADO SACERDOTE NATIVO DE ESTA VILLA
DE LA CUAL FUE GUÍA ESPIRITUAL DESDE 1894 HASTA SU MUERTE.
                                     *****
                                         PBRO.
              FRANCISCO DE LA CONCEPCIÓN ROMERO
                           24-2-1794  -  4-1-1855
CURA QUE FUE DE ESTA VILLA DESDE 1824 HASTA SU MUERTE.
                                     *****
3.    En la nave izquierda, cerca del altar, en el piso, una placa:
 MONS. TOMÁS ENRIQUE MÁRQUEZ GÓMEZ (Obispo)
                      15-07-1915 – 11-12-2004
                                        Q.E.P.D.
 MONS. ANDRÉS DE JESÚS MÁRQUEZ GÓMEZ (Sacerdote)
                         17-10-1917 – 12-05-2005
                                         Q.E.P.D.
3. En la nave izquierda, puerta de entrada lateral, se encuentra una placa adosada a la pared:
                                               GENERAL
                            POLICARPO DE MATA ROMERO
                                   26-1-1793  - 24-8-1881
                                   HÉROE DEL 4 DE MAYO
           GRITO DE INDEPENDENCIA DE LA ISLA.
          JEFE DEL ESTADO MAYOR DEL EJÉRCITO
                EN LA BATALLA DE MATASIETE.
            JEFE DE LA CABALLERÍA PATRIOTA
        FIRMANTE EN ESTE TEMPLO DEL ACTA
DE RECONOCIMIENTO DE BOLÍVAR COMO JEFE
 SUPREMO DE LA REPÚBLICA Y SUS EJÉRCITOS
         JEFE DE OPERACIONES EN ORIENTE
            GOBERNADOR DE MARGARITA
    CONDECORADO CON LA ESTRELLA DE LOS
       LIBERTADORES CREADA POR EL PERÚ.
               EN SU CASA DE HABITACIÓN
    QUE ES MONUMENTO NACIONAL DE ESTA VILLA
        SE HOSPEDARON EL LIBERTADOR
     LOS GENERALES SANTIAGO MARIÑO
  RAFAEL URDANETA, JOSÉ ANTONIO PÁEZ
            Y OTROS ALTOS OFICIALES.
Al pie de esta placa, en el  subsuelo, aun cuando carece de identificación, se encuentran los restos del Gral. Policarpo de Mata.
*En la nave lateral derecha, contiguo a la entrada, en la pared, está instalado un Cuadro de Ánimas. En la parte inferior de la obra, centrado, está registrada una fecha: 1784.
*En la nave lateral derecha, contiguo a la entrada, en la pared, está escrito un texto de Indulgencias. Virgen del Rosario. Texto de Indulgencias.
*En la nave lateral izquierda, en el altar, está colocada la imagen de San Ezequiel Moreno, intercesor de los enfermos de cáncer. Un fragmento de sus restos fue instalado en un dispositivo en el altar mayor.
*A ambos lados de la nave central  -izquierda y derecha- han sido colocados tres bancos de madera, de la época colonial,  donde se sentaron los expedicionarios y dirigentes militares asistentes a la Asamblea del 6 de mayo de 1816. Restaurados.
*En el área externa del altar mayor, nave lateral derecha, ha sido colocado el sillón donde se sentó el Libertador en la asamblea del 6 de mayo de 1816. Restaurado.    
*Cuadro del artista plástico santanense Pedro Ángel González, ubicado a la entrada a la derecha. Bautisterio. En el lienzo, parte inferior a la izquierda se lee: Ofrenda de la Sociedad Patriótica Bolívar integrada por neoespartanos a la histórica Villa de Santa Ana del Norte en el centenario de la muerte del Libertador. MCMXXX – Caracas. En una placa metálica instalada en la parte inferior del lienzo, se lee: Bolívar en la Villa del Norte.06/05/1816. Es el título de la obra colocado por su autor.
*En un nicho ubicado en el área lateral izquierda del altar mayor está colocada una imagen de la Virgen de Guadalupe. Según, es el único testimonio que se conserva de la primera iglesia de Santa Ana.

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                                        SEGUNDA PARTE
                                          PROPUESTAS










En las condiciones actuales que presenta el templo de Santa Ana del Norte, no transmite ninguna información acerca de su importancia histórica como símbolo de la arquitectura religiosa del período colonial, del suceso histórico trascendental (6 de mayo 1816) que allí tuvo lugar bajo la dirección del Libertador Simón Bolívar y de los detalles que le dan específica connotación regional.
En tal sentido, se propone tomar las siguientes iniciativas:
1.    Desprender la placa plástica que colocó en el frontis Pdvsa La Estancia y colocar en su lugar una placa de mármol con texto ilustrativo, que bien pudiera ser develada el 6 de mayo de 2016 con motivo de la celebración bicentenaria.
2.    Colocar sobre una base de madera los bancos coloniales a manera de destacarlos. Una tarjeta informativa.
3.    Colocar sobre una base de madera la silla donde se sentó el Libertador en la Asamblea del 6 de mayo de 1816. Una tarjeta informativa.
4.    Colocar un recuadro de madera a la placa de Policarpo Mata y a la mitad de ambos lados hacerle una base que permita colocar allí una luz perenne.
5.    Estudiar la pertinencia de colocar al pie de la placa de los Monseñores Márquez Gómez una base donde colocar flores o algo por el estilo.
6.    Al constatar la antigüedad de la Virgen de Guadalupe, colocarla en una cúpula de cristal. Tarjeta informativa.
7.    Al constatar la antigüedad de la Virgen del Rosario, colocarla en una capilla de cristal. Tarjeta informativa.
8.    Hacer una copia caligrafiada del Acta del 6 de mayo de 1816 y una copia facsimilar de la Proclama del Libertador del 8 de mayo de 1816 para colocarlos en un mueble de madera y vidrio.
9.    Al cuadro de Ánimas. 1784. Colocar una tarjeta informativa.
10.                             Edición de un afiche con la imagen del templo y sus tesoros culturales.
11.                             Los restos del Pbro. José Vicente Gómez están localizados en el presbiterio, al lado de la epístola y frente al nicho de San Pablo. Es conveniente destacarlo con una placa donde se indique que este sacerdote fue quien ofició el Te-Deum al finalizar la asamblea del 6 de mayo de 1816.
12.                             Edición de un material informativo para visitantes, turistas, usuarios.
13.                             Entorno: Plaza Francisco Esteban Gómez. Sustituir la espada de la estatua del Gral. Francisco Esteban Gómez y arreglar su pedestal.
14.                             Entorno: Ornato y embellecimiento de las plazas Francisco Esteban Gómez y Jorge Quiterio Real.


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                                         TERCERA PARTE
INFORMACIÓN REFERENTE AL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE EN LA BIBLIO-HEMEROGRAFÍA REGIONAL.










1.               MONSEÑOR ANDRÉS DE JESÚS MÁRQUEZ GÓMEZ
Santiago Amparán Romero
Nació en Santa Ana del Norte el 17 de octubre de 1917. Hijo de Leandro Máximo Márquez Moreno y María de Jesús Gómez de Márquez. Sus estudios eclesiásticos los realizó en el Seminario de Cumaná y el Interdiocesano de Caracas. El 26 de julio de 1942 fue  ordenado sacerdote en el histórico templo parroquial de su pueblo natal, donde ofició su primera misa el 2 de agosto del mismo año. Fue Párroco de Altagracia, Cumaná, Puerto Sucre, Santa Ana y Carúpano. Vicario de Margarita, de Carúpano y Vicario Capitular de la Diócesis de Cumaná. Camarero Secreto y Protonotario Apostólico de su Santidad, Miembro del Consejo de Consultores de la Diócesis y Miembro del Consejo Presbiteral.
El 11 de septiembre de 1963 fue trasladado a Carúpano donde   prestó servicios hasta el 12 de diciembre de 1972.  Como constancia de su sensibilidad social, dejó en aquella ciudad oriental  la Escuela Parroquial “Santa Teresita” concebida en principio para ofrecer educación a limpiabotas y pregoneros. Actualmente en pleno funcionamiento.  En enero de 1973 se incorporó a la Diócesis de San Felipe donde prestó servicios como Vicario de Religiosas, Capellán del Ancianato y Capellán del Internado Judicial.
En el año 1976 publicó el libro Árboles, pájaros y niños y en 2004 la Fundación República Insular patrocinó una segunda edición. Es este un testimonio amoroso de índole histórico/cultural en homenaje a su pueblo natal.
Ya avanzado  en edad pasó a retiro y regresó a Margarita, su lar nativo, Santa Ana, donde gozó del aprecio y del cariño de sus familiares y de la feligresía en general.
Falleció en Santa Ana el 12 de mayo de 2005. Sus restos reposan, junto a los de su hermano también sacerdote Tomás Márquez Gómez, en la nave lateral izquierda del templo colonial.
Santiago Amparán Romero: “Monseñor Andrés de Jesús Márquez Gómez.” Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular, 2004. (Solapa)
2.                                 HISTORIA DE LA IGLESIA
Andrés Márquez Gómez
La construcción de la iglesia de Santa Ana se inició alrededor del año 1748. Antes de esta fecha había una iglesia pequeña, tal vez una capilla, insuficiente para el número de fieles, españoles y guaiqueríes, que asistían a los oficios religiosos. Así se desprende de un informe del Gobernador de Margarita Don José Longart y Cobián (1) al Monarca español, fechado el 25 de septiembre de 1748. Dice: “que por haberse aumentado considerablemente el partido del Norte y ser su iglesia muy pequeña, los he fomentado para que hagan una a proporción de su vecindario.”
Esta iglesia terminó veinte años después, estando al frente de la Parroquia el activo sacerdote cumanés, Manuel José Sotillo Verde (2) quien informó a la Corte de Madrid “que la iglesia está concluida, que la hicieron a sus expensas los vecinos españoles y guaiqueríes. Es de bajareque, mampostería, techo de tejas, con una torre.”
Aunque el padre Sotillo Verde dice “que la iglesia está concluida” se ve a las claras que sólo fue de una manera provisional, tal vez por falta de recursos, ya que las Cajas Reales no dieron un maravedí (“fue hecha a expensas de los vecinos españoles y guaiqueríes”) o por la urgencia del culto (“por haberse aumentado considerablemente el partido del Norte”). Mientras el presbiterio, las dos sacristías, el campanario y el frontis son de mampostería maciza, las paredes laterales, eran de bahareques y el techo estaba sostenido por dos filas de gruesos horcones, la mayoría de roble y apamate que según la tradición fueron cortados en lo que es hoy la plaza Francisco Esteban Gómez.
Cuando el Libertador estuvo en Santa Ana, 47 años más tarde, la iglesia no había sufrido variación alguna y así se conservó hasta el año 1912, salvo ligeras modificaciones en su interior como el famoso “cuarto de los muertos”, (3) adosado a una pared del presbiterio y aprovechando el ángulo formado por esta pared y el campanario y en su parte interior la pintura del presbiterio en 1860 y la construcción del coro alto en 1866.
Para el año 1900 las paredes laterales de la iglesia y el techo necesitaban urgente reparación. El presbítero Jorge Quiterio Real, párroco de Santa Ana para la primera década del presente siglo, se vio en la imperiosa necesidad de sustituir las paredes de bahareque por unas de mampostería. Para esta obra se usó el sistema de fajinas en la recolección de materiales.  Mi padre contaba cómo mi tío Ricardo, él y todo el pueblo, presidido por el Padre Real, cargaron piedras y arena para la obra. Por falta de recursos, las paredes quedaron sin encalar.
En 1924, el párroco, presbítero Bachiller Plácido José Fernández, mandó frisar las paredes y construir las aceras.
En 1930, centenario de la muerte del Libertador, estando al frente de la Parroquia Monseñor Juan Miguel Lárez, se sustituyeron los horcones de la nave central, por dos hileras de columnas de mampostería, con sus arcos respectivos. Lástima que en esa oportunidad hicieran terminar las columnas con capiteles dóricos, muy bonitos, pero que desentonaban con el conjunto. En ese tiempo se cometió el disparate de cambiar el piso de ladrillos por uno de cemento. Disparate aún mayor, por cuanto la mitad del piso de la iglesia estaba cubierto con grandes losas sepulcrales. Era costumbre de la época anterior a la primera década del presente siglo, enterrar a los muertos en la iglesia. Allí estaban enterradas muchas personas ilustres de gran figuración en la historia política y militar de Margarita. Hoy es imposible identificar el lugar exacto donde se encuentran sus restos.
Para estos trabajos se nombró una “Junta Pro Templo Histórico de Santa Ana”, presidida por Monseñor Juan Miguel Lárez y compuesta por los notables de la población, entre los cuales estaba mi padre.  Esta Junta, entre otros, tenía como presidentes honorarios al Primer Magistrado del Estado, al Obispo de la Diócesis, al Vicario de Margarita, Monseñor Eduardo de Jesús Vásquez y, naturalmente, al Presidente de la República. Al hacerle la participación al General Juan Vicente Gómez y pedirle la restauración del histórico templo como un homenaje del Gobierno Nacional al Libertador en el primer centenario de su muerte, contestó enviando la cantidad de mil bolívares. Cuando en el Norte se recibió tan pequeña suma, los integrantes de la Junta, se trasladaron al Valle del Espíritu Santo a pedir consejo a Monseñor Vásquez. Este les dijo: “Hijitos, no se desalienten. Participen al General Gómez que ya recibieron la primera cuota para la obra”.
No sé si alguno se atrevió a firmar tal participación.
En el año 1946 fue necesario ponerle un techo nuevo a la iglesia. El que tenía antes era de varas, latas de “guatacare”, barro y tejas, y se había deteriorado de tal manera que era un peligro permanecer dentro del templo. Se cambiaron las varas por alfaldas, las latas por tablas de cedro y se le colocaron las tejas originales. Para este trabajo se contó con una ayuda substancial del Ejecutivo Nacional, presidido por el General Isaías Medina Angarita y una colecta popular. Aunque el dinero se consiguió estando al frente de la Parroquia el Pbro. Fray José María Estorch, de la Orden de los Carmelitas, los trabajos se realizaron siendo yo Párroco Accidental de Santa Ana.
A mediados del año 1951 se le quitó a la iglesia el piso de cemento y se le puso uno de granito, donado por el Gobierno Regional, presidido por Don Heraclio Narváez Alfonzo, hijo ilustre de Santa Ana. (4)
El 5 de febrero de 1957, a petición de la Asamblea Legislativa del Estado Nueva Esparta, el Concejo Municipal del Distrito Gómez, de diversos organismos culturales y del Párroco, la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, declaró a la iglesia de Santa Ana, Monumento Histórico Nacional.
Para principios de 1960 empezaron de nuevo a notarse grietas bastante peligrosas en el piso de granito, el frontis y el arco toral de la iglesia. El techo se hundió en varias partes y se desprendieron numerosas alfaldas. Ante el peligro de que la iglesia se derrumbara y siendo yo párroco titular de Santa Ana y Vicario de Margarita, hice varios viajes a Caracas con el fin de entrevistarme con el Ministro de Justicia, algunos miembros de la Academia Nacional de la Historia y la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, e interesar a unos y otros en la total restauración del histórico templo. Al mismo tiempo se organizó una campaña de prensa y radio, a través de numerosos comités de norteros, fundados con tal fin,  en diversas ciudades y pueblos de Venezuela. La campaña de estos comités que a través de diversos medios de comunicación de masas, pedían al Gobierno la restauración de la iglesia, fue bastante efectiva. El Ministro de Justicia ordenó la ejecución de la obra a un costo de 150.000 bolívares. El encargado de los trabajos fue el técnico en arquitectura colonial, Profesor Graziano  Gasparini. A excepción de las paredes, las columnas y los arcos, se procuró dejar la iglesia tal como la contemplaron los ojos del Libertador el 6 de mayo de 1816. Para esto se eliminó el “cuarto de los muertos”, las capillas de Santa Teresita y el Calvario, que ocupaban las antiguas sacristías, el piso de granito y los capiteles dóricos. Se puso un piso de ladrillos semejantes al que tenía en la Colonia, se doraron al fuego los nichos del presbiterio y toda la obra de madera fue de puro estilo colonial. Los trabajos empezaron el 7 de enero de 1962 y se terminaron a mediados del mismo año. La obra se bendijo el 26 de julio, día de Santa Ana, con la asistencia del Obispo de la Diócesis de Cumaná, Mons. Crisanto Mata Cova, del Gobernador del Estado Sr. Ramón Borra Gómez, de una representación de la Asamblea Legislativa del Estado y otra del Concejo Municipal del Distrito Gómez. Estaban presentes todos los sacerdotes de la Isla y una gran concurrencia de fieles. El discurso estuvo a cargo de Mons. Críspulo Benítez Fonturvel, preclaro hijo de Margarita.
¿Será esta reparación definitiva? Desde 1910, cada reparación que se ha hecho al templo ha sido como un compás de espera, ante la acción destructora del templo.
Debemos recordar que los materiales empleados por los españoles en sus construcciones en Venezuela, fueron sumamente deleznables. Por eso han desaparecido muchísimos conventos e iglesias del siglo XVII.  Yo he visto ruinas majestuosas en el interior del Estado Sucre. Entre las pocas iglesias que se conservan de esa época, están las catedrales de La Asunción y de Coro, muy parecidas por cierto, como que ambas fueron construidas por el mismo arquitecto: Naveda.
La iglesia de Santa Ana del Norte, construida en la mitad del siglo XVIII, con materiales de baja calidad y por el sistema de “fajinas” no ofrece muchas garantías de durabilidad. A esto se agregan dos factores muy importantes. Primero: el terreno del Norte, especialmente el que está alrededor de la plaza Francisco Esteban Gómez, según los entendidos, no es muy firme. Por eso han desaparecido todas las casas coloniales construidas en el Norte, a base del sistema de “calicanto”. Segundo: el piso de la iglesia fue completamente cavado por la costumbre de enterrar a los muertos en su recinto. Yo era un niño y recuerdo cómo en 1930, al cavar los huecos para las bases de los pilares, tuvieron que hacerlos anchos y profundos porque la tierra estaba completamente removida y llena de huesos humanos.
Debe ser una preocupación constante, la conservación de esta reliquia histórica. Dejar caer la iglesia de Santa Ana, sería una grave inconsecuencia para con Dios y para con la Patria. Las futuras generaciones nunca lo perdonarían.
NOTAS:
(1) Don. Jos. Longar y Cobián fue nombrado Gobernador de Margarita el 20 de abril de 1744, tomó posesión de su cargo el 17 de mayo de 1746 y murió en la isla en 1750.
(2) El Padre Sotillo Verde fue el segundo párroco de Santa Rosa de Carúpano.
(3) Se le llamó “cuarto de los muertos” porque allí velaban a los cadáveres traídos de Pedrogonzález, Tacarigua, Altagracia  y otras poblaciones vecinas,  donde no había cementerios. El sacerdote rezaba allí las preces litúrgicas antes del levantamiento del cadáver, luego lo conducía a la iglesia y por último al cementerio que primero estuvo detrás del templo y luego en el lugar que ocupa actualmente. El “cuarto de los muertos” fue mandado a construir por el Pbro. Francisco de la Concepción Romero.
(4) Heraclio Narváez Alfonzo nació en Santa Ana el 8 de junio de 1909 y  es hijo  legítimo de Juan Narváez y Doña Juanita Alfonzo de Narváez. Fue Gobernador del Estado Nueva Esparta desde octubre de 1949 hasta enero de 1958. Fue un gobernador progresista que dejó en el Estado muchas obras de utilidad colectiva. Periodista, poeta, historiador, ensayista, es uno de esos grandes talentos de los cuales el Norte debe sentirse orgulloso.  
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular, 2004, pp. 24-29.
3.            SANTA ANA DEL NORTE HA TENIDO DOS PATRONAS
Andrés Márquez Gómez
La primera patrona del Norte fue la Virgen de la Guadalupe. Pero ¿qué Virgen de la Guadalupe? No creo que se trate de la Virgen Mexicana, aparecida al indio Juan Diego en 1531.  Si contamos el tiempo necesario para que se imponga en el pueblo una nueva advocación de la Virgen, lo difícil de las comunicaciones de entonces y, sobre todo, la natural y necesaria aprobación eclesiástica, que en estos casos siempre suele ir con pies de plomo, se puede dar por descartada la Virgen aparecida en el Tepeyac. Pero a estos se agrega un argumento más poderoso. La Patrona de los mexicanos es una purísima, con las manos juntas sobre el pecho, parada sobre media luna y sostenida por un ángel. Al contemplarla vienen inmediatamente a la mente las inmaculadas de Murillo. La imagen de la Virgen de la Guadalupe que se conserva en Santa Ana y, que según la tradición,  fue la titular de la iglesia que se construyó con autorización del obispo Fray Pedro Solier, no es una purísima. Es una imagen con un niño en los brazos. Creo que se trata más bien de la Virgen de Guadalupe que se venera desde muy antiguo en la ciudad de Cáceres, en la provincia de Extremadura. En el monasterio de los Jerónimos de esa ciudad española hay una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe, muy querida por el pueblo español, sobre todo en los años de la conquista de América. Era la devoción predilecta de las cortes de Carlos V Y Felipe II. Debo recordar que el famoso y valiente caballero, Don Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe II y vencedor de los turcos en la célebre batalla de Lepanto,  solía llevar en la nave capitana, junto a las insignias reales, un estandarte de la Virgen de Guadalupe, bordado por las manos de la noble y santa matrona Doña Magdalena de Ulloa, esposa de Don Luis Quijada, valido de Carlos V. Debo recordar también que Cristóbal Colón en su segundo viaje al continente americano,  puso el nombre de Guadalupe a una isla de las Antillas que los aborígenes llamaban Ruruqueire. A esto se agrega que casi todas las expediciones que a raíz del Descubrimiento salían de España hacia el Nuevo Mundo, venían bajo la protección de la Virgen de Guadalupe.
Pocos años después, la población del Norte fue trasladada al lugar que ocupa actualmente. Las causas que motivaron ese traslado pudieron ser varias. Primero: la defensa de la población ante las incursiones de piratas y bucaneros. La Santa Ana actual queda mucho más protegida entre dos pequeñas colinas llamadas El Vigía y Cerro España, a sus costados tiene las montañas del Tamoco y Guaitoroco y a su espalda la montaña de Tacarigua y sobre todo el Portachuelo por donde, en caso de emergencia, se podía esperar ayuda de La Asunción. Segundo: la cercanía de las aguas. En aquella época, cuando todavía la tala no había derribado nuestros bosques, si las sequías no eran muy prolongadas, los riachuelos de Tacarigua y del Tamoco corrían perennemente por La Tagua e iban a desembocar en el mar, cerca de La Galera. Tercero: la proximidad de terrenos sumamente fértiles como son los del Tamoco, La Tagua y generalmente, todos los que rodean a la Santa Ana actual.
Con el traslado del pueblo cambió la patrona. Dejó a la Hija por la Madre, cambió a la Virgen de Guadalupe por Santa Ana. El cambio de nombre y de patrona fue frecuente en la Colonia. ¿Qué motivo hubo para poner a la población bajo el patrocinio de Santa Ana? Pudo ser la devoción de alguno a la madre de la Virgen María. Los españoles fueron muy devotos de Santa Ana. Basta recorrer ligeramente el mapa de Venezuela para comprobarlo. Santa Ana de Coro, Santa Ana de Trujillo, Santa Ana de Anzoátegui. Además la iconografía de Santa Ana del tiempo de la Colonia es bastante numerosa en nuestra patria. Es difícil encontrar una iglesia de aquella época que no tenga una imagen de Santa Ana.
La imagen de esta santa que se venera en la iglesia del Norte es muy antigua. En mi infancia, recuerdo haber visto en el “cuarto de los muertos”, junto a una imagen vieja de Jesús Nazareno, otra antigua, pequeña, de madera pero bastante apolillada, de Santa Ana.
Andrés Tomás Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular, 2004, pp. 72-74.  
4.                 BIOGRAFÍA DE FRANCISCO ESTEBAN GÓMEZ.
                                      (Fragmento)                             
Aníbal Márquez Gómez
Aquí, a nuestro lado, se encuentra el templo de la Villa de Santa Ana del Norte, que guarda en su augusto pero agotado presbiterio y en sus cansadas naves, algunos acontecimientos de extraordinaria significación histórica para la causa de la independencia de Venezuela y de América. Afortunadamente, ante el silencio de los historiadores patrios, algunos Quijotes nos hemos dado a la tarea de dar a conocer esa importancia, y creemos haberlo logrado. /…/
En esa reunión del 6 de mayo de 1816 tomó parte, como Jefe del Estado Mayor del Ejército de Margarita, única provincia libre de Venezuela, el personaje que nos reúne aquí hoy con motivo de cumplirse 222 años de su nacimiento en esta añosa Villa: el para entonces  Teniente Coronel Francisco Esteban Gómez. /…/
Su infancia transcurre, como en todos los pueblos, alrededor del templo que es sin duda el centro donde conjugan todas las voluntades de espíritu cristiano. Su educación es también eminentemente católica y a tal efecto se prepara en la catequesis para recibir la sagrada comunión, también en este recinto, se hace acólito del mismo, que es la mayor de las cuatro órdenes menores de la Iglesia Occidental. En general, los acólitos son niños o personas mayores a quienes para ayudar al sacerdote en la misa u otros actos litúrgicos, se les permite usar la vestidura eclesiástica, esto es:  Sotana y cota o sobrepelliz. Estudia latín e historia sagrada, materias indispensables para quien en aquellos años debía desempeñarse como acólito, y para prepararse a una posible carrera eclesiástica. Sus dotes personales, su inteligencia  y su entrega al servicio de la iglesia permiten que sea designado Sacristán. Sabido es que en aquel tiempo el oficio de Sacristán estaba reservado a personas dotadas de un gran sentido de la honestidad, de una gran preparación doctrinaria y de relevantes dotes personales.
/Al desatarse los sucesos revolucionarios en Caracas el 19 de abril de 1810/ Francisco Esteban Gómez escoge la lucha armada, luego de casarse en el mismo templo, con la posteriormente heroína Petronila de Mata Romero el 21 de diciembre de 1810.
/…/
Por todas estas razones los santanenses o norteros, debemos sentirnos orgullosos del hombre cuyo nacimiento hoy celebramos. Ejemplo de integridad para servir al Creador desde las más humildes posiciones. Paradigma de coraje para tomar las armas y luchar con extraordinaria fiereza, cuerpo a cuerpo, por la libertad y la defensa de la Venezuela de sus desvelos. Valiente comandante para no dejarse intimidar por el poderío militar y político de la imperialista Corona Española. Ponderado magistrado y ciudadano para ejercer el poder con apego a la Ley y a la lealtad de sus principios.
Aníbal Márquez Gómez: “El heroísmo del Sacristán.” (Discurso de Orden pronunciado en la Sesión Solemne del Concejo Municipal del Municipio Gómez. 26 de diciembre de 2005 con motivo del 222° aniversario del natalicio de Francisco Esteban Gómez). En: Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela. (Recopilación Documental). Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006, pp. 87-95.
5.                  BIOGRAFÍA DE JUAN BAUTISTA ARISMENDI
Andrés Márquez Gómez
El General Juan Bautista Arismendi escogió al Norte para su residencia. Esto no es un hecho casual. Hombre astuto,  que olfateaba el peligro  a la distancia y que medía muy bien los pasos que daba porque se sentía perseguido y más que perseguido acosado por enemigos implacables, y su cabeza puesta a precio, sabía que entre los habitantes del Norte estaba seguro. La gente de este pueblo, adicta a la causa de la Independencia,  era incapaz de una traición. Allí Arismendi hizo su casa y vivió con su primera esposa Doña María del Rosario Irala, y, muerta ésta, allí contrajo nuevas nupcias con la ilustre caraqueña Doña Luisa Cáceres Díaz, nuestra máxima heroína. Allí, finalmente, sorteó las insidias que le tendió las intrigas y el odio de Urreiztieta y sus conmilitones. Nunca un norteño delató al héroe, ni se dejó tentar, en su  pobreza, por el alto precio puesto a su cabeza, ni se dejó intimidar con amenazas y castigos para que se apartara del camino de la lealtad prometida al héroe que luchaba por la Libertad.
Para tener una idea de la sagacidad de Arismendi, basta recordar que mientras estuvo oculto por la persecución realista, hizo correr la voz por intermedio de sus leales, de que se encontraba en una isla de las Antillas. Además, el mismo día de la toma de la guarnición de Juangriego, con tres fusiles y unos pocos hombres, hizo creer a los suyos que era necesario apoderarse del puerto para que pudiera desembarcar una expedición de más de 1.500 hombres, que venía a liberar a Margarita de la tiranía de Urreiztieta.
Si después del ataque a la guarnición de Juangriego, Arismendi se lanza a la toma de la Casa Fuerte de Santa Ana, es porque sabe que va a encontrar respaldo en un pueblo adicto a la causa de la República. Es cierto que después de apoderarse de la Casa Fuerte del Norte, de todos los pueblos de Margarita, especialmente de Paraguachí y de San Juan, acudieron numerosos hombres y hasta mujeres a ponerse a sus órdenes, pero el mayor número fue de Santa Ana. En las acciones de guerra de El Vigía y Fuerte España, los norteros llevaron, en gran parte, el peso de la lucha.
Por eso no es de extrañar el odio que revelan las inhumanas instrucciones que Joaquín Urreiztieta dio al Capitán Juan Garrigó: “Se pondrá usted en marcha para el Norte, y a toda costa, tomará aquel punto, dándome parte pronto de todo acontecimiento… No dará usted cuartel a ninguna persona y permitirá el saqueo a la tropa, luego que llegue… La Villa del Norte será quemada cuando regrese de San Juan”.
Esta adhesión total a la causa de la Independencia, le mereció a Santa Ana ser escogida como cuartel general de los patriotas. Allí residía el Jefe de las fuerzas republicanas con su Estado Mayor; allí había un hospital atendido por las mujeres del Norte, para los heridos de la guerra; allí estaban bien custodiados los numerosos prisioneros cogidos a los españoles en los combates anteriores, y allí, finalmente, todo el pueblo era un gran taller donde se fabricaban numerosos útiles necesarios para el ejército.
Cuando el Libertador llegó a Margarita con los expedicionarios de Los Cayos de San Luis,  en mayo de 1816, encuentra en el Norte a un pueblo amigo, fervorosamente patriota, que lo aclama y se despoja de sus haberes para ponerlos en sus manos, como una contribución a la causa de la Libertad. Simón Bolívar volvió a la población de Santa Ana el 28 de diciembre del mismo año y de nuevo el pueblo se volcó por las calles para darle la bienvenida. El General Francisco Esteban Gómez, en la obra citada, /Observaciones a la Historia de Margarita de Francisco Javier Yanes/ dice: “Si los margariteños en la primera vez que estuvo el General Bolívar en la Isla con la expedición libertadora, se habían vuelto locos de contento  -considerando a los expedicionarios como sus libertadores-  no fue menos el júbilo y la alegría de todos los habitantes desde que las baterías de Juangriego anunciaron, con una salva de 21 cañonazos, que por segunda vez pisaba el Libertador el suelo de Margarita. Todos, ansiosos, se apresuraban a los caminos, mujeres, niños y ancianos, y hasta los heridos de los hospitales se veían por todas partes dándose la enhorabuena y vitoreando la Libertad y al General Bolívar, que acompañado del Gobernador, con todo su Estado Mayor y multitud de vecinos honrados, hizo su entrada al Norte, el 28 de diciembre, en medio de vivas y aclamaciones. Por el otro día pasó a La Ciudad y Pampatar, en donde se le tributó todo el homenaje debido a un jefe de sus méritos y virtudes; por el 31 dispuso su viaje a Barcelona y por el primero de enero se marchó.”
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Fundación República Insular, 2004, pp. 78-80.
6.    LA JUNTA DE NOTABLES REUNIDA EN LA IGLESIA DE SANTA  ANA EL 6 DE MAYO DE 1816.
Andrés Márquez Gómez.
Después de la pérdida de la Segunda República por la división de los patriotas y ante el avance arrollador del sanguinario José Tomás Boves, quien había logrado poner a los llaneros en contra de la República, Bolívar, Mariño, Piar y otros jefes patriotas organizaron en Haití una expedición para invadir y libertar a Venezuela, contando con la generosidad del Presidente Petión.  Los jefes patriotas reunidos en la casa de la “señora Jeann Bouvil, situada en La Savane, barrio de Los Cayos” designaron a Bolívar como jefe, a Mariño como a su segundo y mayor general, a Brión como jefe de la escuadra, a Zea, intendente general y a Ducoudray-Holstein, subjefe del estado mayor. Piar y MacGregor mandarían las divisiones que se formasen en territorio venezolano.
La expedición salió de Los Cayos de San Luis el 31 de marzo de 1816. Estaba compuesta por siete goletas armadas en guerra, a saber: la Bolívar, la Mariño, la Piar, la Constitución, la Brión, La Feliz y la Conejo. En ellas venía un total  de 250 hombres, incluyendo los oficiales. El rumbo era Margarita, la cual estaba bloqueada por una escuadra compuesta de dos fragatas, un bergantín, tres goletas y varias cañoneras.
Después de haber apresado en un sangriento combate al bergantín Intrépido y a la goleta Rita /ocurrido el 2 de mayo/, llegaron al puerto de Juangriego el 3 de mayo. Antes de desembarcar, el General Arismendi subió a bordo de la Bolívar para invitar al Libertador y a sus acompañantes a bajar a tierra. Ese mismo día se trasladaron al Norte en medio de las aclamaciones del pueblo.
El día seis por la mañana hubo una Junta de notables en la iglesia de Santa Ana. En ella estuvieron presentes: Bolívar, Mariño, Piar, Arismendi, MacGregor, Gómez, Ruiz, José Maneiro, Celedonio Tubores, Morales, Mata, Zea, Valdés, Ducoudray, Pedro María Freites, Boguier, Landaeta, Soublette, Marconies, Chipía y Briceño Méndez. Además “el clero y otros notables de la Isla.”
Esta Junta fue de una importancia enorme para Venezuela porque en ella se acordó:
A)   La unificación de Venezuela. Antes de esa Junta el actual territorio venezolano estaba dividido en dos partes, con dos ejércitos distintos y dos libertadores: Bolívar, Libertador de Occidente y Mariño, Libertador de Oriente. No debemos olvidar que en la primera batalla de Carabobo, ganada por los patriotas, hubo dos ejércitos republicanos, independientes el uno del otro. Por eso después del triunfo hubo dos partes de guerra: uno del Ejército de Occidente y otro del Ejército de Oriente.
En la iglesia de Santa Ana se acordó que en adelante, Venezuela sería “una e indivisible”, terminando para siempre con lo que podía ser motivo de una guerra civil. “A partir del 6 de mayo de 1816, no será ya posible hablar de Estado de Occidente y de Estado de Oriente.” (C. Parra Pérez: Mariño y la Independencia de Venezuela. Tomo II. Cap. III).
El primero de noviembre de 1817, Bolívar, en el discurso de instalación del Consejo de Estado en Angostura, dijo: “Por la asamblea de Margarita de 6 de mayo de 1816, la República de Venezuela fue decretada una e indivisible. Los pueblos y los ejércitos, que hasta ahora han combatido por la libertad, han sancionado, por el más solemne y unánime reconocimiento, esta acta, que, al mismo tiempo que reunió los estados de Venezuela en uno solo, creó y nombró  un poder ejecutivo bajo el título de jefe supremo de la República.(Vicente Lecuna: Proclamas y Discursos del Libertador).
B. El reconocimiento del General Bolívar como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos, y del General Mariño como su segundo. Desde este momento habrá en Venezuela un solo jefe y un solo ejército. ¿Por qué estos nombramientos de Bolívar y Mariño, si ya desde Los Cayos, uno era jefe y el otro su segundo? Oigamos a Parra Pérez: “Pero aquel mando supremo del Libertador era hasta ese momento puramente militar, de jefe expedicionario, y, por lo tanto, convenía extenderlo y darle carácter, por decirlo así, legal, como lo reclamaba la circunstancia de encontrarse de nuevo en territorio nacional y en disposición de abrir campaña, pero, al mismo tiempo, de empezar la reorganización del país. ¿Y cómo legalizar el estado de hecho sino recurriendo al medio clásico del cabildo abierto, de la asamblea popular, en la cual algunos militares y algunos notables ‘asumían la soberanía’ para delegarla inmediatamente y según el rito democrático en el jefe electo?” (Parra Pérez: Obra citada).
C. El establecimiento de un gobierno provisorio para Margarita, compuesto de tres miembros. De hecho este régimen político de un triunvirato removible cada trimestre había sido decretado por Arismendi, presidente del gobierno de la Isla. La junta de la iglesia del Norte se limitó a aprobar y a recomendar al Libertador “el arreglo de los gobiernos provisionales que deberían instalarse al paso que se vayan libertando las provincias.”
D) El nombramiento de Arismendi como General en Jefe; de Monagas, Zaraza, Cedeño y Rojas como Generales de Brigada y de Gómez, Maneiro y Ruiz y otros como Coroneles.
/…/
Al finalizar la Junta el Pbro. José Vicente Gómez  celebró la Misa y después de ella, Arismendi entregó a Bolívar las insignias del mando y le proclamó Jefe Supremo de la República de Venezuela y Nueva Granada. A  Mariño se le dio la facultad de “sucederle en caso de ausencia, enfermedad o muerte.” (El Párroco Pbro. Pedro Manuel Romero asistió a la Junta, pero no dijo la Misa por estar ciego).
El día 8 desde el Cuartel General de la Villa del Norte, Bolívar lanzó una proclama a toda Venezuela. En ella se destacan cuatro cosas: a) La proclamación de la Tercera República: “Venezolanos: he aquí el tercer período de la República.” b)La convocatoria para un Congreso: “El Congreso de Venezuela será nuevamente instalado donde y cuando sea vuestra voluntad.” c) Un llamado a la unión: “os recomiendo la unidad del Gobierno y la libertad absoluta, para no volver a cometer un absurdo y un crimen, puesto que no podemos ser libres y esclavos a la vez.” d) El término de la guerra a muerte, condicionada a la actitud que asuman los realistas: “la guerra a muerte cesará, si vosotros la cesáis: si no, tomaremos una justa represalia y seréis exterminados.”
El Libertador pasó en Santa Ana 22 días, con la actividad que fue una de sus características. El 25 de mayo, en la armada salió del puerto  de Juangriego, rumbo al continente. /A Carúpano/
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2004, pp. 90-94.
7.República de Venezuela-Ministerio de Relaciones Interiores-Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación-Caracas, 5 de febrero de 1957 – 147° y 98°
                                               Resuelto:
La Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación, en uso de la atribución que le confiere el ordinal 1° del artículo 6° de la Ley de Protección y Conservación de Antiguedades y Obras Artísticas de la Nación, declara Monumento Histórico Nacional al templo colonial de Santa Ana del Norte, Isla de Margarita, del Estado Nueva Esparta, donde el 6 de mayo de 1816, al frente de la Primera Expedición de Haití, fue reconocido el Libertador como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos, y lo incorpora al Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación.
                                                                                       J. A. Cova
                                                                                       Presidente
Dr. Héctor Parra Márquez
Vice-Presidente
                                                         Dr. Carlos R. Villanueva
                                                                           Vocal
Dr. Pedro Centeno Vallenilla
Vocal
                                                                  Leopoldo García Quintero
                                                                           Secretario
Gaceta Oficial de la República de Venezuela – Caracas, 8 de marzo 1957 – N° 25.301.
8.    ACTA DE RECONOCIMIENTO DEL LIBERTADOR COMO JEFE SUPREMO DE LA REPÚBLICA Y DE SUS EJÉRCITOS
En la Villa del Norte de la Isla de Margarita, a seis de mayo de mil ochocientos diez y seis, reunidos en la Iglesia Parroquial de dicha Villa los Excmos. Sres. Capitán General Simón Bolívar como Presidente,  Generales en Jefe Santiago Mariño y Juan Bautista Arismendy, el de División Manuel Piar, el de Brigada Gregorio Mac Gregor,  el Intendente General de Exto. de Margarita, Comandante General, Teniente Coronel Francisco Esteban Gómez; el Mayor General, Teniente Coronel Pablo Ruiz; el Sargento Mayor de Infantería Teniente Coronel José Maneiro; Coronel de Caballería, Teniente Coronel José Celedonio Tubores; el Mayor General de la misma, Coronel Francisco Morales; el Sargento Mayor Policarpo Mata, y el Presidente del Gobierno Político Provisorio Francisco Sánchez, y los Coroneles Expedicionarios Manuel Valdéz, Luis Ducoudray, Pedro María Freites, Sebastián  Boé, Vicente Landaeta, Carlos Soublette, Miguel Martínez y Pedro Ramón Chipía, abrió la sesión el Excmo. Señor Capitán General exponiendo en un discurso que sin embargo de que el Excmo. Señor General en Jefe Juan Bautista Arismendy le había cedido la Presidencia de la Junta, renunciaba si ésta tenía a bien elegir a otro.  El General Arismendy votó el primero confirmando la Presidencia en el Capitán General y el resto de la Junta siguió unánimemente su voto.
El Excmo. Señor Presidente manifestó en seguida a la Junta que el objeto principal para que se había reunido era elegir un jefe único que fuese reconocido como Supremo de la República y de sus Ejércitos y se nombrase un segundo que deba sustituirlo en caso de muerte. En el mismo discurso hizo una ligera relación de los sucesos que lo obligaron a abandonar por algún tiempo a su país; de la generosa protección con que le acogió el Presidente de Haití, permitiéndole se uniera en aquella República a los restos dispersos de Venezuela y Cartagena, para venir a auxiliar a esta Isla, con una expedición cuyo mando y dirección se le confirmó por acuerdo de una Junta celebrada en Los Cayos: Concluyó deponiendo en manos de la Junta la autoridad que ha ejercido, pidiendo se le permitiese retirarse de la sesión para que los miembros de la Junta tuviesen en su ausencia una completa libertad. El Excmo. Señor Juan Bautista Arismendy  tomó entonces la palabra: demostró que era innecesaria la separación y que todos los Jefes presentes podían libremente exponer su opinión.
La Junta se adhirió entonces a este voto y el Excmo. Señor Presidente permaneció en la Sala. El General Arismendy continuando su discurso manifestó a la Junta que él había cedido ya el mando al Excmo.  Señor Presidente y ratificaba la cesión recomendándole de nuevo como Jefe Supremo de la República de Venezuela; protestó que en lo sucesivo deberá ser aquella una e indivisible, con desconocimiento de la división anterior del Oriente y Occidente y se desnudó de su autoridad depositando su bastón en manos del Presidente, quien no lo admitió hasta que los Jefes de Estado Mayor del Ejército y de los expedicionarios hubiesen discutido y acordado quién debía ejercer esta Suprema Magistratura. Después de haber oído a los primeros y exigida la votación de todos, quedó sancionada unánimemente que la República de Venezuela será una e indivisible, que el Excmo. Señor Presidente Capitán General Simón Bolívar se elige y reconoce como Jefe Supremo de ella: y al Excmo.  Sr. General Santiago Mariño por su segundo. El Señor Presidente aceptó la elección que hacía en él la Junta para el honroso e importante cargo de Jefe Supremo. Protestó  que la salud de la Patria era su único objetivo y que a ella consagraría sus desvelos y fatigas, igual aceptación hizo el segundo. Resolvió luego la Junta a propuesta del Señor Presidente que habiendo en el Ejército y en las varias partidas de guerrillas que sostienen la causa de la libertad en el interior de Venezuela muchos jefes y oficiales de los cuales algunos no tienen su nombramiento y origen legítimo mientras que otros están privados por moderación de lo que justamente merecen, S.E. el Jefe Supremo debería legitimar aquellos y recompensar a estos según el mérito de ambos. Pero muy particularmente resolvió con unanimidad la Junta que el Excmo. Sr. General Arismendy sea ascendido al carácter de General en Jefe y los Comandantes Zaraza, Cedeño, Roxas, Monagas, al de General de Brigada y los Jefes de Estado Mayor de Margarita al de Coroneles, quedando el Señor Arismendy encargado de proponer al Jefe Supremo los demás Generales y Oficiales del Ejército de esta Isla para que sean premiados por éste, conforme a sus méritos.
El Sr. Presidente del Gobierno Provisorio de la Isla presentó a la consideración de la Junta un expediente que leído por mí el Secretario de orden del Sr. Presidente de la Junta, contenía un decreto del Excmo. Señor General Arismendy estableciendo u Gobierno Político Provisorio  para esta Isla compuesto de tres individuos removibles cada tres meses, y encargado además de la subdelegación de las Rentas Nacionales. La Junta después de todo el contenido del expediente y lo que se expuso en discusión, aprobó este establecimiento y lo sancionó en el carácter de provisorio recomendando al mismo tiempo a S.E. el Jefe Supremo el arreglo de los Gobiernos Políticos Provisorios que deberán instalarse al paso que se vayan libertando las provincias.
La Junta terminó la sesión dando las gracias al Gobierno Provisional de Margarita por su buena administración en el ejercicio de sus funciones con lo que se concluye esta Acta que firmaron los dichos Señores Presidente y Vocales ante mí, el Secretario que certifico. Simón Bolívar –Santiago Mariño – Juan Bautista Arismendy – Manuel Piar – Gregorio Mac Gregor – Francisco E. Gómez -  Pablo Ruiz – José Maneiro – Jh. Celedonio Tubores – Francisco Morales – Policarpo Mata – Juan Francisco Sánchez – Manuel Valdéz – Luis Ducoudray – Pedro Freytes – Sebastián Boé – Vicente Landaeta – Carlos Soublette – Miguel Martínez – Pedro Chipía – Pedro Briceño Méndez, Secretario.
Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela. (Recopilación de textos). Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006, pp. 102-104.
9.                             SIMON BOLIVAR
Jefe Supremo de la República y Capitán General de los Ejércitos de Venezuela y de Nueva Granada, &., &.
Venezolanos:
He aquí el tercer período de la República…
La inmortal Isla de Margarita, acaudillada por el intrépido General Arismendi, ha proclamado de nuevo el Gobierno Independiente de Venezuela y le ha sostenido con un valor sublime, contra todo el imperio español.
Nuestras reliquias dispersas por la caída de Cartagena, se reunieron en Haití. Con ellas, y con los auxilio de nuestro magnánimo Almirante Brión, formamos una expedición que, por sus elementos, parece destinada a terminar para siempre el dominio de los tiranos en nuestro patrio suelo.
Venezolanos, vuestros hermanos y vuestros amigos extranjeros no vienen a conquistaros: su designio es combatir por vuestra libertad, para poneros en actitud de restaurar la República sobre los fundamentos más sólidos. El Congreso de Venezuela será nuevamente instalado donde y cuando sea vuestra voluntad. Como los pueblos independientes me han hecho el honor de encargarme la autoridad suprema, yo os autorizo  para que nombréis vuestros diputados en Congreso, sin otra convocación que la presente; confiándoles las mismas facultades soberanas que en la primera época de la República.
Yo no he venido a daros leyes, pero os ruego que oigáis mi voz: os recomiendo la unidad del Gobierno y la libertad absoluta, para no volver a cometer un absurdo y un crimen, pues que no podemos ser libres y esclavos a la vez. Si formáis una masa sola del pueblo, si erigís un gobierno central, y si os unís con nosotros, contad con la victoria. Españoles que habitáis a Venezuela, la guerra a muerte cesará si vosotros la cesáis: si no, tomaremos una justa represalia y seréis exterminados.
Venezolanos, no temáis la espada de vuestros libertadores: vosotros sois siempre inocentes para vuestros hermanos.
Cuartel General de la Villa del Norte, a 8 de mayo de 1816.
                                                                                         Simón Bolívar

Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela. (Recopilación de textos). Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006, pp. 105-106.
10.                            EL GENERAL POLICARPO DE MATA
Jesús Manuel Subero.
El 24 de agosto de 1881 durante el entierro del ilustre prócer de la independencia General Policarpo de Mata, pronunció el Doctor Pedro María Brito González, en la iglesia de Santa Ana del Norte, ante el féretro de dicho General, un vibrante y valiente discurso.
Para el citado año de 1881, Margarita era Sección del Estado Guzmán Blanco y gobernaba la Isla el General Juan José Pereira. Existían en ella dos partidos políticos irreconciliables: los Britistas, partidarios de Brito González, apodados “Los Moriquites” y los Ferreristas, del General Bartolomé Ferrer, llamados “Los Borregos”.  Ni los difuntos estaban exentos de que se les dispensara de la simpatía o antipatía que habían manifestado por uno de los bandos en contienda. El General Policarpo de Mata no escapó a ella, así lo confirma Mata Illas  cuando “a raíz de su muerte, escribe: “la pasión política sobreponiéndose a los fueros de la gratitud, de la justicia y de la ley, le negó los honores a que tenía derecho por su graduación militar y por los notorios y constante servicios que prestó a su patria.”
En sus apuntaciones manifiesta “que el General Mata, siendo casi un niño, fue de los más exaltados promotores de la insurrección de Margarita el 4 de mayo de 1810,  corriendo con varia suerte en la lucha iniciada ese día contra la dominación española;  que fue de los primeros en filiarse a las órdenes del General Arismendi cuando este hizo el levantamiento de la Isla contra Pardo y Urreiztieta el 15  de enero de 1816; que asistió en esa época a todas las funciones de armas de la Isla, sacando de algunas de ellas honrosas heridas”. Se refiere a la que recibió en el pueblo de Los Robles en mayo de 1816, en el reconocimiento que a las órdenes del General Soublette, vino a practicar, por disposición del Libertador, sobre las fuerzas de Pardo acantonadas en Pampatar y que fue curada personalmente por Soublette.
Luego añade: “a los 22 años, el 7 de mayo de 1816 fue promovido por el Libertador al grado de Coronel efectivo de caballería; que en 1818 fue de los contadísimos Jefes patriotas de Margarita que secundaron los planes del Libertador, favoreciendo la misión que trajo a ella el General Urdaneta, y el único, según las “Memorias de O’Leary”, que aparece deponiendo en Santa Ana (Norte) ante aquel benemérito Jefe, contra el propósito rebelde y hostil que frustró una brillante operación militar concebida por el genio providente de Colombia; que el año 22 era ya Comandante militar de la Isla, puesto que sirvió hasta el año de 1826, en que los tristes sucesos de esa fecha le hicieron abandonarla, antes que apoyar con las armas confiadas a su lealtad, el desconocimiento de la autoridad que había jurado sostener, y desde Barcelona, el 12 de diciembre, dirigió al Libertador, Jefe Supremo de la República, la carta que publica O’Leary y que no es otra cosa que ratificación de la fe, respeto y veneración que le tenía.
Además, del año 1830 hasta el de 1859, “que terminó su actividad pública, son innúmeros los servicios que prestó a la patria, así en la Magistratura Civil de su tierra nativa como en la carrera de las armas, dentro y fuera de ella; que su hoja de servicio en la guerra de la independencia fue certificada por los más egregios militares de la Gran Colombia; y finalmente, que entró en la vida pública con bienes de fortuna no escasos y se retiró de ella paupérrimo, pues llevó su abnegación y desprendimiento hasta no cobrar sus haberes militares reconocidos en deuda consolidada de aquella época, como tampoco solicitó en la distribución de bienes nacionales, decretada por el Libertador en Angostura, el año 1817, la participación a que tenía derecho por su rango.”
Al General Mata se le otorgó la condecoración Cruz de los Libertadores de Colombia, fue tres veces Gobernador de la antigua provincia de Margarita y otras tantas Comandante de Armas de la misma, Jefe de Operaciones de Oriente, con cuyo carácter asistió a la rendición de la Plaza de Carúpano en los días 13, 14 y 15 de julio de 1859. El 28 de febrero de 1863, a raíz de la muerte del Coronel Celis Belisario, aceptó la designación de Comandante de Armas y Jefe de Operaciones de la Provincia de Margarita, “pero que por muy pocos días podrá ejercer el empleo a causa de sus notorios males.” Murió el General Policarpo de Mata en Santa Ana del Norte, lugar de su nacimiento, a la edad de 87 años.
Sus restos reposan en el templo de esta ciudad. (Nota Adicional: IEGL).
Jesús Manuel Subero: “El General Policarpo de Mata.” Margariteñerías. Isla de Margarita, Santa Ana del Norte, año V, N° 72, julio de 1977. 
11.                            JUNTA NACIONAL PROTECTORA Y CONSERVADORA DEL     PATRIMONIO HISTÓRICO Y ARTÍSTICO DE LA NACION.
República de Venezuela – Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación – Número 32 – Caracas, 11 de julio de 1977. 168° y 119°
La Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación.
En uso de las atribuciones que le concede el numeral 1° del artículo 6° de la Ley de Protección y Conservación de Antiguedades y Obras Artísticas de la Nación.
                                           Considerando:
Que en la Villa de Santa Ana del Norte, Estado Nueva Esparta, se encuentra situada, en la Avenida Carabobo N° 27, la casa donde nacieron el General Policarpo de Mata y el Coronel Andrés de Mata, héroes de la Batalla de Matasiete, y Petronila Mata de Gómez, heroína y mártir.
                                           Considerando:
Que en este inmueble se hospedó el Libertador en sus dos visitas a la Isla, así como también el General José Antonio Páez;
                                           Considerando:
Que en la opinión de los miembros de esta Junta, el mencionado inmueble debe ser conservado perpetuamente para las futuras generaciones;          
                                          Considerando:
Que es aspiración  unánime del pueblo margariteño la que el mencionado inmueble sea declarado Monumento Histórico Nacional.
                                              Resuelve:
1.    Declarar el inmueble antes mencionado Monumento Histórico Nacional.
2.    Recomendar al Ejecutivo Nacional su adquisición, restauración y puesta en servicio para actividades histórico-culturales.
Comuníquese y publíquese
TOMÁS J. SANABRIA                             RAFAEL ARMANDO ROJAS
VOCAL                                                           Presidente
ERIKA WAGNER                                    MARCOS PARÍS DEL GALLEGO
VOCAL                                                              VOCAL
GRAZIANO GASPARINI                           CARLOS F. DUARTE
SECRETARIO                                                    Secretario

Gaceta Oficial de la República de Venezuela. Caracas, 14 de julio de 1977, N° 31.276.
     12.                                CUADRO DE ÁNIMAS
Iván Gómez León.
En la iglesia de Santa Ana hay un hermoso cuadro de ánimas, de autor anónimo, pintado al óleo sobre madera, en el año 1784. Este cuadro no tiene en el centro, como es costumbre, a la Virgen del Carmen con el escapulario de los carmelitas, sino una Virgen del Rosario, con el escapulario de los dominicos en la mano izquierda y el  rosario en la mano derecha. (AMG, Árboles,  pájaros y niños, p.75).
En Informe suscrito por el Pbro. Jorge Quiterio Real y remitido al Venerable Cura de San Juan Bautista, Vicario Foráneo del Estado el 21 de mayo de 1900, en relación a este tema explica lo siguiente:
“ La iglesia indicada, según consta en su archivo, no posee hoy otros bienes sino los siguientes: seis fanegas, poco más o menos, de terreno en cerros del caserío Tacarigua, donado, desde tiempo inmemorial por la finada señora Ana Jacinta del Campo, para invertir sus terrazgos en sufragios para las benditas ánimas del Purgatorio, cuyo retablo se venera en esta iglesia; y cuatro fanegas, poco más o menos, también de terreno en el caserío de Pedrogonzález, en el lugar titulado “La Vaya”, donado igualmente para las ánimas, con idéntico fin, por un sacerdote de apellido Rojas, habiendo sido el primer recolector de los terrazgos que daba el terreno el Pbro. Don Cayetano Guerra.” (AMG, Árboles, pájaros y niños, pp. 30-31).


13.               LAS DOS FUNDACIONES DE LA POBLACIÓN DEL NORTE
Andrés Márquez Gómez
Es una tradición muy antigua que la población del Norte se fundó a kilómetro y medio, aproximadamente, del lugar que ocupa actualmente, en la dirección del camino que conduce a Altagracia. Muchas veces oí contar a mi padre que él había conocido unas ruinas en ese sitio.
Al principio se levantó una humilde capilla o ermita en la cual eran adoctrinados los indios de la parte norte de la Isla. La patrona era la Virgen de la Guadalupe. Alrededor de esa capilla,  poco a poco fueron surgiendo las casas. El poblado creció de tal manera que el Obispo Solier, creyó conveniente una más amplia. Como único recuerdo de esta iglesia existe una pequeña imagen de la Virgen de la Guadalupe y una bandejita de plata martillada que tiene una inscripción que dice: “Soy de la Iglesia de Nuestra Señora de  Guadalupe”. Tanto la imagen como la bandeja están en el actual templo de Santa Ana.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 72.
 14.                         NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
Andrés Márquez Gómez
¿Quiénes fueron los misioneros que evangelizaron a los indios guaiqueríes de Santa Ana? Seguramente fueron los hijos de Santo Domingo de Guzmán. Los dominicos tenían un convento en Margarita, en la Villa del Espíritu Santo, trasladado después a La Asunción.  Los frailes ahorcados por el Tirano Lope de Aguirre pertenecían a esta orden.  Es sabido que los dominicos, siguiendo el ejemplo de su santo Fundador, han sido siempre los propagadores  de la devoción a Nuestra Señora del Rosario. Pues bien, desde la más remota colonia hubo en Santa Ana, o el Norte, una gran devoción a esta advocación de la Virgen María. En la iglesia parroquial se conserva una terracota muy antigua de la Virgen del Rosario. El primer obispo de Guayana, Monseñor Francisco de Ibarra y Herrera, nacido en Guacara, población del actual Estado Carabobo, de visita pastoral en Margarita, concedió indulgencias parciales a las personas que rezaren ante esta imagen. Existe actualmente una tablilla de la época que dice: “El muy Ilmo. Sor. Don Francisco de Ibarra y Herrera, obispo de esta Diócesis de Guayana, concedió 40 días de indulgencia por cada vez que devotamente rezaren una Ave María, delante de la imagen de Nuestra Señora del Rosario, colocada en esta parroquia. Así mismo concedió otros 40 por cada vez que asistan a rezar el Santo Rosario en esta iglesia y cuando sale por las calles”.
En el Presbiterio, sobre el nicho de San José, hay un pequeño cuadro pintado al óleo sobre tela, que representa a la Virgen del Rosario, la cual tiene a su derecha a Santo Domingo de Guzmán y a su izquierda a Santa Catalina de Siena.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 74-75.


15.                            BUSTO Y ESTATUA DE FRANCISCO ESTEBAN GÓMEZ EN LA PLAZA
Andrés Márquez Gómez
En la plaza de Santa Ana que lleva su nombre, había una columna con un busto del General de División Francisco Esteban Gómez, mirando hacia el Fuerte España. Este busto se encuentra en el sitio donde estuvo la casa natal del héroe.
En la plaza citada hay actualmente una estatua suya de bronce, sobre un pedestal de mármol, donada por el Ejecutivo del Estado Nueva Esparta, presidido por Don Heraclio Narváez Alfonzo.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 85.
 16.                                 PBRO. JOSÉ VICENTE GÓMEZ
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana el 7 de junio de 1771. Fue Vicario Cooperador del Padre Pedro Manuel Romero. Asistió a la Junta de Notables del 6 de mayo de 1816 y fue quien ofició la Misa en presencia del Libertador, Mariño, Arismendi y demás próceres expedicionarios de Los Cayos de San Luis y margariteños (*). Murió en Santa Ana el 16 de noviembre de 1837. 
Sobre su tumba había una lápida que también se rompió en 1963  con motivo de la restauración del templo. La inscripción que tenía esta lápida está copiada en el Libro de Gobierno de la Parroquia, correspondiente a ese año. Dice así: “Pbro. José Vicente Gómez. Nació en Santa Ana el 7 de junio de 1771. Murió el 16 de noviembre de 1837. Francisco de la C. Romero le consagra este recuerdo de eterno reconocimiento.” Sus restos reposan en el presbiterio, al lado de la epístola y frente al nicho de San Pedro.
(*) Nota: El Párroco Pbro. Pedro Manuel Romero asistió a la Junta, pero no dijo la Misa por estar ciego. (AMG, p. 93)
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, p. 107.
  17.               PBRO. FRANCISCO DE LA CONCEPCIÓN ROMERO
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana del Norte el día 24 de febrero de 1794. Fue “sacristán mayor” de la iglesia de Santa Ana, en sustitución del General Francisco Esteban Gómez. Como tal, hace de testigo en el matrimonio de Arismendi y Luisa Cáceres. Hizo sus estudios eclesiásticos en Santo Domingo, donde se ordenó de sacerdote. Recién ordenado vino a Margarita y sucedió en la Parroquia al Presbítero Pedro Manuel Romero.  Durante su estadía como guía espiritual del Norte, se construyó el famoso “Cuarto de los Muertos” para velar a los cadáveres que traían de las poblaciones vecinas donde no había cementerio.  Los pequeños cuadros de la Virgen del Carmen y la Virgen del Rosario, pintados al óleo sobre tela y con marcos dorados, que están en el presbiterio, sobre los nichos de San Pedro y San José, fueron regalos suyos a la Parroquia. Murió en Santa Ana el 4 de enero de 1855. Sus restos están enterrados en el centro del presbiterio de la iglesia. Tiene una lápida. (AMG, pp. 106-107).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 106-107.
  18.                    PBRO. JORGE QUITERIO REAL REYES
Andrés Márquez Gómez
Nació en Santa Ana del Norte el día 23 de abril de 1848 y fue hijo legítimo de Felipe Real y Pilar Reyes de Real. En su juventud desempeñó el cargo de sacristán de la iglesia de Santa Ana. Empezó sus estudios eclesiásticos cuando ya tenía cuarenta años, en el Seminario de Ciudad Bolívar y fue ordenado de sacerdote en la isla de Trinidad el 29 de junio de 1893, por ausencia del Obispo de Guayana. Fue nombrado párroco de Porlamar y luego de Santa Ana donde ejerció la mayor parte de su ministerio sacerdotal. Sucedió en la parroquia al presbítero Antonio María Valery y su nombramiento fue celebrado como un triunfo por los seguidores de los generales Críspulo Ortega y Pedro María Brito, pero él nunca quiso intervenir en la política de partidos. Durante su permanencia en Santa Ana, como Cura Párroco, se sustituyeron las paredes de bahareque de la histórica iglesia del Norte, por unas de mampostería. Murió en su pueblo natal después de una breve pero dolorosa enfermedad, el 14 de mayo de 1912. Su muerte constituyó una verdadera manifestación de duelo para toda Margarita. Fue enterrado en el centro del presbiterio de la iglesia del Norte. Tiene una lápida sobre sus restos. En una de las plazas que están en el centro de la población de Santa Ana, hay un busto de mármol del Padre Real, sobre un pedestal también de mármol.
Cuando se habla del Padre Real, es muy importante destacar cómo un hombre que en su juventud llevó una vida un poco alegre y despreocupada, llamado por Dios al sacerdocio, en el mediodía de su vida, respondió con tanta generosidad y entrega que desde entonces fue modelo de sacerdotes para la santidad de su vida, dedicada por completo al servicio de Dios y de los hombres. Y esa entrega fue tan íntegra que, colocado en el mismo ambiente, testigo de devaneos juveniles, logró ser respetado por todos.  Durante su ministerio sacerdotal nunca se levantó una voz para condenarlo, ni hubo la menor sombra de sospecha que pusiera en duda la fidelidad a su vocación.
El Pbro. Jorge Quiterio Real fue un sacerdote bondadoso, de carácter apacible, obediente a sus superiores,  sin adulación, y dispuesto siempre a hacer el bien a todos sin esperar nada en recompensa. El que esto escribe, no tuvo la dicha de conocerlo porque nació varios años después de su muerte, pero, en su infancia, todavía se respiraba el suave olor de sus virtudes sacerdotales. Pocos sacerdotes han sido tan queridos y respetados como él.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 108-109.
  19.                        PBRO. PLÁCIDO JOSÉ FERNÁNDEZ
Andrés Márquez Gómez
El Padre Fernández nació en Caracas el 5 de octubre de 1871. Estudió la carrera eclesiástica en el Seminario de Caracas, bajo la sabia dirección de Monseñor Juan Bautista Castro. Fue ordenado sacerdote por Monseñor Críspulo Uzcátegui, Arzobispo de la Arquidiócesis de Caracas. Pertenece a esa pléyade de sacerdotes ilustres que, como Eduardo de Jesús Vásquez, Santiago Machado, Arturo Celestino Álvarez, Lucas Guillermo Castillo, Fuentes Figueroa, J.A. Ramos Martínez,  Nicolás Eugenio Navarro y Jesús María Pellín, son honra del clero venezolano, no sólo por su gran preparación intelectual, sino sobre todo, por el testimonio de una vida consagrada por entero al servicio de Dios y de las almas.
El presbítero Plácido José Fernández, después de prestar grandes servicios a la Iglesia en la Arquidiócesis de Caracas, en diversas parroquias, al frente de La Religión, decano de la prensa nacional, en la fundación de diversas obras sociales en beneficio de los desposeídos, vino a la Diócesis de Cumaná, invitado por Monseñor Sixto Sosa y con el debido permiso de su Arzobispo, Monseñor Dr. Felipe Rincón González, fue por dos veces párroco de Santa Ana. Él mismo decía que pidió al Sr. Obispo Sosa ser mandado al Norte porque conocía a este pueblo en sus andanzas por toda Venezuela, en busca de ayuda económica para sus obras de beneficencia. Agregaba: “Me enamoré del pueblo por la bondad de su gente y por el encanto y la paz que reinaba en su plaza. Me parecía que aquí estaba más cerca de Dios, para poder trabajar mejor por los hombres.”
En la Parroquia del Norte, el Padre Fernández trabajó con alegría y admirable celo por el bien de sus feligreses. Periodista de fuste, fundó periódicos donde, al estilo de la época, combatió ardorosamente a protestantes y masones. Escribió comedias para las veladas que él mismo preparaba, como un medio de formación para la juventud y compuso obras donde resplandecen no sólo sus conocimientos teológicos y canónicos, sino la sabiduría del que por espacio de muchos años fue director de espíritus selectos.
Comprendió el grave problema de la escasez de vocaciones sacerdotales en nuestra Patria y fueron varios los jóvenes que envió al Seminario.
Compró de su peculio una casa y la regaló a la Diócesis de Cumaná para que sirviera de residencia al párroco de Santa Ana y se preocupó por la conservación de la histórica iglesia colonial. Durante el tiempo que estuvo al frente de la Parroquia se encalaron las paredes laterales que había mandado a hacer el Padre Real y se pusieron las aceras. Su estadía fue una verdadera bendición para el Norte y demás pueblos que integraban entonces la parroquia de Santa Ana.
Toda la niñez de entonces se acogió a él como a una sombra bienhechora y escuchó sus palabras, mezcladas con chistes y oportunas anécdotas, con la avidez del sediento ante un manantial de aguas cristalinas. Durante las horas del día los niños iban a la escuela o al trabajo, pero al llegar las primeras horas de la noche, de todas las casas salían niños y más niños, como atraídos por una fuerza mágica e irresistible, para entrar a la Casa Parroquial. La casa del Padre Fernández siempre estaba abierta para todos, muy especialmente para los niños. Era nuestra casa. Luego nos congregaba bajo una hermosa acacia, que todavía existe, y unos sentados en sillas, otros en banco, la mayoría en el suelo, rezábamos a voz en cuello el santo rosario. Después del rezo del rosario venían los juegos. Era de ver entonces la gritería y confusión que se armaba frente  a la Casa Parroquial.
Tal vez, con aire de suficiencia, alguna persona se reirá de estas cosas, pero en el mundo de los niños están de más los sabihondos. Para comprender ese mundo es necesario ser niño. Ellos ven el universo a través de su inocencia. Sus emociones no son las mismas emociones que sienten los adultos. Están en sintonía completamente distinta. El Padre Fernández, periodista, escritor, con una gran preparación teológica y canónica, se hizo niño para ganarse el corazón de los niños.
Celoso sacerdote, hacía tiempo que venía soñando con fundar “La Obra de la Buena Prensa”, para la propagación de las buenas lecturas y solícito se dispuso a partir para Caracas a hacer realidad sus sueños. El Padre Fernández fundó en Caracas “La Obra de la Buena Prensa” que se repartía gratuitamente en casi toda Venezuela, sino que también distribuía libros, folletos y revistas de orientación católica.
Siempre estuvo en contacto con su antigua parroquia de Santa Ana. Escribía a muchas personas y sus cartas venían llenas de sabias enseñanzas, de palabras de aliento y hasta de reprensiones para los que se comportaban como si no fueran cristianos, pero siempre empapadas en amor. Muchas veces, el que esto escribe, ya párroco de Santa Ana, lo trajo al pueblo que tanto amó. Su corazón reverdecía al ponerse en contacto con sus antiguos feligreses. Salía a visitar muchas casas, sobre todo de aquellos que vivían alejados de Dios. Entonces, con palabras llenas de cariño, donde no faltaba el chiste oportuno, dejaba caer el buen consejo, la palabrita que como un dardo iba a clavarse en la llaga, pero no para enconarla sino para sanarla. Consiguió de esa manera la santificación de muchos hogares y la vuelta a Dios de muchas personas.
El Padre Fernández murió en Caracas el 2 de junio de 1954.Sus despojos fueron traídos a Santa Ana y en medio de una gran manifestación de duelo, fue enterrado en el presbiterio de la iglesia. Allí espera la resurrección de los justos. Sobre su tumba hay una lápida. (RMM, pp.114-121).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 114-121. 
 20.       COFRADÍA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DE SANTA ANA
Andrés Márquez Gómez
Cofradía bicentenaria e histórica. Fundada en 1742, es de las más antiguas de Venezuela. En el año 1816, esta Cofradía del Santísimo depositó en manos del Padre de la Patria todos sus haberes como una contribución a la causa de la Libertad. En el archivo parroquial de Santa Ana existió hasta la segunda década del presente siglo un vale por doscientos pesos a favor de la Cofradía, firmado por el Libertador. El Genio de América en sus grandes apuros económicos para sostener la lucha por la independencia de Venezuela, aceptó esta ofrenda,  hecha libremente, pero en calidad de préstamo. Su delicadeza no le permitía aceptarla de otra manera de un pueblo que lo dio todo por la Libertad, máxime cuando la mayoría de los integrantes de esa Cofradía  estaban ausentes del Norte, aventados por la guerra.
El libro más antiguo que se conserva en esta Cofradía es de la época inmediatamente posterior a la separación de Venezuela de la Gran Colombia. En él se habla de la reforma de los estatutos de la Cofradía, fundada en 1742,  en los cuales como norma curiosa se limita el número de cofrades a 24 hermanos y 24 vicehermanos. La Cofradía tenía como finalidad, no solamente rendir culto al Santísimo Sacramento del Altar, sino también una función social. Ella socorría a sus integrantes en enfermedad y muerte o cuando estaban pasando necesidad. Si alguno de los miembros de la Cofradía enfermaba o se encontraba en estado de extrema pobreza, el hermano más cercano a su residencia, estaba obligado a participar a la asociación, para que se le atendiera espiritual y materialmente.
Algunas de las actas de este libro están firmadas por el General Policarpo Mata y otros próceres de la Independencia. No figuran los nombres de los Generales Juan Bautista Arismendi y Francisco Esteban Gómez, pero sí pertenecieron a la Cofradía. Es sabido que el primero, después de la Independencia de Venezuela, vivió siempre fuera de la  Isla. El General Gómez, después de la Batalla de Matasiete, estuvo guerreando en el Continente y tomó parte en varias campañas en Venezuela y Nueva Granada. Ocupó, además, cargos civiles y militares que lo tuvieron alejado de Margarita. Al final de su vida fue Gobernador de la Isla y residió siempre en La Asunción. En esta etapa de su vida, casi nunca fue al Norte, no por desamor al pueblo, sino por problemas personales y sentimentales. Sin embargo, siendo Gobernador de Margarita y poco antes de su muerte, en agosto de 1855, aparece como uno de los fundadores de la Cofradía del Santísimo de la Parroquia del Valle del Espíritu Santo.
En sus doscientos treinta y tantos años de existencia, a esta Cofradía han pertenecido los hombres más honorables de nuestro pueblo. Su historia, en gran parte, es la historia del Norte. Es importante destacar que la honra de ser hermano del Santísimo en Santa Ana, ha pasado de padres a hijos, de tal manera que muchos hombres de hoy, al asistir a las minervas, ostentan las mismas insignias que usaron sus abuelos. Pertenecer a esta Cofradía debe ser siempre motivo de orgullo. Conservarla debe ser un deber de todos los hijos de Santa Ana. (AMG, pp. 188-190).
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 188-190.
  21.                   LA PLAZA DE SANTA ANA DEL NORTE
Andrés Márquez Gómez
La plaza de Santa Ana del Norte es patrimonio de los santanenses y todos deben preocuparse por su conservación. Allí,  alrededor de la iglesia, nació y creció la población; allí se desarrolló la vida del pueblo durante la Colonia; allí españoles y guaiqueríes se reunían en las grandes festividades religiosas de Navidad, Semana Santa y Santa Ana.
En la época de la Independencia, esa plaza fue escenario de grandes acontecimientos históricos. Allí vivieron Juan Bautista Arismendi, Francisco Esteban Gómez, Policarpo Mata y otros próceres de Margarita; de esa plaza salió presa para La Asunción, en medio de los esbirros de Cobián y Urreiztieta, Doña Luisa Cáceres de Arismendi; allí se reunió el pueblo el 12 de junio de 1813, para dar comienzo a la revolución contra Pascual Martínez; allí los soldados de Cobián, obedeciendo órdenes de Urreiztieta, difamaron públicamente a Eusebia González, al pasearla semidesnuda y con una mordaza, por los alrededores de la iglesia; allí se llevó a efecto el combate de la toma de la Casa Fuerte de Santa Ana y se persiguió a Cobián y demás realistas que salieron huyendo cuando en medio de la refriega se oyó el grito:  “arriba con ese cañón”; allí se rechazó a los españoles vencedores en el Fortín España y vencidos en el cerro El Vigía, al pretender tomar al Norte. Después de los combates del Fortín España y El Vigía, esa plaza se convirtió en un inmenso taller, donde se hacían y reparaban cureñas; se fabricaban lanzas, se hacían cajas para los fusiles que la habían perdido en medio de la lucha,  y se preparaban cartuchos para los cañones y los fusiles. Allí se congregaron los habitantes del Norte y de las poblaciones vecinas para vitorear al Libertador, las dos veces que estuvo en Santa Ana; allí acamparon los ejércitos republicanos, donde se confundieron los expedicionarios de Los Cayos de San Luis y las tropas margariteñas. Por esa plaza deambularon Bolívar, Mariño, Arismendi, Piar, MacGregor, Soublette, Gómez, Zea, Freites, y tantos otros próceres de nuestra independencia. En esa plaza, finalmente, se han realizado los acontecimientos más importantes de nuestro pueblo durante la vida de la República.
Defender la integridad y belleza de esa plaza es un deber de todos los hijos de Santa Ana. Hace muchos años, se le quitó un pedazo, al construirse la casa que hoy ocupa el “Segundo Frente”.  Con esta construcción se rebasó la líneas que va de la esquina de la casa de la familia Márquez Gómez, a la casa que hoy día pertenece a la sucesión de la familia de la señora Luisita Quijada. Hace 25 años se cometió el desafuero de construir un galpón, que no otra cosa es lo que se llama Comedor Escolar. Años más tarde se echó una placa de cemento para una cancha deportiva. Debemos apoyar y promover el deporte como una necesidad para la formación física de la juventud, pero cada cosa en su lugar. En el Norte hay muchos terrenos, cercanos a la plaza, donde se puede construir no una cancha, sino muchas.
Se haría un bien a Santa Ana, si se hiciera desaparecer ese feo galpón, sobre todo cuando hoy día casi ni tiene utilidad alguna. A raíz de la caída de Pérez Jiménez el que esto escribe fue Presidente del Concejo del Distrito Gómez. En esos días el Ministerio de Educación quiso construir, en plena plaza del Norte, un grupo escolar y pidió autorización a la Cámara Edilicia. Esta se opuso rotundamente, pero su negativa no quedó sólo en eso, sino que dialogó con el Gobernador del Estado Dr. Luis Villalba Villalba. Como hombre de letras, maestro de varias generaciones, apasionado por la historia de Margarita y por las glorias de Bolívar, el Mandatario Regional se mostró receptivo  y comprendió el disparate que se iba a cometer. Luego el Concejo buscó un terreno apropiado para la construcción de la Concentración Escolar y en presencia del mismo Dr. Villalba se tuvo un diálogo con los propietarios de esos terrenos. Estos comprendieron lo que significaba para el Norte una Concentración Escolar y dieron todas las facilidades para la adquisición de esos terrenos.
Esa plaza del Norte debe ser siempre un gran parque, lleno de árboles y flores. En ella deben colocarse las estatuas de Bolívar,  Arismendi y Luisa Cáceres. Sus efigies estarán allí con más derecho que en otras partes.
Andrés Márquez Gómez: Árboles, pájaros y niños. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, 2004, pp. 207-209.
  22.                               SACRISTANES DE MI PUEBLO
Margarita Díaz Gómez
Es notorio observar que la historia de nuestros pueblos siempre va acompañada de hechos, vivencias y tradiciones que son en realidad quienes describen por sí mismos las características propias de cada sitio en particular.
En nuestra población de Santa Ana, su historia gira en torno a su sagrado templo, actualmente en proceso de restauración y aunque pensamos que ya es demasiado el tiempo invertido para ello, también es verdad que deseamos que la demora surgida sea la excusa de un buen trabajo y que su entrega sea lo más pronto posible.
Estos templos, en todos los pueblos, cuentan con personajes que dedican parte de su tiempo en cuidarlos y tenerlos listos para el ejercicio religioso requerido en determinado momento. Particularmente conocemos que en Santa Ana han existido muchos de estos importantes personajes llamados Sacristanes.
Francisco Esteban Gómez, en sus años de niñez, cumplió funciones de monaguillo y más tarde es designado Sacristán y Maestro de Fábrica en el servicio eclesiástico local hasta que tiempo después se enfila por los caminos de la independencia, llegándose a convertir con el tiempo en el vencedor de Morillo en la Batalla de Matasiete.
En sustitución de Francisco Esteban Gómez como Sacristán, vino Francisco de la Concepción Romero, quien posteriormente hizo sus estudios eclesiásticos en Santo Domingo donde se ordenó sacerdote. Mientras fue guía espiritual de El Norte, hizo construir el famoso Cuarto de Los Muertos, donde se velaban a los cadáveres de otras poblaciones. Sus restos reposan en el centro del Presbiterio de la iglesia con una lápida.
 En el año de 1848 nació en esta población Jorge Quiterio Real, quien se desempeñó como monaguillo y más tarde como Sacristán. Sus estudios eclesiásticos los comenzó a una edad madura para ordenarse sacerdote el 29 de junio de 1888, día de San Pedro Apóstol, por el cual sintió una gran devoción hasta su muerte ocurrida el 14 de marzo de 1912. En su memoria existe un busto al lado de la capilla provisional donde se le reconoce como benefactor de este pueblo.
Al Padre Real le sirvió como Sacristán el señor Leandro Díaz y, más tarde, su hijo Bernardino Díaz, quien entra a prestar sus servicios como ayudante del mencionado sacerdote a partir de 1904, convirtiéndose en el Sacristán del templo por muchos años, ganándose el apodo de “Din Din” por el característico repique campanero, por su amor hacia lo divino y su gran fe y devoción por el Apóstol San Pedro, que lo llevaron a estar por más de 70 años en este oficio hasta que por su avanzada edad fue necesario su retiro de esa “su casa”, como bien solía decir.
Cabe mencionar que su muerte, tiempo después, constituyó un verdadero luto popular. El querido y recordado “Ño Berna”, como también se le conocía, fue merecedor de sendos funerales a los cuales asistieron muchos de los sacerdotes con quien había compartido y hasta los Obispos de todo el país se apersonaron para rendirle tributo de respeto y admiración a un hombre que consagró prácticamente su vida a la fe cristiana.
Posteriormente, vienen también a desempeñar esta tarea una legión de nobles hombres, celosos guardianes de la “Casa de Dios”, entregando sus nobles sentimientos con toda la disposición que requiere dicha tarea por mantener encendida esa llama espiritual que cada uno siente por ese recinto sagrado de oración, recordamos como tales a Juan José Díaz (Juancho Coquito); Cornelio Amaíz, quien fallece en pleno ejercicio de sus funciones; Jesús Antonio Rojas (Chuíto); Pastor León (Ñoño) y actualmente cuenta la comunidad de Santa Ana con un joven Sacristán muy activo y colaborador que ha sabido llevar por buen camino los asuntos concernientes a su cargo: adorna la iglesia, organiza los coros, prepara el nacimiento y hasta ayuda con el lanzamiento de globos y cohetes y pare usted de contar.
Este joven, Ángel Enrique Moya González, así como todos los nombrados anteriormente, merecen nuestro más profundo respeto, consideración y admiración por el cariño que han demostrado hacia el cuido y mantenimiento de nuestro viejo templo parroquial y actual capilla provisional que sirven para recibir y congregar a los fieles católicos de nuestras comunidades, quienes elevan sus voces en oraciones por los destinos de la humanidad y para rendir culto a nuestro señor Jesucristo.
*Margarita Díaz Gómez: “Sacristanes de mi pueblo.” Margariteñerías. Santa Ana del Norte, N° 68, segunda etapa, edición extraordinaria, abril-julio 2013, pp. 20-21.


  23.                     BIOGRAFÍA DE PEDRO ÁNGEL GONZÁLEZ
Iván Gómez León.
La comunidad de Santa Ana del Norte no sólo ha sido pródiga en valores destacados en el ámbito militar, sino que también su fertilidad ha regado el mundo de la cultura en sus más variadas acepciones: arte, literatura, historia, música. Todas, en conjunto, le dan entonces contenido más profundo al espíritu y al sentimiento del santanense.
Uno de sus valores  representativos lo constituye el artista plástico Pedro Ángel González (Santa Ana, 09 de septiembre 1901 – Caracas, 12 de marzo 1981), quien desde El Tamoco se proyectó a Caracas y luego al universo. De la lectura de su autobiografía interpretamos que en su sólida formación inicial fue determinante la influencia de la Maestra Justa Mata Gamboa, del Maestro Ricardo Márquez Moreno, en Santa Ana, y luego, en Juangriego,  del Maestro Rafael Valery. Y ya en la capital de la República, en el Liceo Caracas, del Dr. Luis Espelozín, bajo la dirección de Rómulo Gallegos.
¿Cómo se formó el artista Pedro Ángel González? A fuerza de trabajo, dedicación, perseverancia. En los inicios del siglo XX (llegó a Caracas en abril de 1916), no se comprendía bien que un joven decidiera dedicarse al arte y que esta profesión pudiera permitirle fundar familia y vivir sin mayores problemas. Leamos esta conmovedora confesión: “De la pintura, repito, no se podía vivir. En mis primeros tiempos después de egresar de la Academia, tuve que ocuparme de otras cosas, porque la pintura no me daba seguridad económica y yo estaba casado. Al contrario de mis compañeros que estudiaron Medicina o Derecho y culminaron su carrera con un título y una profesión, yo no podía mostrar nada. Yo también había estudiado seriamente durante cinco o seis años, pero había salido de la Academia sin siquiera un diploma que dijera que era pintor. Ser pintor en aquella época era sinónimo de bohemia.”
No obstante, por encima de las dificultades se impuso su vocación y amor por el arte, única arma que le permitió sortear todas las adversidades hasta alcanzar la cima anhelada: el reconocimiento general como uno de los máximos artistas plásticos de Venezuela. En el año 1942 se despejaron todos los horizontes: Pedro Ángel González  obtuvo la honrosa distinción de Premio Nacional de Pintura en el III Salón Oficial de Arte Venezolano.
En la actualidad en Santa Ana del Norte es muy vago el recuerdo de este grande hombre que ha dado lustre a la cultura nacional. Será maravilloso destinar un espacio físico para mostrar su obra y animar la inclinación de nuestros niños y jóvenes por el arte y la cultura.
24.TOMÁS MÁRQUEZ GÓMEZ: EL PRIMER OBISPO DE LA DIÓCESIS DE SAN FELIPE.
Andrés Márquez Gómez
Monseñor Tomás Enrique Márquez Gómez nació el 15 de julio de 1915 en la histórica Villa de Santa Ana del Norte. Es el segundo de diez hermanos. En el hogar paterno, junto con el amor de Dios y a su iglesia, aprendió las virtudes que serán la característica de su actividad apostólica. Su padre, Leandro Márquez Moreno, hombre austero, íntegro, rectilíneo y de profundas convicciones cristianas, fue maestro de una generación. Con grandes conocimientos sobre Derecho Penal, hasta llegar a ser Juez de Primera Instancia en los Criminal y Relator de la Corte del Estado Nueva Esparta, puso sus conocimientos al servicio de los pobres y de los débiles. Su madre, María de Jesús Gómez Villarroel de Márquez Moreno, con una gran sensibilidad social, estuvo siempre dispuesta a hacer el bien y remediar las miserias de los pobres.
Hizo sus estudios de Primaria en la Escuela del Maestro Apolinar Figueroa Coronado y luego al lado de su padre, en la vecina población de Altagracia. Desde niño sintió la inclinación que fue prudentemente cultivada por el Pbro. Plácido José Fernández. Este santo y sabio sacerdote pertenece a esa pléyade de hombres ilustres que, como Eduardo de Jesús Vásquez, Santiago Machado, Arturo Celestino Álvarez, Lucas Guillermo Castillo, J. A. Ramos Martínez, Nicolás Eugenio Navarro y tantos otros, son honra del clero venezolano.
El padre Plácido José Fernández, cura párroco de Santa Ana, en 1927, al fundarse el Seminario Diocesano San José de Cumaná, envió a este instituto al todavía niño Tomás, donde hizo sus primeros estudios bajo la sombra paternal de Monseñor Sixto Sosa y la sabia dirección del Pbro. Dr. Eduardo Morales Vásquez. Los estudios de Filosofía, Teología, Sagrada Escritura, Derecho Canónico, entre otros, los realizó en el Seminario Interdiocesano de Caracas, bajo la dirección de los Padres Jesuitas.
Fue  ordenado Sacerdote el 14 de julio de 1940 por el Excmo. Monseñor Dr. Sixto Sosa, en la iglesia Santa Inés de Cumaná, entonces Catedral Provisional. Monseñor Tomás cantó su primera Misa en la iglesia de su pueblo natal y, al poco tiempo, fue nombrado Vicario Cooperador de la Parroquia La Inmaculada de Guiria, bajo la dirección del anciano sacerdote Dr. José María Oliveros. Pocos meses después fue nombrado Párroco de San Antonio del Golfo, pintoresca población recostada en una colina frente al Golfo de Cariaco. En San Antonio del Golfo, la pobreza del joven párroco fue tal que para poder comer tenía que hacerse invitar cada día en una casa distinta. Allí fue muy querido por todos debido a su obra social y cultural. Por eso, cuando en 1943 el Padre Márquez fue trasladado a la Parroquia de Juangriego, hubo llanto en los ojos y tristeza en los hogares, como si se ausentara un miembro muy querido de la familia.
En Juangriego el Padre Márquez trabajó activamente y con gran ilusión en la formación de la juventud, sobre todo a través del escultismo y de la Acción Católica Juvenil de ambos sexos.
Al ser nombrado Monseñor Crisanto Mata Cova, Obispo de la Diócesis de Cumaná, el Padre Márquez fue trasladado a Carúpano, como Vicario Foráneo y Párroco de la antigua y fervorosa parroquia de Santa Rosa de Lima. Para la última década del siglo pasado y primeras del presente, la acogedora ciudad de Carúpano era una de las más importantes de Venezuela y, sin duda, la primera del Oriente.
En Carúpano, el Padre Márquez siguió las huellas de los párrocos sucrenses José Antonio Ramos Martínez, gran humanista; el sabio y celoso Eduardo Morales Vásquez; el activo Padre Juan Uzón y el carupanero Llovera, acomodando su acción a los tiempos modernos y dio nuevo impulso a la vida religiosa de su parroquia. La Catequesis, la fundación de colegios para la educación de la juventud, la difusión de la palabra a través de la prensa y la radio, fueron sus logros más importantes. En 1951 puso todo su empeño en conseguir del señor Obispo Diocesano, la autorización para que la bendita imagen de la Virgen del Valle visitara Carúpano y otras poblaciones de la Diócesis. Monseñor Crisanto Mata Cova vio en la idea un medio para la renovación de la vida cristiana en el Estado Sucre. Así, la bendita imagen llegó al puerto de Carúpano en la alborada del 22 de enero de 1951.
En lo que se refiere a la educación católica, el Padre Márquez fundó en Carúpano el Colegio “Balmes” para la Primaria y los dos ciclos de Secundaria, el cual estuvo algunos años bajo la dirección de los Padres Servitas. Para los limpiabotas, muchachas de servicio y personas pobres que tenían que trabajar durante el día, fundó la escuela nocturna “Santa Teresita”. Esta escuela creció tanto que después se convirtió en diurna con los seis grados y al mismo tiempo en nocturna con varias secciones. El bien que ha hecho y sigue haciendo es muy grande. Allí han recibido educación cristiana los jóvenes más pobres de Carúpano.
El Padre Márquez, además, fue factor preponderante en la fundación del Colegio Sagrado Corazón de Jesús, dirigido por las Hermanas Carmelitas Españolas.  A esto se agrega su incursión en el Liceo “Simón Rodríguez”, el mayor de la ciudad, no tanto por ser profesor, sino para estar en contacto con los jóvenes y darles una orientación cristiana. Casi todo el dinero que recibía por estas clases iba a parar a manos de estudiantes pobres. Así mismo, fundó la Juventud Católica, los Cursillos de Cristiandad, el Movimiento Familiar Cristiano y la organización de Cáritas Parroquial.
Merece mención aparte el uso que hizo de los medios de comunicación de masas. Escribía frecuentemente en el periódico local artículos de orientación cristiana; pero, sobre todo, apenas se fundó en la ciudad la Radio Carúpano, escogió un espacio diario que tituló “Campanadas en la Torre”. Todos los días laborables de 7 a 8 de la noche dejó oír su voz. La audiencia de este programa fue inmensa en todo el oriente del país. Era frecuente el caso en las poblaciones del interior de Sucre, Nueva Esparta, Monagas y Anzoátegui, ver a la gente agolpada a las puertas de las casas donde había radio, para escuchar la voz del Padre Márquez. Voz que hablaba de los problemas de los agricultores, pescadores y obreros; voz que infundía una esperanza que anunciaba la Buena Nueva de la Salvación. El programa “Campanadas en la Torre” estuvo en el aire hasta que su fundador fue elevado a la alta dignidad de Obispo Titular de Tapso y Auxiliar de la Arquidiócesis de Ciudad Bolívar. En cuanto a la obra material, al Padre Márquez se le debe en gran parte la construcción de la bella iglesia de Santa Rosa de Lima de Carúpano; de estilo  románico, por su capacidad y sus bellas líneas arquitectónicas es, sin duda, la mejor de la Diócesis de Cumaná y orgullo del pueblo carupanero.
En 1960 el Padre Márquez fue honrado por la Santa Sede con el título de Camarero Secreto de Su Santidad. La ceremonia de la investidura se hizo en la capilla provisional de la Parroquia Santa Rosa, por encontrarse el templo en construcción.
En 1963, Monseñor Márquez fue nombrado Obispo Titular de Tapso y Auxiliar de Ciudad Bolívar, nombramiento que no se hizo público por la muerte del Romano  Pontífice Juan XXIII. Fue consagrado Obispo en la iglesia parroquial de Santa Ana, en Margarita, por el Excmo. Dr. Juan José Bernal, Arzobispo de Ciudad Bolívar, asistido por los Excmos. Señores Críspulo Benítez Fonturvel, Obispo de Barquisimeto, y Crisanto Mata Cova, Obispo de Cumaná. Pasó tres años en Ciudad Bolívar, primero como Auxiliar de la Arquidiócesis, y luego, como Administrador Apostólico. En esta larga experiencia de 26 años como Párroco y como Obispo, veían los gobernantes, sacerdotes, religiosos y movimientos apostólicos, una garantía para la gran labor que lo esperaba en medio de sus diocesanos en el Yaracuy. Hoy, 40 años después de haber sido ordenado Sacerdote, sigue desarrollando, con el mismo empeño, su Ministerio en calidad de Primer Obispo de la Diócesis de San Felipe, Estado Yaracuy.
Nota: En sus años postreros, ya retirado de sus funciones, regresó a su Santa Ana natal, donde murió el  11 de diciembre de 2004.  Sus restos reposan en la nave lateral izquierda del templo colonial, junto con su hermano, también Sacerdote, Andrés Márquez Gómez. (IEGL).
Andrés Márquez Gómez. “Tomás Márquez Gómez: El primer Obispo de la Diócesis de San Felipe.” Felipe Natera Wanderlinder: La Villa de Santa Ana en los 25 años de Margariteñerías. 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta, 1996, pp. 496-504.
  25.                                   PEDRO ÁNGEL GONZÁLEZ
Luis Beltrán Prieto Figueroa.
Casi todo el mundo de la cultura venezolana recibió con retraso la noticia de la muerte del pintor Pedro Ángel González. Había muerto a una hora de la noche en que ya no era posible anunciar por los medios de comunicación un acontecimiento luctuoso de tanta importancia para el país y fue enterrado precipitadamente. Cuando yo recibí la noticia hacía tiempo que los restos del querido amigo estaban bajo tierra. Un hombre tan enterado y cuidadoso en las relaciones sociales como lo es Felipe Natera Wanderlinder, director de la revista Margariteñerías, íntimo de Pedro Ángel González, lo supo también con atraso.  Hubiéramos querido él y yo, acompañar sus restos hasta el cementerio, pero nos conformamos con hacer llegar a la familia nuestra condolencia.
Pedro Ángel González, margariteño de Santa Ana del Norte, desde pequeño sintió afición a la pintura. Mientras otros muchachos de su edad, que es la misma mía, se entretenían  jugando a las metras, a los trompos, a los voladores, él cambiaba su volador por unos lápices de color. Con su padre Anacleto González se trasladó a Juangriego, donde éste instaló un taller de sombrerería. Allí ayudaba a las labores del padre en el tiempo que le sobraba de la escuela, pero nunca abandonaba los lápices porque dibujar era su única pasión.  De estas primerizas aventuras de pintor quedan algunos recuerdos y se conserva en la Isla una copia del Miranda en La Carraca y algunos otros cuadros que figuran colgados en las paredes de familiares y amigos, ignorantes del valor que la firma del Maestro González agrega a todo aquello en que puso sus manos de artista.
El muchacho pintor margariteño logra al fin, con influencias de algunos amigos oriundos de su tierra, llegar hasta Caracas. En él prevalecía el tono emocional recogido, reservado, del hombre tímido que siempre fue. Hablaba despacio y quedo como para que no descubrieran su presencia ni señalarse entre otros, que sin cosas dignas de comunicarse, levantan la voz para que se les oiga lejos, como esas grandes damas de la oligarquía colonial que se anunciaban con campanilla y repiques. Pero Pedro Ángel tenía conciencia clara de sus valores y sabía que sus obras lo anunciarían en el mundo del arte y de la cultura, porque lo que vale no puede permanecer oculto. El muchacho que cambió su volador por unos lápices de color se distinguió en la vieja Escuela de Artes por la forma personal de tratar los colores y destacar las figuras. Entra en el Círculo de Artistas, fundado en 1912;  conoció a Ferdinandov, el pintor ruso que trajo fórmulas nuevas para pintar; estuvo a su lado y trató con los poetas y escritores que como Planchart y Fernando Paz Castillo, eran animadores del Círculo, al cual concurrían también muchos de los poetas y escritores venezolanos de la llamada Generación del 28. Después, Pedro Ángel forma parte de la plana de profesores de la Escuela de Artes donde se  había formado. Ya es un pintor conocido y reconocido. Sus cuadros de rincones de la vieja Caracas, sus extraordinarias pinturas que destacan el Ávila en sus colores magníficos, junto con los de Cabré,  lo consagraron también como Maestro de la gran montaña que cantara Pérez Bonalde para exaltar a Caracas y que Manuel Díaz Rodríguez retratara embelesado desde su vieja hacienda de San José. Lo que Díaz Rodríguez expresaba en su prosa admirable y en sus versos, Pedro Ángel lo exaltaba en el lienzo. Hay una época de la pintura de Pedro Ángel González conocida como etapa guaireña, donde el pintor se recrea reproduciendo los viejos rincones del puerto, los muelles con sus barcos, el cielo azul de esa ciudad mitad marinera, mitad montañosa, como para recordarnos en algunos aspectos a Río de Janeiro. De esa etapa conservo un cuadro que me obsequiaron los empleados del Congreso como regalo de cumpleaños, cuando yo desempeñaba el cargo de Presidente del Senado, hace ya unos dieciséis años. Es la pintura de la proa de un carguero en reposo después de haber dado salida de sus bodegas a la carga que condujera a través de los mares. Lo conservo como un tesoro, puesto en alto, encima de una puerta que da salida a los patios de Anchiajena.
Pedro Ángel ilustró mi poema “Juangriego del Recuerdo”. El dibujo presenta la orilla del esplendente mar de Juangriego que le sirvió para muchas de sus marinas. Al fondo, apuntando al cielo, las dos torres de la iglesia y en la calle solitaria sobre la acera, una margariteña con su mara en la cabeza, portadora de las frutas y cosas de la Isla, pregonadas con voz cantarina en todas las ciudades y puerto de Margarita. Al centro y caminando en sentido inverso al que lleva la mujer, como dirigiéndose hacia la playa “el jumento, marcha de pasitrote / mi humanidad vencida / con los sueños viajando / en el camino largo / que se hace y deshace / de afanes sin penumbra”, que canté en ese poema dedicado a Juangriego.
El silencioso amigo, de la palabra recortada que hablaba con el pincel y los lápices se nos fue para siempre, pero nos queda como herencia el maravilloso arcoíris de su pintura. En una de las últimas conversaciones que sostuve con él, me decía: “Ahora pinto muy poco, uno o dos cuadros al año. Cuando mis pinturas se cotizan más caras yo apenas aprovecho los altos precios.  Los que compraron mis lienzos en épocas de larga producción y poca paga, ahora ganan revendiéndolos. El comercio de la pintura a veces hace bajar las calidades; yo prefiero mantener ésta antes que prodigarme, porque para vivir, como un margariteño auténtico de tu tiempo y de mi tiempo, yo sigo diciendo: si falta, sobra.”
Luis Beltrán Prieto Figueroa: “Pedro Ángel González.”  Felipe Natera Wanderlinder: La Villa de Santa Ana en los 25 años de Margariteñerías 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta, 1996, pp. 546-548.
  26.       LUISA CÁCERES DE ARISMENDI: LA MÁXIMA HEROÍNA.
Rosauro Rosa Acosta.
Entre las emigradas de 1814, llegó a Margarita, acompañada de su madre y de su hermano Manuel, la señorita Luisa Cáceres Díaz.
Después de largas penalidades habían arribado al puerto de La Esmeralda, en la Costa Firme, y desde allí con la ayuda prestada por el Coronel Juan Bautista Arismendi son trasladadas al puerto de Pampatar, luego a La Asunción y más tarde al Norte, donde habría de fijar residencia.
A los pocos meses de permanecer en ella, Doña Luisa Cáceres contrae matrimonio, el 4 de diciembre de 1814, con el Coronel Juan Bautista Arismendi, en la iglesia de Santa Ana del Norte.
La tranquilidad del hogar se rompe pronto debido a la persecución de que es víctima Arismendi por sus actividades revolucionarias. Falla un plan para hacerlo prisionero y entonces es llevada detenida la joven señora el 24 de septiembre de 1815 a la casa de familia del Coronel Cristóbal Anés, colaborador ahora de los realistas.
El 15 de noviembre del citado año estalla la revolución de Arismendi contra el Gobernador Urreiztieta. Ante el auge del movimiento y la cantidad de prisioneros españoles, el Gobernador realista, que ya había recluido a Doña Luisa en una de las celdas del Castillo Santa Rosa, propone a Arismendi la libertad de su esposa a cambio de los rehenes que poseen los patriotas, Arismendi se niega a ello. “Sin Patria no quiero esposa”, afirman que fue su respuesta.
Doña Luisa será blanco de vejámenes. No se le considera ni aún por su avanzado estado de embarazo. Soporta toda clase de humillaciones. Se le amenaza con fusilarla si no aconseja a su esposo a rendirse. Su negativa fue firme.
Asistida por otra mujer prisionera, cuyo nombre no recoge la Historia, da a luz una niña muerta, que horas más tarde arrojarán los soldados a un zanjón próximo al castillo.
El 29 de enero de 1816 es remitida a Pampatar. Pardo al dar cuenta a Moxó de los acontecimientos de la Isla, dice: “La mujer de Arismendi ha dado a luz un nuevo monstruo. Esta y otra señora presa he mandado al Gobernador de Pampatar, las envíe a La Guaira donde deben estar sin comunicación. Arismendi, según voz general, ha hecho matar nuestros prisioneros, y en este caso convendría decapitar a su mujer. También tengo entendido que dicha señora escribe a su marido, y este a aquella, y no conviene esté aquí.”
Pocos días permanece en el San Carlos de Pampatar. En la goleta “General Morillo”, capitaneada por Don Juan Gavazo, es enviada a La Guaira. Durante ocho días estará en las celdas de la Factoría y Parque de Artillería de ese puerto. Será trasladada a Caracas el 22 de marzo de 1816 al Convento de la Inmaculada Concepción.
El 24 de noviembre es nuevamente llevada a la Guaira para ser embarcada en “El Pópulo” con destino a Cádiz.
Será apresada por corsarios y después de muchas contrariedades arribará a Cádiz el 17 de enero de 1817.
Humano tratamiento recibe de las autoridades judiciales de Andalucía. Se hospeda en la casa del cirujano José María Morón, desde donde logra fugarse a Norteamérica con la ayuda de un oficial de apellido Carabaño y de un caballero de nacionalidad inglesa.
Llegó a Filadelfia el 3 de mayo de 1817 y desde allí, acompañada del Coronel Luis Rieux, arriba a Juangriego el 26 de julio. La Isla celebra alborozada el retorno de la Máxima Heroína.
Doña Luisa Cáceres de Arismendi nació en Caracas el 12 de septiembre de 1799.     Hija del educador Domingo Cáceres y de Doña Carmen Díaz.
De su matrimonio con el General Juan Bautista Arismendi nacieron doce  hijos, incluyendo la que nació muerta en la prisión del Santa Rosa.
Falleció Doña Luisa el 2 de junio de 1866, “dejándole a la Patria como herencia el ejemplo de sus grandes virtudes y la hermosa diadema de su gloria”, como expresa Don Santos Erminy Arsmendi.
“Su honesto sentido del deber, su femineidad, su dignidad y su firmeza de convicciones quedaron de pie ante la historia para el ejemplo de las mujeres que luchan, sufren y esperan”, afirma Carmen Clemente Travieso.
Notas: Sus restos reposan en el Panteón Nacional. En la casa donde vivió el matrimonio de Arismendi y Luisa Cáceres funciona  hoy la Casa Parroquial de Santa Ana. (IEGL).
Rosauro Rosa Acosta: “Luisa Cáceres de Arismendi: la Máxima Heroína.” Heroínas Margariteñas. Pampatar, Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero”, 1996, pp. 21-23.
  27.                                     PETRONILA DE MATA
Rosauro Rosa Acosta
De Santa Ana del Norte. Hija de Manuel Isidro Mata y María Dolores Romero. Hermana de los Comandantes Andrés de Mata y Policarpo de Mata, quien fue el Jefe de la Caballería de nuestro Ejército.
Casó el 27 de diciembre de 1810 con Francisco Esteban Gómez, quien el 31 de julio de 1817, alcanzó la libertad de la Isla al derrotar al superior ejército español al mando de Pablo Morillo en la Batalla de Matasiete.
Enviudó el 6 de agosto de 1853 y murió, víctima del cólera, en La Asunción, el 5 de octubre de 1854.
Por su amor a la Causa de la Independencia, en la cual participó toda su familia, sufrió persecuciones, vejámenes y largo cautiverio en prisiones de la Isla y de Cumaná.
En 1816, fue apresada por una avanzada realista, cerca de Puerto Moreno a donde se dirigía para reunirse con su esposo que operaba en esa zona.
Fue llevada al castillo de Pampatar donde permaneció varios meses. En avanzado estado de embarazo fue transferida a la Cárcel de Cumaná. Allí dio a luz una niña que murió a los pocos días de nacida por las pésimas condiciones del presidio.
Pese a las muchas diligencias realizadas por su esposo, el General Francisco Esteban Gómez, permaneció en la prisión hasta 1820 cuando fue liberada por Morillo. (Vale destacar aquí que el Libertador Simón Bolívar también intercedió por lograr la libertad de Petronila de Mata, según se desprende del oficio enviado desde La Villa del Norte al Excmo. General Santiago Mariño el 29 de diciembre de 1816: “Recomiendo a Ud. muy particularmente, a la ciudadana Petronila de Mata, mujer del ciudadano Coronel Gómez, para que procure Ud. cangearla por cualquier persona, y principalmente por cuatro o cinco señoras que están aquí y son esposas, o pertenecen a españoles o sus partidarios.” Iván Gómez León: Santa Ana del Norte: Cuna auténtica de la Tercera República de Venezuela. Recopilación de textos. Porlamar, Verbo Publicaciones e Impresos, 2006, p. 122).
Nota: Ángel Félix Gómez en su estudio titulado Petronila de Mata: La Heroína Margariteña. Porlamar, Verbo Publicaciones, 2004, edición patrocinada por la Fundación República Insular, agrega en relación a la muerte de Petronila de Mata, que “las honras fúnebres de la heroína se celebraron en su pueblo natal Santa Ana del Norte” y que “fue enterrada en un cementerio de La Asunción llamado El Blanco, en las inmediaciones donde hoy se encuentra la Imprenta del Estado, en la Avenida Constitución. Ese cementerio desapareció y con él la huesa de esta heroína nacida en Margarita.” (p. 37). (IEGL).
Rosauro Rosa Acosta: “Petronila de Mata.” Heroínas Margariteñas. Pampatar, Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero”, 1996, pp. 51-52.
28. DOS TESTIMONIOS TANGIBLES DE LA ASAMBLEA QUE SE EFECTUÓ EL 6 DE MAYO DE 1816 EN EL TEMPLO COLONIAL DE SANTA ANA DEL NORTE: EL SILLÓN QUE OCUPÓ EL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR Y LOS BANCOS DONDE SE SENTARON DIRIGENTES Y EXPEDICIONARIOS.
Lcdo. Iván Gómez León
Es conocimiento de todos que  el templo de Santa Ana fue el lugar escogido para efectuar la magna asamblea el 6 de mayo de 1816, cuyos trascendentales acuerdos hicieron proclamar al Libertador Simón Bolívar que  en esa fecha había nacido la Tercera República de Venezuela.
Aun cuando el Acta que elaboró el Secretario Pedro Briceño Méndez no da detalles de cómo se organizó la asamblea, los lugares que ocuparon quienes la presidieron y  la ubicación de los asistentes, es de suponer que fue presidida por el Libertador Simón Bolívar, por el General en Jefe Santiago Mariño, electo Segundo Jefe,   y por el General Juan Bautista Arismendi, en su carácter de  Jefe Militar de Margarita. En esta primera parte de su instalación, quienes hacen uso de la palabra son: Bolívar, e inmediatamente Arismendi. Mariño, luego de su designación, ha debido pasar a presidir la asamblea. De ese momento estelar, lo único que ha trascendido en el tiempo es el sillón que ocupó el Libertador, hoy debidamente restaurado.
El resto de los asambleístas han debido ocupar los bancos de la iglesia. No sabemos de cuántos bancos disponía la iglesia para el momento. Las dimensiones de los cuatro ejemplares que aún se conservan nos hacen suponer que estos estaban dispuestos en una fila que ocupaba la nave central del templo.
Felipe Natera Wanderlinder, presto a la aplicación de la lógica a la hora de referirse a esta asamblea, explica que Bolívar escribió sus proclamas en la casa de habitación del Sargento Mayor Policarpo de Mata, donde estaba hospedado con los demás integrantes del Estado Mayor (*). No resulta exagerado por parte nuestra inferir que  el Secretario Pedro Briceño Méndez ha debido tomar nota en el desarrollo de la asamblea y que, en el mismo inmueble, procedió a su redacción definitiva.
(*) Felipe Natera Wanderlinder: “La casa del General Policarpo de Mata en Santa Ana del Norte.” La Villa de Santa Ana en los 25 años de Margariteñerías 1971-1996. La Asunción, Imprenta Oficial del Estado Nueva Esparta, 1996, pp. 347-348.
  29.                           PBRO. JUAN MIGUEL LÁREZ
Iván Gómez León
El sacerdote Juan Miguel Lárez, además de su magnífica labor eclesiástica desarrollada en Santa Ana del Norte, está relacionado con la reproducción de la copia del Acta del 6 de mayo de 1816, interesante información que nos ha planteado efectuar las investigaciones pertinentes a los fines de lograr su ubicación y proceder a su reedición.
*Refiriéndose a la situación de los libros antiguos que permanecían en la iglesia de Santa Ana, explica Andrés Márquez Gómez en su obra Árboles, pájaros y niños: “Los libros parroquiales y otros papeles de importancia permanecían tirados en un rincón, sobre el piso, expuesto a la acción de la humedad y a la voracidad de las polillas y otros insectos. Fue Monseñor Juan Miguel Lárez quien mandó a hacer un estante cerrado de madera de cedro amargo, para proteger a ese archivo.”
Este sacerdote, de porte elegante y voz sonora, era nativo de La Asunción y ejerció su apostolado en la Diócesis de Guayana, sobre todo en la ciudad de Barcelona, donde  se supo apreciar su talento y sus virtudes sacerdotales. Fue honrado por la Santa Sede con el título de Prelado Doméstico de S.S. Vino a Margarita, enfermo y agotado por los años y fue a hacer compañía a Monseñor Eduardo de Jesús Vásquez, Vicario de la Isla y párroco del Valle del Espíritu Santo.
Monseñor Lárez se encargó de la parroquia de Santa Ana del Norte, de una manera accidental y en mitad de una Semana Santa dejada trunca por el sacerdote agustino Fray Juan Vicente Arteaga.
Monseñor Lárez no solamente envió jóvenes al Seminario, sino que escribió un libro titulado El Seminarista, con el fin de orientar a los aspirantes al sacerdocio.
Monseñor Lárez se ausentó de la parroquia en el año 1926.
Leamos con atención lo que dice Tavera Acosta en su Historia de Carúpano (p. 146) en relación a las copias que se le han hecho al acta del 6 de mayo de 1816, donde está involucrado Mons. Juan Miguel Lárez:
+En la novela histórica escrita por el Académico (de la Academia Nacional de la Historia) Francisco Jiménez Arráiz, titulada Hojas de Laurel y publicada en 1921,  está inserta una copia del Acta, tomada por Jiménez Arráiz de otra copia que “encontró en un archivo de la isla de Margarita”, la cual remitió a la Academia Nacional de la Historia.
+En 1918, Tomás Andrés Polanco publicó una reseña de la Gira Apostólica del Nuncio de S.S. Al referirse a la Asamblea del 6 de mayo de 1816, dice que por ser poco conocida el acta que se levantó,  rogó a Monseñor Juan Miguel Lárez le facilitase una copia a lo que accedió el venerable doctor Lárez, para insertarla en su trabajo.
Esta valiosa información nos permitirá acceder a la lectura de este documento en su versión más próxima al original, toda vez que Rosauro Rosa Acosta informa en su obra Pueblo de la Mar, editado en 1991 por  el Fondo Editorial del Municipio Maneiro “Dr. Efraín Subero”, que en el año 1905 el Dr. Francisco Jiménez Arráiz, en ese entonces Presidente del Estado Nueva Esparta, le entregó al Presidente Cipriano Castro el documento original en referencia, en acto irresponsable con la memoria histórica del pueblo neoespartano.



30.LAS IMÁGENES DEL TEMPLO EN EL RECUERDO DE OLIMPIA FRANCO
Albertina Tovar de González
 La señora Olimpia Franco a través de los recuerdos se traslada a sus años mozos y rememora los tiempos en los que su papá la llevaba a la iglesia, siendo muy pequeña; cuando caía la tarde la enseñaba a rezas y encargó los primeros años de su escolaridad a una señora muy cristiana, llamada Vicenta Rosas, hija de un maestro que hubo aquí llamado José Ramón Rosas, epónimo de una de las calles de este pueblo. Este maestro le enseñó desde las primeras letras hasta el libro segundo, además la preparó para recibir la Primera Comunión.
Olimpia fue creciendo en tamaño y conocimientos, muy cerca de la maestra Vicenta Rosas, acompañándola en el oficio de vestir a Santa Ana, la patrona, lo que presenció siempre atenta, sin perder un detalle, convirtiéndose en una experta en la materia; por lo que al morir la maestra Vicenta le corresponde a ella sustituirla en esta labor, la cual desempeñó con dedicación, mucho cariño y devoción hasta el año dos mil, cuando a pesar de la medicina, perdió la visión.
Olimpia, mujer cristiana comprometida, frecuentaba el templo pertenecía a un grupo de apostolado, fue presidenta de la hermandad de Santa Ana durante muchos años y estaba familiarizada con todos los acontecimientos parroquiales, por lo que al solicitarle información acerca de las imágenes existentes en nuestro tiempo, su procedencia y su ubicación en ese recinto, no se hace esperar e inicia su narrativa, señalando que en el altar mayor se encontraban ubicadas las imágenes de Santa Ana, San Pedro y San Joaquín, manifestando desconocer su procedencia por lo antiguo de las mismas. Al referirse a San Joaquín surge una anécdota: A este santo lo tenían por San José, es decir, como no había imagen de este santo, cuando llegaba su día, el sacristán le colocaba una varillita que lo identificaba, lo colocaba en el mesón y le celebraban su festividad. Esto ocurrió hasta cuando Mons. Andrés Márquez Gómez trajo una imagen de San José.
También recuerda a Santa Teresita, traída por Mons. Críspulo Benítez Fonturvel y colocada en una capilla que le hicieron en el cuarto de los muertos; tiempo después decidieron sacarla de allí y colocarla en otro lugar del templo, para construir un altar en ese sitio y colocar al Santísimo Sacramento y una imagen de la Virgen del Carmen donada por Pedro María Arocha.
Al lado de la nave derecha estaban colocados: El Cristo, San Juan y la Virgen Dolorosa, lo que se identificaba como el Calvario, tiempo después sustituido por la imagen de Corazón de Jesús.
Dijo además conocer un San José pequeño, una virgencita de Guadalupe y un niño Jesús sentado en una sillita, los cuales eran colocados en el nacimiento en tiempos de Navidad.
A la izquierda del templo, al lado de la ventana, estaba un mesón con San Luis Gonzaga, una virgencita del Carmen y San Miguel Arcángel.
También se encontraban las imágenes de la Humildad y Paciencia y el Santo Sepulcro. Luego, Monseñor Andrés Márquez Gómez trajo a Jesús en la columna y otra de Santa Ana.
Yuyita Gamboa trajo la imagen de San Judas Tadeo desde Caracas y la donó a la iglesia.
San Onofre fue donado por el Dr. Angito Villarroel, como promesa hecha en  sus tiempos de estudiante.
El señor Avelino Márquez, hizo llegar al templo la imagen de la Virgen de Fátima y se encargaba de celebrar su fiesta con mucho entusiasmo.
Señaló que conoció las imágenes antiguas de la Virgen de Lourdes, Virgen del Rosario y el Nazareno.
Finalmente, dijo tener conocimiento de la situación de resguardo en la que se encuentran todas las imágenes en hogares de la comunidad de Santa Ana, mientras dure la larga espera por la restauración del templo parroquial.
Albertina Tovar de González: “Las imágenes del templo en el recuerdo de Olimpia Franco.” Margariteñerías. Santa Ana del Norte, Fundación República Insular, segunda etapa, edición extraordinaria, N° 68, p. 16.
31. BIOGRAFÍA DE SAN EZEQUIEL MORENO, INTERCESOR DE LOS ENFERMOS DE CÁNCER.
María Ximena Rondón.
Su ardor misionero fue tan grande que no dudaba en cruzar ríos caudalosos y soportar las inclemencias del clima con tal de llevar almas a los pies de la Cruz. Tenía un espíritu fuerte que ninguna pena, crítica o enfermedad pudo quebrantar. Por su entrega apasionada a Dios y su labor se le considera como uno de los más grandes apóstoles de la Evangelización de América.
Ezequiel Moreno Díaz nació el 9 de abril de 1848 en Alfaro, Rioja, España. Sus padres fueron Félix Moreno y Josefa Díaz, quienes a pesar de tener una condición humilde, consideraban a la religión católica como su tesoro.
Esta devoción influyó en el corazón del Santo, que desde la infancia sintió el llamado a la vida religiosa. Era un niño inteligente, juguetón y dedicado a los estudios. Sin embargo, era capaz de sacrificarse por su prójimo, porque en lugar de ir a las fiestas del pueblo, se quedaba cuidando de los enfermos. También le gustaba cantar y tocar la guitarra.
Con solo 16 años y siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, ingresó al Convento de los Agustinos Recoletos en Monteagudo (Navarra) el 21 de septiembre de 1864. Un año después hizo su profesión religiosa y cuatro años más tarde fue enviado como misionero a Filipinas. Allí culminó su formación y fue ordenado sacerdote el 3 de junio de 1871.
Tiempo después fue enviado, junto con su hermano Eustaquio, a evangelizar a los habitantes de la isla de Paragua. Ezequiel convirtió a muchas almas, pero contrajo la malaria debido a las pésimas condiciones de sanidad y tuvo que regresar a Manila.
En 1876 fue nombrado párroco de Lespiñase y cuatro años después predicador conventual de Manila. Entonces asumió las riendas de una finca de los Agustinos Recoletos en Imus. Fue un excelente administrador y también realizaba obras de caridad con los pobres. En 1888 regresó al convento Monteagudo como Prior. Durante tres años imprimió en los jóvenes novicios el sello de la espiritualidad agustiniana y el amor hacia los pobres reduciendo sus raciones para dar de comer a los mendigos.
Tres años después volvió a embarcarse en la aventura como misionero. Vivió austeramente durante cinco años en Bogotá (Colombia) en el cargo de Provincial de la Orden. Se dedicó a predicar y atender a los enfermos. Junto a tres compañeros se introducía en la región de Casanare, que aún no era explorada, para evangelizar y administrar los sacramentos.
Debido a sus méritos, al reactivar la labor misionera en Colombia, fue nombrado Obispo Titular de Pinara y Vicario Apostólico de Casanare. El 1° de mayo de 1894 lo nombraron Obispo de Pasto. En su nuevo cargo destacó por su celo apostólico y su fidelidad a la Iglesia. Ejecutó su programa de trabajo denominado “Dios y Colombia”. Su posición como Obispo no lo detuvo en su labor misionera. Siguió atravesando ríos caudalosos, caminando en medio de tormentas y soportando las inclemencias del clima porque consideraba que “una sola alma vale más que toda mi vida”.
A la par de su intenso trabajo apostólico, dedicaba varias horas a la oración, a la que consideraba como la fuente principal para obtener fuerzas.
Como Obispo de Pasto, sus prédicas contundentes y su sencillez provocaron la burla de sus enemigos, incluyendo algunos obispos, quienes también lo atacaban por medio de la prensa. Sin embargo, San Ezequiel trataba a sus atacantes con misericordia y pedía por ellos.
En 1905 le diagnosticaron cáncer y, ante las reiteradas súplicas de los fieles y de los religiosos de su Orden, volvió a España para operarse. Lamentablemente la intervención fue muy dolorosa y no tuvo éxito. Durante la operación el Santo exclamaba: “Dios mío, dame valor para sufrir por ti”.
Fue enviado a Monteagudo para recuperarse, pero volvió a recaer. Los dolores nunca quebrantaron su espíritu y se mantuvo firme en su fe. Murió el 19 de agosto de 1906.
Fue beatificado por el Papa Pablo VI en 1975 y el 11 de octubre de 1992 fue canonizado por San Juan Pablo II y es considerado como el especial intercesor ante Dios por los enfermos de cáncer.
*María Ximena Rondón: “Hoy celebramos a San Ezequiel Moreno, intercesor de los enfermos de cáncer.” Facebook. https: // www.aciprensa.com

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                                      ÍNDICE
Lcdo. Iván Gómez León:
MOTIVACIÓN/
PRIMERA PARTE:
DIAGNÓSTICO DE LA SITUACIÓN/
SEGUNDA PARTE:
PROPUESTAS/
TERCERA PARTE:
INFORMACIÓN REFERENTE AL TEMPLO COLONIAL DE SANTA DEL NORTE EN LA BIBLIO-HEMEROGRAFÍA REGIONAL/
1.    Biografía de Mons. Andrés Márquez Gómez/
2.    Historia de la Iglesia/
3.    Santa Ana del Norte ha tenido dos patronas/
4.    Biografía de Francisco Esteban Gómez/
5.    Biografía de Juan Bautista Arismendi/
6.    La Junta de Notables reunida en la iglesia de Santa Ana el 6 de mayo de 1816.
7.    Resolución de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación mediante la cual declara Monumento Histórico Nacional al templo de Santa Ana/
8.    Acta de reconocimiento del Libertador como Jefe Supremo de la República y de sus Ejércitos. Santa Ana, 6 de mayo de 1816/
9.    Proclama de Bolívar del 8 de mayo de 1816 mediante la cual declara el nacimiento de la Tercera República de Venezuela en Santa Ana el 6 de mayo de 1816/
10.                             Biografía del Gral. Policarpo Mata/
11.                             Resolución de la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación mediante la cual declara Monumento Histórico Nacional la casa natal de Policarpo de Mata y Petronila de Mata/
12.                             Cuadro de Ánimas/
13.                             Las dos fundaciones de la población del Norte/
14.                             Nuestra Señora del Rosario/
15.                             Busto y estatua de Francisco Esteban Gómez en la plaza/
16.                             Biografía del Pbro. José Vicente Gómez/
17.                             Biografía del Pbro. Francisco de la Concepción Romero/
18.                             Biografía del Pbro. Jorge Quiterio Real Reyes/
19.                             Biografía del Pbro. Plácido José Fernández/
20.                             Cofradía del Santísimo Sacramento/
21.                             La plaza de Santa Ana del Norte/
22.                             Sacristanes de mi pueblo/
23.                             Biografía de Pedro Angel González.
24.                             Mons. Tomás Márquez Gómez.
25.                             Biografía de Pedro Ángel González.
26.                             Biografía de Luisa Cáceres de Arismendi.
27.                             Biografía de Petronila de Mata.
28.                             El sillón donde que ocupó el Libertador Simón Bolívar y los bancos donde se sentaron dirigentes y expedicionarios.
29.                             Pbro. Juan Miguel Lárez.
30.                             Las imágenes del templo en el recuerdo de Olimpia Franco/
31.                             Biografía de San Ezequiel Moreno/